- El 2 de febrero de 2018 cuatro municipios aprobaron la creación del Área Municipal de Conservación y Uso Sustentable del Cóndor Andino en el cañón de río León, provincia de Azuay y Loja, para proteger a esta ave emblemática.
- El espacio de protección fue determinado a partir de monitorear satelitalmente el sobrevuelo de una hembra de cóndor andino.
Era Arturo, nada podía convencer de lo contrario a Fausto Cardoso cuando vio la imagen por primera vez en Facebook. La fotografía mostraba a dos hombres sujetando de las alas a un cóndor andino abatido por el disparo de una bala. Era Arturo, el margen de error era cada vez menor para Cardoso. La imagen la había tomado un hombre de unos 60 años en la provincia de Azuay, al sur del Ecuador, que al parecer había cazado cóndores durante los últimos 40 años de su vida, cuenta Fernando Juela, técnico de la Dirección Provincial Azuay del Ministerio de Ambiente (MAE).
Aunque hasta el día de hoy hay quienes dudan de que sea el mismo cóndor, Fausto Cardoso está casi seguro de que era él. Lo conoció desde pequeño. La fotografía se tomó a unos 35 km de la zona en la que, en enero de 2012, él y su esposa se toparon con un polluelo de cóndor acurrucado en su nido, resguardado entonces por sus padres a quienes bautizaron como Soraya y Manuel. Durante seis meses, cada 20 días, Cardoso, junto a fotógrafos y amantes de la naturaleza, viajaron en grupos de hasta cinco personas hasta el sur de la provincia de Azuay solo para tomarle imágenes al ave recién nacida. Ellos fueron testigos de cómo Soraya lo alimentaba desde su buche lleno y el pequeño Arturo abría el pico para recibir la carroña. Lo vieron crecer. Fueron testigos de cómo su plumaje gris se transformó en un color café, típico de los cóndores juveniles. Estuvieron presentes cuando Arturo aprendió a volar. “Hacía una danza maravillosa, aprovechaba del viento, sobre una roca, probando su capacidad de sustentación, preparándose para su próximo primer vuelo. Tuvo algunos aterrizajes sin mucha estética”, recuerda Cardoso.
En octubre de 2012, Arturo abandonó su nido y Fausto nunca más lo volvió a ver sobrevolar el árido cañón del río León. Cuando en abril de 2013 apareció la fotografía en redes sociales, Cardoso estuvo casi seguro de que el ave asesinada era Arturo. Con la ayuda del grupo de inteligencia de la Policía Nacional se logró capturar al autor del crimen, quien fue juzgado y condenado a seis meses de prisión.
Este triste episodio motivó al Grupo Nacional de Trabajo sobre el Cóndor Andino —liderado por el MAE— a redoblar los esfuerzos para evitar la extinción del cóndor en Ecuador y proteger el área donde había crecido Arturo. Así fue como, después de cinco años de investigaciones y trámites, el 2 de febrero de 2018, los municipios de Oña, Nabón y Santa Isabel en la provincia de Azuay, así como Saraguro en la provincia de Loja aprobaron la declaratoria de 34 763 hectáreas, en Río León, para proteger al cóndor andino. Fernando Juela sostiene que es la primera vez que un área protegida en el país cuenta con una gestión Municipal, con una ordenanza exclusiva basada en una especie en peligro de extinción y con un territorio diseñado en base a datos científicos generados por la misma especie.
Las más de 34 000 hectáreas dedicadas a la protección de la especie y conocidas como el Área Municipal de Conservación y Uso Sustentable del Cóndor Andino fueron delimitadas gracias al monitoreo de un cóndor hembra llamada Chunka. Este ejemplar fue capturado en el 2015, en la provincia de Cotopaxi, por un grupo de científicos del Proyecto de Investigación y Monitoreo Ecológico del Cóndor Andino en Ecuador (PICE), una iniciativa privada de la Fundación Cóndor Andino y el Fondo Peregrino. Tras colocarle un rastreador satelital para monitoreo remoto, Chunka fue liberada. “Es el único de los nueve individuos marcados que se estableció en la zona sur del país”, explicó Fabricio Narvaez, biólogo de campo del proyecto de Investigación. Los datos revelados por Chunka han permitido identificar a río León como una zona núcleo y un área esencial para el ciclo reproductivo del cóndor en el Ecuador. Río León es una suerte de centro de operaciones para estas imponentes aves. Desde ahí vuelan cientos de kilómetros con dirección al norte para buscar alimento en el Parque Nacional Sangay, la Reserva Ecológica Antisana o los páramos del macizo del Cajas. Pero siempre, siempre regresan a río León.
A Fabián Rodas, coordinador de Naturaleza y Cultura Internacional, organización ambiental que trabajó con el MAE para conseguir la declaratoria de la nueva área municipal de conservación, le llama la atención que un ecosistema semidesértico dominado por matorral seco y situado a una altitud baja como la de río León sea tan importante para el cóndor, pues estas aves en Ecuador viven generalmente en el páramo, a más de 3000 metros sobre el nivel del mar. En todo caso, según Rodas, río León es un área remota, con poca gente, cercana a los páramos del centro y sur del país, y con corrientes aéreas ascendentes propicias para el vuelo de los cóndores. Y sus acantilados, además, son perfectos para anidar y descansar.
Al parecer esta zona ha sido utilizada por los cóndores durante miles de años, mucho antes de la llegada del hombre a América del Sur. Según Narvaez, esta especie de ave está anclada a las zonas de anidación de sus antepasados. “Desde hace miles de años los cóndores visitan siempre las mismas áreas de anidación porque las zonas reúnen características específicas que aún no podemos entender. Es un tema conectado con la parte epigenética de la especie”, explica el biólogo.
Los guardabosques de esta área han logrado contar hasta 15 cóndores en la zona y al menos tres parejas en fase reproductiva. Por eso era importante para los expertos proteger el área y ahora el Ministerio de Ambiente de Ecuador está considerando el sumar a esta nueva área Municipal de Conservación al Sistema Nacional de Áreas Protegidas, como lo confirmó Silvio Cabrera, responsable de la Unidad de Patrimonio Natural del MAE en Azuay.
Arturo consiguió que las autoridades protejan a los cóndores andinos que viven en río León. Y su historia caló tanto, que hace un mes, el primer vuelo de este cóndor andino quedó congelado en una escultura de cobre sobre la plaza central de la parroquia Susudel en el cantón Oña, frente al río León. “Creo que fue uno de los cóndores más emblemáticos del Ecuador, sobre todo por el impacto que creó y estimuló a que se consoliden nuevas iniciativas para conservar el ave”, dijo Cardoso.
Pero a pesar que la creación de la nueva área protegida es un paso importante, aún existen amenazas que ponen en peligro la población de esta especie.
Siga leyendo: Complejo Cenagoso de Zapatosa: nuevo sitio Ramsar en Colombia
Las amenazas
Los primeros registros históricos sobre la presencia de cóndores en Ecuador, escritos por exploradores del siglo 19 y 20, como el inglés Edward Whymper, relatan la existencia de cincuenta o más cóndores en un solo sitio. “Estas grandes acumulaciones reflejaban una población mucho más grande. Pero también se hablaba de capturas y envenenamientos masivos. La población de cóndores en el país se redujo drásticamente”, cuenta Narvaez.
La cacería, la persecución y el envenenamiento siguen amenazando la supervivencia de esta ave. La muerte de Arturo se sumó a la lista de los ocho cóndores asesinados entre el 2011 y el 2016 en el Ecuador. Estos son solo los casos que se han logrado registrar, pero posiblemente existen más víctimas que han muerto por las tres causas antes descritas, asegura Narvaez. Además, se han rescatado hasta el momento 18 cóndores, algunos salvados de las redes del tráfico ilegal, otros que fueron hallados con heridas de bala y también unos cuantos que fueron atendidos a tiempo tras colisionar contra grandes infraestructuras.
El último Censo Nacional del Cóndor Andino realizado en el 2015 indica que la población de esta ave oscila entre los 94 y 102 individuos en Ecuador. Estas cifras dejan en claro que se trata de una población baja y vulnerable, que está expuesta a la amenaza de la extinción. Para que una población perdure en el tiempo, explica Narvaez, se debe contar como mínimo con 700 parejas, en Ecuador se han encontrado alrededor de 25 parejas. Con estos datos no es de sorprenderse que esta ave emblemática se encuentre en Peligro Crítico de Extinción en el Libro Rojo de las Aves del Ecuador (Granizo, año 2002) y que aparezca en el Apéndice I de la Convención sobre el Comercio Internacional de Especies Amenazadas de Fauna y Flora silvestres (CITES).
En el sur del país, se realizó un censo en octubre de 2017 —focalizado en las provincias de Cañar, Azuay, Loja, Zamora y El Oro—, que fue efectuado por el PICE, el Fondo Peregrino, el Centro de rescate Ilitio, el Instituto Tueri y el zoológico Amaru, y dio como resultado un total de 28 cóndores: 22 adultos (7 machos, 7 hembras y 8 de sexo no identificado); 2 subadultos (un macho y un sexo no identificado); 2 juveniles (sexo no identificado) y 2 de sexo y edad no identificados. En cuanto a su ubicación geográfica, 10 fueron avistados en la provincia de Loja, 9 en Azuay, 6 en El Oro y 3 en Cañar. Para Narvaez estos resultados son preocupantes pues existe un desequilibrio en la proporción de adultos y juveniles. “Hemos identificamos que hay una proporción de 11 adultos por cada individuo inmaduro, estamos viendo que no hay un grupo de recambio para los cóndores adultos. Esto puede deberse a que existe una alta mortalidad de juveniles o que no se están reproduciendo”, explicó el experto.
Junto con la cacería, la pérdida y la transformación del hábitat amenaza también la existencia del cóndor en el Ecuador. Un estudio de Wildlife Conservation Society (WCS), basado en el censo del 2015, pronostica que si el lugar donde viven los cóndores en Ecuador cambia el doble de rápido que el ritmo actual, la especie se extinguirá en poco más de seis décadas.
Esta ave ocupa aproximadamente una extensión de 49 725 km2 en el país, entre los 1300 y 4500 metros sobre el nivel del mar. Dentro de esta área, el paisaje es un mosaico compuesto principalmente por cultivos, pastizales, páramo, pueblos, infraestructuras y plantaciones forestales. La cobertura de la tierra no es estática: el páramo se convierte en pastizales o los cultivos en páramos. Cuando esto ocurre, el hábitat actual del cóndor se modifica y los recursos para la población actual de la especie también varían, explicó Adrián Naveda, uno de los investigadores de WCS .
Con este escenario claro, los científicos de la WCS predijeron el futuro del cóndor ecuatoriano con un modelo matemático y datos del MAE. “Si la situación actual de amenazas al ave en Ecuador se mantiene, es decir, la pérdida de hábitat sigue en 0,8 % anual y sigue la cacería de un ejemplar al año, la especie no se va a extinguir, pero su tamaño poblacional comenzará a disminuir dentro de 15 años”, dijo Naveda. Si la pérdida fuera del 1,6 % anual, el cóndor estaría condenado a la extinción en Ecuador en 63 años.
Al sur de la cordillera andina ecuatoriana, de acuerdo con los datos de la Línea Base de Deforestación del Ecuador Continental (2012), la información más actualizada que existe, la deforestación ha alcanzado la cifra de 5158 hectáreas al año entre el 2000 y 2008, y se trata precisamente del hábitat del cóndor.
Estas amenazas se suman a la baja tasa de reproducción. En un folleto de la Fundación Cóndor Andino Ecuador se describe que el cóndor llega a ser adulto a los ocho años. Luego necesita aún más tiempo para encontrar pareja y demoran algunos meses en poner un huevo. El polluelo tarda cerca de dos años en independizarse de sus padres, razón por la cual solo pueden poner un huevo cada dos años. Los polluelos, durante su primer año de vida, son muy propensos a accidentes por lo que muy pocos sobreviven y llegan a edad adulta.
Estas características biológicas de la especie son un reto para quienes buscan recuperar la población del cóndor en el país.
Y es el caso del Grupo Nacional de Trabajo del Cóndor Andino en Ecuador que ejecuta la estrategia nacional de conservación de esta ave emblemática. Actualmente los científicos reciben información de nueve cóndores con rastreadores satelitales. Los datos que obtienen les permite estudiar el comportamiento de los individuos, las zonas más frecuentadas, posibles territorios de anidación y dormideros.
Gracias a los monitoreos se ha observado que casi el 70 % de las áreas que el cóndor utiliza en el país y el 90 % de nidos identificados se encuentran fuera del Sistema Nacional de Áreas Protegidas, según Narvaez. Por ello los esfuerzos persisten para marcar a más cóndores con rastreadores satelitales para obtener información que permitirá en el futuro crear otras zonas de conservación, como la nueva Área Municipal de Conservación y Uso Sustentable del Cóndor Andino o mejorar la zonificación de áreas protegidas ya existentes. “También servirá identificar ciertas zonas donde se debe realizar actividades de educación ambiental o de turismo”, concluyó Rodas.
Siga leyendo: Increíble guardería de tiburones martillo oculta entre los manglares de Galápagos
Cañón de Río León: una isla con sus propias especies
Las montañas son de color ladrillo. Los arbustos y matorrales pintan las laderas de verde opaco. En el cañón del río León, donde habita el rey de los Andes, se esconden entre la vegetación seca 43 especies de aves, 9 especies de mamíferos y 8 especies de anfibios y reptiles, de acuerdo con el Plan de Manejo del Área de Conservación y Uso Sostenible del Cóndor Andino en los cantones Nabón, San Felipe de Oña, Santa Isabel y Saraguro (2017). Una lagartija en particular que no vive en ninguna otra parte del Planeta. Se trata de la Salamanquesa del río León.
Rodas explica que han identificado en el área dos especies más, una víbora (Bothrops sp. Nov) y una rana (Rinella sp. Nov.), que también son únicas de la zona y que acaban de ser descubiertas. Por el momento se encuentran en proceso de descripción.
Una de las razones por las cuales se pueden encontrar varias especies endémicas en el cañón del río León es la particularidad que tiene el área, una isla de bosque seco rodeada por zonas húmedas y páramos. “El cañón de río León es muy importante a nivel biológico. En la zona debemos hacer mucha más investigación biológica para descubrir la riqueza que tiene este territorio, pues hasta el momento se han realizado muestreos muy limitados”, afirma Rodas.
El Gato de las Pampas es otro de los habitantes del cañón del Río León. Este felino se encuentra en la categoría de casi amenazado en la Lista Roja de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza. Su población se distribuye en gran parte de Sudamérica.
Las 34 763 hectáreas recién declaradas para proteger al cóndor andino, resguardan también especies únicas de reptiles y anfibios, y esconden muchos secretos más que los científicos están empezando a descubrir. La vida y muerte de Arturo forman parte también de la historia de esta nueva reserva. Y siempre se le recordará volando entre los acantilados del cañón de río León.