- El registro de la ganadería en el páramo ecuatoriano del Parque Nacional Cotopaxi data de hace más de 400 años y está afectando a la Laguna de Limpiopungo, uno de los sitios turísticos más visitados.
- La situación es compleja pues el Parque Nacional está conformado principalmente por predios privados que el Estado no ha terminado de adquirir. La tradición ganadera del sector es más antigua que la declaratoria de esta área protegida, la segunda más visitada de Ecuador.
- Aunque parezca paradójico, la presencia de ganado en el Parque ha servido de alimento para el cóndor andino, del que se estima solo quedan 100 individuos en Ecuador y que se encuentra en riesgo crítico de extinción.
Los orígenes de la laguna de Limpiopungo se remontan a la Edad de Hielo y a diferencia de otras lagunas, no tiene un borde definido sino que el terreno alrededor de sus aguas claras se va haciendo paulatinamente cenagoso. Alberga muchas plantas de totora (Schoenoplectus californicus) entre las que anidan y nadan los patos andinos (Anas andium). En esta laguna, que mantiene su cauce por las lluvias, también se ve, entre otras aves, a gallaretas, curiquingues (Phalcoboenus carunculatus), fochas (Fulica ardesiaca) e individuos de la gaviota andina (Larus serranus), única de tierras altas.
Además de esto, es uno de los atractivos más visitados del Parque Nacional Cotopaxi (PNC), situado en las provincias de Pichincha, Cotopaxi y Napo, uno de los más antiguos en declaración (1975) en Ecuador y una de las 56 reservas naturales que conforman el Sistema Nacional de Áreas Protegidas del Ecuador (SNAP).
A 3800 metros de altitud, Limpiopungo es hogar de una variedad de aves que relacionan sus hábitos con cuerpos de agua y de otras que son migratorias. Esta zona, de gran importancia para muchas especies de plantas y animales, continúa siendo presionada por la ganadería.
Santiago Ron, biólogo de la Pontificia Universidad Católica del Ecuador y curador de Anfibios del Museo de Zoología, lo denunció en redes sociales en abril pasado. En su publicación describió que Limpiopungo estaba invadida por ganado, que esa presencia daña el hábitat donde viven y anidan aves acuáticas y que el excremento de estos animales estaba por todos lados y llegaba al agua, contaminándola. En diálogo con Mongabay Latam, Ron cuenta que “había vacas que incluso estaban dentro de la laguna”.

“La otra cuestión que nos llamó bastante la atención (a él y a su esposa) y que también nos molestó mucho fue ver que los guardaparques que estaban ahí haciendo actividades de control de los visitantes de la laguna, a pesar de que obviamente veían esta clara violación de las normas ambientales del Parque, no hacían ni decían nada al respecto. Yo les increpé, ¿cómo es posible que permitan que haya ganado cuando eso es claramente ilegal y va en contra de todos los objetivos de mantener un Sistema Nacional de Áreas Protegidas y conservar las especies nativas? Hablé con dos guardaparques pero me dieron a entender que esas son decisiones que estaban más allá de la autoridad que tienen, es decir, que no podían hacer nada al respecto. Por eso hice la denuncia por medio de Facebook”, relata.
Su publicación llevó a que las autoridades se comunicaran con él. “Me parece que era el director provincial del Ministerio del Ambiente (MAE) en Cotopaxi que quería saber más sobre lo que había pasado. Supuestamente se comunicaba conmigo para pedir una reunión. Yo le respondo y le digo que cuando quisiera nos podíamos reunir, pero nunca más me contactaron”.
Ron agrega que hace pocos días le comentaron que en el paisaje de la laguna siguen apareciendo especies que no deberían estar allí: “Estuve conversando con un amigo que estuvo justamente en el sector de Limpiopungo y me comentó ─sin que yo le preguntara─ que habían visto burros alrededor de la laguna. Me imagino que la situación no ha cambiado sustancialmente”.
Y no ha variado porque se trata de una situación que va más allá de unas cuantas cabezas de ganado rondando áreas no autorizadas. Desde la creación del PNC hubo propietarios dentro de él y se estimaba que hasta el 2010 el 71 % del Parque estaba en manos privadas, el 13 % de propietarios comunitarios y solo el 16 % pertenecía al Estado.

Estos datos son los últimos públicos disponibles y están consignados en el Plan de Manejo del Parque de 2010. Mongabay Latam contactó al Ministerio del Ambiente y este solicitó un cuestionario, pero hasta el cierre de esta edición no ha dado ninguna respuesta.
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Un problema que pasa por varias manos
En el PNC la propiedad privada y tierras de las que no se sabe con certeza quiénes son sus dueños, han sido uno de los mayores problemas para la conservación, “ya que se mantiene la presencia de caballos salvajes y ganado bravo dentro del Parque Nacional”. Así lo describe el Plan de Manejo de esta área protegida en el que se indica que las 33 393 hectáreas de su superficie están, en teoría, destinadas a la conservación de su ecosistema predominante: el páramo.
El documento menciona que en 1971 se promulgó la Ley de Parques Nacionales y Reservas donde se establece la “declaratoria de utilidad pública con fines de expropiación de todas las áreas que sean consideradas como zonas de reserva o Parques Nacionales y prohíbe el uso de estas áreas con fines de explotación agrícola, ganadera, forestal, de caza, minera, pesquera, colonización o cualquier otra actividad productiva o extractiva no compatible con los objetivos del área protegida afectada”.
En el PNC solo están permitidas las actividades de recreación y turismo. Pero la actividad ganadera, aunque a criterio de ciertos especialistas ya no es rentable en los páramos, sigue registrándose. De hecho, el Plan de Manejo del Parque apunta que las tierras que continúan bajo el régimen de propiedad privada se usan principalmente para pastoreo.

Esa sigue siendo la realidad en esta área protegida a pesar de que el artículo 70 de la Codificación de la Ley Forestal estipula que “las tierras y recursos naturales de propiedad privada comprendidos dentro de los límites del patrimonio de áreas naturales, serán expropiadas o revertirán al dominio del Estado, de acuerdo con las leyes de la materia”, y que el artículo 406 de la actual Constitución abre la posibilidad de no tener que acudir a la expropiación y llegar a acuerdos que faciliten la conservación y manejo del patrimonio nacional de áreas protegidas.
En medio de todo ese enredo por la expropiación dentro del Parque, según el Plan de Manejo, hubo un caso de éxito. El Estado ecuatoriano adquirió parte de la hacienda El Porvenir y se retiró, por lo menos de este lugar, el ganado en la Laguna de Limpiopungo para dar paso a la restauración ecológica de la zona. El 1 de diciembre de 2010 se adquirieron las 4597,15 hectáreas de esta hacienda que estaban dentro el PNC.
Jorge Pérez está al tanto de esto pues su familia era la propietaria de ese predio. La Fundación Páramo, de la que es director, participó en el diseño e implementación del sendero natural alrededor de Limpiopungo; y Tierra del Volcán, empresa operadora turística de la que es gerente, maneja dos haciendas enfocadas en ecoturismo alrededor del volcán Cotopaxi. “Llegamos a un acuerdo (con el Estado). Una parte de la hacienda estaba fuera de la zona del Parque por lo que acordamos establecer límites naturales entre esa área protegida y lo que nos quedó del predio (1000 hectáreas, según la página web de la empresa)”, cuenta Pérez a Mongabay Latam.
Además, menciona que desde hace muchas generaciones su familia ha tenido tierras en esta zona y que la misión de la Fundación Páramo y de Tierra del Volcán es la conservación con la sostenibilidad como estrategia. “Mi padre siempre trabajó en temas de conservación de patrimonio, incluso fue director de Patrimonio Cultural del Ecuador. Venimos trabajando en esto desde 1992. Conseguimos que se conservaran 72 000 hectáreas de páramo bajo la figura de uso sostenible, respetando la parte cultural y obviamente la conservación del ecosistema. (…) Se ayudó mucho al PNC en monitoreo y control, la Fundación Páramo reconstruyó la garita norte del PNC (uno de sus dos puestos de control de ingreso), hicimos una serie de senderos alrededor de la laguna de Limpiopungo y hemos trabajado una serie de temas de conservación con el Parque y con propietarios privados”, describe Pérez.
Mongabay Latam le preguntó por la denuncia de Santiago Ron: ¿Por qué no se retira el ganado que está en los alrededores de Limpiopungo y por qué no se han expropiado las tierras privadas? Pérez expone que “ningún problema en la conservación es fácil y la realidad del Parque Nacional Cotopaxi es que es tierra privada. El Estado declara la zona como Parque Nacional pero nunca expropia, nunca paga a los propietarios su tierra. La gran mayoría de la gente local ha tenido esta tierra desde la época de sus abuelos y quiero dejar en claro que yo no tengo ganado dentro del Parque. La laguna de Limpiopungo era parte de nuestra propiedad, en el año 2010 se expropió y nosotros sacamos todo el ganado de allí”. También añade que “por lo menos un 50 o 70 % del Parque todavía es propiedad privada y esa tierra es la forma de subsistencia de la gente local y la cultura de la zona es chagra, son nuestros vaqueros andinos, que llevan haciendo ganadería desde la época de la colonia. Estos animales han estado en la zona desde hace 400 años”.

El biólogo Sebastián Kohn asegura, por el contrario, que el Estado sí ha comprado tierras y está retirando el ganado “de una gran parte de los Parques Nacionales y páramos”. Según dice, el pastoreo de estos animales en páramo ya no es rentable pues no es muy productivo en estas zonas, y más bien coincide con Pérez al indicar que “está fuertemente asociado con una cultura de los chagras”.
Con todo, Jorge Pérez cree que para hacerle frente a la la presencia del ganado en el PNC el Estado debería terminar de comprar lo que permanece en manos privadas, pero también colocar barreras para que los animales no anden por donde no deben. “En el 2007 la realidad económica del Estado no daba para hacer las compras de las tierras por lo que proponíamos modelos ganar-ganar, involucrando a los propietarios en la generación de servicios. El Parque Nacional Cotopaxi es el más visitado por extranjeros después de las islas Galápagos, su potencial turístico es alucinante (…) En esa época llegamos a esa solución pero al final no se implementó. El Plan de Desarrollo Turístico fue legalmente aceptado, pero las acciones de manejo propuestas allí, para las relaciones entre el Ministerio del Ambiente y los propietarios privados, nunca fueron ejecutadas”, advierte.
La no ejecución del Plan de Manejo y el Plan de Turismo derivaron en cambios de uso del suelo, degradación del páramo, desconocimiento por parte de la población local y nacional de la importancia de los beneficios ambientales que brinda el Parque, así como la aceleración del proceso de eutrofización ─pérdida de oxígeno en ecosistemas acuáticos que al final favorece la desaparición de la vida en ellos─ y contaminación de la laguna de Limpiopungo.
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La otra cara de la moneda
Pero esta historia tiene una contraparte. Se trata del presunto beneficio que, paradójicamente, el ganado podría aportarle al ecosistema. Pérez menciona que, por ejemplo, la presencia de las vacas favorece a especies como el cóndor andino (Vultur gryphus), que en Ecuador tiene una población estimada de 100 individuos silvestres y está considerada como en peligro crítico de extinción.

En el último Censo Regional del Cóndor Andino en el Sur del Ecuador, llevado a cabo en septiembre de 2017, se registraron 28 cóndores, pero solo dos (7 %) al interior del SNAP, mientras que los otros 26 (93 %) fueron registrados en tierras privadas (fuera del SNAP).
Sebastián Kohn, director ejecutivo de la Fundación Cóndor Andino Ecuador, explica este comportamiento. “Ellos pasan afuera porque en gran parte de las áreas protegidas del Estado se ha retirado una gran parte del ganado. Sí, sabemos que el ganado tiene un efecto negativo en las fuentes de agua, en el suelo, en el pajonal, pero si lo retiramos por completo, el cóndor se va a extinguir, así de directa es la relación”, alerta.
No se conoce de qué se alimentaba el cóndor antes de la llegada de la actividad ganadera a los páramos, pero, de acuerdo con Kohn, “esta ave se ha adaptado a eso y depende del ganado para sobrevivir”, sentencia.
“Los estudios realizados por monitoreo de cóndores que están con rastreadores satelitales muestran que el 75 % del tiempo están fuera de las áreas protegidas, donde hay más comida. Si tú tienes un número sostenible de ganado, bien manejado, en las zonas adecuadas, por lo menos hasta tener un sustituto natural alimentario para estas especies, su presencia no tendría por qué ser totalmente negativa. Toda moneda tiene dos caras y este tema del análisis hacia el cóndor es un punto importante a tener en mente”, reflexiona Pérez.

El Grupo de Trabajo del Cóndor Andino no tiene reportes de cóndores alimentándose de especies nativas. “Todos los guardaparques en Parques Nacionales solo los han visto alimentándose de ganado, de caballos, de animales domésticos o ferales. Estamos recomendando que se haga un estudio de capacidad de carga antes de retirar el ganado y que se maneje una población reducida en todos los sitios hasta que los animales nativos aumenten para que los cóndores tengan otras opciones disponibles de alimentación, como por ejemplo venados y tapires”, destaca Kohn.
El biólogo menciona como modelo de este manejo de la capacidad de carga del ganado a Antisanilla, una de las 10 reservas privadas de la Fundación Jocotoco, que forma parte de la zona de amortiguamiento de la estatal Reserva Ecológica Antisana, y en donde las cabezas de ganado son la mayor fuente de alimento del cóndor.
Kohn trabajó durante varios años en Antisanilla. “Cuando yo estaba ahí, elaboramos un plan de manejo sustentable del ganado. Lo que hicimos fue una zonificación de la reserva: zonas sensibles, fuentes de agua, lagunas, ríos y pantanos en los que nunca puede entrar el ganado, y otras zonas en las que se sí se pueden manejar bajo un esquema de rotación sustentable (es decir, que dichos animales pasen menos tiempo en cada lugar para que no se pierda la cobertura vegetal original)”, explica y añade que cuando en el lado sur del Cotopaxi se removió todo el ganado se dejaron de ver cóndores, “antes se veían de ocho a diez volando, ahora con mucha suerte ves uno o dos. Esto lo que muestra es que sí hay que tomar estas cosas en consideración”.
Tanto Kohn como Pérez sugieren tener guardaparques a caballo arreando el ganado, ya que, además de que podrían ser un atractivo visual (potencial turístico para el Parque), podrían encargarse de alejar al ganado de fuentes de agua como la laguna de Limpiopungo. Sin embargo, una decisión como esta puede causar bastante polémica y, quizás, seguir siendo una medida inadecuada para biólogos como Santiago Ron, uno de los que más ha denunciado las consecuencias negativas del ganado en el Parque Nacional Cotopaxi.