- Franco Mendoza es guardaparques en la reserva Tapichalaca, al sur de Ecuador. LLeva más de 11 años dedicado a la protección del jocotoco (Grallaria ridgeley), una especie descubierta en 1997 y que solo vive en el sur de Ecuador y en límites con Perú.
- Poco a poco la observación y la paciencia le permitieron entender los hábitos y comportamientos del jocotoco. Un macho y una hembra de esta especie hoy son como sus hijos.
Tapichalaca es la reserva donde habita la población más grande de Jocotoco (Grallaria ridgeley), un ave endémica del sur de Ecuador descubierta en 1997 por Robert Ridgely. Es una de las 12 reservas en el Ecuador, que maneja la Fundacion de Conservacion Jocotoco, para la protección de aves endémicas y amenazadas en el país.
El nombre jocotoco es una imitación onomatopéyica del canto de esta tímida ave hecha por los pocos campesinos locales que la conocían sin saber que era única. Uno de ellos era Franco Mendoza, guardaparques y guía de la reserva, quien lleva más de 20 años trabajando con esta especie y en especial con una pareja a la que considera como hijos. Mongabay Latam habló con él sobre todos los secretos que esconde esta enigmática ave.
Lee más | El lugar de Ecuador donde el cóndor andino escapa de cinco amenazas contra su vida ¿Cuándo comenzó a trabajar en la reserva?
Empecé a trabajar en febrero de 1999. Fui contratado como jornalero y empecé ganando dinero por días, ayudé a construir los senderos para los turistas. En el 2000 ya me involucré más con la reserva y con el jocotoco, empecé a trabajar de planta y a tener más contacto con las aves y los visitantes.
Todos estos años han sido una experiencia chévere e inolvidable para mí, he aprendido mucho sobre la importancia que tiene la naturaleza y todo lo que sé es por experiencia, nunca he estudiado.
En sus inicios este era un lugar apartado y poco conocido, ¿cómo fue que llegó hasta ahí?
Mis padres fueron dueños de las tierras que hoy tiene la Fundación Jocotoco, mejor dicho, yo era dueño del lugar (risas). Vieron que yo era una persona responsable, respetuosa y trabajadora y agradezco mucho esa confianza que me brindaron porque cuando empecé a trabajar con la naturaleza fue cuando aprendí a valorar las cosas. Vivía sentado en una gran riqueza que nunca supe valorar. Es algo increíble, se podía decir que ¡yo era “dueño” de casi todos los jocotocos del país! Pero durante muchos años yo no conocí de esta ave, no sabía de su singularidad ni de su importancia.
Precisamente, ¿qué ha aprendido del jocotoco, qué le llama la atención?
El jocotoco es especial y único en el mundo. Es un orgullo tenerlo aquí en la provincia de Zamora Chinchipe. Al principio el ave se dejaba ver, pero de un momento a otro empezó a esconderse de los turistas, el pájaro sintió que le estábamos “tomando del pelo” cada vez que imitaba su canto para que saliera. Recuerdo que los visitantes se reían y me decían “aquí el único jocotoco eres tú” cada vez que hacía sonidos y el ave se negaba a aparecer (risas).
Pero eso nos preocupó mucho. Si no venían visitantes ya no podríamos tener recursos para proteger la reserva y al jocotoco, por eso me fui a entrenar donde uno de los domesticadores de aves más famosos de Ecuador, en el norte del país. Con lo que aprendí, empecé a trabajar nuevamente con los jocotocos y seis meses después se dejaron ver otra vez.
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¿Qué fue lo que hizo?
Con los jocotocos hay que ser muy puntual, yo salía a las 6 de la mañana de la casa y regresaba a las 6 de la tarde. Todo el día me la pasaba con ellos entrenándolos y dándoles de comer. Les puse nombre, tengo una pareja que quiero mucho, son como mis hijos, el macho se llama Pancho y la hembra Vivi. Ellos entienden por sus nombres y reconocen mi canto, apenas me escuchan vuelan a buscarme.
Pero si ya no obedecían a su canto, ¿cómo logró que volvieran?
La clave está en darles de comer. Me la paso buscando gusanos y lombrices en la tierra para dárselos. De día estoy escarbando con un azadón y les voy botando lo que encuentro para que ellos coman. Primero me escondía entre las bromelias y les lanzaba la comida, les imitaba el canto, ellos se acercaban pero no sabían de dónde les caían las lombrices. Esto lo hice durante muchos días hasta que poco a poco fui saliendo de las bromelias y me les iba presentando.
Finalmente dejaron de tener miedo, ya no eran tímidos. El macho fue el primero en ceder, era un poco más confianzudo y luego ya perdió el temor la hembra, ella era más tímida. Demoré seis meses en ganarme su confianza. Ahora ya no corren tampoco cuando ven a los visitantes, son amigables, ya saben que nadie les va a hacer daño ni van a intentar tocarlos.
¿Cuántos jocotocos hay en la reserva en este momento?
En el 2007 estaban registradas 14 parejas, pero ya se han hecho monitoreos que muestran, que si bien en la reserva está la mayor población, también hay registros en el Parque Nacional Podocarpus y en parte del Parque Nacional Yacuri. Existen unas 30 parejas de jocotocos registradas.
Todavía no tenemos un estudio a fondo pero creemos que pueden ser más. Pancho y Vivi, los jocotocos que siempre están conmigo, ya han tenido 10 hijos. Solo tienen un polluelo al año y como son muy territoriales, cuando el polluelo ya está listo para vivir de manera independiente los padres lo sacan y lo obligan a buscar otro territorio.
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¿Qué es lo más complicado de su trabajo?
Sin duda, satisfacer la dieta del jocotoco. Como comenté, él come básicamente gusanos y lombrices de la tierra y para encontrarlos hay que cavar las zonas que han sido de pastizales y muy lodosas. En invierno es fácil encontrarlos pero cuando estamos en verano la lombriz se profundiza en la tierra o si sale de ella es comida fácilmente por otras aves u otros animales.
¿Por qué es importante preservar al jocotoco?
Son aves bandera, aves únicas en el mundo que debemos proteger para que no desaparezcan. Lo mismo debemos hacer con otras especies endémicas que tenemos acá, si no trabajamos en esto, van a desaparecer muy pronto. Acá en Tapichalaca todavía hay muchas especies de anfibios por describir, al igual que de plantas. Es muy importante proteger estas montañas que aún nos quedan y reforestar el bosque en las zonas que ya han tenido pérdidas, para que estas especies tengan más lugares donde vivir.
¿En qué otros proyectos está trabajando?
Además del jocotoco tenemos muchos proyectos más en la reserva. Trabajamos con un proyecto de nidos artificiales para unos periquitos (perico de Orcés o Pyrrhura orcesi). Ya hemos tenido resultados por tres años. Son unas cajitas que les ponemos en las palmas y allí anidan todos los años. Es un proyecto muy bonito que nos fascina a todos, nos encanta hacer el monitoreo, subirnos con arnés y tomarles medidas a los polluelos, para nosotros es como un deporte de aventura.
También está el monitoreo de aves migratorias que se hace desde septiembre hasta abril y, además, un proyecto de cámaras trampa que ponemos en los senderos con el cual hemos tenido buenos resultados detectando varios mamíferos como el oso de anteojos, el tapir de montaña, el tigrillo, el puma y hace como un año se pudo observar un jaguar dentro de la reserva, en el cerro más importante, el Tapichalaca. Nunca antes habíamos registrado un jaguar.