- La Corte Suprema falló en favor de la comunidad indígena Pu Wapi para que su solicitud de un Espacio Marino Costero Protegido sea considerado.
- La ley indígena ha sido cuestionada por priorizar las demandas de los pueblos originarios por sobre cualquier otro tipo de uso de los bordes costeros.
En 2008, Chile creó los Espacios Costero Marino de Pueblo Originarios (ECMPO): territorios marítimos administrados por las comunidades indígenas que hayan podido demostrar usos ancestrales sobre ellos.
Este instrumento nació con la voluntad de salvaguardar la riqueza cultural de los pueblos indígenas, otorgándoles la posibilidad de proteger los espacios marinos a los que han estado vinculados en términos espirituales, medicinales, productivos y recreativos. Hoy representa también una importante herramienta para intentar frenar el avance de la industria salmonera y sus comprobados impactos ecológicos en el sur de Chile.
El pasado 8 de octubre, la Corte Suprema, máxima instancia judicial en Chile, falló a favor de la comunidad Huilliche-Chona Pu Wapi para que su solicitud, por la administración de un territorio marino en el archipiélago de las Guaitecas en la región austral de Aysén, sea nuevamente votado y revisado por la comisión que lo había rechazado.
Para las comunidades indígenas es la victoria de una larga batalla. Para otros, es el triunfo de una ley poco clara que genera conflictos sobre los derechos de uso de territorios donde indígenas, pescadores artesanales e industriales tienen intereses.
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El largo peregrinar de Pu Wapi
El archipiélago de las Guaitecas se extiende, como un pedazo de tierra desmigajado en decenas de islas, desde el Golfo del Corcovado hacia el sur, en la austral región de Chile, Aysén. Algunas desnudas por el viento gélido y persistente, otras cubiertas de un tupido bosque, las islas y los canales del archipiélago fueron, por más de 6000 años, el hogar de Chonos: nómadas y canoeros, cazadores y pescadores, una cultura indígena declarada extinta por la esclavitud, la aculturación y la evangelización.
Hoy, comunidades Huilliches, la población que habita las tierras más sureñas de la cultura Mapuche, viven en este territorio que antes fuera de los Chonos. Pero este asentamiento tampoco es reciente. Cuando llegaron los Huilliches, los Chonos aún existían y “adoptaron parte de su lengua, sus costumbres y organización política” señala un estudio de la Corporación Nacional de Desarrollo Indígena (CONADI). Es por ello que no extraña esta presencia Huilliche con tintes chonos, puesto que “poseen un arraigo indentitario con este pueblo” dice el mismo estudio. Es más, “en cierta manera, la identidad Chono aún sobrevive en la población actual, mediante el ejercicio cotidiano de actividades, conductas, modos de vida y formas de apropiación-ordenación del territorio y maritorio que los caracterizaron”. De ahí, las comunidades que habitan este sector son identificadas como Huilliches – Chonas. Pu Wapi, es una de ellas.
Los habitantes de Pu Wapi viven del mar. Son pescadores y buzos mariscadores. Cosechan erizos, almejas, choritos, culengue, centollas, locos, lapas, jaibas y cholgas desde los bancos naturales y a veces, cuando les da la noche, utilizan los ranchos: chozas construidas con ramas gruesas y techos de plásticos para cobijar a las cuadrillas de pescadores recolectores. “Ranchos de pesca que dan cuenta de un uso ancestral siendo los mismos conchales que se encuentran en ellos, el vestigio arqueológico que da cuenta de una cultura ancestral que sigue viva en los habitantes de la zona” dice el estudio de CONADI.
El Lonko de esta comunidad, es decir su líder, Daniel Caniullan, había realizado el trámite para obtener la administración de 8.000 hectáreas marinas en torno a la isla Leukayek, una de las 40 que conforman el archipiélago de las Guaitecas. El objetivo era “proteger los territorios, en los que hemos vivido siempre, de la expansión y los impactos que tiene en el mar la industria del salmón”.
Pero en Marzo del 2017, luego de casi tres años de tramitación, la Comisión Regional de Uso del Borde Costero, última instancia en la que se decide la creación, o no, de un Espacios Costero Marino de Pueblo Originarios (ECMPO), rechazó la solicitud de la comunidad de Pu Wapi.
Las principales razones para oponerse, decía, era que los pescadores artesanales quedarían excluidos de la posibilidad de explotar los recursos de una zona en la que también han estado históricamente. Que una ECMPO bloquearía las vías de navegación, además de la preocupación manifestada de los representantes del sector acuícola.
Sin embargo, según Alejo Correa, abogado de la organización Costa Humboldt “se trata de aprensiones que justamente la misma ley prevé, lo que da cuenta de una tremenda ignorancia sobre la ley por parte de las personas que deben decidir sobre estos asuntos”. En efecto, Correa explica que la administración queda en manos de las comunidades indígenas, pero permite que otros usuarios ocupen el espacio. “La ley no excluye a los pescadores artesanales del territorio, ni impide que sigan realizando sus actividad productivas”. Asimismo, el abogado enfatiza en que “impedir el acceso a personas, el tránsito o la libre navegación dentro del espacio costero marino de pueblos originarios está prohibido por la misma ley”. Además señala que el territorio solicitado por las comunidades no puede incluir áreas que ya estén concesionadas para otros usos. Es decir, “ninguna de las razones por las que se denegó la solicitud tiene fundamento” dice Correa.
Bajo este argumento, la comunidad de Pu Wapi presentó una reclamación a la Comisión Regional de Uso del Borde Costero para que la petición fuera reevaluada. Sin embargo, la Intendenta de Aysén de la época, es decir, la máxima autoridad de gobierno en la región, Karina Acevedo, sin reunir a la Comisión, decidió rechazar la reclamación presentada por los comunitarios.
Fue entonces que Caniullan fue hasta la Corte de Apelaciones a presentar un recurso de protección, pero una vez más el recurso fue rechazado. La última oportunidad era la Corte Suprema y hasta ahí fue el Lonko. Después de un año de espera, por cinco votos contra cero, la máxima autoridad de justicia decidió fallar a favor de Pu Wapi. Dejó así sin efecto la decisión de la intendenta y la obligó a convocar a la Comisión Regional de Uso del Borde Costero para que vuelva a votar sobre la creación del ECMPO solicitado por Pu Wapi.
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Una polémica ley
Diferentes sectores parecen estar de acuerdo con lo que José Tomás Monge, encargado del área territorial de Salmón Chile, la asociación de la industria del salmón, resume en “una norma con un espíritu noble, pero que ha sido mal implementada y aplicada”.
La ley Lafquenche, a partir de la cual se crean los ECMPO, ha sido altamente cuestionada por variadas razones. Probablemente el punto de mayor conflicto tiene que ver con que los ECMPO son prioridad por sobre cualquier otra solicitud de uso. Es decir que “cuando una comunidad pide la creación de un Espacio Marino Costero de Pueblos Originarios, cualquier otra solicitud de concesión, arriendo, etc, que exista sobre ese mismo espacio, queda suspendida” explica el abogado Correa.
Sumado a esto, “la tramitación de un EMCPO dura mínimo cuatro o cinco años” dice Correa, “a pesar de que, según la ley, no debiera tardar más de dos años” agrega.
Así, mientras se tramita un EMCPO, cualquier otra solicitud sobre ese espacio debe esperar. Monge señala que “el efecto suspensivo y los tiempos de tramitación han afectado tramitaciones de concesiones marítimas y concesiones de acuicultura y relocalizaciones” y que “lo que nos preocupa es la mala utilización –de la ley- para obstaculizar sectores productivos”. “Esto afecta a operadores de puertos, muelles, caletas pesqueras y otras actividades relacionadas con concesiones marítimas y acuícolas, con el consecuente perjuicio para la actividad económica de dichas regiones” opina la editorial del Diario Financiero.
Valesca Montes, directora de pesquerías en Chile del Fondo Mundial para la Naturaleza WWF señala que “antes de los ECMPO existían ya otras herramientas con las que esta nueva ley no conversa y eso ha creado disputas”. Puntualmente, Montes se refiere a las Áreas de Manejo y Explotación de Recursos Bentónicos, áreas marinas que han sido asignadas con exclusividad a organizaciones de pescadores artesanales para que exploten, de manera sustentable, especies que viven en el fondo marino. Y también a la ley de caletas, que otorga a los pescadores artesanales el derecho a administrar esos espacios para que puedan desarrollar actividades complementarias a la pesca. Según explica Montes, “como los ECMPO son prioritarios, se empiezan a producir dificultades entre los diferentes actores, por ejemplo, entre indígenas y pescadores artesanales”.
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Las razones para pedir la administración del territorio
Al menos en el caso de Pu Wapi, las desavenencias entre indígenas y pescadores artesanales parecen no aplicarse. Los líderes de ambos grupos dicen estar de acuerdo en que la lucha de Pu Wapi “es la lucha de todos” a pesar de que “siempre hay personas desinformadas que también, por tener pocos estudios y poca comprensión, creen en cosas falsas. Como que los pescador artesanal no vamos a poder trabajar más ahí” dice Carlos Ruiz, Presidente de los pescadores artesanales del sector. “Vamos a seguir compartiendo como lo hemos hecho siempre, pero cuidando lo que tenemos.” agrega.
“Yo no necesito un estudio que me diga lo dañado que está el mar. Yo soy buzo mariscador y yo sé lo que está pasando abajo” dice el Lonko Caniullan quien asegura que hay bancos naturales de recursos marinos que ya no existen.
Ruiz está de acuerdo con el Lonko y agrega que no solo bajo el mar se ven los estragos contaminantes de una industria que no ha dejado de ser cuestionada por sus demostrados impactos al medio marino. Carlos tiene hoy 51 años y lleva 41 años trabajando. “A los 10 años mi papá me sacó a trabajar” dice y recuerda las playas distintas. No había entonces los cabos, bollas, plásticos con lo que se suele encontrar. “Esa basura no es de la pesca artesanal. No son los materiales que nosotros ocupamos” dice Carlos.
Además “las concesiones de salmoneras se pusieron sobre los caladeros”. Así le llaman a los bancos marinos donde viven las especies y Carlos reclama que han tenido que ir buscando nuevos lugares donde pescar.
Ambos dirigentes aseguran no estar en contra de las empresas salmoneras “ni menos del trabajo que dan”. Pero “es que ellos lo quieren todo y no están cuidando el medio ambiente. Lo siguen contaminando y nadie dice nada.”
La industria salmonera está en plena expansión en el país austral. Según el último listado de concesiones de acuicultura de salmónidos de la Subsecretaría de Pesca, existen 1322 concesiones otorgadas en las regiones australes del país: Los Lagos, Aysén y Magallanes.
Las 8.000 hectáreas que pide Pu Wapi son solo una pequeña muestra de una intención que es mucho más grande. La misma comunidad se encuentra tramitando un EMCPO de 700.000 hectáreas. “Esa solicitud –dice José Tomás Monge- está inserta en una de las comunas más importantes para la industria por el número de concesiones y diversas tramitaciones pendientes”.
Las comunidades costeras están conscientes de ello y saben que “esa es la solicitud nuestra que los tiene temblando de miedo”.
Foto Portada: Costa Humboldt