- Los drones pequeños son cada vez más útiles para monitorear la vida silvestre, detectar un cambio de hábitat o buscar cazadores furtivos, pero su uso podría estresar a los animales en estudio o a otras especies.
- Un equipo de investigación evaluó si los osos negros se acostumbraron a la presencia repetida de los drones que les volaban por encima y, de haber sido así, si seguirían habituados a los vuelos adicionales realizados después de un receso.
Los objetos ruidosos que vuelan encima de nosotros podrían estresarnos o alarmarnos. Dado que los drones, como si fueran ovnis, sobrevuelan los bosques, humedales, desiertos y océanos para monitorear la vida silvestre, detectar cambios de hábitats o buscar cazadores furtivos, podrían provocarles estrés a los animales que están siendo estudiados o a otras especies.
Sin embargo, ahora, un equipo de investigadores ha descubierto que los osos se pueden acostumbrar, con el tiempo, a la presencia de los drones en el espacio aéreo —un resultado que podría influir en la forma en que los drones se usan para la conservación e investigación—.
Video aéreo muestra el cambio en la reacción externa de los osos ante el primer encuentro con el dron y la reacción de estos una semana después. Los investigadores pretenden comprender no solo la reacción conductual hacia los objetos que vuelan por encima de ellos, sino también la fisiológica. Video: Mark Ditmer.
Los investigadores usaron fotos tomadas con drones para contar los gaviales en las playas, los tiburones y tortugas bajo la superficie del océano, los koalas en los árboles y los crípticos chotacabras en las concesiones forestales. También los utilizaron para observar la fenología de los árboles, detectar la pérdida forestal, medir focas e incluso calcular el crecimiento del nivel del mar.
Los drones pueden volar y planear a bajas alturas, lo que facilita la observación, pero pueden molestar a algunos animales más que la investigación sobre el terreno u otros métodos de estudio aéreos, aun cuando no sean visibles.
Un video viral de 2018 grabado por un dron en el que se ve a una osa parda con su cachorro recorriendo un acantilado nevado en el Lejano Oriente ruso les demostró a Mark Ditmer y otros ecologistas el potencial de los drones para hostigar a los animales silvestres. Las imágenes muestran a la madre que reacciona de manera temerosa cuando el video se acerca, quizás porque el dron se aproxima físicamente a los osos, y al osezno que cae un largo trecho; los dos se escapan del dron luego de que el cachorro llega a la cima.
Un equipo multiinstitucional liderado por Ditmer, investigador posdoctoral de la Universidad Estatal de Boise, analizó si los osos negros americanos (Ursus americanus) se acostumbraron a la repetida presencia de los drones que les volaban sobre la cabeza y no perdieron esa costumbre cuando se realizaron vuelos adicionales tras un período de inactividad.
Con la rápida expansión del uso de drones en los estudios sobre la vida silvestre y los hábitats, los investigadores esperan que los hallazgos ayuden a mejorar las prácticas que podrían reducir a la larga las perturbaciones en los animales.
Parte del equipo había aprendido de investigaciones previas referidas a osos salvajes que llevaban monitores de frecuencia cardíaca que dichas frecuencias se elevaban cuando un dron sobrevolaba, aun cuando el comportamiento no cambió de manera sustancial.
Identificar la reacción al estrés
En el nuevo estudio, los investigadores implantaron monitores cardíacos subcutáneos en cinco osos en cautiverio para medirles las frecuencias cardíacas como una señal de estrés que podía ser controlada en los momentos justos en que los drones sobrevolaban.
“Los biorregistradores cardíacos que usamos son totalmente inocuos y están desarrollados para el uso en humanos”, dijo Ditmer a Mongabay. “Hemos monitoreado osos que lo llevan desde hace años sin que haya repercutido en su salud”. El biorregistrador que el equipo utilizó es del tamaño de unos cuantos fósforos.
En el artículo, los investigadores reconocieron el equilibrio entre la perturbación de los animales al colocarles los biorregistradores y los beneficios científicos y de conservación esperados de la información obtenida.
Los biorregistradores midieron la frecuencia cardíaca de los osos antes, durante y después de una serie de cinco minutos de vuelos del dron, repetidos dos veces por semana a lo largo de cuatro semanas. Volaron y planearon el dron a quince metros de altura, menor a la de los típicos estudios sobre la vida silvestre porque los osos en cautiverio ya estaban acostumbrados al ruido humano y a la actividad.
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Los dispositivos midieron la frecuencia cardíaca promedio cada dos minutos para detectar los efectos a corto plazo mientras el dron se acercaba, planeaba y volaba sobre el recinto del oso. Las reiteradas actualizaciones permitieron a los investigadores observar el aumento de la frecuencia cardíaca después de que los osos descubrieran el dron y calcular cómo se atenuó con el paso del tiempo.
Reacción y habituación
Los osos en cautiverio estaban bastante familiarizados con los ruidos humanos, tales como voces, autos y cortadoras de césped. Sin embargo, Ditmer dijo que los biorregistradores detectaron un sustancial incremento de la frecuencia cardíaca de estos osos con los primeros vuelos de los drones, si bien no era tan alto como con los osos salvajes.
El video de los primeros vuelos del dron “muestra con claridad algunos de los osos parados sobre sus patas traseras y correteando mientras miran al dron con recelo”, comentó Ditmer. “La vista y el sonido del dron debe ser una experiencia bastante diferente para los osos —agregó—, independientemente de las interacciones previas con los humanos”.
Los investigadores descubrieron que, luego de estas reacciones fisiológicas iniciales, los osos se habituaron a los drones después de un período de tres a cuatro semanas y no perdieron esa costumbre, aun cuando pasaron varios meses sin vuelos.
“También fue importante aprender que, incluso cuando los osos no mostraron más una reacción al estrés provocado por los drones y esperamos ciento dieciocho días para sobrevolarlos otra vez, esta reacción no reapareció cuando reanudamos los vuelos”, comentó Ditmer.
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Ditmer dijo que pensó que el sonido del dron fue el mayor factor en suscitar la reacción al estrés de los osos. En el artículo se menciona que los investigadores encontraron una reacción al estrés mayor bajo condiciones ventosas y sugirió que el viento podría enmascarar el sonido de un dron cuando se acerca, lo que potencialmente alarmaría más al oso cuando la aeronave aparece sobrevolando de repente. Asimismo, la investigación previa del equipo sobre osos silvestres se llevó a cabo, más que nada, en bosques densos y vegetación arbustiva, lo que les habría dificultado a los osos ver el dron acercándose o planeando por encima de ellos.
Ditmer dijo que los datos sobre el uso de drones en la vida silvestre sugieren que utilizar drones con alas fijas, que son menos ruidosos que los drones helicópteros, o hacer cambios de ingeniería que reduzcan el ruido de estos últimos podría aliviar el estrés provocado por el ruido del dron. Los investigadores también recomiendan en el artículo recabar datos a una distancia máxima conveniente de un determinado sensor del dron.
Alternativas para medir la reacción fisiológica
Cuando se le preguntó por vías alternativas para evaluar el estrés en animales en estudio, Ditmer dijo que esperaba que los dispositivos fisiológicos futuros fueran capaces de registrar los datos y enviarlos al investigador de manera remota mediante un rastreador con GPS puesto en el animal, aunque él no había escuchado de ningún estudio que usara semejante tecnología.
“Las hormonas del estrés se podrían analizar de forma no invasiva mediante la recolección de excremento o muestras de pelo de las especies en estudio en las áreas donde hay vuelos frecuentes de drones y la comparación de los niveles de estrés resultantes de los individuos que viven en zonas sin vuelos de drones”, afirmó Ditmer
“Sin embargo —dijo—, sería difícil vincular de manera definitiva las mediciones de estrés de las muestras biológicas con los vuelos reales de los drones porque habría muchas otras fuentes de estrés que confundirían”.
Es más, las hormonas miden el estrés durante un período más prolongado que el vuelo de un dron.
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“Recopilar datos sobre las reacciones al estrés agudo es muy difícil porque es una reacción temporal a un factor estresante —dijo Ditmer— y es ahí cuando los biorregistradores fisiológicos son realmente buenos para proporcionarnos una mayor comprensión sobre las formas en las que los estímulos externos, tales como los drones o los cruces de caminos, podían impactar en la vida silvestre de maneras que antes eran imposibles”.
Y los drones continúan ofreciendo un modo singular, rápido y eficaz en función del costo para estudiar, monitorear y entender la vida silvestre, por lo que el equipo de investigación espera que se expanda el uso de estos.
Ditmer comentó que los investigadores ya están usando los drones para rastrear animales que llevan radiotransmisores VHF estándares, y agregó que él anticipó el incremento en el uso de drones para rastrear animales mediante cámaras térmicas.
“La realización de estudios basados en drones, como los de las pingüineras o los de los sitios de procreación de las focas, exigen a los investigadores, en general, llevar a cabo varios vuelos para ver si hay una variación en el número o cambios a lo largo del tiempo”, dijo Ditmer.
“Recién empezamos a ver cómo los drones pueden revolucionar la investigación y conservación de la vida silvestre”, agregó.
El nuevo estudio sugirió que, si se tienen que volar los drones cerca de los animales “con fines legítimos, como ser patrullas de caza furtiva o recolectar información demográfica para conservar o administrar mejor una especie, esos osos y tal vez otros mamíferos demuestren que se pueden acostumbrar a los drones con el tiempo”, sostuvo Ditmer. “Las considerables reacciones iniciales al estrés que vimos en nuestras investigaciones posiblemente no se repitan ni afecten a los animales a largo plazo si los vuelos regulares se utilizan para monitoreo”.
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Referencias
Ditmer, M. A., Werden, L. K., Tanner, J. C., Vincent, J. B., Callahan, P., Iaizzo, P. A., … & Garshelis, D. L. (2019). Bears habituate to the repeated exposure of a novel stimulus, unmanned aircraft systems. Conservation Physiology, 7(1), coy067.
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