- La investigación empezó en Madre de Dios hace tres años y busca comparar el estado de conservación de los lobos de río que viven en lagos ubicados tanto en áreas protegidas como en zonas donde se reporta actividad minera.
- Datos preliminares indican que en las cochas impactadas por la minera ilegal existe cinco veces menos disponibilidad de peces que en las que están protegidas.
Un bote rojo pequeño se desliza suavemente por un espejo de agua mientras atraviesa la bruma de la mañana. Los tres científicos a bordo se comunican con susurros, sonidos calculados que de inmediato son devorados por los decibeles de la naturaleza. “Ahí hay un lobo comiendo un pez”, murmura uno de los investigadores. “Hay seis en total ahora”, agrega otro de los tripulantes. De pronto un grito intenso rompe con la quietud de cocha Cashu.
“El grito es para pedir comida”, explica Adi Barocas, investigador del San Diego Zoo Global Perú, quien lidera desde hace tres años un estudio para conocer el estado de conservación de los lobos de río (Pteronura brasiliensis) en Madre de Dios. Lo que acabamos de escuchar y ver es a un imponente lobo de río pidiéndole a otro que le convide una porción del pescado que acaba de atrapar. Y este, que no está dispuesto a compartir su presa, tritura a mordiscos el espinazo del pescado hasta acabar con el último bocado. Desde el bote es posible escuchar el sonido de cada espina mientras se quiebra.
La escena sucede en el corazón de una de las áreas protegidas más importantes del Perú, el Parque Nacional del Manu, y la laguna de 21 hectáreas en la que nada tranquila una familia de lobos de río alberga en sus orillas, desde hace 50 años, a la estación biológica que lleva su nombre, Cocha Cashu.