- La pobreza en la vereda Terraplén en el municipio de Puerto Wilches no se puede ocultar. Los campesinos tienen temor de lo que ocurra con sus fuentes de agua y de los beneficios que se puedan derivar de una multimillonaria inversión.
- San Martín fue el primer municipio colombiano en oponerse al fracking. Llevan cuatro años protestando y muchos de sus habitantes se mantienen en un no rotundo a esta técnica de extracción de hidrocarburos.
*Este reportaje es una colaboración periodística entre Semana Sostenible de Colombia y Mongabay Latam.
Sofía y Nicole cantan a todo pulmón: “somos felices, somos felices”. Saltan descalzas de un lado para otro entre el piso de tierra y los pedazos de madera del que está hecho el improvisado antejardín de su casa.
Su inocente alegría contrasta con la tristeza de su entorno. En el Terraplén no cuentan con servicio de agua potable, baterías sanitarias, vías, escenarios deportivos ni un puesto de salud. En esa vereda del municipio de Puerto Wilches, en el departamento de Santander, todas las casas parecen calcadas: techo de zinc, paredes de madera y piso de tierra. Solo la escuela es diferente porque su estructura fue levantada en ladrillo y cemento por la comunidad.
“Es un lugar donde los niños escapan de la realidad”, dice Liliana Palomino, su única docente. La sonrisa de los 11 menores a quienes imparte clase y el agradecimiento de esta comunidad son la mejor recompensa para esta profesora que lucha desde hace varios meses para que las administraciones municipal y departamental legalicen esa institución, ya que no ha sido reconocida por estar en un lugar catalogado como zona roja por orden público.
Muy cerca de allí se planea hacer algunos de los proyectos piloto de investigación para fracking, al igual que en el municipio de San Martín, en el departamento de Cesar, reconocido por sus constantes protestas de oposición a esta técnica para extracción de petróleo.