- Investigadores y ONG han cuestionado la sostenibilidad de la industria de la harina y el aceite de pescado, señalando que su uso, entre otras cosas, agota las poblaciones de peces que humanos y depredadores marinos consumen como alimento básico.
- Los fabricantes de alimento animal buscan ingredientes alternativos a la harina y el aceite de pescado. Los insectos y las bacterias se presentan como una alternativa.
LIMURU, Kenia — En las frondosas montañas de Limuru, en la región central de Kenia, se emplaza una granja como pocas otras. Vista desde afuera, podría pensarse que se dedica a la producción de algún tipo de cultivo en sus interminables filas de invernaderos. Por dentro, sin embargo, la historia es diferente. Las jaulas con redes y las pilas de cajas de plástico negro indican que, en verdad, InsectiPro se dedica a la cría de moscas.
Talash Huijbers, la valiente fundadora de InsectiPro de 24 años, muestra con orgullo su cría: millones de moscas soldado negras (MSN, Hermetia illucens) zumban suavemente en sus jaulas (no son buenas voladoras), al tiempo que miles de millones de sus larvas crecen en bandejas. La dieta de las larvas está basada en restos de comida provenientes de mercados, como también de las industrias de la alimentación y las bebidas. Cuando estuve de visita, era la temporada del mango y montones de fruta podrida esperaban ser procesados como alimento para las larvas.
Huijbers, mitad keniana y mitad holandesa, tuvo la idea de la granja de MSN luego de que su familia intentara montar una granja de peces y se desalentara al comprobar lo costosa que era la harina de pescado; ingrediente clave para la alimentación animal. En Kenia, la principal especie utilizada para su producción es la omena (Rastrineobola argentea), un pescado pequeño y de color plateado que se encuentra en el lago Victoria. Esta especie constituye, además, un alimento básico local. La gran demanda de los sectores de la alimentación y de los alimentos animales han provocado una considerable sobrepesca. Por ello, los fabricantes de estos últimos están ansiosos por encontrar una alternativa.
Huijbers sabía que las proteínas de insectos estaban de moda en Europa. Entonces, decidió investigar la demanda antes de lanzar su negocio. Organizó una reunión con Fugo Feeds, el mayor fabricante de alimento animal de África Oriental, para evaluar su interés en las MSN. “Y entonces me preguntaron: ‘¿cuándo podemos comprarte 500 toneladas?’”, comenta.
Ya han transcurrido más de dieciocho meses desde entonces y Huijbers ahora vende 4 toneladas de larvas secas de MSN por semana. InsectiPro ya ha conseguido reducir el uso de omena y ahora trabaja por reducir los costos energéticos, para poder competir con los precios internacionales de la harina de pescado. “Ese sería el punto clave”, sostiene Huijbers.
Al igual que Fugo, los fabricantes de alimento animal de todo el mundo buscan alternativas a la harina y el aceite de pescado (FMFO, por sus siglas en inglés). En este sentido, los insectos, junto con las bacterias, están surgiendo como alternativas prometedoras.
¿Es sostenible la harina de pescado?
La harina y el aceite de pescado se obtienen a partir de especies que se encuentran en los niveles inferiores de la cadena alimentaria, incluidas anchoas, sardinas, caballa y krill. De no ser por estos usos, dichas especies aún se encontrarían disponibles para los depredadores como pescados, cetáceos o pájaros carnívoros. Sin embargo, cerca de una quinta parte de las capturas anuales de peces silvestres se destinan a la elaboración de FMFO (los subproductos de las pesquerías de captura salvaje para consumo humano). Esto tiene una implicancia significativa para las poblaciones de estas especies.
La harina y el aceite de pescado se utilizan en la fabricación de alimentos para cerdos y aves de corral. Sin embargo, la mayor demanda proviene de la acuicultura. Ante la creciente preocupación en torno a la salud y a las consecuencias ambientales del consumo de carne, muchos consumidores han optado por los mariscos y sus proteínas. Y es por este motivo que el sector se encuentra en expansión. La acuicultura ahora brinda más mariscos que la pesca de captura y esta tendencia va en alza: para el año 2030, la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) estima que el 62 % de los mariscos provendrá de granjas. Y las especies carnívoras que requieren FMFO, tales como el salmón, la trucha y el camarón, se tornarán cada vez más populares.
Los investigadores y las ONG han cuestionado la sostenibilidad de la industria de la harina y el aceite de pescado. El año pasado, Changing Markets Foundation, una fundación con sede en los Países Bajos, publicó un informe en el que revela las prácticas altamente insostenibles de la harina y el aceite de pescado en Gambia, India y Vietnam. El informe expone situaciones que van desde el agotamiento de poblaciones de alimentos marinos básicos hasta la pesca de arrastre indiscriminada, la contaminación por parte de plantas de procesamiento y el uso de planes de certificación cuestionables. Tomando en cuenta la presión que los ecosistemas marinos enfrentan por causa de la sobrepesca para la alimentación humana, sumado a la contaminación, el cambio climático y la minería en el fondo del mar, Natasha Hurley, jefa de campaña de Changing Markets sostiene que el uso de pescados enteros para la fabricación de FMFO es indefendible. “Si la industria no puede trabajar sin destruir el océano, entonces ya no cuenta con licencia social para funcionar”, afirma. “No podemos permitirnos utilizar esos peces para producir pescado para las poblaciones occidentales acomodadas”.
Brett Glencross, nutricionista principal del Instituto de Acuicultura de la Universidad de Stirling en Escocia, considera que el porcentaje de ingredientes marinos en la alimentación de los peces ya ha disminuido significativamente, de un 24 % en 1990 al 7 % en 2020. “Hemos vuelto vegetarianos a los peces”, concluye.
Sin embargo, un porcentaje pequeño de un gran volumen aún constituye una cantidad significativa. Hurley afirma que ella está particularmente preocupada por la promoción de la comercialización de especies carnívoras, como el salmón. “Cuando era pequeña, comía salmón una o dos veces al año”, recuerda. “Ahora se ha convertido en un alimento que consumimos de forma periódica. Y si ese fenómeno se replica en China, tendremos un grave problema”. También le preocupa que el salmón se haya convertido en el pescado “barato” de supermercado en algunos lugares: Changing Markets revela en su estudio que el salmón siempre forma parte de los productos con descuento en las tiendas minoristas del Reino Unido. “Y esto no se trata de la demanda de los consumidores, sino más bien de la lógica subyacente de las tiendas, que piensan: ‘¿qué es lo que tengo para ofrecerles a los clientes que sea barato?’”. Glencross considera que la acuicultura debería orientarse hacia especies que requieren menos o ningún tipo de aporte alimentario, tales como la tilapia, la carpa o los mejillones. En este sentido, los productores y las tiendas minoristas podrían ayudar a modificar los hábitos de consumo.
Plantas versus insectos y bacterias
Las alternativas más comunes a la harina y el aceite de pescado actualmente son la soja, el trigo y el maíz. El problema con las proteínas vegetales es que tienen compuestos antinutricionales (que interfieren con la absorción de nutrientes) y un perfil de aminoácidos no óptimo, sostiene Glencross de la Universidad de Stirling. Por su parte, la soja también trae su propio bagaje ambiental, ya que es la principal responsable de la deforestación en América del Sur.
Los animales, incluidos los seres humanos, precisan 10 aminoácidos esenciales para sobrevivir y prosperar; en particular, omega-3. La harina y el aceite de pescado son conocidos por su alta concentración de estos ácidos grasos. Por eso, para los formuladores de alimentos para salmones, encontrar una fuente alternativa ha sido como una especie de Santo Grial.
La mayor innovación se produjo en 2016, cuando el fabricante noruego Skretting lanzó un alimento animal para salmones sin harina de pescado, llamado MicroBalance FLX. Un año más tarde, la compañía logró un producto sin contenido de pescado al conseguir reemplazar el aceite de ese origen. Un vocero de la compañía le confió a Mongabay que ese producto fue el resultado de años de investigación por parte de Skretting y de terceros sobre posibles alternativas.
Los insectos y las bacterias no solo constituyen un gran reemplazo de las proteínas animales y vegetales, sino que además presentan un perfil de aminoácidos que puede competir con aquellos de la harina y el aceite de pescado. Sin embargo, el problema con estos ingredientes novedosos es que los volúmenes que se producen aún son bajos y los costos muy altos. Por ejemplo, el vocero de Skretting sostuvo que la compañía apunta a producir 50 000 toneladas de nuevos ingredientes para el año 2022. En este sentido, en el año 2019 produjo 2,4 millones de toneladas de alimento animal.
Kees Aarts, fundador de Protix, la empresa productora de insectos más grande del mundo con sede en los Países Bajos, es optimista respecto de la perspectiva del sector de los insectos. Su compañía logró recaudar 45 millones de euros (49 millones de dólares) para la construcción de una planta de producción de MSN de última generación, que abrió sus puertas en mayo de 2019 en la ciudad de Bergen op Zoom. Hace algunos meses, la compañía le dio la bienvenida a un nuevo inversor, Rabo Corporate Investments, para acelerar su expansión internacional. Otras grandes granjas de insectos, tales como AgriProtein en Sudáfrica e Ÿnsect en Francia, también han logrado importantes inversiones para expandir sus negocios. “Ya no se trata tan solo de un conjunto de start-ups”, sostiene Aarts. “La apertura de nuestra planta marcó nuestra transición; nos hemos convertido en un negocio comercial operativo. Y eso le da la pauta a nuestros consumidores de que pueden empezar a contar con este producto”.
Aarts sostiene que la ventaja de los insectos es que ya forman parte de la alimentación de los peces silvestres. En consecuencia, constituyen una opción ideal y tienen un perfil de aminoácidos excelente. Por otra parte, de esta forma, también se transforma a los subproductos de poco valor de la industria alimentaria en valiosas proteínas.
Distintas empresas líderes han utilizado productos que contienen insectos en sus alimentos animales y han obtenido buenos resultados. “Esperamos que cuando el volumen disponible de estos proveedores aumente, podamos aumentar nosotros el uso de estos ingredientes”, sostuvo el vocero de Skretting.
Las bacterias constituyen otro ingrediente prometedor. Estas se cultivan siguiendo modernas técnicas de fermentación. Glencross sostiene que una ventaja fundamental es que las bacterias no utilizan proteínas para su fabricación: “esta es una característica que solo presentan las plantas y las bacterias”.
Por otra parte, estos son los organismos que más rápido crecen en la Tierra. Además, son increíblemente diversos: se registran alrededor de un billón de especies. Según Larry Feinberg, fundador de KnipBio, una empresa de biotecnología acuícola de Massachussets, las posibilidades acerca de cómo pueden ser utilizadas son virtualmente ilimitadas. Esta compañía espera poder comercializar los primeros productos a base de bacterias este año. “Podemos descubrir compuestos adicionales o diferentes características en cuestión de semanas. Con la soja, tienes que esperar al menos una temporada”, comenta.
La producción de bacterias es además más constante que la de la soja o FMFO y más eficiente. “Nuestra fábrica es 1000 veces más pequeña si se la compara con la superficie de tierra que requiere un campo de soja para producir una cantidad equivalente de proteínas”, sostiene Feinberg. “Podemos cultivar bacterias todo el año. Aquí no existen los problemas de granizo o sequía”.
A diferencia de lo que ocurre con la harina y el aceite de pescado, que dependen fuertemente de la producción de anchoveta (Engraulis ringens) de Perú, la producción de bacterias puede llevarse a cabo en todos lados. Las “fábricas” de bacterias generalmente se encuentran próximas a su fuente de alimentación para abaratar costos. KnipBio alimenta a sus bacterias con etanol o metanol. Por lo tanto, su fábrica se encuentra próxima a una planta de etanol de maíz en la región central de Estados Unidos. NovoNutrients, una start-up biotecnológica de California, también con la mira puesta en el alimento animal para acuícolas, alimenta a sus bacterias con CO2 e hidrógeno. Hacia finales de 2020, la compañía planea contar con instalaciones piloto de fermentación de gas que utilicen las emisiones industriales de la empresa petrolera Chevron. También espera montar en 2021 una planta piloto con otro emisor de CO2 industrial en Japón.
Feinberg sostiene que el punto que diferencia a las bacterias es que estas constituyen tecnología “inteligente”: las bacterias de KnipBio fabrican proteínas sin factores antinutricionales y con pigmentos, compuestos prebióticos y probióticos. Además, no existen límites en las combinaciones alimento animal/bacterias/procesamiento a la hora de personalizar sus productos.
A mediano plazo, David Tze, fundador de NovoNutrients, confía en que las proteínas de las bacterias serán competitivas. “Creemos que nuestro costo de producción a razón de 100 000 toneladas al año será de $1000/tonelada”, sostiene. “[En términos económicos] esto se ubicaría entre el concentrado de proteínas de soja y la harina y el aceite de pescado y aportará un valor que será igual o incluso mayor al de FMFO. Ese es nuestro discurso de venta”.
Una mezcla de ingredientes
Las proteínas alternativas, más que competir entre ellas, probablemente servirán como complemento. “Cada alimento animal puede contener hasta 50 ingredientes, incluidos los ingredientes vegetales, los subproductos de los animales terrestres de la industria alimentaria humana, sumado a vitaminas y minerales”, sostiene el vocero de Skretting. Esto, en consecuencia, requiere un enfoque flexible en términos de formulación. “Cuando contamos con una flexibilidad máxima, tenemos la libertad para formular alimentos animales óptimos, sin la limitación de la disponibilidad de ingredientes”.
En su apuesta por impulsar la adopción de nuevos ingredientes, Skretting ha involucrado en el proceso a FEED-X, una iniciativa de Project X, una aceleradora financiada por el WWF. Con esto, apunta a potenciar las nuevas alternativas para que estas puedan volverse comercialmente viables para los alimentos animales acuícolas y de otros tipos.
Feinberg afirma que es preciso mirar más allá de los fabricantes acuícolas para poder desarrollar el potencial de estos nuevos ingredientes. “Estos ingredientes, sin importar cuáles sean, siempre serán más caros. Esa es la naturaleza de las nuevas tecnologías”, sostiene. “Pero eso tiene que ser reconocido por el chef del restaurante que cocina el pescado y por el cliente que lo consume”.
En su intento por iniciar esta conversación con sus consumidores, Protix lanzó en 2018 su marca de salmón, trucha y camarones (“Friendly Fish”) alimentados a base de insectos, en reemplazo del alimento marino. Si bien Friendly Fish aún se encuentra en la etapa de desarrollo, Aarts considera que es importante generar el debate en torno a la inocuidad del sistema alimentario y cómo las personas pueden contribuir positivamente para liderar el cambio. (Protix también cuenta con una marca de huevos de gallinas alimentadas a base de insectos. Este producto ya se comercializa en los supermercados de los Países Bajos).
Es una conversación que vale la pena mantener, porque muchos en el sector consideran que hay lugar para la harina y el aceite de pescado. “Cuando los ingredientes marinos provienen de subproductos de pescados procesados para el consumo humano, de las pesquerías certificadas como sostenibles y de las pesquerías que se encuentran dentro de programas de mejora, estos productos siguen siendo un muy buen ingrediente en los alimentos animales acuícolas, tanto en términos de calidad, como de composición y sostenibilidad”, sostiene el vocero de Skretting. Sin embargo, Hurley, de Changing Markets Foundation, aboga por la eliminación de este tipo de consumo y propone adoptar, en cambio, nuevos enfoques como la acuicultura multitrófica integrada (AMTI), un tipo de policultura en la cual los subproductos de una especie constituyen alimento para la otra, tal como ocurre en los sistemas naturales. Zero Waste de Escocia, una organización que promueve modelos de economía circular, se encuentra ejecutando un sistema AMTI piloto de salmón, varias especies de mariscos y algas en Loch Fyne. En este sentido, los resultados de este sistema piloto son prometedores.
“La acuicultura constituye una industria muy extractivista. Por eso, si te centras en una alternativa, de todos modos continúas en ese camino extractivista”, sostiene Hurley. “Por eso, precisamos adoptar un enfoque más regenerativo”.
Foto de portada. Trabajadores recolectan larvas de moscas soldado negras en la granja de InsectiPro en Limuru, Kenia. Los insectos serán utilizados como ingrediente en los piensos para animales. Imagen de Emilie Filou.
Emilie Filou es una periodista freelance especializada en negocios y Desarrollo en Africa. Su cuenta de Twitter es @EmilieFilou.
Artículo original: https://news-mongabay-com.mongabay.com/2020/04/move-over-fishmeal-insects-and-bacteria-emerge-as-alternative-animal-feeds/
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