- En Brasil, armadillos gigantes han sido vistos destruyendo colmenas de abejas en búsqueda de larvas, causando pérdidas económicas a los apicultores y matanzas de estos ejemplares en represalia.
- La especie tiene una baja tasa de crecimiento de la población, por lo que este tipo de conflictos entre humanos y vida silvestre amenazan significativamente su supervivencia.
- Una organización promueve la convivencia entre apicultores y armadillos gigantes, al certificar a los apicultores que utilizan medidas de mitigación para prevenir ataques a las colmenas. Esto les permite vender miel amigable con los armadillos a un precio más alto.
- El proyecto se ha aplicado dentro de la sabana del Cerrado y ahora se está implementando dentro de la región de la selva amazónica, reduciendo a cero las matanzas de armadillos en los colmenares involucrados en el esquema.
Cuando los apicultores del estado de Mato Grosso do Sul se quejaron de que los armadillos gigantes (Priodontes maximus) estaban destruyendo sus colmenas, Arnaud Desbiez lo dudó. Investigaciones mostraban que los armadillos gigantes se alimentan casi por completo de hormigas y termitas, no de miel. Pero las cámaras trampas revelaron una verdad sorprendente.
“Vimos que los armadillos gigantes en realidad estaban derribando colmenas”, dijo Desbiez, biólogo conservacionista y presidente del Instituto de Conservación de Animales Silvestres (ICAS), a Mongabay por teléfono. “No se comen la miel, se comen las larvas de abeja. Pero significa que destruyen los panales. Destruyen todo”.
Para los armadillos gigantes, es una comida fácil rica en proteínas. Para los apicultores, significa una pérdida de sustento, lo que ha llevado a algunos a envenenar a los armadillos como represalia. Para minimizar este conflicto entre humanos y vida silvestre, a Desbiez se le ocurrió una solución: miel amigable con los armadillos.
“Decidimos buscar una manera de promover la convivencia entre los apicultores y los armadillos gigantes”, dijo. Los apicultores que adopten medidas de mitigación para proteger sus colmenas de los armadillos gigantes, mientras se aseguran de que la especie no sufra ningún daño, reciben un certificado de miel amigable con los armadillos que pueden agregar a sus productos para avisar a sus compradores y aumentar el valor de la miel.
“La certificación proporciona un mayor valor agregado a la miel, por lo que podemos venderla a un mejor precio”, dijo Antonio Adames, un apicultor de la sabana brasileña del Cerrado que participa en el Proyecto Armadillo y Miel. Adames dijo que, con el certificado, vende su miel por un 20 % más que la miel normal. Para aquellos que venden su miel en los mercados locales, el proyecto los incentiva a proteger a los armadillos proporcionándoles abejas reinas, que son más valiosas para los pequeños apicultores que los certificados.
“La idea siempre es que la convivencia con los armadillos gigantes brinde beneficios”, dijo Desbiez.
Conflictos armadillo-apicultor
Desbiez escuchó por primera vez sobre el conflicto entre el armadillo gigante y los apicultores en 2015, durante una expedición de campo en la sabana brasileña del Cerrado. Se trata de un bioma muy fragmentado, ha sido deforestado a un ritmo 2.5 veces mayor que su bioma vecino, la selva amazónica. Más de la mitad del Cerrado se ha transformado en parcelas de monocultivos de eucalipto, soja y caña de azúcar o de pastos para el ganado.
Los fragmentos restantes de vegetación nativa son compartidos tanto por armadillos como por apicultores que colocan sus colmenas cerca de las flores del Cerrado. Es esta superposición de hábitats lo que ha conducido a conflictos entre la vida silvestre y los humanos. En un estudio de 2020, los investigadores encuestaron a 178 apicultores en el Cerrado —de los cuales el 53 % obtiene más de la mitad de sus ingresos de la apicultura—, y descubrieron que el 46 % de ellos reportaron que los armadillos gigantes habían dañado sus colmenas en los 12 meses anteriores, generando pérdidas financieras de al menos 518 000 reales (103 600 dólares en ese momento).
El mismo estudio encontró que los armadillos gigantes pueden derribar y romper hasta cinco colmenas en una noche. Un apicultor perdió 120 colmenas en dos semanas, mientras que otro perdió 460 colmenas (el equivalente a 230 000 reales o 46 000 dólares) durante sus 14 años como apicultor. Otros tuvieron que abandonar áreas específicas donde producían miel debido a los conflictos, y algunos apicultores hablaron de colegas que abandonaron la apicultura por completo después de experimentar pérdidas económicas significativas por la destrucción de las colmenas.
El armadillo gigante es el más grande de entre todas las especies de armadillo, crece hasta 1.5 metros de largo y pesa hasta 60 kilos. Las cámaras trampa revelan que se pueden parar sobre sus patas traseras y empujar colmenas de hasta 35 kilos con la cabeza y la nariz, resistiendo las picaduras de los enjambres de abejas enojadas, gracias a su piel gruesa y armadura protectora.
La pérdida de medios de subsistencia ha llevado a algunos apicultores a envenenar a los armadillos para evitar que ataquen las colmenas, lo que puede tener un impacto devastador en las poblaciones de armadillos. Los armadillos tienen solo una cría cada tres años y solo alcanzan la madurez sexual entre los siete y ocho años. Como resultado, “la pérdida de un sólo individuo puede tener impactos significativos en las poblaciones”, según un estudio de 2021.
Obtener la certificación
Como parte del Proyecto Armadillo y Miel, Desbiez utiliza el monitoreo, la investigación y la educación para desarrollar la miel amigable con los armadillos que apoya tanto la conservación del armadillo gigante como el sustento de los apicultores. Para obtener la certificación, los apicultores deben adoptar medidas de mitigación específicas, como el uso de soportes elevados para las colmenas o cercas eléctricas con barreras subterráneas para evitar que los armadillos hagan túneles. Los soportes de 1.3 metros de altura han demostrado ser los más efectivos, dijo Desbiez, ya que son de bajo costo y se pueden fabricar con materiales de fácil acceso. Los apicultores también se comprometen con otras prácticas sostenibles, como adoptar medidas de seguridad en el uso del humo, para evitar riesgos de incendios, y no deforestar.
“Los apicultores son una parte interesada muy especial. Son personas que aman la naturaleza”, dijo Desbiez. “Dependen de las flores silvestres y la naturaleza prístina. Están mucho más dispuestos a coexistir con la vida silvestre”.
Al colaborar estrechamente con los apicultores, Desbiez ha ayudado a emitir más de 100 certificados en todo el Cerrado en Mato Grosso do Sul y ahora está trabajando para ayudar a los apicultores en la región de la selva amazónica, quienes también buscan evitar que los armadillos gigantes ataquen sus colmenas. “Estos conflictos siempre son en áreas donde el hábitat ha sido bastante alterado”, dijo Desbiez. “En el Pantanal, esto no sucede porque el hábitat es más prístino”.
Una vez que no pueden comer las larvas de abeja, los armadillos gigantes vuelven a buscar hormigas y termitas para alimentarse. “Evitar [que coman larvas] no los disminuye ni los daña de ninguna manera”, dijo Desbiez. “Simplemente les permite coexistir con los apicultores”.
Proteger a los armadillos gigantes ayuda a mantener a otras especies tanto en el Cerrado como en la Amazonía. Se sabe que el armadillo gigante cava madrigueras de cinco metros de profundidad que brindan refugio de los depredadores y del calor extremo de la región para más de 20 tipos de especies, incluidos los pecaríes (pequeños cerdos salvajes), los ocelotes y los osos hormigueros. Un estudio de 2013 se refirió al armadillo gigante como “un ingeniero de ecosistemas” que “puede ser de gran valor para la comunidad de vertebrados”.
Gestionar los esfuerzos de mitigación
Las medidas de mitigación deben manejarse con cuidado para garantizar que los métodos empleados para evitar que los armadillos gigantes ataquen las colmenas funcionen con éxito. “Si se encuentra una solución, los apicultores estarán felices de convivir”, dijo Desbiez. “Sin embargo, la investigación muestra que los apicultores que han probado varios métodos sin éxito comienzan a frustrarse y ahí es cuando es posible tomar represalias”.
Un estudio de 2021 analizó la gravedad de los conflictos entre armadillos gigantes y apicultores utilizando un marco de interacción entre humanos y vida silvestre. El estudio encontró que los conflictos son de nivel uno, el tipo menos severo, lo que “significa que la relación negativa entre los apicultores y los armadillos gigantes todavía no tiene sus raíces en desacuerdos sociales menos visibles y más complejos, sino que se basa en una disputa material: la destrucción de las colmenas”.
El estudio también encontró que “en promedio, los apicultores tienen actitudes favorables hacia los armadillos gigantes”. Como los conflictos se derivan de razones puramente económicas, tienden a ser más fáciles de resolver. En comparación, los conflictos entre jaguares y rancheros en el Pantanal brasileño son más complejos debido a una larga historia de persecución de los grandes félidos, en represalia por la depredación del ganado, y una percepción profundamente arraigada de ellos como plagas, clasificándolos como un “conflicto de nivel tres”, dijo Desbiez.
“Cuando el conflicto aumenta, se convierte en uno que también tiene valores sociales, en donde a la gente ya le disgusta el animal más allá del conflicto específico”, dijo. “Hay valores sociales negativos de que los jaguares son malos. Somos muy afortunados de que con los armadillos gigantes no tengamos esa [percepción]”.
Donde se implementaron los métodos de mitigación y se emitieron los certificados, las relaciones entre los apicultores y los armadillos mejoraron significativamente tanto en el Cerrado como en el Amazonas, y cesaron los asesinatos por venganza. “Estamos viviendo en paz con ellos hoy”, dijo Adames. “Ya no molestan más a las colmenas. Todo está yendo bien.”
El artículo original fue publicado en Mongabay News. Puedes leerlo aquí.
Imagen principal: El armadillo gigante es la especie de armadillo más grande del mundo, alcanza hasta 1.5 metros de largo y pesa hasta 60 kilos (132 libras). Foto: Andre Borges/Agência Brasília.
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