- Los metales industriales requieren de gran cantidad de minerales que Killeen ha catalogado en cuatro grupos principales cuyas historias geológicas son similares.
- Tanto en Carajás como en Pará, los grandes yacimientos están enfocados en la producción de hierro, que ha crecido en 50% en los últimos años. También se viene explotando cobre y últimamente se inició la expansión y diversificación hacia los metales estratégicos necesarios para la transición a energías renovables.
- Asimismo, en Venezuela y en Perú existen otros ejemplos similares de minas que proveen de insumos minerales para la fabricación de acero y de hierro.
Existe una gran cantidad de minerales utilizados para producir metales industriales, y que se pueden organizar en cuatro grupos principales con historias geológicas similares.
El hierro (Fe) y el manganeso (Mn) son componentes esenciales del acero y, como tales, tienen una demanda constante por parte de los fabricantes y las industrias de la construcción. Los minerales de ferromanganeso se encuentran dentro de las antiguas rocas sedimentarias que se crearon cuando los primeros organismos fotosintéticos transformaban la atmósfera terrestre durante el Eón Arcaico, al reaccionar el oxígeno con el hierro disuelto en los océanos primitivos para crear óxidos ferrosos, hematita y magnetita (FeO, Fe23. O3, Fe O34).
Estas antiguas rocas sedimentarias se levantaron durante las antiguas orogenias que moldearon el Cratón Amazónico y se encuentran en tres zonas distintas de la Amazonía oriental: la provincia de Carajás al este de Pará, un área similar al otro lado del río Amazonas en Amapá, y la formación de Imataca, justo al sur del río Orinoco, en Venezuela.
Los metales básicos, en particular cobre (Cu), zinc (Zn), molibdeno (Mo), níquel (Ni) y plomo (Pb), se utilizan en una amplia gama de industrias, pero son particularmente importantes para dispositivos eléctricos y aleaciones industriales. Estos metales industriales suelen encontrarse en minerales polimetálicos asociados con magma que se originó en lo profundo de la corteza terrestre; los yacimientos se encuentran a lo largo de los márgenes de la intrusión magmática o dentro de fisuras en la roca matriz circundante. En el Cratón Amazónico, las intrusiones están asociadas con antiguos eventos orográficos y su distribución idiosincrásica refleja la compleja evolución geológica de la Era Precámbrica. En los Andes, las intrusiones existen en forma de “pórfidos” vinculados a eventos volcánicos relativamente recientes en la Cordillera occidental, o como plutones incrustados en rocas sedimentarias de la Cordillera oriental que se elevaron durante el Mesozoico.
Los pórfidos son también una fuente de metales preciosos, como el oro (Au) y plata (Ag), pero también platino (Pt) y paladio (Pd), que son insumos importantes para los dispositivos electrónicos. Entre los metales menos comunes se encuentran el niobio (Nb), titanio (Ti), wolframio (W) y tantalio (Ta). Normalmente, la minería polimetálica busca recolectar múltiples elementos extraídos en fundiciones especializadas a partir de concentrados que son el principal producto de exportación.
Los minerales de bauxita de alta calidad, como los que se encuentran en la Amazonía, tienen concentraciones elevadas de gibbsita [Al 2 (OH) 3], lo que los hace particularmente económicos para la producción de aluminio, y se encuentran en las mesetas de las tierras altas, que fueron creadas por sedimentación a lo largo de los márgenes de los escudos brasileño y guayanés durante la era mesozoica. Durante el Pleistoceno, cuando el río Amazonas abrió un profundo paso a través del Valle del Rift del amazónico, estos relieves se elevaron y fueron sometidos a una meteorización extrema típica de las regiones de clima tropical con grandes precipitaciones, que lixiviaron la mayor parte de la sílice de lo que son esencialmente paleosuelos.

El Distrito Minero de Carajás
Las montañas de Carajás y sus áreas circundantes contienen algunos de los depósitos minerales más notables del mundo. La mina más grande y antigua fue inaugurada en Serra Norte de Carajás (municipio de Parauapebas) en 1984 por la Companhia Vale do Rio Doce. para explotar un yacimiento con la mayor concentración de hierro elemental en la Tierra (67%). La producción se duplicó en 2016, cuando Vale inició la producción en Serra Sul de Carajás (Canaã de Carajás), a unos sesenta kilómetros al sur de la mina original. En 2022, esa instalación constaba de ocho pozos separados que cubrían 4.500 hectáreas y producían más de 150 millones de toneladas de mineral de hierro cada año. Vale opera una tercera mina de hierro en Serra Leste (municipio de Curionópolis), situada a pocos kilómetros de Serra Pelada, la famosa mina irregular de oro de los años 80. Además, existen dos minas de manganeso: Azul (municipio de Parauapebas), operada por Vale, y Buritirama (municipio de Marabá), propiedad del Grupo Buriti, el mayor productor de manganeso de Brasil.
Con los ritmos actuales de explotación, las minas originales de las instalaciones de Vale en la Serra Norte llegarán a producir durante otros diez años. Sin embargo, hay varias estructuras minerales adicionales cercanas que deberían prolongar la vida útil de la planta industrial durante décadas. Serra Sul tiene reservas aún mayores y puede mantener los niveles actuales de producción durante unos 110 años. La planta del sur, también conocida como S11D, es un ejemplo clásico de inversión en una zona industrial abandonada o brownfield. Vale fue capaz de movilizar grandes recursos de capital debido al riesgo limitado asociado con un depósito mineral completamente explorado, el apoyo inquebrantable del gobierno y la mínima oposición local.
La inversión, que asciende a 14.700 millones de dólares, incluye 6.400 millones para la nueva mina a cielo abierto y una planta semiautomatizada con un molino de procesamiento, una cinta transportadora y una instalación de almacenamiento de relaves “secos” de última generación. Se invirtieron otros 7.600 millones de dólares adicionales en infraestructura logística, que incluyó una ampliación de dos vías de la Estrada de Ferra do Carajás, su prolongación a la Serra Sul y el aumento de la capacidad en la terminal de exportación de São Luís do Maranhão.
Las exportaciones anuales de mineral de hierro de las tres instalaciones se acercaron a los 200 millones de toneladas en 2020, valoradas en unos 28 mil millones de dólares, lo que supone un aumento del 50% en volumen y del 150% en valor en comparación con 2015, el año anterior a la inauguración de S11D.
Aunque la mayor parte del mineral de hierro se exporta o transporta a acerías en el sur de Brasil, una parte importante se procesa a pocos kilómetros de la mina, en plantas de arrabio y una acería cerca de Açailândia, en el estado de Maranhão. Estas plantas son únicas porque utilizan carbón vegetal como fuente de energía y como agente reductor en el proceso de fabricación de acero (en lugar de coque). En las décadas de los 80 y 90, los productores de arrabio obtenían su carbón vegetal de terratenientes que talaban bosques naturales para establecer ranchos ganaderos. No obstante, desde aproximadamente el año 2000, han utilizado carbón vegetal producido por plantaciones de eucalipto que se cultivaron en tierras deforestadas en las décadas anteriores. Ahora proclaman con orgullo sus credenciales ESG y comercializan agresivamente su producción como acero ecológico.
El distrito minero de Carajás también destaca por sus yacimientos asociados a intrusiones magmáticas, denominados por los geólogos como depósitos de “mineral de hierro, cobre y oro” (IOCG). La empresa Vale ha desarrollado varias de estas minas polimetálicas en las áreas que rodean la Sierra de Carajás. La más antigua, Igarapé-Bahía (Parauapebas), se inauguró como mina de oro en 1990 y sólo estuvo en funcionamiento doce años. Pronto se descubrió un yacimiento de cobre debajo del recurso de oro agotado, que eventualmente será explotado cuando las condiciones del mercado justifiquen la inversión.

La primera mina de cobre a gran escala en la Amazonía brasileña fue inaugurada por Vale en 2007 en Salobo (Marabá). Inició su producción en 2012, duplicó su capacidad en 2014 y volvió a expandirse en 2020 (Figura 5.19). En 2019, generó alrededor de 500 millones de dólares en ingresos brutos con una inversión estimada en 7 mil millones de dólares, y se espera que Salobo produzca cobre y oro durante otros treinta años. Vale amplió y diversificó sus operaciones mineras en el distrito de Carajas con una mina de cobre aún más grande en Sossego en 2012 (Canaã de Carajás), además de minas de cobre y níquel en Onça Puna en 2011 (São Felix do Xingu y Ourilândia do Norte).
Otras empresas están abriendo nuevas minas polimetálicas en el distrito de Carajás. Entre ellas se encuentran Antas, una mina de cobre propiedad de la empresa australiana Oz Minerals, y Vermelho, un proyecto de níquel-cobalto operado por el holding británico Horizonte Minerals, ambas inauguradas en 2022 (Curionópolis). Una filial independiente de Horizonte Minerals, Araguaia Nickel, abrirá dos minas en 2024 en los municipios de Rio Maria y Conceição de Araguaia. La expansión y diversificación de la industria minera en el gran distrito de Carajás está siendo impulsada por el mercado de metales estratégicos necesarios para la transición a energías renovables. Una revisión de las concesiones mineras en diferentes etapas de exploración y desarrollo muestra que los inversionistas han identificado un metal base como el mineral de principal interés en más de 530 concesiones en los cinco municipios que rodean el distrito mineral de Carajás.
Varias de las minas operadas por Vale están ubicadas dentro de la Floresta Nacional (FLONA) de Carajás, área protegida de usos múltiples que está estrictamente prohibida a los colonos. Su designación formal como área protegida fue parte de un compromiso político que permite la minería en estos lugares que hayan sido creados antes de 2000, mientras que la prohíbe en aquellos establecidos posteriormente. En 2017, parte de la FLONA de Carajás fue declarada parque nacional (PARNA Campos Ferruginosas), una decisión destinada a proteger la flora endémica exclusiva de estos suelos ricos en hierro. Aún así, el mapa de concesiones mineras sigue mostrando la existencia de numerosos reclamos dentro del parque nacional, todos los cuales son anteriores a la creación del parque.

Amapá y la RENCA
La minería industrial comenzó en el Amazonas en 1953, cuando una sociedad entre un influyente empresario brasileño y la empresa Bethlehem Steel inauguró la mina de manganeso Serra do Navio en el territorio federal de Amapá. Es un ejemplo de minería de “enclave”, en la que un complejo aislado de instalaciones opera como una entidad casi autónoma que suele incluir la mina, una ciudad empresarial, una línea férrea, una planta industrial e instalaciones portuarias.
Durante sus cuarenta años de existencia, Serra do Navio produjo 40 millones de toneladas de manganeso de alta calidad, exportando alrededor del 50% a Europa y América del Norte y el resto suministrando un insumo clave para una naciente industria siderúrgica en el sur de Brasil. El principal recurso mineral finalmente se agotó con el tiempo, pero la infraestructura industrial sigue explotando un yacimiento de mineral de hierro de baja ley (< 45% Fe) que de otro modo no sería económicamente viable.
De igual forma, Amapá goza de recursos minerales adicionales. El oeste y las áreas adyacentes del norte de Pará están ubicados dentro de formaciones geológicas similares al distrito mineral de Carajás. La mayor parte de esta área fue incorporada a la Reserva Nacional de Cobre y Asociados (RENCA) por el gobierno militar en 1984. En 2017, durante el gobierno de Michel Temer, se consideró una propuesta para abrir la RENCA a la explotación. Los defensores medioambientales y sociales se opusieron enérgicamente con la decisión de proteger dos unidades de conservación regionales, la Floresta Estadual do Paru (Pará) y la Reserva de Desenvolvimento Sustentável de Rio Iratapuru (Amapá), así como dos territorios indígenas, Waiãpi (Amapá) y Rio Parú d’Este (Pará). La propuesta de cambio de estatus de la RENCA fue bloqueada por un tribunal brasileño, sin embargo, intereses mineros insisten reabrir la RENCA como parte de una política de promoción de la minería en toda la Amazonía, siendo un componente fundamental de la estrategia de desarrollo de la administración Bolsonaro.

El Arco Minero de Venezuela
Más al norte, en el extremo norte del Cratón Amazónico que limita con la llanura aluvial del Orinoco, y más específicamente en el estado venezolano de Bolívar, se encuentra un grupo de yacimientos de hierro de categoría mundial. Los geólogos lo han bautizado como la formación Imataca, pero se cree que es una porción separada de la misma formación antigua que se encuentra en la Sierra de Carajás, con una ley mineral de hierro igualmente alta (60–65,5%).
Los yacimientos de Imataca se descubrieron antes de las formaciones Carajás, y la empresa Bethlehem Steel abrió la primera mina (El Pao) en 1951. Tanto la mina como su infraestructura industrial fueron nacionalizadas en 1978 por el gobierno de Carlos Andrés Pérez, cuando lanzó un agresivo programa de desarrollo impulsado por la explotación de los recursos naturales no renovables del Estado venezolano. Posteriormente, El Pao fue clausurada en 1998, pero no antes de que la Corporación de Desarrollo Regional (Corporación Venezolana de Guayana – CVG) iniciara la producción en cuatro yacimientos (Los Barrancos, San Isidro, Las Pallas y Altamira). La producción disminuyó de unos 20 millones de toneladas en 2007 a menos de 5 millones de toneladas en 2015, donde las minas se cerraron en plena crisis económica en 2019. En la actualidad, el gobierno anuncia periódicamente nuevos planes de inversión y proyecta niveles de producción anual futuros de hasta 40 millones de toneladas.
Las reservas totales de mineral de hierro del país se estiman en 2.200 millones de toneladas, lo que tendría un valor aproximado de 330.000 millones de dólares a precios internacionales en 2022. Se sabe que inversores de China participan de un plan para obtener aproximadamente 30 mil millones de dólares en préstamos pendientes otorgados al gobierno de Nicolás Maduro. Las zonas adyacentes al Imataca tienen reservas de oro y bauxita de importancia mundial, y los venezolanos se refieren a los sectores norte de los estados Bolívar y Amazonas como el “arco minero”’.
Los pórfidos de cobre de los Andes peruanos
Las minas situadas en los altos Andes rara vez son mencionadas cuando se habla de las industrias extractivas en la Panamazonía. Pero es importante resaltar que estas minas utilizan agua de los afluentes del río Amazonas y descargan sus aguas residuales en los mismos ríos. En conjunto, representan alrededor del 50% de la industria minera formal del Perú y son un componente central de la economía nacional. Perú tiene una larga historia de minería industrial, y hay cientos de minas subterráneas activas y abandonadas, particularmente cerca de la ciudad de Cerro de Pasco, el centro de la industria minera peruana en el siglo XX.
La historia reciente de la industria minera del Perú se caracteriza por la transición de minas subterráneas, que explotan yacimientos localizados con mayor ley mineral y menor producción de roca estéril, a minas a cielo abierto que explotan yacimientos voluminosos de menor ley mineral y generan enormes cantidades de roca estéril y relaves. Las minas a cielo abierto requieren cantidades muy grandes de capital financiero, pero representan menos riesgos que una mina subterránea cuando se las evalúa según criterios operativos. Sin embargo, los inversionistas no aprecian plenamente sus impactos ambientales y sociales, sobre todo el riesgo a largo plazo inherente a muchas instalaciones de almacenamiento de relaves.
Antes de 2007, existían siete minas a cielo abierto operando en la parte amazónica de los Andes peruanos. Desde 2010, sin embargo, se han abierto seis más y otras catorce se encuentran en distintas etapas de desarrollo. Cuatro de las siete minas originales eran operadas por empresas controladas por compañías peruanas, dos por grandes multinacionales, y una por una canadiense especialista en minería de oro. De los catorce nuevos proyectos, todos menos cuatro están controlados por capital extranjero, incluidos tres de China.
La inyección de capital de inversión, que normalmente oscila entre 1.500 y 3.500 millones de dólares por mina, ha transformado la economía peruana en las últimas dos décadas. Las trece minas en funcionamiento han generado alrededor de 5.000 millones de dólares en 2015, de los cuales alrededor del 25% se recaudó en impuestos y regalías. Las minas ubicadas dentro de la cuenca amazónica representan alrededor del 40% de la industria minera del Perú, generando aproximadamente 30.000 empleos directos y quizás el doble de ese número de empleos indirectos. Cada mina tiene una vida útil de entre 15 y 30 años, pero la mayoría son contiguas a yacimientos con un contenido mineral similar o ligeramente inferior. El potencial para un crecimiento continuo en el sector minero sigue siendo fuerte.

Al sector minero se le atribuye la relativa salud de la economía peruana, que tuvo la tasa media de crecimiento del PIB más alta de América Latina entre 2005 y 2020. Perú no es un país rico y su crecimiento económico sin precedentes le permitió reducir la tasa de pobreza de 58% al 20% entre 2005 y 2019. Desafortunadamente, la extrema pobreza aumentó nuevamente al 30% en 2020 debido a la pandemia de COVID y las perspectivas económicas para la situación de la industria minera peruana se han vuelto menos seguras debido a un repunte de los conflictos sociales. Los sucesivos gobiernos no han logrado reducir la pobreza ni satisfacer las expectativas de su población.
Imagen destacada: Norsk Hydro opera una cadena vertical integrada de suministro de aluminio en Pará, que se extiende desde sus minas de bauxita en banda y su planta de concentración en Paragominas. Crédito: Hydro / Halvor Molland.
“Una tormenta perfecta en la Amazonía” es un libro de Timothy Killeen que contiene los puntos de vista y análisis del autor. La segunda edición estuvo a cargo de la editorial británica The White Horse en el año 2021, bajo los términos de una licencia Creative Commons -licencia CC BY 4.0).