Un joven primatólogo obtiene la primera fotografía de un mono colobo rojo de Bouvier
La última vez que se avistó al colobo rojo de Bouvier la música disco estaba de moda, Internet no existía y cuando la gente hablaba de Madonna solo se refería a la madre de Dios. Pero entonces desapareció el mono africano y los ecologistas temían que se hubiera extinguido víctima de la trata de carne de animales salvajes. Durante años, grupos de investigadores reclamaron una expedición para descubrir si el colobo rojo de Bouvier (Piliocolobus bouvieri) todavía sobrevivía en la selva de la República del Congo. A principios de este año, un investigador belga de 27 años, Lieven Devreese, así lo hizo. Y no solo descubrió al extinto colobo, también tomó la primera fotografía de esta especie que había sido huidiza durante tanto tiempo.
“Nuestras fotos son las primeras en el mundo y son la prueba de que la especie no está extinta,” dijo Devreese. Aunque ya lo estudiaron los científicos en el año 1887, hasta ahora solo se tenía constancia del colobo rojo de Bouvier por unas muestras museísticas de unos 100 años de antigüedad.
Para llegar al pantanoso hábitat forestal del primate, Devreese y su ayudante local, Gaël Elie Gnondo Gobolo, atravesaron profundos ríos a través de una de las selvas más remotas del planeta.
“El río es nuestro medio de transporte, lo cual es caro, y a menudo es difícil acceder a la selva debido al nivel del agua,” señaló Devreese. “Vadear por el lodo cuando te llega hasta la cintura no facilita la búsqueda de los monos. La gente no está habituada a ver ecologistas con prismáticos y GPS muy dentro de esta selva y eso a veces crea sospecha, al menos al principio”.
Cuando llegaron a la zona donde los lugareños dijeron que persistían los monos, los niveles altos del agua dificultaron la localización de los primates.
Lieven Devreese en primer plano en una piragua de un pescador local cerca del río Sangha. Foto de Lieven Devreese.
“Buscamos durante días y cambiamos la ubicación dos veces,” apunta Devreese. “Estaba desesperado y empezaba a sentirme frustrado porque los lugareños siempre te decían que [los monos] eran cuantiosos y nos garantizaban que los encontraríamos. Así que cuando finalmente dimos con ellos el último día en el parque nacional, sentí una gran satisfacción”.
Devreese y Gnondo Gobolo llevaron a cabo su primer avistamiento en el río Bokiba en el Parque Nacional de Ntokou-Pikounda de la República del Congo, uno de los más ricos de la zona con cerca de 15.000 gorilas occidentales de las tierras bajas, 950 chimpancés y 800 elefantes de bosque.
La pareja de estudiosos recibió el apoyo de la Sociedad para la Conservación de la Vida Silvestre (WCS), que ayudó a construir el parque y continúa trabajando en la zona. La WCS proporcionó información de encuestas, permisos de investigación y puso en contacto a Devreese con Gnondo Gobolo.
“Estamos muy contentos de que Lieven y Gaël consiguiesen su objetivo, no solo al confirmar que aún existe el colobo rojo de Bouvier, sino de haber obtenido un claro primer plano de una madre con su cría,” dijo Fiona Maisels, una científica de la WCS por la conservación ambiental.
Sin embargo, para recabar información sobre posible paradero del mono, los lugareños demostraron ser la fuente más importante.
Mapa de la zona de la expedición mostrando la ruta que siguió el equipo: el Parque Nacional de Ntokou-Pikounda donde se observó al colobo rojo de Bouvier, y los diferentes lugares donde los cazadores locales ofrecieron información. Foto de Lieven Devreese.
“Nos basamos principalmente en la información que nos proporcionaron los cazadores locales. Les pedimos que nombraran y describieran a todos los monos que conocían y registramos su fiabilidad poniendo a prueba sus conocimientos sobre las vocalizaciones de diferentes especies de monos en la cuenca del Congo,” dijo Gnondo Gobolo. Devreese y Gobolo creen que también puede encontrarse la especie a lo largo de la ribera de los ríos Likouala y Sangha, aunque no pudieron confirmarlo.
La WCS ahora cree que también habían registrado al colobo rojo de Bouvier en encuestas anteriores dentro del parque, pero solo los habían catalogado como “colobo rojo”. Las fotografías de Devreese son la prueba de que el colobo rojo de Bouvier ha vuelto.
Mientras que el descubrimiento del colobo rojo de Bouvier es una gran noticia, también abre las puertas a una serie de cuestiones. La más apremiante es, ¿cuán amenazada está la especie? Actualmente, la Lista Roja de la IUCN considera a la especie como Críticamente Amenazada a tenor del pequeño alcance de su hábitat y una probable presión masiva por el auge en la trata de carne de animales salvajes.
“Cuando hablamos con los lugareños, nos dimos cuenta que hay un comercio en activo de carne de animales salvajes y que usan los ríos como autopistas. Cuando la selva no está inundada, solo un par de meses al año, los cazadores comerciales disparan a lo que pueden y vacían el bosque,” señaló Devreese, que añadió que la carne no está destinada al consumo local-rural, sino que se ahúma y se envía a ciudades urbanas como la capital, Brazzaville.
Gaël Elie Gnondo Gobolo a la derecha y un guardaparque a la izquierda. Foto de Lieven Devreese.
“Enormes piraguas cargadas con congeladores y generadores suben el río para recoger la carne de los pueblos más remotos y campamentos de caza,” apuntó Devreese, un sistema que la WCS afirmó que se emplea también en Gabón.
Devreese dijo que el comportamiento del colobo rojo hace que la especie sea particularmente vulnerable a esta caza a nivel industrial. A diferencia de muchas especies de primates, el colobo rojo por lo general no huye de la gente. En su lugar, cuando se muestran curiosos o agresivos frente a los cazadores, dejándoles vía libre para matarlos en masa. Peor aún, dado que el colobo rojo se mueve en grandes grupos, los cazadores pueden masacrar a miles en una sola zona.
Devreese afirmó que su habilidad para conseguir una foto nítida de una madre y su cría probó “cuán vulnerables son a la caza”.
“Esta hembra adulta con su cría estuvo a una vista perfecta durante más de 20 minutos” explicó. “En un momento incluso estaba cerrando los ojos… A menudo no se percatan de que las personas representan un peligro real”.
El hecho de que la especie se haya redescubierto en una zona protegida puede ofrecer cierta protección, aún cuando el Parque Nacional de Ntokou-Pikounda solo tiene dos años y, como la mayoría de los parques de la región, necesita mucho más apoyo.
Primera foto en el mundo del colobo rojo de Bouvier (Piliocolobus bouvieri) tomada a comienzos de marzo de 2015 en el Parque Nacional de Ntokou-Pikounda en la República del Congo. La foto muestra a una hembra adulta con su cría. Imagen de Lieven Devreese.
“Probablemente el parque exista solo sobre el papel, pero tenía la impresión de que la caza comercial ya se había prohibido”, dijo Devreese, añadiendo que “hay un motivado equipo de guardabosques del parque y demás personal”.
Maisels, sin embargo, señaló que el parque significa que los monos están “protegidos de amenazas como la explotación forestal, la agricultura y las carreteras, las cuales todas pueden inducir a un aumento de la caza”.
Con tan solo 27 años, Devreese puede parecer un dudoso candidato para redescubrir a una especie extinta, pero acumula años de experiencia estudiando a los primates en el Congo. Actualmente espera empezar pronto su tesis doctoral sobre este tema. Su ayudante local, Gnondo Gobolo, de tan solo 25, se crió cerca del Parque Nacional de Nouabale-Ndoki y actualmente estudia en la Universidad de Marien-Ngouabi en Brazzaville.
Para llevar a cabo la salvaje expedición, Devreese parcialmente dependió de la recaudación de fondos a través de una campaña de micromecenazgo en la web Indiegogo.
“En holandés decimos que tienes que ‘apostar a más de un caballo’…. En realidad, el micromecenazgo fue el 20% del presupuesto total, pero dado que vi que era muy difícil calcular el coste real de una expedición tan intrépida, cada cachito de financiación era valioso”, explicó.
Dos miembros de la expedición luchan por salir de un charco de lodo en un pantanoso bosque a lo largo del río Sangha. Foto de Lieven Devreese.
Devreese apuntó que la financiación a través de micromecenazgo fue una buena herramienta para expediciones independientes como la suya, dado que cualquiera podría recaudar dinero centrándose en pequeñas donaciones en vez de pedir grandes cantidades de dinero solo de unos pocos contribuyentes.
“Creo que de verdad hay ‘arte’ en el micromecenazgo”, afirmó. “Quiero decir, para hacerlo bien (de manera eficiente), tienes que pensar y planear los diferentes pasos para conseguir llamar adecuadamente la atención con tu proyecto. Los medios de comunicación por supuesto son una buena vía para llamar la atención sobre la conservación y sobre tu proyecto”.
Todavía queda en el aire el debate acerca de si el colobo rojo de Bouvier es de hecho una especie distinta o una subespecie, conocida como Procolobus pennantii bouvieri. Actualmente, la Lista Roja de la IUCN lo cataloga como una subespecie bajo otro colobo Críticamente Amenazado, el colobo de Pennant (Procolobus pennantii). Sin embargo, otras autoridades lo ascienden al nivel de especie. Devreese y su ayudante reunieron muestras fecales del colobo rojo de Bouvier y esperan dirigir los primeros tests genéticos de los monos, los cuáles deberían ayudar a resolver el misterio.
Puesto que nadie ha estudiado jamás la especie, el trabajo de Devreese será fundamental si el colobo rojo de Bouvier sobrevive a este siglo.
El equipo de la expedición en una piragua durante un descanso en el río Bokiba, en el Parque Nacional de Ntokou-Pikounda. Foto de Lieven Devreese.