Selva pluvial en Borneo. Foto cortesía de Rhett Butler.
Los negociadores de las conferencias climáticas de la ONU en Bonn, Alemania, han creado un borrador del acuerdo de las provisiones técnicas de un plan para reducir las emisiones de la deforestación y la degradación forestal. Ya es mucho más probable que se incluya el plan de conservación forestal, que se conoce como REDD+, en un acuerdo climático que se negociará en París el próximo mes de diciembre gracias a los logros conseguidos en Bonn.
El hecho de que un borrador completo de REDD+ se acordara en Bonn sorprendió a muchos espectadores de las negociaciones climáticas de la ONU, ya que cuentan con la mala fama de avanzar con una lentitud pasmosa. Había que resolver unos problemas particularmente difíciles y parecía que no iba a suceder hasta las conferencias en París: incluso los países que apoyan plenamente el REDD+ quieren contar con cuantas bazas de negociación sea posible.
La organización conservacionista sin fines de lucro Forest Trends, radicada en Washington DC afirmó en unasdeclaraciones que las expectativas eran bajas aunque los negociadores llevaran más de una década trabajando duro para conseguir el acuerdo REDD+. Pero antes de que REDD+ esté listo a ponerse en marcha, queda mucho trabajo para París, principalmente, definir cómo se financiará y se implementará el programa a un nivel suficientemente amplio como para atajar la deforestación y las emisiones globales de forma efectiva.
“Aunque REDD+ está terminado en teoría, el acuerdo global en París debe proveer las políticas concretas para implementar REDD+ en el terreno”, dijo Gustavo Silva-Chávez de Forest Trends. “REDD+ debe poder generar cantidades significativas de dinero para los países de REDD+, hacerlo con integridad ambiental y contribuir al reducir las emisiones de gases de efecto invernadero globalmente lo antes posible.”
REDD+ dirigiría miles de millones de dólares de países desarrollados a países en desarrollo a través de fundaciones multilaterales como la Forest Carbon Partnership Facility, el Forest Investment Program y el Programa de Reducción de Emisiones de Carbono Causadas por la Deforestación y la Degradación de los Bosques en los Países en Desarrollo de la ONU (alias UN-REDD).
Pero antes, el dinero tiene que pasar por la burocracia de los países donantes y después por más departamentos y agencias en el país destinatario antes de llegar finalmente a las actividades de conservación forestal sobre el terreno. Es necesario que se monitoricen y se consideren todas estas etapas para asegurar que el dinero se emplea de verdad en reducir las emisiones de la deforestación y la degradación forestal. Por eso son necesarias normativas y metodologías rigurosas: lo que representa el acuerdo borrador de REDD+ terminado en Bonn.
El Organismo Secundario de Consejos Científicos y Técnicos, organismo secundario permanente de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (CMNUCC), que se creó para dar información y consejos sobre las cuestiones científicas y técnicas, dejó, esencialmente, tres cuestiones que iban a ser decididas en Bonn.
Una de estas cuestiones principales era la calidad y el tipo de información que los países receptores deben aportar sobre cómo están implementando salvaguardias para los derechos indígenas y la biodiversidad. Parece que Brasil, que había sido el impedimento principal en los sobre las salvaguardias, decidió no prolongar el asunto hasta las conferencias en diciembre, según Reuters .
Ecosystem Marketplace, sitio web de Forest Trends que proporciona noticias y análisis, y que ha seguido atentamente las negociaciones de REDD+, informa de que se llegó a un acuerdo sobre otro de los asuntos: los pagos de los beneficios libres de carbono por proteger los bosques, como la preservación de las cuencas y la biodiversidad. Hasta ahora no ha habido ninguna normativa oficial que describa cómo tratar estos beneficios adicionales, y por eso el asunto se ha gestionado típicamente ad hoc.
La tercera cuestión analiza si se podrían utilizar mecanismos no comerciales para realizar los pagos de REDD+. Finalmente, el borrador final deja la puerta abierta tanto a estrategias comerciales como no comerciales -ventas directas entre una entidad que quiere compensar sus emisiones y quien haga el trabajo que está financiado en el terreno. Así, los países pueden elegir la estrategia que quieran.
Algunos espectadores de la ONU critican el acuerdo de REDD+ en Bonn. Un experto forestal que trabaja con el grupo de conservación Greenpeace, Chris Thies, dice que algunos de los detalles técnicos son débiles. “Es mejor que nada, pero no hay nada que celebrar mientras la financiación de REDD+ siga sin estar clara y la implementación no pueda avanzar a gran escala,” le dijo Thies a mongabay.com en un mail.
Pero con estos detalles lidiados, REDD+ no solo tiene más probabilidad de triunfar en el acuerdo climático más amplio que se debatirá en Paris a finales de este año, sino que también deja que los países incorporen REDD+ en sus planes de acción climáticos a nivel nacional, o Contribuciones Previstas y Determinadas a Nivel Nacional (INDC por sus siglas en inglés), tal como se denominan en el CMNUCC.
Ninguno de los grandes emisores que ya han entregado sus INDC, como los Estados Unidos, ha utilizado REDD+ para alcanzar sus objetivos de reducción del carbono. Pero hasta ahora solamente once países, además de la UE, han entregado sus INDC.
El hecho de que todos los países pueden ir al debate de París con un borrador completo de REDD+ es una buena señal para aquellos que observan con un optimismo cauteloso las negociaciones de la CMNUCC.
“Creo que el hecho de que se pueda negociar REDD de manera transparente e inclusiva y con credibilidad ambiental aumentará la confianza de todos – los países donantes y los países donde están los bosques,” dijo Duncan Marsh, Director de la Política Climática Internacional a The Nature Conservancy según la historia del Ecosystem Marketplace. “El hecho de que los países en las negociaciones de REDD alcanzaran un acuerdo dos días antes del final de las sesioes una buen señal para París.”
El autor, Mike Gaworecki, trabajó con Greenpeace hasta 2010. Un empleado actual de Greenpeace está citado en esta historia.