- ¿Cuáles son las principales amenazas para las especies de primates que habitan el país?
- ¿Qué estudios adelantan expertos colombianos para la conservación de estas especies?
Aunque el neotrópico tiene menos especies de primates amenazadas ─explicó Diana Guzmán, presidenta de la Asociación Primatológica Colombiana (APC)─ en comparación con África y Asia, donde la situación es crítica, la deforestación y actividades ilegales como la cacería y el tráfico de fauna silvestre ponen en peligro su supervivencia en la región.
Según datos de la APC, Brasil es el país con más especies de primates en el neotrópico con 128, le sigue Perú con 52 y Colombia con 38, de las cuales 10 son endémicas y 9 están bajo algún tipo de amenaza. Es decir que el 90 % de los primates que solo se pueden encontrar en Colombia están en riesgo, por lo que deben ser prioridad de conservación.
“Del total de primates, el 53 % (de especies) está en peligro: el 29 % en la categoría Vulnerable, el 13 % en la categoría En Peligro de Extinción y el 11 % en la categoría En Peligro Crítico“, señaló Diana Guzmán
Las especies que se encuentran en peligro crítico son: mono araña café (Ateles hybridus), mono araña negro (Ateles fusciceps), mico bonito del Caquetá (Plecturocebus caquetensis) y tití cabeciblanco (Saguinus oedipus). Las dos últimas son endémicas.
Además, como mencionó Guzmán, otro de los primates a los que se le debe prestar atención es al Churuco colombiano (Lagothrix lagothricha lugens), que también se encuentra en alto grado de amenaza. Para todas estas especies, Colombia cuenta con expertos dedicados a estudiarlas y encontrar mecanismos de conservación que eviten su extinción, sin embargo del mono araña negro aún no existen investigaciones en profundidad desde el lado colombiano, aunque en Ecuador si hay primatólogos consagrados a ellos.
“Tanto los monos araña como los churucos resultan estar en riesgo debido a algunos factores como el tamaño, costumbres alimenticias (son frugívoros) y a que viven en grandes grupos, por lo que necesitan bosques extensos”, resaltó Guzmán.
Muchas personas cazan primates y matan a los adultos ya sea para consumo de su carne o para agarrar las crías y venderlas como mascotas. Sin embargo, los compradores no tienen en cuenta que los animales silvestres son salvajes, por lo tanto pueden representar un peligro para los humanos. Ellos no deben vivir en cautiverio.
“El tráfico de animales silvestres es una de las mafias más poderosas, está a la par del tráfico de armas (…) Hay una demanda de tráfico hacia Estados Unidos, pues allá no es ilegal tener animales silvestres”, resaltó la presidenta de la APC.
Mono araña café (Ateles hybridus)
Gabriela de Luna es actualmente investigadora de la Fundación Proyecto Primates. Lleva más de 10 años trabajando con la especie Ateles hybridus, conocida como mono araña café o marimonda del Magdalena, y su encuentro con este primate fue casualidad.
Cuando era estudiante de Biología, Gabriela decidió hacer su tesis de grado sobre el comportamiento de las ranas venenosas, animales con los que había trabajado gran parte de su carrera. Sin embargo, el verano inclemente llegó a la zona donde ella estaba realizando la investigación y no pudo encontrar individuos de su objeto de estudio.
En medio de una situación que ella misma tilda como frustrante, empezó un pequeño proyecto con monos araña en la zona de La Macarena (departamento del Meta) junto a Andrés Link, actual director de la fundación y quien desde el año 2000 venía investigando de lleno la especie.
“Yo me enfoco en la parte de conservación, educación, entender un poco las amenazas y cómo resolverlas. Él está más encargado del tema científico, de la investigación”, resaltó De Luna a Mongabay Latam.
Mientras estudiaban fuera del país, les llamó la atención un estudio que revela que la especie de mono araña distribuida en el Magdalena Medio no era la misma Ateles belzebuth o mono araña común, que se encontraba en el Amazonas.
Decidieron volver y adentrarse en una zona históricamente acosada por la violencia a manos de los grupos armados, por lo que el acceso era casi imposible. Eso no los detuvo para comenzar a investigar la especie en una de las zonas más degradadas de Colombia. Debido a ellos entró en la lista de especies amenazadas tras su descubrimiento.
“Existían unos vacíos de información muy grandes, los últimos registros estaban desde los años 70, por lo que todo empezó con la intriga de saber si había individuos o no”, señaló la investigadora.
El mono araña café se puede encontrar en mayor parte en el Magdalena Medio, existen poblaciones pequeñas en el departamento de La Guajira, en la Serranía del Perijá y pequeños pedazos de distribución en Venezuela. Sus ecosistemas son los bosques interandinos, secos y húmedos.
Uno de los procesos más interesantes de conservación del hábitat de este primate es la posible declaración de la Serranía de San Lucas como Parque Nacional Natural. “Este es un gran núcleo de hábitat para este mono, pero desafortunadamente hay un tema fuerte de minería ilegal”, explicó.
En el 2015, el informe de alertas por deforestación del Instituto de Hidrología, Meteorología y Estudios Ambientales de Colombia (IDEAM) indicó que dos de las zonas identificadas de prioridad de conservación para los monos araña café (el nordeste antioqueño – Serraría de San Lucas y PNN Catatumbo-Barí) fueron dos de las siete más deforestadas del país. Deforestación por expansión de la frontera ganadera y de sistemas agroindustriales, “en especial la palma” que a 2013 cubría 277 784 hectáreas.
Para 2010 solo quedaba 20 % de bosque en su distribución en Colombia. “El porcentaje de su hábitat está disminuyendo, los monos araña son los primeros en desaparecer, el panorama no es tan alentador. Tratamos de verificar dónde hay poblaciones todavía, en sitios donde no hay cacería los encuentras, pero en fragmentos muy pequeños (50 o 60 ha) donde a largo plazo la población no sobrevive”, resaltó Gabriela.
A esta amenaza se suma la extracción de individuos por cacería y tráfico ilegal, para consumo y para agarrarlos como mascotas.
Es triste el panorama, es por eso que el mono araña café es una de las cuatro especies declaradas En Peligro Crítico. Si este primate llega a desaparecer los ecosistemas completos se verán afectados, ya que como explicó De Luna, esta es una de las especies encargadas de “mantener nuestros bosques. Un mono araña dispersa en promedio 550 semillas en un día, lo que suma al año alrededor de 200 000 semillas, en un radio de hasta 2 kilómetros”, relató.
Y añadió: “en un bosque cada árbol nos ayuda a limpiar agua, mantener suelos, evitar derrumbes e inundaciones y mantener un clima. Son especies sombrilla, debajo de ellos estamos cuidando a otros animales. Si se extingue no solo vamos a perder un hermoso animal”.
Mico bonito del Caquetá (Plecturocebus caquetensis)
En agosto de 2010, un descubrimiento colombiano sorprendió el mundo de la primatología. En el departamento del Caquetá fue hallada una nueva especie de monito del género Callicebus, que se convirtió en la segunda endémica de la Amazonía nacional.
El mono bonito del Caquetá fue descrito en Primate Conservation Magazine en agosto del 2010 por Thomas Defler, Marta Bueno -ambos de la Universidad Nacional de Colombia- y Javier García de la Fundación Herencia Natural.
Fue en 2008, tras la salida de los grupos paramilitares de la zona, que el equipo se adentró en campo, con recursos del Fondo de Acción Primatológico, y descubrió esta nueva especie a la que le dieron el nombre científico Callicebus caquetensis, pero que debido a descubrimientos en la biología molecular fue modificado por Plecturocebus caquetensis, un hombre en honor al departamento y al río Caquetá.
Esta fue la primera experiencia de Javier García, Director territorial Amazonía de la Fundación Herencia Natural, con el estudio de primates. Antes, en 2007, cuando aún era estudiante, la curiosidad lo llevó a tomar la materia Primatología del Nuevo Mundo con el profesor Thomas Defler de la Universidad Nacional de Colombia, y allí fue invitado a ser parte del equipo del científico. “Descubrir una especie de primate es muy raro y más una así, totalmente nueva”, señaló el experto a Mongabay Latam.
En 2010, añadió, “empecé mi trabajo de maestría con la especie, comenzamos a realizar en el plan de conservación que se publicó a principio del año 2016 y en la actualidad continuamos en el asunto estimando las densidades poblacionales de la especie”.
Según lo publicado en el plan, se han registrado 144 individuos del mono bonito del Caquetá en la distribución que va desde el “río Caquetá, bajando por la cordillera hasta la bota caucana. Son 4026 km2, de los cuales 800 km2 son bosques, el resto está dividido en pasturas”, explicó García.
Este descubrimiento tardío se debe primero al conflicto armado en la región, pero sobre todo “a la deuda científica que tiene el estado y Colombia con su Amazonía.
Y aunque ahora el acceso a la zona es más fácil, es bien conocido que el Caquetá es el departamento más deforestado del país, lo que representa la principal amenaza para este mono, primero por la ganadería extensiva y en segunda instancia por los cultivos ilícitos.
Pero eso no es todo, según Javier García la fragmentación del territorio y el desconocimiento de la especie por parte de los habitantes de la zona son graves problemáticas que podrían amenazar su supervivencia.
Es por eso que para él la apropiación y el reconocimiento del territorio y las especies que habitan en él son las primeras herramientas para conservarlos. Pero además es importante crear reservas, ya sean nacionales o de la sociedad civil, que se convertirán en la estrategia más importante para que el mico bonito del Caquetá sobreviva.
Tití cabeciblanco (Saguinus oedipus)
Rosamira Guillén es Arquitecta de profesión y en el año 1995, tras haber terminado su maestría en arquitectura paisajística, fue contratada por el zoológico de Barranquilla para remodelar las exhibiciones de los animales. Fue entonces cuando tuvo su primer encuentro con el Tití cabeciblanco.
Fue bastante sorprendente conocer una especie que es colombiana, habita la costa del país y que ella, siendo barranquillera, no sabía que existía.
Años después, Rosamira Guillén se convirtió en la directora del zoológico y decidió que este primate debía convertirse en el emblema del lugar “para darle significancia a un esfuerzo de conservación local”. Fue entonces cuando conoció la Fundación Proyecto Tití y decidió comenzar a ayudar, desde la parte ejecutiva debido a su formación profesional, para que este animal fuera conocido y sobre todo conservado. De eso ya son casi 20 años.
Este pequeño primate “tiene el tamaño de una ardilla y un área de distribución restringida en cinco departamentos del Caribe colombiano: Atlántico, Bolívar, Sucre, Córdoba y el Urabá antioqueño”, explicó Guillén a Mongabay Latam.
Y añadió: “está críticamente amenazado, lo que queda de su bosque es alrededor del 2 % de lo que había 50 años atrás. La especie ha quedado aislada en fragmentos a un paso de desaparecer del medio silvestre debido a todas las amenazas relacionadas con el desarrollo económico de la región”.
Como en el caso de la mayoría de los primates, la deforestación es una de las principales amenazas de esta especie, pero a esto se suma la caza y el tráfico ilegal para mascotas debido a su pelaje, tamaño y belleza.
Por ejemplo, como mencionó Rosamira Guillén, en los años 60 y 70 se exportaron entre 20 000 y 30 000 titíes cabeciblancos para estudios biomédicos en Estados Unidos. “Ellos se reproducen bien en cautiverio, por lo que hay una población de más de 1600 titíes en zoológicos de Europa y Estados Unidos”.
Según el último censo realizado entre el 2012 y 2013, se registraron 7000 titíes cabeciblancos en medio silvestre. Precisamente el trabajo de Rosamira Guillén y todos los integrantes de la fundación es que este número no disminuya, sino que comience a subir.
“Queremos garantizar un futuro a largo plazo para esta especie endémica, a través de la expansión de nuestro trabajo a donde hay todavía bosques y titíes. Convertirlo en un símbolo de la conservación en Colombia”, resaltó la Directora Ejecutiva de la Fundación Proyecto Tití. Y esto se consigue por medio de la investigación, la educación ambiental, el trabajo comunitario y la conservación y restauración de los bosques.
Crear conciencia y promover la acción es de gran importancia, ya que la pérdida de esta especie supondría un peligro para los bosques. “Es parte de la cadena de balance del bosque seco tropical, es dispersor de semillas, consume más de 80 especies distintas del bosque. La consume y la defeca descarificada, lo que hace que germine inmediatamente, además es un polinizador porque consume néctar y ayuda a controlar plagas”, señaló.
El bosque proporciona todos los recursos que consumimos los seres humanos, regula el clima y nos da agua. Además evita que las altas temperaturas produzcan sequías y las lluvias inunden. Por eso, como dijo Rosamira Guillén, “conservarlo es de interés para que todos tengamos un futuro sano y con los recursos necesarios”.
Churuco colombiano (Lagothrix lagothricha lugens)
En 1987 Pablo Stevenson, quien es ahora profesor del Departamento de Ciencias Biológicas de la Universidad de los Andes, fue invitado por uno de sus compañeros al Parque Nacional Natural Tinigua bajo el marco de un convenio de cooperación entre la universidad y unos investigadores japoneses que venían al país con el interés de estudiar primates.
En ese entonces él investigaba al mono araña, pero por alguna confusión que aún no es clara, terminó en el departamento del Meta estudiando los Churucos colombianos, una subespecie endémica de Colombia.
Desde entonces se interesó por este primate de gran tamaño que cumple un papel importante en los bosques, como dispersor de semillas. “Incluso se logran tragar unas semillas de casi 6 cm de ancho (…) la regeneración de muchas especies depende de ellos”, explicó el experto a Mongabay Latam.
Y es que aunque muchos animales como aves y murciélagos también cumplen con esta tarea, solo los churucos son capaces de comer y defecar semillas de gran tamaño.
Además el interés en estos animales también radica en su dominio y en que están en lo alto de la jerarquía de primates del bosque, según señaló Stevenson.
Se les puede encontrar en la Cordillera Andina que es una zona muy deteriorada, con ecosistemas muy alterados. “En el Piedemonte de la Cordillera Oriental, Arauca, Casanare, Meta, Caquetá, Putumayo, Magdalena, vertiente de la Cordillera Central hacía el lado oriental, Serranía San Lucas y Magdalena Medio. Pero los más estudiados son los del parque Tinigua y los Guácharos en el Huila”, resaltó.
Sus principales amenazas son la perdida de hábitat natural debido a la deforestación por agricultura y ganadería, pero además son blanco de la caza y el tráfico ilegal. Como mencionó Stevenson, “siendo tan grandes y debido a que viven en grupo, requieren de un espacio amplio para cubrir sus necesidades”.
Y añadió: “muchos terminan en centros de paso debido a que los agarran como mascotas, pero cuando crecen comienzan a convertirse en un problema para los humanos”.
Si se acaban no los encontraríamos en otro lugar del planeta, pero además mucha diversidad de plantas disminuiría y su composición se vería afectada, lo que degradaría los servicios ecosistemas del bosque.
Es por estas cuatro especies, por el Mono araña negro (Ateles fusciceps) del que aún no se ha investigado lo suficiente y necesita de profesionales que se interesen en la especie, y por el resto de los primates de Colombia que se encuentran en peligro, que la Asociación Primatológica Colombiana, el Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible, Wildlife Conservation Society (WCS) y la Fundación Proyecto Primates están trabajando en el programa nacional de conservación de primates que posiblemente se publique este año.
Y es que como finalizó Diana Guzmán, es importante que Colombia se una a la preocupación mundial sobre la situación de los primates, se comience a conocer sobre las especies que habitan en el país y su importancia ecológica, y se trabaje desde todos los frentes por su conservación.
Portada: Tití Cabeciblanco. Foto de la Fundación Proyecto Tití