- Los legisladores de casi 200 países están reunidos en Bonn esta semana en conversaciones sobre el cambio climático dirigidas a cumplir las promesas del Acuerdo de París.
- A pesar de la negación del cambio climático por parte de Trump y su señalada alianza con la industria de los combustibles fósiles, los negociadores de los EE.UU. también asistirán.
- Trump ha amenazado con retirarse del pacto —un proceso de cuatro años— y dice que tomará una decisión definitiva este mes.
- La negación del cambio climático de Trump o su amenaza de retirarse del Acuerdo de París no perturba a los negociadores de Bonn.
Kaisa Kosonen, asesora política en acción climática para Greenpeace en Alemania, se está preparando para la conferencia climática de las Naciones Unidas de mediados de año en Bonn, que tiene lugar entre el 8 y el 18 de mayo. Pero hace una pausa para contestar a mi pregunta. Así es como empecé, dije:
Con el Presidente Obama, los EE.UU. jugaron el papel central en las negociaciones climáticas mundiales desde 2014. Atrajo a China al grupo, a la vez que impulsó el histórico Acuerdo de París en 2015, cuando 196 países se comprometieron a reducir sus emisiones de carbono. Con el Presidente Trump, el liderazgo de los EE.UU. está disminuyendo, o podría ponerse en la oposición, al aliarse el presidente con la industria de los combustibles fósiles y amenazar con retirarse del Acuerdo de París. Mientras tanto, China parece posicionada para ocupar el vacío en el liderazgo. ¿Cuánto le preocupa esto?
Kosonen responde: “Evidentemente, necesitamos que los EE.UU. participen activamente en solucionar este problema [del calentamiento global]. Y eso es lo que una clara mayoría de estadounidenses quieren, de todos los partidos políticos. Pero no parece que Trump vaya a escuchar a su gente, sus científicos más importantes o incluso a las empresas estadounidenses”, que han presionado vigorosamente para que los EE.UU. permanezcan en el Acuerdo de París, así como algunos legisladores republicanos.
Entonces, como si saliera de debajo de una nube de pesimismo, Kosonen resume el consenso de casi una docena de participantes en Bonn que entrevisté para esta historia:
“Si los EE.UU. se retiran, casi 200 países y el 87 por ciento de las emisiones todavía estarían [reguladas bajo el acuerdo]. Y todavía no he oído a ningún país sugerir que si los EE.UU. se van, ellos también se irán. O que retrocederán en su acción climática. Por el contrario, la transición global hacia la energía limpia continuará con o sin los EE.UU. porque está integrada en tendencias económicas, sociales y tecnológicas que son mucho mayores que cualquier país”.
Sara Walsh coincide; la coordinadora del programa internacional para el Clima y la Justicia de Amigos de la Tierra Internacional en Londres dice que “El resto del mundo no puede dejar que los EE.UU. les arrastre hacia abajo; deben adoptar inmediatamente medidas climáticas sin los Estados Unidos. Los líderes mundiales también deberían usar toda la presión económica y política de la que disponen para forzar a Trump a que adopte la parte equitativa de los EE.UU. de las medidas climáticas”.
Ecos de Marrakech
La elección de Trump estalló como una onda expansiva oscura en la COP22 la cumbre climática anual de la ONU en Marrakech, Marruecos, el pasado noviembre, que dejó a los legisladores climáticos mundiales aturdidos. Pero entonces, en vez de sucumbir al pesimismo y romper sus compromisos con la reducción de carbono, todos los países firmaron la Proclamación de Marrakech, que reafirma completamente su compromiso con el Acuerdo de París.
De hecho, la victoria de Trump y sus tuits en los que dice que el cambio climático es un fraude parece haber galvanizado a los líderes mundiales y los activistas climáticos, en vez de dividirlos, como había pasado con la elección de George W. Bush en el año 2000 y su rechazo al Protocolo de Kioto.
“La respuesta a la pregunta de si [la posición climática de Trump] crea un telón de fondo complicado para las negociaciones es, claramente, sí”, dice Paula Caballero, directora global de programas climáticos para el Instituto de Recursos Mundiales (WRI, por sus siglas en inglés). “Como una antigua negociadora, sé que esta no es la primera vez que las negociaciones climáticas se han enfrentado a dificultades. Aun así, los países siempre han abierto paso en momentos difíciles”.
Esta semana en Bonn, los negociadores tendrán poco tiempo para los tuits de Trump a medida que se metan en el meollo de las labores de formular una política para crear un reglamento para la implantación del Acuerdo de París, que deberá estar listo para finales de 2018. Las temperaturas globales ya han aumentado 1 grado centígrado (1,8 grados Fahrenheit) desde 1880; el objetivo de París es mantener las temperaturas por debajo de otro grado centígrado para 2100. Y eso —como los científicos y otros expertos han advertido una y otra vez— no será nada fácil.
Para alcanzar ese objetivo y prevenir la mayoría de los impactos catastróficos del calentamiento global se necesitarán metas de reducción de carbono todavía más ambiciosas que aquellas promesas voluntariamente realizadas en París. También requerirá una mayor transparencia en la medición de las emisiones, además de miles de millones de dólares para preservar los bosques como sumideros de carbono y para ayudar a adaptarse a naciones vulnerables a crecientes sequías, al aumento del nivel del mar y a climas extremos.
Trump ha dicho que quiere decidir para finales de mes si empieza el proceso de cuatro años de retirada del Acuerdo de París, y sus asesores se han reunido este martes en sesiones de alto nivel para debatir el futuro de la implicación de los EE.UU. en el pacto.
De cualquier modo, se espera una delegación de negociadores estadounidenses del Departamento de Estado en Bonn, aunque la posición de enviado especial, el negociador principal de los EE.UU., no ha sido cubierta por Trump. En su lugar, la delegación será dirigida por un miembro del personal el Departamento de Estado, Trigg Talley, que sigue siendo —al menos por ahora— el enviado especial adjunto para el cambio climático, como lo era con Obama y con Bush.
Los EE.UU. enviarán a una delegación “mucho más pequeña” que en el pasado, según un funcionario anónimo del Departamento de Estado, citado por el Chicago Tribune, y estará centrada en asegurar que, en Bonn, no se llegue a ninguna decisión “que perjudique nuestra política futura, debilite la competitividad de las empresas estadounidenses o restrinja el crecimiento económico de los EE.UU.”. Según fuentes de Mongabay, esos objetivos podrían ser muy difíciles de alcanzar.
Pero incluso si la administración de Trump sigue estando indecisa en lo que se refiere al Acuerdo de París, los compromisos monetarios de los EE.UU. con el acuerdo ya están desapareciendo. Obama prometió 3 mil millones de dólares para el Fondo Verde para el Clima, pero solo entregó mil millones de dólares antes de acabar su mandato. Por ahora, el resto del dinero ha desaparecido. Se han recortado unos 2 millones de dólares para el Panel Intergubernamental sobre el Cambio Climático (IPCC, por sus siglas en inglés), que se centra en la investigación. Probablemente, también desaparecerán millones dados a la ONU para sus oficinas administrativas para el cambio climático en Bonn.
“Nadie está diciendo que dará un paso adelante y rellenará el vacío”, dice la argentina Mariana Pauncio-Feldman, directora general de Cooperación Climática Internacional para el Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF, por sus siglas en inglés). “Ese es el problema. Y será un tema de discusión central. Muchos países, necesitan el apoyo internacional para alcanzar sus objetivos [de reducción de carbono]. Podríamos estar preparándonos para verdaderos desafíos [económicos]”.
Entra China
No hubo ninguna duda, ni vacilación, cuando pregunté a los legisladores y los activistas quién rellenaría el vacío dejado en el liderazgo de la política climática: China.
“China está gastando 360 mil millones de dólares en renovables —principalmente en solar, con algo de eólica e hidráulica— para 2020”, dice Brandon Wu, el director estadounidense de política climática y campañas para ActionAid con sede en Londres. “Llevan tiempo por este camino y no muestran ninguna señal de desaceleración”.
El Presidente chino Xi Jinping ha reafirmado su compromiso con el Acuerdo de París y con una transacción estable hacia la eliminación de las centrales de carbón que han dejado las ciudades chinas envueltas en contaminación. Las fuentes enfatizan que el liderazgo de China y el atrincheramiento tras los combustibles fósiles por parte de Estados Unidos podría dejar al país fuera de la innovación de la energía limpia y los mercados internacionales, lo cual, probablemente, costará puestos de trabajo nacionales y credibilidad mundial.
India, el tercer mayor emisor de carbono del mundo, también está prometiendo una inversión pronunciada en energía renovable, al mismo tiempo que reduce el uso de carbón. La Unión Europea sigue apoyando totalmente el Acuerdo de París, con Alemania encaminada hacia conseguir el 50 por ciento de su energía a través de la energía eólica. Uruguay y Costa Rica ya casi se han liberado de su dependencia de los combustibles fósiles, mientras que Noruega y Suecia han prometido convertirse en neutrales en emisiones de carbono para 2030 y 2045 respectivamente. Corporaciones transnacionales han realizado promesas similares, incluidos el Banco de América, Facebook, General Motors, Microsoft, VF Corporation, Starbucks, Walmart e Ikea, entre docenas de empresas.
“El liderazgo internacional en el cambio climático es ahora más difuso que nunca, y otros países, grandes y pequeños, están dando un paso adelante para liderar dentro y fuera de las negociaciones”, dice Caballero de WRI.
Una variedad de fuentes camino de Bonn apuntan que, independientemente de las acciones federales de Trump, una gran parte de los Estados Unidos va por su propio camino. Las ciudades estadounidenses y los estados están invirtiendo fuertemente en energía solar y energía eólica, vehículos públicos eléctricos y alumbrado público basado en LED. La combustión de carbón para la producción de electricidad está decayendo rápidamente, al igual que la debilitada industria del carbón. Incluso cuando Trump proclama un renacimiento del carbón, los analistas se preguntan a quién va a vender su producto esa industria. Mientras tanto, la industria del petróleo está recortando su demanda a largo plazo y las previsiones de beneficios debido al rápido crecimiento de los coches eléctricos.
“Treinta estados han crecido económicamente y reducido sus emisiones”, dice Pauncio-Feldman de WWF. “Los beneficios de quedarse en el Acuerdo de París para la economía estadounidense son algo que debemos seguir explicando claramente. Cumplir con los objetivos [de París] significa más puestos de trabajo. Esto lo vemos en otros países. Podemos mostrar que el liderazgo de los EE.UU. no es siempre liderazgo nacional”.
Alex Hanafi, negociador climático del Fondo para la Defensa del Medio Ambiente en Washington D.C., dice que salir del Acuerdo de París probablemente dañará a los EE.UU. mucho más que al movimiento de acción climática mundial. Ve una paradoja en un aspecto específico del fracaso de Trump en liderar:
“El Presidente Reagan solía decir ‘confía pero verifica’, y los EE.UU. han promovido, durante años, el concepto de transparencia en negociaciones climáticas de manera bipartidista”, dice Hanafi. “Confiar y verificar son las bases del Acuerdo de París. Si EE.UU. deja el acuerdo, las reglas de transparencia —que ayudan a determinar si los países están cumpliendo sus promesas— probablemente no sean tan fuertes. Si no estamos en la mesa, no puedes influir en lo que está en la mesa. Es una pérdida clave para los EE.UU.”.
Justin Catanoso, colaborador habital de Mongabay, es profesor de periodismo en la Universidad Wake Forest en Carolina del Norte. Puedes encontrarlo en Twitter, @jcatanoso.
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