- En el norte de la ciudad, ciudadanos y ambientalistas trabajan con la CAR para consolidar la Reserva Thomas van der Hammen.
- En el sur, habitantes de Ciudad Bolívar sueñan con el Parque Ecológico Cerro Seco.
En la capital colombiana, dos comunidades -una del norte y otra del sur- defienden ecosistemas que consideran vitales para los habitantes y elevan su voz de protesta ante decisiones tomadas por la Alcaldía Mayor de Bogotá que, según indican, los afectarían.
En el norte de la ciudad, Sabina Rodríguez van der Hammen y otros activistas siguen en alerta por medidas que pondrían en peligro la consolidación de la Reserva Thomas van der Hammen, declarada como tal en el año 2011 para que el ecosistema que posee importante valores ambientales y biológicos no fuera alterado e impedir así que acciones humanas tengan un impacto negativo sobre los valores ambientales que le presta a la ciudad.
Sabina es nieta de Thomas van der Hammen, reconocido científico de origen holandés y nacionalizado colombiano.
La reserva fue concebida como vínculo natural entre los Cerros Orientales y el río Bogotá para promover la integración de los complejos de humedales de la sabana y los Cerros de Suba y la Conejera. Esta conexión es fundamental para la dinámica hidrológica de la sabana, así como para la conectividad y continuidad ecológica entre las poblaciones de fauna y flora en múltiples ecosistemas.
Si bien la Administración Distrital no ha presentado su propuesta de modificación de la reserva, que prevé su urbanización (el año pasado el Alcalde Mayor presentó su proyecto Ciudad Paz, definido por la alcaldía como un nuevo modelo de ciudad que se dividirá en cuatro componentes: Ciudad Norte, Ciudad Río, Ciudad Bosa-Soacha y Ciudad), sí avanzó en medidas que la afectan, explica Sabina Rodríguez van der Hammen.
“La principal es la expedición del Decreto 088 de 2017 que reglamenta el Plan Zonal Norte, conocido como Ciudad Lagos de Torca, que rompe con la conectividad en el sector del Humedal Torca-Guaymaral a ambos costados de la Autopista Norte al permitir la urbanización y usos industriales en esta zona, y no dejar ahí áreas verdes como lo ordenó el Ministerio de Ambiente en el año 2000”, señala Rodríguez.
En su página, la Secretaría Distrital de Planeación explica el proyecto: “Lagos de Torca tiene un área de 1803 hectáreas, de las cuales 550 ya están ocupadas por colegios, concesionarios y otros equipamientos, 370 serán construibles, 640 serán recreativas y de infraestructura pública y el restante es suelo de protección, que no se afectará, sino que se protegerá.”
La Veeduría Ciudadana y María Mercedes Maldonado, vocera de la organización, presentaron una acción de cumplimiento aún por resolver ante el juez administrativo, para echar atrás la decisión contenida en el decreto 088 expedido por la Secretaría Distrital de Ambiente (SDA), que permitiría la urbanización y usos industriales en parte de la zona que ciudadanos procuran proteger.
Simultáneamente a estas acciones jurídicas, la ciudadanía impulsa diversas actividades. El 7 de agosto, fecha del cumpleaños de la capital, organizaron la jornada #UnÁrbolParaLaReserva a través de la cual invitaron a los ciudadanos a regalarle un árbol a Bogotá para sembrarlo en la reserva.
Cientos de ciudadanos regalaron más de 3000 árboles que no fueron recibidos por la Alcaldía, explica Sabina. Actualmente trabajan con la Corporación Autónoma Regional de Cundinamarca (CAR) en siembras conjuntas y en lograr acuerdos entre propietarios, ciudadanía e institucionalidad.
Mirando al sur
Mientras eso ocurre en el norte de la ciudad, en el sur, en Ciudad Bolívar, la comunidad sueña desde hace más de 15 años que Cerro Seco sea declarado oficialmente como Parque Ecológico. Cerro Seco es un ecosistema importante en esta área a la que coloquialmente denominan la Van der Hammen Sur.
En febrero la SDA de la Alcaldía Mayor de Bogotá expidió la Resolución 520, que derogó la resolución del 2013 que protegía Cerro Seco- Arborizada Alta, y determinó que este ecosistema no tiene el valor ecológico y ambiental que estudios previos le otorgaron.
La resolución derogada contemplaba medidas para conservar 148.14 hectáreas en la localidad de Ciudad Bolívar, en el límite del borde urbano del sur de Bogotá, que colinda con la urbanización Arborizadora Alta, la mina de Cerro Colorado, Jerusalén, Potosí y el municipio de Soacha.
La protección incluía, por ejemplo, prohibición de acciones humanas que afectan la cobertura vegetal y control a desarrollos urbanísticos. El artículo cuarto también disponía que la SDA efectuara las acciones necesarias para obtener la declaratoria del área como Parque Ecológico Distrital de Montaña.
La reciente resolución concluyó, sin embargo, que “la alta fragmentación que se observa en el área Cerro Seco – Arborizadora Alta, se produjo por las acciones antrópicas que causaron la reducción en el hábitat y generaron fuertes implicaciones en la conectividad ecosistémica y su conservación”. Los pocos relictos arbustivos, se indica, han sido desplazados por la actividad humana.
Fue un duro golpe para la comunidad que insiste en proteger este ecosistema y en que el distrito lo declare como Parque Ecológico Distrital de Montaña.
La categoría de parque ecológico es definida en el Plan de Ordenamiento Territorial (POT) como un área de alto valor escénico y/o biológico que, por sus condiciones de localización y accesibilidad, se destina a la preservación, restauración y aprovechamiento sostenible de sus elementos biofísicos.
Mongabay Latam contactó a la Secretaría Distrital del Ambiente para indagar acerca de su postura sobre su visión de ciudad, Cerro Seco y las razones por las cuáles consideraron más válido científicamente su informe técnico que el anterior, pero al cierre de este reportaje no obtuvo respuesta.
Potencial ecosistémico de Cerro Seco
En el 2013 se protegió Cerro Seco con fundamento, entre otros, de un informe técnico de la SDA que estableció como objetos de conservación la alondra cornuda (Eremophila alpestris) y el ecosistema subxerofitico.
Este es un ecosistema poco estudiado y poco protegido. “Al recorrerlo y ver en detalle la superficie del suelo puede verse que hay una diversidad enorme. Puede tener en un metro cuadrado más de 30 especies entre gramíneas, pastos y otra diversidad de especies que son únicas de este ambiente seco”, explica el biólogo David Rivera.
En el ambiente seco de Ciudad Bolívar, la baja precipitación generó esa vida perfectamente adaptada a la sequía y formó pastizales, matorrales y bosques secos. En algunos lugares, a 3000 metros, se puede hablar de transiciones de páramos bajos secos que no han sido explorados suficientemente, explica Rivera a Mongabay Latam.
Una de las especies que se encuentra en ese ecosistema es el hayuelo. “Es un arbusto necesario para la recuperación de suelos y zonas erosionadas por su resistencia y adaptación a estas condiciones rústicas. Es de fácil propagación y cuando en su hábitat forma matorrales densos, configura un hábitat de mejor calidad, pero está desapareciendo también este tipo de comunidad vegetal”, señala Rivera.
En Cerro Seco hay un complejo sistema de drenajes que forman quebradas temporales, con agua que desaparece en la época seca, y algunas quebradas de cauce permanente que crean hábitats especiales con sus bosques de alisos, espinos y coronos para el cangrejo de la sabana y el amenazado pez llamado capitán de la sabana, añade Rivera.
Los ecosistemas subxerofiticos, como el de Cerro Seco, cumplen funciones importantes como controlar inundaciones y crecientes, estabilizar microclimas y ser hogar de especies como la mencionada alondra cornuda.
“Para la conservación de la alondra debemos conservar estos últimos parches y fragmentos de ecosistemas secos en los cerros del sur de Bogotá. Cerro Seco- Arborizadora Alta”, dice Rivera.
El experto añade que “lamentablemente, lo que prima aquí es el interés de urbanizar esas áreas que son muy vulnerables por el tipo de suelo. Son zonas que deberían preservarse para las recargas de los acuíferos, es decir, de las fuentes hídricas en esa zona, para la conservación de su fauna y de su flora”.
Julián Arana es docente y participa en procesos sociales en defensa del ecosistema y las lagunas. “Nosotros empezamos un trabajo de protección, de limpieza, de educación ambiental con dos colegios y a ese ejercicio lo llamamos Red en defensa de la laguna trompetica. Nos juntamos con otras organizaciones en el barrio Potosí y después formamos la mesa ambiental No le Saque la Piedra a la Montaña”, recuerda.
Se concentraron entonces en el conflicto extractivo. La movilización comunitaria contra la minería en Cerro Seco rindió sus frutos. Los habitantes lograron que se cerrara una cantera.
“Cuando inicia el proceso averiguamos acerca de la legitimidad de las canteras que se encontraban en Arborizadora Alta. Había incumplimientos que tienen que ver no solo con la licencia ambiental y con el contrato firmado”, dice a Mongabay Latam la abogada Mayerly Garzón.
Gracias a una acción popular que interpuso la comunidad, el Tribunal Administrativo de Cundinamarca otorgó medidas cautelares en octubre de 2016. En la actualidad hay un litigio entre varios particulares en el área donde funcionaba esa cantera. “Nosotros no queremos desconocer los derechos de los particulares, lo que solicitamos es que el distrito tenga un presupuesto para comprar la montaña. Le hemos planteado al Concejo de Bogotá que se genere un rubro para comprarlo”, aclara Garzón.
Cerro Seco es clave para la transformación de los menores que viven en medio de pobreza, violencia e inseguridad, pero también de personas soñadoras y propositivas como Darling Molina, un estudiante de trabajo social de 19 años. “La montaña es un escenario de encuentro. Es importante que en los barrios populares haya acceso y un ambiente sano, digno”, manifiesta.
La abogada Mayerly Garzón explica que se debe demostrar que existen valores ecológicos determinantes para el equilibrio ambiental de la ciudad y se planea interponer una acción de nulidad contra la resolución que afecta a Cerro Seco.
Un fantasma que ronda
Los activistas consultados creen que como ya no se puede hacer minería, la disputa es por la urbanización, un fantasma que ronda desde hace años.
La resolución derogada se refería a un proyecto pendiente en la zona: “El Plan Parcial Ciudad Bolívar 75 – Azoteas se traslapa totalmente con el polígono definido para el área que será declarada como protegida dentro del proceso de revisión del Plan de Ordenamiento Territorial y plantea la reubicación de 400 familias en el predio denominado la Azotea, lo que generaría afectación de la estructura y función del ecosistema, ya que la cobertura vegetal y las especies de fauna endémicas desaparecerían por la pérdida de sus hábitats naturales.”
Consultada por Mongabay Latam, Úrsula Ablanque, directora de planes parciales de la Secretaría Distrital de Planeación, aseguró: “Para avanzar en un plan parcial de desarrollo urbano se requiere de una solicitud expresa y radicada por iniciativa de un promotor o de iniciativa ciudadana. Actualmente no existe ninguna solicitud radicada ante la Secretaría Distrital de Planeación para adelantar el Plan Parcial Ciudad Bolívar 75 Azoteas”.
Pese a lo expresado por la Secretaría Distrital de Planeación, la comunidad está preocupada por la frontera urbana y la delimitación del Borde Sur, una propuesta planteada por la comunidad en la zona sur de la capital colombiana.
Julián Arana lo explica así: “Nuestra intención es que se cree un cordón, una franja de transición urbano rural en la que se protejan cinco parques que garanticen la conservación de la estructura ecológica y la vocación agropecuaria” señala. “La propuesta del corredor del Borde Sur es un instrumento que deseamos concretar en el POT, que está en proceso de actualización. La alcaldía local y distrital le apuestan a la construcción y nosotros a la conservación”, añade.
Modelos de ciudad enfrentados
Gustavo Carrión, Director de Planeación de la Secretaría Ambiental de la anterior administración distrital, quien tuvo a su cargo asuntos de ordenamiento ambiental, entre ellos la revisión técnica de Cerro Seco, considera preocupante lo que ocurre “por lo que ha sido la evolución de las políticas de ordenamiento ambiental en Bogotá y el intento de borrar políticas públicas, en materia ambiental, de muchos años atrás”.
Al preguntarle por la relación entre la lucha por preservar la reserva Thomas van der Hammen y Cerro Seco, explica que ambos procesos representan luchas técnicas y jurídicas que tienen que ver con un modelo de ciudad que presta mayor importancia a espacios no solo para la recreación activa, sino para la contemplación y los servicios ambientales.
Para María Mercedes Maldonado, a las iniciativas por preservar la reserva Thomas van der Hammen y Cerro Seco las une la defensa ambiental contra la expansión urbana indiscriminada. Sin embargo resalta una diferencia: “Cerro Seco tiene un componente social mucho más fuerte: Ciudad Bolívar es una localidad que se construyó mayoritariamente de manera informal, con mayores déficits de espacio público y ha recibido la mayoría de usos urbanos de impacto como la minería. Ese proceso incorpora en la discusión ambiental un imperativo de equidad territorial”.
Sabina van der Hammen ve en ellas otro aspecto común: la derogatoria, con un sustento técnico débil, de medidas de protección sobre estas áreas. “En el caso de la reserva, la Secretaría de Ambiente derogó los polígonos que ampliaban el Humedal Torca Guymaral justo en la franja de conexión que hoy está en pleito con el Decreto de Lagos de Torca. En Cerro Seco, derogó las medidas de protección sobre 148 hectáreas de este ecosistema”.
En Cerro Seco, Andrey Téllez, docente y líder en Ciudad Bolívar describe otras similitudes: “Así como está Van der Hammen, como se pelean ese espacio en el norte de la ciudad, desde el sur estamos diciendo: ¡Escuchen, aquí también tenemos una Van der Hammen! Compartimos la lucha por proteger ecosistemas estratégicos e impedir el crecimiento desorbitado y desordenado”.