- El proyecto busca monitorear por primera vez toda una reserva protegida en tiempo real.
- El reto consiste en integrar el paisaje sonoro con las imágenes capturada por las cámaras trampa.
Cuando los investigadores Emiliano Esterci y Michel André se conocieron hace tres años no imaginaron que iban a revolucionar la forma de observar la biodiversidad en la Amazonía. Ambos tenían ya experiencia con tecnología aplicada al monitoreo de especies: Esterci desde las imágenes y André desde los sonidos.
En esas conversaciones científicas nació el Proyecto Providence, un sistema de monitoreo del paisaje amazónico en tiempo real que integra audio y video.
“Con Emiliano pensamos en unir la tecnología visual y acústica para crear un sistema de monitoreo que permitiera reconocer, de forma automatizada y en tiempo real, las especies silvestres de la Amazonía. Así surgió la idea, que nadie había probado hasta ahora, de desarrollar estos módulos que captan imágenes y sonido con el fin de estudiar la biodiversidad amazónica”, explica André, presidente de The Sense of Silence Foundation y director del Laboratorio de Aplicaciones Bioacústicas (LAB) de la Universidad Politécnica de Cataluña, en España.
Los módulos o sensores Providence, como se denominan estos modernos equipos, capturarán, identificarán y transmitirán sonidos e imágenes de la fauna silvestre en la Amazonía. “Una computadora instalada en el módulo clasifica animales e insectos, los identifica por su especie, en tiempo real, y registra la fecha y hora exacta de su aparición”, explican en el sitio web.
Las imágenes se graban en alta definición, incluso de noche con dispositivos infrarrojos. Los sonidos son capturados por micrófonos en frecuencias que el oído humano no logra captar. Esta información se envía por satélite o wifi aun servidor para que sean accesibles a través del sitio web del Proyecto Providence.
“Nuestra misión es crear un sistema que permita a la sociedad conocer, de manera amplia, lo que pasa con la biodiversidad de la Amazonía”, explica Esterci, coordinador del Proyecto Providence y responsable de Monitoreo del Instituto Mamirauá, en Brasil.
Los primeros diez módulos se instalaron la última semana de marzo, en la Reserva de Desarrollo Sostenible Mamirauá, la primera en Brasil que concilió la conservación de la naturaleza con la mejora de la calidad de vida de las comunidades que habitan en ella. “Los métodos que hasta ahora hemos tenido para monitorear la biodiversidad no nos ofrecen respuestas rápidas sobre lo que está pasando en la Amazonía”, manifiesta el coordinador del proyecto.
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Monitoreo en toda una reserva
El coordinador del proyecto explica que en esta primera fase de Providence, se busca comprobar este nuevo concepto en tecnología. La etapa se cerrará en agosto para dar paso a la instalación de 100 módulos Providence en toda la reserva.
“Mamirauá será la primera reserva monitoreada completamente en tiempo real”, agrega Esterci y explica que se trata de un área desafiante. “Si funciona aquí, podrá instalarse en cualquier lugar del mundo”, señala en referencia a las condiciones ambientales del lugar que se inunda durante aproximadamente cuatro meses al año.
Hasta ahora, a nivel acústico, se ha logrado determinar un patrón acústico para 40 especies diferentes, entre acuáticas, terrestres y anfibias. “Ha sido un reto porque en la Amazonía hay muchos sonidos que se confunden, y debíamos ser capaces de identificar los parámetros para identificar a cada especie. Lo hemos logrado con estas 40 especies y hasta ahora funciona bien”, dice el investigador del Laboratorio de Aplicaciones Bioacústicas, quien desde hace 25 años se dedica a estudiar los sonidos de especies acuáticas.
Entre los animales elegidos inicialmente están el jaguar (Panthera onca), el delfín rosado (Inia geoffrensis), algunos macacos y algunas aves. “Las primeras diez especies tenían un valor simbólico para la selva, pues eran especies de las cuales no tenemos muchos datos y son vitales para el equilibrio de la biodiversidad”, comenta André.
Un segundo reto consiste en integrar el paisaje sonoro con las imágenes capturadas. Por ejemplo, explica André, un jaguar que es captado por las cámaras, puede permitirnos saber cómo se configura el entorno a través de los cambios en el paisaje sonoro. “Aunque no podamos ver el resto de animales, gracias a la acústica seremos capaces de recomponer este paisaje y entender la relación entre determinada especie y el resto la fauna. Es un objetivo a largo plazo que nos permita entender realmente la biodiversidad a través de la combinación de imágenes y sonidos. Esto no se había hecho hasta ahora”.
Y el tercero, ha sido lograr que esta información se transmita en tiempo real a los servidores del proyecto. “Es es un reto porque estamos en la Amazonía, donde los medios de transmisión son pobres debido a la configuración propia a la selva. Sin embargo, desde el primer día de la instalación de los módulos comenzamos a recibir datos en el servidor”, comenta el director del laboratorio de bioacústica.
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Traspasando fronteras
El plan de Providence es instalar estos módulos en toda la Amazonía sudamericana para contar con un observatorio de biodiversidad amazónica en tiempo real. Una propuesta ambiciosa que tanto Esterci como André consideran realizable. La idea es reducir el tamaño y el costo de los equipos que ahora bordean los cinco mil dólares.
Adicionalmente, planean construir una plataforma online que ofrecerá información en base a los datos obtenidos para que cualquier persona en el mundo pueda tener acceso a ella. “Vamos a generar información divertida para jóvenes para que puedan entender cuál es la situación de la fauna amazónica y se interese por su conservación”, explica Esterci.
Por otro lado, con esta tecnología se podrá seguir en tiempo real la evolución de esta vida y por tanto identificar las amenazas, los problemas, y entender los retos que estas especies enfrentan en la Amazonía.
El experto en bioacústica cree que con este sistema se entenderá mejor el equilibrio de los componentes de la biodiversidad y se comprenderá cómo funciona la vida en la Amazonía en función de parámetros como cambios de temperatura o apariciones de actividad humana. “Si somos capaces de alertar estos cambios, sabremos que algo está pasando. Hoy contamos con esta tecnología que hace unos años no podíamos ni imaginar”.
“El nombre Providence es una referencia a los encuentros que se tuvieron que materializar para llegar al proyecto”, dice André. “Ahora, un año y medio después del inicio sabemos que funciona”, agrega.
Foto de portada y vídeos: Proyecto Providence
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