- El incremento descontrolado de la presión extractiva sobre las especies que componen esta pesquería, hicieron que actualmente ésta se encuentre en una situación de alta vulnerabilidad.
- “Al igual como sucede en un bosque sobre la tierra, al ser arrasado, toda la vida que habita en él también desaparece”.
Hace unos 40 años, recolectar algas en las playas de Chile consistía básicamente en una actividad informal, para una economía de subsistencia. En los años 90, el desarrollo de la industria transformó la forma habitual de operación para convertirse en una comercial regulada. A partir de entonces, los desembarques de algas fueron en aumento y en 2013 llegaron a su pico histórico superando las 500 000 toneladas. Recoger algas se convirtió, de pronto, en una actividad incluso más rentable que la pesca. Los años que siguieron, los desembarques disminuyeron estabilizándose en torno a las 300 000 toneladas, hasta el día de hoy.
La mayoría de este recurso está conformada por macroalgas pardas, conocidas también como Huiros. El Huiro negro, el Huiro palo y el Huiro flotador representan hoy el 61 % de los desembarques totales de algas del país. El 90 % de ellos se transforma en alga seca picada, o chipiada, para ser exportada a China, seguido de Japón, Noruega y Francia, donde es utilizada para producir espesantes alimenticios, cosméticos, fármacos y comida para animales.
El aumento en la demanda también modificó las formas en que tradicionalmente se obtenía este recurso. De la recolección de las algas varadas naturalmente en las playas, los pescadores pasaron a extraerlas por medio del “barreteo” arrancándolas de raíz, con un chuzo, desde el mar. Fue así como “el incremento descontrolado de la presión extractiva sobre las especies que componen esta pesquería, hicieron que actualmente esta se encuentre en una situación de alta vulnerabilidad” señala un informe del Servicio Nacional de Pesca.
Praderas completas de algas fueron arrasadas en el norte de Chile y con ella, la rica biodiversidad que caracteriza a toda la costa americana del sur del Pacífico.
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La importancia ecológica de las algas
Las algas pardas, que son catalogadas como macroalgas, forman bosques submarinos y, al igual que los bosques en la tierra, en ellos vive una extraordinaria diversidad de especies. Estos bosques submarinos “son el lugar de reproducción, de asentamiento y de refugio de hasta 150 especies” asegura Erasmo Macaya, biólogo marino experto en algas, investigador del Núcleo Milenio Ecología y Manejo Sustentable de Islas Oceánicas ESMOI, de la Universidad de Concepción. De todas ellas, varias son de importancia comercial como las lapas o las jaibas que se refugian en estos bosques. Las larvas de las especies bentónicas, es decir, de aquellas que viven en el fondo del mar, se asientan en estas algas para crecer. Así lo hace el loco, un marisco endémico de Chile y de parte del Perú. También “rayas y tiburones dejan anclados sus huevos en estos bosques” dice Macaya.
Sin embargo, las algas pardas están siendo fuertemente sobreexplotadas en Chile y con ellas, la gran biodiversidad asociada. “Al igual como sucede en un bosque sobre la tierra, al ser arrasado, toda la vida que habita en él también desaparece” explica el biólogo. Sin embargo, “no es tan evidente como lo es la deforestación en la tierra. Lo que ocurre bajo el mar, la gente no lo ve a menos que bucee. Por lo tanto es difícil crear consciencia sobre este problema” agrega.
El huiro negro, que puede llegar a medir hasta 4 metros, vive a lo largo de toda la costa de Chile como un cinturón de algas en la zona intermareal, en la frontera del mar y la tierra. Acceder a él es por ende fácil, lo que lo hace más susceptible a ser sobreexplotado y de hecho lo es. El huiro palo, en cambio, se encuentra derechamente bajo el agua, en ambientes submareales, y para extraerlo es necesario hacerlo mediante el buceo. Aun así, es la segunda especie de alga parda más explotada del país, después del Huiro negro.
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Tráfico de algas
En 2017, los desembarques de la segunda, tercera y cuarta región de Chile, que es donde más se extraen algas, alcanzaron, según las cifras oficiales, 203 850 toneladas de Huiro negro y 56 918 toneladas de Huiro palo. De este total, los más grandes desembarques corresponden a la tercera región de Atacama con 86 000 y casi 17 000 toneladas de Huiro negro y palo respectivamente.
Sin embargo, estas cifras no contemplan una dinámica actividad ilegal en la extracción de huiros. Según Claudio Ramírez, Director Regional del Servicio Nacional de Pesca en Atacama, entre enero y septiembre del 2018, “se cursaron 85 causas en tribunales, de las cuales 48 corresponden a extracción de Huiro negro. Hasta ahora se han incautado 194.8 toneladas de recurso físico, lo que equivale a una cantidad de 77 millones de pesos” (poco más de $US 100 000). Sin embargo, “la real magnitud del problema no la tenemos porque es muy difícil de detectarlo” señala Ramírez.
Según la autoridad, “donde se produce la mayor evasión es en los comercializadores”, es decir, aquellas personas que compran los huiros a los pescadores para venderlos a las 745 plantas procesadoras de algas que, en total, operan en todo el país.
La extracción y recolección de algas está regulada con un sistema de cuotas, por períodos de vedas y solo está autorizada a aquellas personas que se encuentran registradas para realizar esta actividad. “Todos ellos tienen un código, personal e intransferible, con el cual deben declarar sus desembarques” explica Ramírez. Dicho código, busca poder tener una trazabilidad del recurso. El problema es que “muchos recolectores autorizados prestan su clave de trazabilidad a gente que no tiene autorización” agrega Ramírez. Así mismo, “las personas entregan sus claves a los comerciantes para que ellos declaren los desembarques”, explica Domingo Carvajal, buzo y recolector de algas. De esta manera, intermediarios declaran desembarques ilegales a nombre de personas autorizadas, blanqueando así las “algas negras” para luego venderlas a las empresas.
Domingo no ha entregado nunca su clave a otra persona, aunque es su hijo quien le declara los desembarques. Y es que las declaraciones de todos los recursos extraídos del mar deben realizarse vía internet y “a mí eso se me va en collera. No sé cómo se hace” dice. Así como Domingo, muchos pescadores señalan no tener tiempo, ni ganas, ni paciencia de lidiar con una tecnología que no entienden.
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Pescadores organizados
En la caleta de Punta de Choros, cerca de la Reserva Nacional Pingüino de Humboldt y las reservas marinas Isla Choros y Damas, los pescadores artesanales tienen sus propias reglas.
Hace unos años que entre ellos decidieron que el barreteo de huiros estaba prohibido y que quien incumpliera con esa ley autoimpuesta, sería sancionado con la expulsión de la organización de pescadores. Oscar Avilés, presidente de la organización de pescadores artesanales de Punta de Choros, asegura que no es fácil mantener la disciplina, pero que pertenecer a la organización tiene beneficios como que “si muere algún pescador, o un familiar cercano, la organización paga todos los gastos funerarios. Tenemos un seguro de salud y también la organización hace préstamos”.
En opinión de Avilés, eso ha ayudado a que las reglas se cumplan. Pero también asegura que “hay una gran consciencia en la caleta de que si conservamos las praderas de algas, naturalmente se desarrolla la cadena trófica y los otros productos que nosotros comercializamos” dice. La caleta de Punta de Choros se caracteriza por ser una de las más productivas del país desde donde se extraen principalmente locos, lapas y almejas.
Una investigación para estudiar la salud de la biomasa de algas pardas, está siendo desarrollada actualmente por encargo de la Subsecretaría de Pesca. Claudio Ramírez asegura que, si bien las cuotas de extracción de huiros en la región de Atacama están cerradas hasta el 2019 “a partir de los resultados preliminares de esta investigación, se abrió una cuota extra de extracción por 3500 toneladas de alga varada”. Dicha cuota aún se encuentra en proceso de redacción de decreto, pero se espera sea repartida para lo que queda del año 2018.
Foto Portada: Sernapesca.