- La ballena Franca Austral del Pacífico sudeste está en Peligro Crítico según la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza.
- Como parte de las acciones para proteger a esta especie, la Comisión Ballenera Internacional organizó el primer taller multinacional para capacitar a personas, principalmente de Chile y Perú, en el desenmalle de cetáceos
El enmallamiento de mamíferos marinos ha sido reconocido como una fuente importante de mortalidad para muchas poblaciones de cetáceos. De hecho, según la Comisión Ballenera Internacional, se estima que más de 300.000 ballenas y delfines, en todo el mundo, mueren anualmente enredados en artefactos de pesca.
Como parte de un plan de acción para enfrentar este problema, la Comisión Ballenera Internacional (CBI), desarrolló el primer taller Multinacional de Entrenamiento para la Atención y Respuesta a Enmallamientos y Varamientos de Grandes Cetáceos. El objetivo: fortalecer la capacidad de los Estados, para responder ante este tipo de eventos, capacitando a personas en el rescate de los animales y en el diagnóstico en caso de muerte.
El taller estuvo dirigido a científicos y funcionarios públicos de Chile y Perú, hábitat de una de las especies más amenazadas en el mundo: la ballena Franca Austral del Pacífico Sudeste.
Esta especie “es, actualmente, una de las más amenazadas en el mundo” asegura Bárbara Galletti, directora del Centro de Conservación Cetácea en Chile (CCC). Con una estimación de apenas 50 individuos adultos, la ballena Franca Austral, que nada exclusivamente en aguas chilenas y peruanas, está catalogada como En Peligro Crítico según la Lista Roja de Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN). Según estudios científicos realizados por CCC, el número de ejemplares de ballena franca austral no estaría aumentando y “el número de hembras reproductivas podría ser tan bajo como siete”.
Ballena Franca Austral – Quintay from Pakidermo LAB on Vimeo.
El biólogo chileno Juan Capella, quien se ha especializado en el estudio de cetáceos, explica que la ballena Franca Austral “sufrió una caza indiscriminada lo que redujo notablemente su población”. Los movimientos lentos que la caracterizan la hicieron favorita de los cazadores al ser más fácil de atrapar. Hoy, aunque su caza ya no está permitida, la poca cantidad de individuos, en esta parte del Pacífico, ha impedido que la población se recupere puesto que “al ser muy pocos, tienen bajas posibilidad de encontrarse en el mar para reproducirse” explica Capella.
Lo anterior, motivó a la Comisión Ballenera Internacional crear, en 2012, el Plan de Conservación y Manejo para la ballena Franca Austral (PCM): “una plataforma de coordinación multilateral para avanzar en la identificación e implementación de estrategias de conservación para esta población”.
Galletti, coordinadora del PCM, señala que entre 2014 y 2017 hubo dos reportes de ballenas Franca Austral enmalladas en Chile, una de las cuales fue reportada como muerta. En el primer caso, ocurrido en la costa centro sur del país, el Centro de Conservación Cetácea, en coordinación con el Servicio Nacional de Pesca y con apoyo de la Armada, pusieron en marcha un operativo de rescate al día siguiente de haber recibido la alerta, cuenta Galletti. Sin embargo, “cuando llegamos al lugar, no la encontramos”. Es por ello que enfatiza en la necesidad de dar asistencia “dentro de las siguientes horas de reportado el caso. Al día siguiente ya es demasiado tarde”, asegura. En lo que respecta al segundo caso, registrado en Chiloé, al sur del país, “la encontramos viva aunque en muy malas condiciones. Luego, cuando volvimos, estaba muerta y pudimos ver que tenía marcas evidentes de enmallamiento” señala Galletti. “Considerando el nivel poblacional crítico de esta especie, que una sola ballena muera por enmallamiento es gravísimo” agrega.
Consciente de ello, la Comisión Ballenera Internacional creó, en el marco del PCM, el Primer Taller Multinacional de Entrenamiento para la Atención y Respuesta a Enmallamientos y Varamientos de Grandes Cetáceos.
Durante el taller, auspiciado por el Gobierno del Perú, la Comisión Ballenera Internacional, la Comisión Permanente del Pacífico Sur y de Cetacean Society, se dictaron cursos teóricos y también prácticos para saber cómo realizar eventos de rescate a grandes cetáceos enmallados y necropsias a animales varados para determinar eventuales causas antropogénicas.
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El despliegue de rescate
La bióloga Elisa Goya, de la Oficina de Investigaciones en Depredadores Superiores del Instituto del Mar del Perú, explicó que antes de ejecutar el plan de rescate es necesario evaluar la factibilidad del mismo. Las condiciones climáticas, el lugar en dónde está ocurriendo el evento y la hora, son algunas de las consideraciones a tomar en cuenta para no poner en riesgo ni a los rescatistas ni al animal.
La sesión práctica del taller, realizada en el mar, consistió en una simulación de rescate. “Se utilizó una embarcación para simular la ballena. Luego de evaluar la factibilidad de desenmallarla, comienza la aproximación al animal, con el objetivo de cortar la red con un instrumento que tiene un cuchillo curvo. El filo va por dentro, de manera de proteger a la ballena de un posible corte. Pero es una maniobra que requiere mucho cuidado y mucho entrenamiento” señala Goya.
Según un comunicado del PCM “es importante tener en cuenta que las personas capacitadas deben estar empoderadas para implementar los conocimientos adquiridos una vez finalizado el taller”. Y es que, según Juan Capella, “se requiere de personas que tengan ciertas características personales”. Entre ellas, “que puedan evaluar la situación, que tengan cabeza fría y que tengan las condiciones físicas para hacerlo”.
Capella, quien asistió al taller, explica que los riesgos en este tipo de rescate son altos debido a que “una ballena que está enmallada está estresada, porque tiene dificultades para respirar y se siente limitada en su movimiento, por lo que puede tener reacciones violentas”. Es así como “un golpe o un giro rápido del animal puede botar a una persona al agua; esta se puede herir con las herramientas corto punzantes que se utilizan o se puede enredar en las cuerdas y cabos que están afirmando todo este material de rescate” dice el biólogo. Es por ello que la maniobra requiere entrenamiento para poder hacerla “de manera responsable y segura” agrega.
Si bien este taller fue enfocado en la ballena Franca Austral “es aplicable a cualquier otro tipo de especie que se encuentre enmallada” explica el biólogo. Además, “dado que cada vez hay más pesca en las aguas chilenas y que las poblaciones de ballenas se han ido acercando a la costa, es posible que aumenten los casos de enmallamiento” apunta. Y es que, según explica, “algunas poblaciones están incrementándose en número y están colonizando, yendo a lugares productivos donde encuentran los alimentos. Como las zonas costeras son más productivas que las oceánicas, entonces se acercan a comer” dice.
Lo anterior aumenta la necesidad de capacitar personal para realizar operativos de rescate y ese es justamente el propósito de estos talleres. Actualmente, existen unas 30 personas capacitadas, tanto en Chile como en Perú, y “la idea es generar redes nacionales para dar asistencia oportuna y efectiva a los animales” dice Galletti.
En el caso de la ballena Franca Austral, los mayores esfuerzos están depositados en Chile debido a que la población se concentra mayoritariamente en este país. “La altura de Lima, en Perú, es aproximadamente el límite norte hasta donde se desplaza esta especie” explica Galletti.
Elisa Goya agrega que el Plan de manejo y Conservación se encuentra desarrollando al mismo tiempo otras acciones que apuntan a la conservación de la ballena Franca Austral. Debido a que “no se sabe mucho acerca de esta especie, en esta parte del mundo, a través de la acústica se está intentando determinar sus áreas de concentración” señala Goya.
En efecto, agrega que “se han instalado dos hidrófonos en Chile y se está evaluando la posibilidad de instalar uno en Perú para el año 2020”. Se espera que, a través de estos micrófonos submarinos, que capturan las vocalizaciones de las ballenas, los científicos puedan saber más acerca del comportamiento de esta amenazada especie. Y es que, en la medida en que aumente el conocimiento, se podrán emprender acciones que puedan ayudar a protegerla. Así, con el correr de los años, quizás puedan encontrarse entre ellas con mayor frecuencia en las aguas del Pacífico del sudeste y recuperar así, poco a poco, su diezmada población.
Foto Portada: Juan Capella