- El cambio climático y la pérdida de hábitat ha hecho que especies de tierras bajas lleguen a la sabana de Bogotá y que otras que era típicas opten por mayores alturas.
- Los efectos del desplazamiento de algunas especies de aves siguen siendo desconocidos y se requieren estudios complejos.
El altiplano cundiboyacense, en el centro de Colombia, y que a la altura de Bogotá tiene una elevación promedio de 2640 metros sobre el nivel del mar, es un lugar importante de endemismos. Sin embargo, paisajes naturales como bosques y humedales han disminuido al convertirse en potreros, zonas de cultivo y áreas de expansión urbana. Esto se ha traducido en pérdida de hábitat para varias especies, y sumado al calentamiento global ha llevado a que, sobre todo las aves, se estén desplazando definitivamente a ecosistemas de mayor altura.
Varias especies de aves fueron registradas en ambientes naturales con alturas y temperaturas diferentes a las que habitan, como consecuencia del aumento de la temperatura en la Sabana de Bogotá. De acuerdo con el estudio ‘Changes over 26 Years in the Avifauna of the Bogotá Region, Colombia: Has Climate Change Become Important?’ de los profesores Gary Stiles, Loreta Rosselli y Susana De La Zerda, se registraron 235 aves en Bogotá, incluyendo 46 migrantes, 3 endémicas y 4 subespecies endémicas ─2 amenazadas a nivel global y 4 a nivel local─. Entre las conclusiones se logró determinar que la riqueza de especies fue mayor en las áreas rurales que en las urbanas y la mayoría de las especies se asociaron con bosques nativos, matorrales y humedales.
Para llegar a estos resultados utilizaron el conteo navideño de aves organizado por la Asociación Bogotana de Ornitología (ABO) ─considerado el seguimiento más antiguo de Colombia a un grupo de vertebrados terrestres─ durante 26 años. El muestreo se hizo en un círculo de centro fijo de 24 kilómetros de diámetro. Encontraron que 31 % de las especies aumentaron sus poblaciones en la zona y 20 % de ellas disminuyeron. Los incrementos se asocian a aves provenientes de tierras más bajas y las disminuciones a especies que se desplazaron altitudinalmente durante los años monitoreados.
Para la ornitóloga Loreta Rosselli, estos fenómenos responden a varias situaciones. La más importante es la pérdida completa y/o fragmentación del hábitat de las especies ─no solo de aves─ . En la sabana de Bogotá, y en general en el altiplano cundiboyacense, la pérdida de hábitat es muy marcada porque es la zona con más antiguo poblamiento, mayor cantidad de desarrollo urbano y más población, lo cual se agrava al considerar que es un sitio de endemismo de particular importancia. “Es como una isla gigante pero de tierras altas donde la pérdida de bosques y de humedales es bastante grave”.
Otra de las amenazas es efectivamente el cambio climático, “y además es sinérgica con la pérdida de hábitat porque, si se ha perdido el ecosistema o está fragmentado, esto se junta con el aumento de la temperatura y sus efectos se vuelven más intensos. El cambio climático es una amenaza que, si bien todavía no es la principal, viene creciendo a pasos agigantados”, le asegura Rosselli a Mongabay Latam.
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Impactos del desplazamiento de aves
Además de ser una amenaza creciente para la biodiversidad, causando desplazamiento a mayores alturas, el cambio climático está afectando las temporadas habituales de reproducción de las especies; y en los ecosistemas, genera alteraciones en su composición y estructura.
Esto último es algo que preocupa a los científicos pues los estudios que demuestran los impactos ecológicos de los desplazamientos de las aves son de largo plazo, complejos y hasta ahora no hay ninguno concluyente. Aun así, Rosselli cree que debe haber cambios importantes. “Si un colibrí desaparece de la sabana de Bogotá y se va para Chingaza (Parque Nacional cercano a la capital) entonces las plantas se quedan sin ese polinizador. Habría que ver si hay otras especies que estén polinizando esas plantas, quién le hace control a los insectos que antes se comían, etc”. De igual forma, la llegada de nuevas especies a nuevas tierras también debe ser estudiada.
La profesora Roselli cita el caso del gavilán de tierra caliente o gavilán caminero (Rupornis magnirostris), que cada vez está más presente tanto a nivel rural como urbano en Bogotá. Se necesitarían complicados estudios para ver cómo eso está afectando a otras aves rapaces y a sus presas, “¿estará afectando la población de ratones o palomas? Es probable que sí, pero hay que confirmarlo”.
Otro asunto a considerar es que el cambio climático actúa como “trampa térmica”, y el desplazamiento de las especies como la mejor forma de acceder a temperaturas inferiores para asegurar las condiciones óptimas, aunque este ascenso a las montañas represente un riesgo en la reducción de las poblaciones de especies y, eventualmente, de extinción al no soportar climas antes experimentados.
La temperatura en algunas zonas urbanas de Bogotá puede ser hasta 3 grados mayor que a las afueras de la ciudad y este fenómeno es conocido como “isla de calor”. Esto ha hecho que muchas aves se desplacen, a pesar de que no necesariamente morirán por los incrementos de temperatura que han experimentado en sus ecosistemas. La profesora Roselli se pregunta por qué, por ejemplo, un colibrí de la región no puede vivir más abajo y soportar más temperaturas. Según dice, si se mete el animal en una cámara, no se va a morir, pero no está adaptado a vivir en temperaturas más altas, “eso pasa con varias especies y por eso van subiendo”.
Diglossa lafresnayii. Foto: Francisco Nieto Montaño.
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Cambiaron de casa
Entre los ejemplos del aumento de la llegada de especies de aves que habitan tierras bajas y que ahora se encuentran a mayores alturas, según ‘Changes over 26 Years in the Avifauna of the Bogotá Region, Colombia: Has Climate Change Become Important?’, están el coquito (Phimosus infuscatus), el gavilán caminero (Rupornis magnirostris) y el chango llanero (Quiscalus lugubris).
Por otro lado, también hay ejemplos de aves de alta montaña que se están desplazando aún más hacia arriba como el colibrí vientricobrizo (Eriocnemis cupreoventris) y el pinchaflor brillante (Diglossa lafresnayii). Estas especies vivían en la Sabana de Bogotá y hoy no.
Lo anterior se debe a que se están restringiendo a elevaciones más altas, desmejorando sus perspectivas de conservación. Tanto el colibrí vientricobrizo (listado en la categoría Casi Amenazado (NT) de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN) como el pinchaflor brillante tienen una distribución limitada al norte de los Andes y, por lo tanto, su conservación merece especial atención.
Otra especie que evidencia el ascenso de especies de tierras bajas es el alcaraván, cuya presencia ha crecido de manera significativa en Bogotá, probablemente asociada con el aumento de las temperaturas en la Sabana y en Bogotá, pues estos lugares se adecuan a sus requerimientos térmicos como resultado de las llamadas “islas de calor urbanas”.
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*Imagen Principal: Tingua bogotana (Rallus semiplumbeus). Foto de Oswaldo Cortés.
Referencias
Ángel, L., Ramírez, A., & Domínguez, E. (2010). Isla de calor y cambios espacio-temporales de la temperatura en la ciudad de Bogotá. Rev. Acad. Colomb. Cienc, 34(131), 173-183.
Stiles, F. G., Rosselli, L., & De La Zerda, S. (2017). Changes over 26 Years in the Avifauna of the Bogotá Region, Colombia: Has Climate Change Become Important?. Frontiers in Ecology and Evolution, 5, 58.