- Un hongo mortal llamado Bsal diezmó las poblaciones de salamandras en Europa y a los científicos les preocupa que pronto invada América del Norte. Desde el 2015, un grupo de científicos trabaja para evitar una catástrofe. ¿Están preparados?
Cualquier día. Eso es cuando se espera que llegue el Batrachochytrium salamandrivorans (Bsal), el hongo “comesalamandras”, a los Estados Unidos, el hogar de más de una tercera parte de las especies del mundo de estos anfibios resbaladizos.
Todo empezó en el 2008, cuando el Bsal viajó, a través del comercio de mascotas, de Asia al norte de Europa. Allí se escapó al entorno silvestre y diezmó la población local de salamandras común. Y, según los científicos, ahora es solo cuestión de tiempo que cruce la frontera a los EE. UU.
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Pero durante años se han estado preparando para ese momento.
En el 2015, un grupo de investigadores de anfibios se unieron para establecer el Grupo de Trabajo del Bsal, una organización dirigida por voluntarios dedicada a mitigar la amenaza doméstica. Durante años, ha coordinado los esfuerzos de investigación y de vigilancia y publicado varios informes. En enero, el grupo de trabajo tiene intención de publicar un plan estratégico nacional de casi 100 páginas, una culminación de su trabajo para frustrar al agente patógeno preventivamente.
En el mundo de las enfermedades silvestres, el plan no tiene precedente. Nunca antes los científicos y los funcionares gubernamentales han estado tan preparados para una enfermedad —ciertamente no para el Bd, un hongo quítrido de la misma familia que el Bsal implicado en el declive de unas 200 especies de ranas, y sin duda no para el síndrome de la nariz blanca, un hongo que ha obliterado a los murciélagos.
“Creo que estamos en una posición sin precedentes para ser capaces de controlar un brote”, dice Reid Harris, el antiguo presidente del grupo de trabajo y director de la mitigación de enfermedades internacionales de la Alianza de Supervivencia de Anfibios. “Soy moderadamente optimista”.
Pero no todos los son. Entre los académicos expertos en anfibios familiarizados con el agente patógeno, es difícil encontrar esperanza. Muchos dicen que realmente no se puede estar preparado —aparte de desarrollar una vacuna o un tratamiento para los grandes hábitats, ninguno de los cuales están en el horizonte—.
Zona cero
En algún momento alrededor del 2008, las salamandras negras y amarillo brillante empezaron a morir en los Países Bajos. En un principio, los científicos pensaron que era el Bd, conocido como hongo quítrido, un agente patógeno que infecta a más de 700 especies de anfibios en todo el mundo con la enfermedad mortal quitridiomicosis. Sin embargo, las pruebas dieron resultados negativos.
Con el aumento semanal de muertes de salamandras, Reptile, Amphibian & Fish Conservation Netherlands (Conservación de reptiles, anfibios y peces en Países bajos), organización sin ánimo de lucro local, se apuró a poner 39 de ellas en cautividad. Pero pueden seguir enfermando y desarrollando lesiones por todo su cuerpo. Sin saber muy bien qué hacer, la organización sin ánimo de lucro llevó una de las salamandras enfermas a la cercana Universidad de Gante para realizarle unas pruebas, donde los veterinarios tomaron muestras de su piel y crearon un cultivo de hongos que prometía revelar el culpable.
Como sospechaban, no era el Bd, pero vieron algo muy parecido. Era una especie de hongo del mismo género que los veterinarios llamaron Batrachochytrium salamandrivorans, o literalmente hongo quítrido “comesalamandras”. Y también es capaz de causar la enfermedad mortal quitridiomicosis —esta vez en salamandras—.
Un agente patógeno pernicioso
Desde que el Bsal fue descrito en el 2013, ha eliminado el 99 % de la población de salamandra común en los Países Bajos. Y ahora, se está expandiendo por el norte de Europa, amenaza a especies en las vecinas Alemania y Bélgica. Pero durante ese tiempo los investigadores también alcanzaron mayor comprensión de la patología de la enfermedad —esperan que el conocimiento pueda ser usado para detenerla.
Como el Bd, las esporas microscópicas del hongo Bsal se adhieren a la piel húmeda del anfibio huésped. Luego se ponen a trabajar, usan recursos como la carne del animal para construir “células madre”, esencialmente convirtiéndose en pequeñas fábricas que generan más y más esporas.
A la vez que la sociedad fungosa avanza, las salamandras susceptibles desarrollan lesiones en su piel que parecen quemaduras de cigarrillo. Eso es malo para los anfibios, muchos de los cuales usan su epidermis para absorber oxígeno, agua y nutrientes del medio ambiente.
“Es una muerte por mil agujeros”, dice Molly Bletz, ecologista de enfermedades de la Universidad de Massachusetts. “Quema agujeros en la piel del anfibio y de hecho podría inhibir el sistema inmunológico del animal”. Y sin un sistema inmunológico que funcione adecuadamente, una salamandra no puede defenderse.
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Dicen los científicos que el Bsal no es solo un asesino competente; también es sumamente móvil, quizás incluso más que el Bd (el cual ha conquistado la mayor parte del planeta a lo largo de las dos últimas décadas). Ambos hongos producen esporas nadadoras, las cuales no duran mucho tiempo sin un huésped. Pero el Bsal genera otra espora, mucho más resistente que flota sobre la superficie el agua. Ahí espera a adherirse a una salamandra desprevenida o a las patas de aves acuáticas, las cuales pueden trasportar fácilmente el agente patógeno entre cuerpos de agua lejanos.
LLegada inevitable
Si el Bsal es un agente patógeno perfecto, entonces EE. UU. podría ser el país huésped perfecto. Tiene la mayor diversidad de salamandras del mundo y más de la mitad de ellas podrían ser susceptibles a la quitridiomicosis.
Sin duda, la táctica más eficaz para frustrar una crisis del Bsal es evitar que el hongo llegue a los Estados Unidos en primer lugar. Con este fin, el Servicio de Pesca y Fauna Silvestre de los Estados Unidos puso en marcha una prohibición de importación sobre 201 especies de salamandras en el 2016; hasta hoy en día, es ilegal enviar cualquiera de esas salamandras al país, por muy buenas mascotas que sean.
Aunque la prohibición podría estar retrasando la llegada del agente patógeno, no es un mecanismo de seguridad. De hecho, hay portadores del Bsal conocidos que no aparecen en esa lista como la salamandra asiática Pachytriton altamente comercializada. Y según un estudio, hasta 66 000 salamandras infectadas con el Bsal podrían haber entrado en los EE. UU. en la última década, sin mencionar las ranas, las cuales representan el 94 % de todos los anfibios importados y que también pueden albergar el Bsal.
“Con las actuales leyes comerciales que tenemos, parece que el Bsal encontrará su camino para llegar aquí”, dice Jake Kerby, el presidente del grupo de trabajo y biólogo de la Universidad de Dakota del Sur. “Simplemente es la manera en que funcionan las enfermedades de la fauna silvestre”.
Preparar una respuesta
Con tanto que perder, los científicos se niegan a estar desprevenidos. En cambio, están aprovechando una rara oportunidad dentro del campo de las enfermedades de la fauna silvestre para ser proactivos, para preparar un contraataque.
Según el plan estratégico, el grupo de trabajo se ha organizado en varios batallones diferentes: investigación, diagnóstico, vigilancia, respuesta, apoyo a las decisiones, gestión y comunicación y divulgación. Cada uno de ellos es el responsable de un ángulo diferente del ataque a la enfermedad.
“El grupo de trabajo de investigación se centra en probar opciones posibles en la gestión de la enfermedad, el grupo de trabajo de decisión ayuda a los biólogos a decidir sobre una línea de acción dada la probabilidad de éxito y el grupo de trabajo de gestión asiste a los biólogos con la implementación de las estrategias de gestión”, escriben en el plan estratégico.