- Una investigación ya publicada da cuenta de contaminantes orgánicos persistentes en los cuerpos de las ballenas azules del sur de Chile.
- Los resultados de un segundo estudio, para determinar el origen de graves lesiones en la piel, aún no arroja resultados. Sin embargo, científicos piensan que podría estar vinculado a la industria salmonera.
En el año 2009, científicos iniciaron un estudio para evaluar la salud de las ballenas azules (Balaenoptera musculus) al sur de Chile. Estaban preocupados por unas lesiones a la piel presentes “en un nivel mucho mayor que en otras poblaciones del hemisferio sur y el hemisferio norte”, dice Bárbara Galetti, presidenta del Centro de Conservación Cetácea (CCC) de Chile.
Dos años antes, los investigadores habían mostrado imágenes de las lesiones identificadas en los animales durante un taller realizado en Sudáfrica para expertos en ballenas azules. Los asistentes quedaron impresionados, nadie había visto algo así antes. Ampollas en la espalda, algunas de ellas “realmente muy feas y que en ciertos individuos están presentes en todo el cuerpo y unas manchas extrañas que probablemente provengan de un virus”, cuenta Galetti. Fue entonces que las científicas del CCC y el Instituto de Conservación de Ballenas en Argentina comenzaron a recolectar muestras de biopsia para el primer estudio sistemático que mide contaminantes en ballenas azules del hemisferio sur.
La historia en 1 minuto. Video: Mongabay Latam.
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¿Qué pasaba con las ballenas?
A bordo de una embarcación, en la proa, se encuentra Elsa Cabrera, directora ejecutiva del CCC, fotografiando ballenas para poder luego identificar a los individuos. Detrás de ella se ubica Bárbara Galetti que toma nota de los datos y registra el recorrido realizado con un GPS. Por último, Mariano Sironi, director científico del Instituto de Conservación de Ballenas, dispara con una ballesta un dardo al animal para recuperar unos dos centímetros de largo de piel y grasa con cuatro centímetros de diámetro. Una muestra muy pequeña, equivalente a una picadura de mosquito para las ballenas.
Más de 60 muestras de grasa fueron enviadas a laboratorios para detectar contaminantes orgánicos persistentes (COP) y también de piel para estudios patológicos. Estas últimas fueron las más complicadas cuenta Sironi. “Luego de haber seguido al animal dos horas o tres horas, esperando que salga a la superficie, y de haber estado mirando el cielo y las olas y nada más, solo tengo unos pocos segundos para hacer la biopsia. Y además, debemos lograr que el dardo tome realmente la muestra de una lesión y eso es bastante difícil”.
- Lesiones en la piel de ballenas azules. Foto: Centro de Conservación Cetacea
- Científicos toman muestras de grasa y piel de las ballenas azules. Foto: Centro de Conservación Cetacea
Las muestras de piel aún están siendo analizadas, pero las de grasa arrojaron la presencia de PCB, un compuesto químico que se utiliza en transformadores eléctricos y que está incluido dentro de los 12 contaminantes más peligrosos del planeta. También había registro de PBDE, utilizados para controlar la propagación del fuego y que son añadidos a aparatos electrónicos pero también en textiles, muebles, materiales de construcción y polímeros. También se encontraron HCB, fungicidas, y los DDT presentes en los pesticidas utilizados en la agricultura. Todos derivados de la actividad humana, según demuestra la investigación publicada en la revista Science of the Total Environment.
Los compuestos tóxicos llegan al mar a través de los ríos que desembocan en él, pero “lamentablemente no es posible determinar de dónde provienen exactamente, aunque sí es posible decir que todas las industrias contaminantes son las responsables”, dice Galetti. Y es que los tóxicos “pueden transportarse a largas distancias, a través de las corrientes marinas, por lo que no solamente se detectan en el lugar donde son derramados”, explica Sironi.
Los contaminantes orgánicos persistentes
En la década de 1980 se encontraron los primeros animales marinos con contaminantes orgánicos persistentes (COP) en el hemisferio norte. “Tenían muy elevados niveles de DDT”, cuenta Galetti. Según la experta, la causa se relaciona con los altos índices de contaminación que poseen los países desarrollados en esta parte del mundo. Los componentes tóxicos son transportados por las corrientes hacia el Ártico y es ahí, justamente, donde se encuentran las ballenas más contaminadas de este hemisferio. “Los animales están expuestos a esta situación en cualquier lugar del mundo por más aislado y lejos que se encuentren de las industrias”, dice Sironi y este primer estudio desarrollado en el sur lo comprueba. Aunque las ballenas del sur presentan menos COP que las del norte, es posible decir que todos los mares están contaminados con ellos. Galetti explica que “las poblaciones de ballenas no cruzan de un hemisferio a otro y lo mismo ocurre con las aguas. Es por ello que podemos decir que las aguas del norte están más contaminadas que las del sur, pero ambas lo están y eso es una gran preocupación”. Además que “se desconoce los efectos dañinos que esto pueda tener para los animales. Podrían tener problemas en la reproducción, en el crecimiento, etc”, asegura.
Los COP, tal como lo indica su nombre, permanecen por largos períodos en el océano “y no solo eso —dice Galetti— sino que existe el factor de bioacumulación, puesto que los animales consumen las toxinas y en su cuerpo lo amplifican”. Los contaminantes está presente desde el nivel más bajo de la cadena trófica: el krill. La ballena azul al consumirlo, terminará estando más impactada que este. Aunque no se han hecho estudios con otros animales, la lógica permite predecir que otros animales tendrían mayores cantidades de tóxicos acumulados debido al lugar que ocupan en la cadena trófica. “Un lobo marino tendrían mayores índices de contaminantes, ya que este tendría los del krill, los del pez que se come el krill y los de la especie más grande que se come al pez que fue comido por el lobo marino”, explica la bióloga. En esa lógica, la orca que se encuentra en la cima de la cadena trófica, es el animal que más contaminado debiera estar.
- Ballena azul. Foto: Centro de Conservación Cetacea.
- Ballena azul. Foto: Centro de Conservación Cetacea.
Respecto a las lesiones en la piel, los científicos aún no han podido determinar qué es lo que las estaría provocando. Sin embargo, “evidentemente tendría que estar relacionado con un sistema inmunológico deprimido. Todo lo que es contaminación afecta la salud de los animales y obviamente facilita este tipo de reacciones”, señala Galetti. Aunque aún los resultados no están listos, la bióloga señala que “la salmonicultura intensiva en el sur de Chile y el uso excesivo de antibióticos —utilizados en esta industria— probablemente podría estar generando una mayor prevalencia de lesiones a la piel en estos animales”. La experta señala que esto, además, coincide con que los delfines residentes de esta zona, al sur del país, también presentan lesiones a la piel a diferencia de los delfines de la misma especie que se encuentran más al norte, en la región del Maule.
*Imagen principal: Ballena azul – Centro de Conservación Cetacea.
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Referencia:
Muñoz-Arnanz, J., Chirife, A. D., Vernazzani, B. G., Cabrera, E., Sironi, M., Millán, J., … & Jiménez, B. (2019). First assessment of persistent organic pollutant contamination in blubber of Chilean blue whales from Isla de Chiloé, southern Chile. Science of the Total Environment, 650, 1521-1528.
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