- Un grupo de investigadores trabajó durante cuatro años para actualizar la Lista Roja de Aves en el país. Ingresaron 97 aves en comparación con el listado de 2002.
- La actualización se da luego de 17 años. La principal amenaza es la pérdida de hábitat por avance de la frontera agrícola, extracción de madera, deforestación, expansión de pozos petroleros y minería a gran escala.
- 42 especies amenazadas en las islas Galápagos. Más del 60 % son endémicas.
Desde 2014 un grupo de 10 investigadores se dio a la tarea de actualizar la Lista Roja de Aves del Ecuador continental y de las islas Galápagos. El listado no se revisaba desde hace 17 años y era una deuda que el país tenía con la naturaleza, pues como reconocen algunos de los científicos que hicieron la actualización, “muchas cosas han cambiado en Ecuador y la ciencia también ha avanzado”. La exigente labor finalmente dio sus frutos a fines de 2018, pero las conclusiones no son nada alentadoras.
En el listado de 2002, el número de especies que ocupaban alguna categoría de amenaza* era de 257. En el 2019 la lista aumentó a 354 especies, es decir, hay 97 aves más que están corriendo peligro hoy. En el Ecuador continental hay 312 especies que ocupan las distintas categorías de riesgo, mientras que en Galápagos existen 42 especies amenazadas y casi amenazadas, de las cuales 26 (62 %) son endémicas de las islas.
La historia en 1 minuto. Video: Mongabay Latam.
“De la versión anterior a la actual, la situación se ha puesto peor. Hay más especies amenazadas por pérdida de hábitat y esa es la conclusión más fuerte y desalentadora”, le dice Juan Freile, biólogo, miembro del Comité Ecuatoriano de Registros Ornitológicos y uno de los autores de la Lista Roja, a Mongabay Latam.
Los ornitólogos asocian esta crítica situación de pérdida de hábitat a múltiples causas como el avance de la frontera agrícola, los monocultivos, la extracción de madera, la deforestación, la expansión de pozos petroleros y la minería a gran escala. Para Manuel Sánchez, ornitólogo de campo y magíster en Comunicación Científica, esta última presión es “la peor de todas para los remanentes de ecosistemas que quedan en el país, sobre todo en el occidente de Ecuador”.

Además, la primera evaluación continental del riesgo de extinción de ecosistemas, de 2019, indica que tres de estos, únicos del occidente ecuatoriano, también se encuentran en vía de desaparecer: el Bosque Húmedo Occidental del Ecuador, los Bosques Inundables y Humedales de Guayaquil y los Bosques Estacionales Secos Tumbesinos que son compartidos con Perú. Estos tres ecosistemas contienen muchas de las especies de aves en peligro. Por su parte, en Galápagos la situación tampoco es muy positiva, ya que la pesca excesiva está acabando con las aves marinas, la introducción de especies que se convierten en invasoras es cada vez más preocupante y la llegada de plagas tiene acorraladas a varias aves.
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Las aves del Ecuador continental
“Desde hace cerca de 10 años se tiene claro que hay especies únicas del país, aparte de las que se encuentran en Galápagos y que están protegidas, que no están dentro del Sistema Nacional de Áreas Protegidas”, dice Manuel Sánchez. El investigador asegura que, por ejemplo, existen algunas aves en el suroccidente del Ecuador, en páramos y ecosistemas de montaña en la provincia de El Oro, que no están dentro del Sistema y cuyo peligro de extinción es alto, rozando entre peligro y peligro crítico. Su número poblacional es pequeño, su distribución es muy limitada y su hábitat está casi perdido. Ese es el caso del tapacola de El Oro (Scytalopus robbinsi) que se encuentra En Peligro y del perico de orcés de El Oro (Pyrrhura orcesi) también En Peligro.
Otras especies que le preocupan a Sánchez son el matorralero cabecipálido (Atlapetes pallidiceps) que vive en el sur de la provincia de Azuay y el colibrí estrellita esmeraldeña (Chaetocercus berlepschi), ambos en la categoría En Peligro.

“Las aves de páramo son las más amenazadas por el cambio drástico del clima y la pérdida de hábitat. Que los números poblacionales bajen nos muestra que algo dentro de la cadena alimenticia está variando. Por ejemplo, los insectos al parecer están desapareciendo mucho más rápido que otras especies de fauna y flora y son alimento de muchas aves”, cuenta Sánchez. El investigador señala que la presencia de algunos pájaros permite analizar la calidad del agua, ya que muchas de las especies endémicas están relacionadas con áreas de donde proviene gran parte del agua de consumo del país.
Juan Freile habla de la fragilidad en la que se encuentran muchos ecosistemas ecuatorianos. Le preocupan en particular los bosques del noroeste del Ecuador, en la región del Chocó que se comparte con Colombia, pues allí se vive una situación política sensible, hay altas tasas de pobreza y muchas presiones sobre los ecosistemas por intereses madereros o de la agroindustria. “Han aumentado las especies en peligro y algunas de ellas se han movido a categorías más drásticas”, dice.
Las especies amenazadas en el piedemonte amazónico también vienen en aumento, principalmente por la deforestación. “Ahí tenemos algunas especies que yo no esperaba que estuvieran en el listado, pero así fue”, afirma.
Freile recuerda dos aves que antes habitaban Ecuador pero de las que hace ya varios años no hay registros. La primera es el loro orejiamarillo (Ognorhynchus icterotis), que habita bosques andinos con muchas palmas y no se observa desde 1998. Por ahora solo se conocen poblaciones en Colombia. La segunda especie es un pato conocido como porrón sureño (Netta erythrophthalma) y del cual no hay registros en Ecuador desde 2005. Además, se cree posiblemente extinto de Colombia, Perú y Argentina; mientras que en Venezuela es muy raro verlo y viene en disminución en Brasil.


El colibrí es otra ave sensible. En Ecuador hay dos poblaciones del colibrí zamarrito pechinegro (Eriocnemis nigrivestis), ubicado en la categoría Críticamente Amenazado, una en el noroccidente de la provincia de Pichincha y otra en Imbabura. “La principal amenaza para esta especie, que vive sobre los 3500 metros sobre el nivel del mar, es la minería”, dice Tatiana Santander, coordinadora de Proyectos de Aves y Conservación/BirdLife en Ecuador y quien lleva varios años estudiando a esta ave.
Santander también menciona con preocupación a la pava del Chocó (Penelope ortoni), el cóndor andino (Vultur gryphus), el colibrí estrella de garganta azul (Oreotrochilus cyanolaemus) y el cuco hormiguero bandeado (Neomorphus radiolosus). En el caso de la pava, su principal amenaza es la cacería pues son animales grandes y fáciles de localizar, además de que son fuente de alimentación para diversas poblaciones y las personas difícilmente identifican que se trata de una especie en peligro. Las zonas de anidación del cóndor andino no se encuentran en áreas de conservación, el colibrí estrella de garganta azul es una especie descubierta recién en 2018 y su área de distribución está dentro de zonas de posible concesión minera y el cuco hormiguero es una especie que se mueve bastante y hace falta estudiar con mayor detalle sus áreas de vida para establecer lugares de conservación.
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Las aves de Galápagos
En las islas Galápagos son varias las amenazas. Desde el cambio climático, pasando por especies introducidas como las ratas, los perros y los gatos, hasta una plaga como consecuencia de una mosca y la proliferación desmedida de plantas como la mora.
“Hay una mosca (Philornis downsi) que está afectando mucho a ciertos pinzones de Darwin, diezmando sobre todo la población de los pichones porque los infesta con gusanos. El que más ha sufrido es el pinzón de manglar (Camarhynchus heliobates)”, dice Manuel Sánchez.

La mora también es un gran peligro para varias especies como el petrel de Galápagos (Pterodroma phaeopygia) pues cubre casi por completo sus nidos y a veces las aves mueren tratando de ingresar o salir. “El control de la planta es muy complicado porque es utilizada como alimento por otras aves nativas como los pinzones, que terminan siendo grandes dispersores de sus semillas”, asegura Tatiana Santander. Juan Freile coincide con la bióloga al indicar que esta planta cambia totalmente el hábitat y es muy agresiva.
Pero no solo se trata de la mora y de la mosca parasitaria. Las ratas, perros y gatos se han convertido en grandes depredadores de aves en las islas, mientras que herbívoros como burros, chivos y vacas también terminan siendo una amenaza para las especies nativas, ya que modifican los hábitats al comerse la vegetación y pisotean los huevos de algunas especies. “También están las enfermedades parasitarias de aves domésticas introducidas y palomas”, comenta Freile.
Y si se habla de cambio climático, algunas de las más afectadas son las aves playeras y especies como el pingüino de Galápagos (Spheniscus mendiculus) que depende del agua y los cambios de clima y de los niveles del mar terminan por afectar sus fuentes de alimento.
Si bien cada especie que desaparezca debe ser motivo de gran preocupación, el impacto de lo que ocurra en las islas Galápagos puede ser aún más grande debido a sus altos niveles de endemismo.

Según la Lista Roja de Aves, en Ecuador hay tres especies bajo la categoría Críticamente Amenazada – Posiblemente Extinta y una de ellas es endémica de Galápagos: el mosquero bermellón de San Cristóbal (Pyrocephalus dubius), que solo vive en una de las islas y del cual solo existen dos observaciones probables en la última década. De hecho, la UICN – BirdLife International la considera extinta. “Esto hace más grave la situación porque en caso de comprobarse se trata de una extinción global, no solo de país. Es considerada por UICN como extinta pero nosotros sugerimos que está Críticamente Amenazada – Posiblemente Extinta”, dice Freile.
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Un trabajo largo y ‘ad honorem’
El trabajo en la actualización de la Lista Roja de las Aves comenzó hace más de cuatro años cuando el biólogo y ecólogo colombiano Luis Miguel Renjifo, actual vicerrector de Investigación de la Pontificia Universidad Javeriana, les contó a los investigadores ecuatorianos sobre su experiencia en la publicación del Libro Rojo de las Aves de Colombia.
Renjifo además los capacitó en la aplicación de los criterios de la UICN. “Nos motivó a realizar este trabajo y recomendó que fuéramos un grupo pequeño, de no más de 10 personas, para ser consistentes en la evaluación de las especies”, asegura Tatiana Santander.
El trabajo de los científicos no fue remunerado, a pesar de que evaluaron más de 1500 especies de aves que habitan en Ecuador para poder concluir que 354 de ellas están en amenaza. “Usamos nuestro tiempo libre y nos reuníamos los fines de semana para tratar de avanzar”, recuerda la investigadora.
En 2016 llegaron algunos fondos del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) a través del Ministerio del Ambiente del Ecuador (MAE) y aunque el dinero era poco, sirvió para algunos gastos básicos en talleres, reuniones, transporte, alimentación y hospedaje.


Si bien ha habido una colaboración grande de muchos expertos en el país para la revisión de la lista, escribir cada una de las fichas, con la descripción de cada especie, requiere de un gran esfuerzo. Ese es el paso que sigue para llegar a la publicación del Libro Rojo de las Aves de Ecuador, que esperan sea en formato digital para facilitar su actualización. “Como grupo quisiéramos que no nos tome más de un par de años pero también necesitamos buscar los recursos”, dice Santander.
Mientras ese sueño se materializa, el grupo de investigadores espera que la Lista Roja de Aves sirva como instrumento para que las autoridades tomen medidas frente a acciones que atenten contra la naturaleza. “En un país que depende tanto del extractivismo es un poco difícil, pero es una herramienta necesaria que puede ser utilizada por diferentes comunidades para defender territorios o ecosistemas frágiles”, asegura el ornitólogo Manuel Sánchez.
Los biólogos esperan que el MAE emita el acuerdo ministerial para que estas aves estén protegidas por ley. “En caso de que se otorguen concesiones, el hecho de que exista una especie amenazada y legalmente protegida le da un sustento a las organizaciones ambientales o de base en la zona para plantear resistencia. No es una garantía de que el Estado renuncie a sus pretensiones, pero sirve como un insumo legal”, concluye Juan Freile.
*Categorías de amenaza: Localmente Extinta (LE), Críticamente Amenazada-Posiblemente Extinta (CR-PE), Críticamente Amenazada (CR), En Peligro (EN), Vulnerable (VU) y Casi Amenazada (NT).
* Imagen principal: Arrendajo de cola blanca (cyanocorax mystacalis). Vulnerable. Foto: Dušan M. Brinkhuizen / https://www.sapayoa.com/
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