- La conclusión se hizo a partir de la sistematización de decenas de investigaciones científicas que analizan la ingesta y la producción de plásticos en el mundo.
- La principal fuente en la ingesta de plástico es el agua potable tanto del grifo como embotellada.
Un estudio realizado por el Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF por sus siglas en inglés) en conjunto con la Universidad de Newcastle, Australia, indica que en promedio una persona puede ingerir, a través del agua, del aire y los alimentos, y dependiendo de los hábitos de consumo, unos cinco gramos de plástico semanalmente. Una cantidad que equivale a comerse una tarjeta de crédito.
El reporte, que analizó los datos recogidos por 52 artículos académicos publicados en revistas científicas, señala que los crustáceos, la sal, la cerveza, pero sobre todo el agua potable son alimentos y bebidas que contienen microplásticos, es decir, partículas de plástico que miden menos de 5 mm. El agua subterránea, la supercial, la potable del grifo y hasta la embotellada contienen restos de este material con cifras que alcanzan las 1769 fibras, o partículas, por cada 500 ml.
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Plástico en lo que comemos y bebemos
Michael Alexander, Gerente Regional de Campañas en WWF y quien trabajó junto a la Universidad de Newcastle en el levantamiento de la información, explicó a Mongabay Latam que se analizaron muestras de agua embotellada y de agua del grifo de Cuba, República Checa, Dinamarca, Ecuador, Inglaterra, Francia, Alemania, India, Indonesia, Irlanda, Italia, Líbano, Noruega, Eslovaquia, Suiza, Uganda y EE.UU. La conclusión fue que “una persona promedio puede consumir hasta 1769 partículas de plástico semanales solo del agua”, indica el informe. Sin embargo, la cantidad de ingesta de microplásticos a través del agua varía según la región “en función de una serie de factores que incluyen el tratamiento de aguas residuales, de residuos sólidos, los niveles de industrialización, etc”, dice Alexander.
Así, de todos los países analizados, en el Líbano se encontraron partículas de microplásticos en el 98 % de las muestras de agua de grifo, en Estados Unidos en el 94,4% , en la India en el 82,4 % y en Ecuador en el 79,2 %.
Marcelo González, jefe del Departamento Científico del Instituto Antártico Chileno (INACH) y miembro de la Red Chilena de Investigadores en Microplásticos, explica que la contaminación del agua potable se debe a que “hay contaminación asociada a los ríos que son acuíferos de agua bebible. Si hay presencia de plásticos, obviamente eso va a llegar al agua potable”.
En cuanto al agua embotellada, una investigación publicada en la revista científica Frontiers in Chemistry, una las fuentes consultadas por el estudio de WWF, analizó 11 marcas de agua compradas en 19 ubicaciones de nueve países diferentes. El 93 % de las 259 botellas analizadas mostró algún signo de contaminación con un promedio de 10,4 partículas microplásticas por litro de agua. Una contaminación que vendría principalmente del embalaje y/o del proceso de embotellado.
Otro de los alimentos que ha sido analizado por la ciencia en busca de microplásticos son los mariscos, especialmente los moluscos filtradores, que si son consumidos diariamente aportarían unos 0.5 gramos de microplásticos. “Esto se explica por el hecho de que los moluscos —después de haber pasado su vida en mares contaminados por plásticos— son consumidos enteros, incluido su sistema digestivo”, señala el informe.
González cuenta que en el año 2018 un grupo de australianos hizo un estudio en condiciones in vitro. El experimento consistió en agregar microplásticos al krill, un pequeño crustáceo que se encuentra en la base de la cadena alimentaria y que es el principal alimento de grandes mamíferos como las ballenas. El resultado fue que “el krill ingirió el microplástico, lo fragmentó y generó, en sus heces, nanoplásticos”, es decir, fragmentos aún más pequeños. Aunque se trató de un experimento realizado en laboratorio, González señala que “uno podría pensar que eso pasa en la naturaleza” y lo que preocupa a los investigadores es que los nanoplásticos, debido a su diminuto tamaño, pueden interaccionar con las células e insertarse en los tejidos musculares del animal que lo consume incluido el ser humano.
“Como el krill sube y baja en la columna de agua y defeca, esos nanoplásticos pueden perfectamente estar disponibles para otras especies como peces u organismo filtradores que los absorben. El krill sería así un facilitador de la ingesta por parte de otros organismos en la cadena trófica”, asegura el científico.
Es así como, además de los moluscos, “la harina de pescado también contiene microplásticos que son traspasados a otros animales que son los que, a su vez, consumen la harina de pescado”, explica González.
Otros de los alimentos señalados en el informe son la cerveza y la sal con 10 y 11 fibras de microplástico por 500 ml, respectivamente. Sin embargo, Alexander aclara que el hecho de que existan datos para estos alimentos se debe a que “da la casualidad que son esos los que se han examinado con cierto rigor, pero no hay razón para creer que otros alimentos no estén contaminados. Esos estudios simplemente no han sido publicados todavía”.
En cuanto al aire, el estudio analiza 16 investigaciones científicas que estudiaron su composición tanto al interior de una casa, como fuera de ella. Los resultados muestran que el aire dentro de una casa está mucho más contaminado por plásticos que el del exterior. Ello, debido a que al interior existe menos circulación además de la presencia de textiles sintéticos y polvo doméstico, dos de las fuentes más importantes de microplásticos transportados por el aire. “Lo que queda claro —dice el informe— es la naturaleza de ubicuidad de los microplásticos en el aire”, prueba de ello son los resultados arrojados por un estudio reciente publicado en la revista Nature que encontró microplásticos en la cima de los Pirineos, en el sur de Francia.
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Efecto en la salud
Algunos temas importantes que la comunidad científica está investigando son el mapeo de la distribución por tamaño y peso de las partículas de desechos plásticos, la manera en que estas penetran el tejido muscular de los animales y los efectos que tiene la ingesta de plásticos sobre la salud humana. En esta última área, sin embargo, todavía existen más preguntas que respuestas.
“Los efectos específicos de la ingestión de microplásticos en la salud humana aún no se conocen con exactitud, pero los científicos sospechan que los riesgos pueden ser más importantes de lo que se sabe hasta ahora”, asegura el informe.
Algunos estudios han demostrado que el tracto respiratorio puede llegar a inflamarse debido a la inhalación de fibras plásticas y las células de pulmones, hígado y cerebro pueden mostrar niveles de toxicidad. Pero lo que más preocupa a los investigadores son los impactos a la salud que puede acarrear el consumo de los aditivos que comúnmente vienen asociados a los plásticos como, por ejemplo, la pintura de la publicidad de una botella.
“Se ha comprobado que algunos de estos materiales afectan la función sexual, la fertilidad y un aumento en la incidencia de mutaciones y cáncer”, asegura el estudio de WWF. Y es que “estos aditivos funcionan como irruptores endocrinos”, explica González. Es decir, “que pueden modificar la regulación de hormonas, por ejemplo sexuales o de crecimiento”.
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Los plásticos en el mundo
Según los datos publicados en diferentes artículos científicos y sistematizados en el estudio de WWF, la elaboración de plástico ha aumentado 200 veces desde 1950 y ha crecido a una tasa del 4 % desde el año 2000. Así, desde ese año en adelante, el mundo ha manufacturado tanto plástico como el que se produjo en la suma de todos los anteriores. De todo ese plástico fabricado, más del 75 % se convierte en desechos y, de toda esa basura, una tercera parte se vierte en la naturaleza. Si se considera que en 2016 se reportaron 100 millones de toneladas métricas de residuos, es posible calcular que más de 33 millones de toneladas de plásticos fueron a parar a vertederos, ríos, mares o quebradas de todo el mundo.
Por otro lado, “si se alcanza la capacidad proyectada de plásticos —es decir, la máxima producción teórica que se puede obtener— la fabricación actual podría aumentar en un 40 % para 2030”, asegura el informe. La situación es tal que ciertas organizaciones ambientalistas como La Fundación británica Ellen MacArthur, calculan que de seguir todo igual, “para el 2025, los océanos tendrán una tonelada métrica de plástico por cada tres toneladas métricas de peces”.
“El plástico está afectando ecosistemas enteros y puede conducir al colapso de sistemas sobre los cuales se basa el bienestar de las personas”, dice el informe. Es así como el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) estima que el impacto económico de la contaminación por plásticos a los océanos es de 8000 millones de dólares anuales.
Aunque el estudio de WWF se desarrolló a partir del análisis y síntesis de los mejores datos disponibles, reconoce que la literatura sobre el tema es escasa y que se apoya en una serie restringida de evidencia, por lo que acepta que tiene limitaciones.
Con todo, existe consenso entre los especialistas de que las cifras obtenidas están dentro de los rangos realistas, que los números confirman la preocupación ya existente sobre los volúmenes de plástico que entran a nuestro organismo diariamente y que se necesitan más estudios para tener una valoración precisa.
Foto principal: microplásticos: foto WWF
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