- El lobo gris mexicano, en peligro de extinción, comenzó a resurgir en el norte del país y científicos creen que puede ayudar a recuperar ecosistemas.
En México, una loba, tras salvar su vida, caminó sola más de 400 kilómetros de un bosque a otro y se estableció en el lugar que ella eligió, mostrándole así a los científicos dónde podría volver a proliferar su especie.
Ahí donde este ejemplar eligió vivir ya han nacido varias camadas en libertad y las instituciones involucradas en el Programa de Conservación del Lobo Mexicano calculan que hay unos 30 ejemplares viviendo en la vida silvestre. Los científicos optimistas esperan que poco a poco pueda suceder el mismo fenómeno del parque nacional Yellowstone, en Estados Unidos, donde la reintroducción del lobo restauró el hábitat y provocó que volvieran los ríos y las lluvias.
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Exterminio y un nuevo inicio
El continente americano tiene cinco subespecies de lobo gris, el mexicano es una de ellas y, de acuerdo con Xóchitl Ramos, integrante del Grupo de Manejo del Mexican Gray Wolf Species Survival Plan, se le considera como una “especie rara” y “la más importante por esa diferencia genética”.
Las cifras que hablan de la recuperación de esta subespecie, considerada en peligro de extinción, son los 390 ejemplares cautivos en instituciones de México y Estados Unidos, los 30 viviendo libres en el país azteca y los 100 en la nación norteamericana.

El devenir de las subespecies de lobos que hay en América del Norte está ligado a la práctica de la ganadería extensiva. Desde finales del siglo XIX, principalmente en los estados de Arizona y Nuevo México de Estados Unidos, se realizaron “campañas de control” para proteger al ganado y en México ocurrió lo mismo a mediados del siglo XX.
En los dos casos, de acuerdo con el investigador Francisco Abarca, dichas campañas causaron una reducción drástica de las poblaciones de lobos hasta que se llegó a estimar que no había más de 50 ejemplares vivos en México. Fue así como en 1976 el lobo gris mexicano fue incluido en el Acta de Especies en Peligro de Extinción de 1973 (ESA).
Dos años después, los expertos pensaron en recuperar poblaciones de lobo sanas en las montañas de México y del sur de Estados Unidos. Este último liberó sus primeros lobos en 1998 y México se preparaba para hacerlo 10 años después.

En 2008 se determinó que el mejor lugar era la zona serrana de Durango, pero para ese año ya se había iniciado la llamada guerra contra el narcotráfico. Eran días violentos y la ansiada primera liberación fue trasladada de sitio hacia el Desierto de Sonora, cerca de Estados Unidos. Allí, aunque las condiciones no eran tan óptimas como en Durango, los lobos encontrarían buenas condiciones y cantidad de presas. Pero había un defecto: es una zona ganadera. “Ese fue un error”, señaló Jorge Servín, profesor investigador de la Universidad Autónoma Metropolitana y precursor del programa de recuperación de la especie en México.
Llevaron cinco ejemplares de lobo gris mexicano al Desierto de Sonora, sin embargo, las comunidades ganaderas envenenaron a cuatro. Quedó una hembra.
La loba que quedó sola marchó hacia el sur del país hasta que, después de unos 500 kilómetros de caminata, encontró planicies de pastizales y tupidos bosques de pino con suficiente agua y presas para sobrevivir.
Hasta ahí llegaron también los científicos que decidieron liberar a más ejemplares y hasta el momento se tiene conocimiento del nacimiento de varias camadas en vida silvestre.

En esos parajes boscosos —cuya ubicación se omite por razones de seguridad para los lobos— comenzó una labor de monitoreo satelital y de recorridos para observar a los ejemplares con sigilo, desde 800 o 900 metros de distancia. Ahí a donde van las manadas, se desplaza un grupo de expertos y establecen una base de observación con binoculares y telescopios.
Para evitar que se repitiera lo de octubre de 2011, el proyecto de recuperación del lobo gris mexicano se alió con los ganaderos, a través del Fondo de Aseguramiento Ganadero. “Acudíamos al sitio a hacer el peritaje de las mordidas, rasguños y arañazos que había sufrido el ganado. Se enviaba un reporte al fondo de aseguramiento para que realizara una compensación al ganadero”, dijo Cristian Aguilar, quien pasó cuatro años trabajando en la región realizando labores de monitoreo y trabajo en comunidades y que actualmente continúa su trabajo de preservación de la subespecie, ahora desde la Organización de las Naciones Unidas (ONU).
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La lluvia de Yellowstone
En 1995, en el Parque Natural de Yellowstone, en Estados Unidos, fue introducida una manada de lobos 70 años después de su exterminio. El Parque era, para ese entonces, prácticamente solo planicies erosionadas. Al llegar el lobo, principal depredador de la cadena alimenticia, sucedió un fenómeno que los botánicos llamaron “cascada trófica generalizada”.
“El depredador se tiene que comer a la presa natural. Esa presa natural, antes de ser comida, tiene que comer los pastos. Entonces, si nosotros quitamos de ese esquema al depredador, va a haber una multiplicación de presas y un mayor consumo de pastos. Esto va a llevar a una desertificación, a un suelo desnudo, erosión y todo lo que conlleva”, explicó Cristian Aguilar.

“Si nosotros metemos otra vez al esquema al lobo mexicano, va a haber una presión sobre las presas que van a disminuir y esto a su vez va a provocar que los pastos, las plantas, arbustos y árboles, crezcan. Ese es el efecto”, dijo el especialista.
Servín explicó que en Yellowstone una de las especies de plantas que comenzó a crecer era maderable, por lo que la utilizan mucho los castores para construir sus represas”. Con las represas de los castores se hizo más lento el correr del agua de los ríos, el tiempo de congelación disminuyó, llegaron las salamandras, sapos y truchas, aumentó la masa vegetal y el hábitat se restauró a tan punto que con el tiempo volvieron las lluvias.
En su trabajo en comunidades de México, ubicadas en las inmediaciones donde manadas de lobos viven en la vida silvestre, Cristian Aguilar ha notado avances. Con la llegada del lobo se han visto algunos pequeños cambios, como la regulación de las poblaciones de pumas que depredaban potrillos.
“Es prematuro, pero sí se han visto cambios”, dijo Aguilar quien asegura que el más importante es que los ganaderos ya no quieren matar a los lobos como lo hicieron en octubre de 2011, en Sonora, cuando la loba buscó el lugar donde hoy ha vuelto a resurgir el lobo gris mexicano.
Imagen Principal: Foto: Wolf Conservation Center
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