- Desde 1984 no se tenía registro de Rhaebo colomai. En 2015 fue hallada en el sur de Colombia y reapareció hace poco en tres nuevas localidades de Ecuador.
- Una nueva rana del género Pristimantis fue descubierta a 3400 metros de altura, en los páramos del Parque Nacional Podocarpus.
- Ecuador avanza en la descripción de nuevas especies de anfibios pero investigadores reconocen que falta más conocimiento sobre ecología y estado de las poblaciones.
Los anfibios son uno de los grupos de animales que están en mayor peligro de extinción. El 40 % de las especies se encuentran bajo alguna categoría de amenaza, según la Lista Roja de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN) y es por eso que todo avance en su conservación y aumento de poblaciones llena de esperanza a la comunidad científica.
Una de las noticias positivas más recientes ocurrió en Ecuador, cuando hace pocos días se confirmó la presencia de una rana de la que no se tenía registro en el país desde la década del 80. Además, las expediciones a zonas poco exploradas del sur de la nación sudamericana han permitido descubrir nuevas especies en la última década. Muchas de ellas en zonas de páramo en la cordillera de Los Andes.
La historia en 1 minuto. Video: Mongabay Latam.
“Estamos con un acelerado ritmo de descripción de especies pero debemos fortalecer y complementar mejor nuestros estudios de ecología y de estado poblacional para determinar el verdadero riesgo que actualmente están pasando las especies de anuros de páramo”, dice Mario Yañez, herpetólogo e investigador del Instituto Nacional de Biodiversidad (Inabio) de Ecuador.
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Más de 30 años sin registro en Ecuador
Cuando investigadores de la Universidad San Francisco de Quito, del Museo de Historia Natural de Londres; las universidades Wolverhampton, Complutense de Madrid, Central de Kerala y Jena ‘Friedrich Schiller’; y el INABIO hicieron una expedición a la reserva Drácula en 2017 iban en busca de cecilias —anfibios grandes y sin patas, parecidos a las lombrices, que comúnmente viven bajo el suelo—. “Nuestro avistamiento de nuevas poblaciones de (Rhaebo colomai) fue casual”, le dice la bióloga Carolina Reyes-Puig a Mongabay Latam.
El hallazgo los tomó por sorpresa pues desde 1984 no existía registro de esta rana, que había sido vista en dos localidades de la provincia de Carchi, en territorio ecuatoriano. Lo último que se sabía de ella era que, en 2015, el biólogo Santiago Ron reportó seis machos y tres hembras en la Reserva Natural Río Ñambi en el departamento de Nariño, suroccidente de Colombia.
Reyes-Puig y los demás investigadores lograron ver la especie “resucitada” en tres localidades nuevas de Ecuador, que se sumaron a una expedición previa de Santiago Ron con la Universidad Pontificia Católica del Ecuador (PUCE) que todavía no se había anunciado. Finalmente, tanto Ron como Reyes-Puig y los demás investigadores trabajaron en el artículo sobre el re descubrimiento de la especie, donde también hacen comentarios sobre su estado de conservación y su peligro de extinción.
Como la última actualización de la UICN sobre el estado de los anfibios en Ecuador era de 2004, solo se tenía información sobre su descubrimiento y descripción en los años 80. Esto llevó a que Rhaebo colomai apareciera en la Lista Roja como Posiblemente Extinta. Sin embargo, su aparición, en Colombia y en las nuevas localidades de Ecuador, llevó a que los investigadores sugirieran incluirla en la categoría En Peligro. “Se extiende su rango de distribución a aproximadamente 650 km2”, dice Reyes-Puig.
Este animal está asociado a bosques y fuentes de agua en buen estado y los nuevos especímenes recolectados por los científicos están permitiendo mejorar el conocimiento taxonómico de la especie y tener más detalles para hacer una adecuada diferenciación entre machos y hembras, texturas de la piel, coloraciones, etc. Por ejemplo, los machos tienen la piel más rugosa y tuberculada, con más verrugas; mientras que las hembras tienen la piel más lisa, son más grandes y de una coloración café más clara que sus compañeros.
Rhaebo colomai habita entre los 900 y 1300 metros sobre el nivel del mar (msnm) pero enfrenta amenazas como las concesiones mineras que abundan en el norte de los Andes ecuatorianos y la fragmentación provocada por la ampliación de la frontera agrícola. “Una de las localidades donde la encontramos está en una reserva, pero hay poblaciones por fuera que se pueden ver afectadas por la expansión de la frontera agrícola y la contaminación de fuentes de agua”, argumenta la bióloga Reyes-Puig. Además, los científicos sospechan que sus poblaciones son pequeñas y no son muy abundantes.
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Una nueva pristimantis ‘gigante’
Mientras que la reaparición de la rana que habita en las montañas del noroccidente de Ecuador y suroccidente de Colombia es un buen indicador sobre la supervivencia de algunas especies de anfibios frente al famoso hongo quitridio —que causó disminuciones de poblaciones y extinciones de anfibios en el mundo hace unas décadas—, en el sur de la los Andes ecuatorianos, el páramo se está encargando de mostrar la gran biodiversidad del país. Se están encontrando nuevas ranas.
Una de las más recientes es una nueva especie del género Pristimantis que sorprendió al biólogo Mario Yañez por su gran tamaño, en comparación con otras ranas de este género que habitan en zonas de páramo. (Pristimantis andinogigas) —como la llamaron— mide entre 5 y 6 cm de largo y tiene una combinación de parches glandulares que cubren buena parte de los antebrazos, las extremidades posteriores y sobre todo en los flancos y detrás del tímpano. “Estos caracteres no están muy bien definidos dentro de las ranas terrestres Pristimantis”, afirma Yañez.
La rana tenía características peculiares que les tomó bastante tiempo analizar. El investigador dice que la textura de su piel no estaba descrita o reportada para ranas terrestres y se define como piel porosa. “Solo la hemos hallado [el tipo de piel] en dos especies de ranas de los Andes, una de ellas recientemente descrita (Pristimantis erythros) y otra de la parte central (Pristimantis orcesi)”.
La descripción duró casi 10 años. La complejidad y la demora radicó en que, cuando se inició el proceso de descripción, no contaban con muestras de ADN y la línea de evidencia más fuerte se restringió a la comparación morfológica.
“Hicimos una extensa revisión de material comparativo en colecciones internacionales, por ejemplo en Colombia, y del material ecuatoriano. Se hace hincapié en los parches glandulares y la textura porosa de la piel”, relata el biólogo.
Pristimantis andinogigas fue hallada en el Parque Nacional Podocarpus, entre las provincias de Loja y Zamora Chinchipe, en el sector de Cajanuma. Habita entre los 3300 y 3400 msnm y para capturarla utilizaron una metodología conocida como la técnica de remoción rastrillo-azadón: donde se remueve vegetación de achupallas —bromelias de páramo en forma de roseta—, pues en sus bases se encuentra el microhábitat ideal para varias especies de anfibios.
Recientemente entraron de nuevo al páramo de Cajanuma y colectaron más ejemplares de la nueva especie, pero en este caso solo registraron machos porque al momento de vocalizar son mucho más fáciles de localizar, en relación con las hembras que se esconden y escogen microhábitats menos visibles.
Contrario a lo que ocurre con la rana redescubierta en el norte de Ecuador, la nueva rana de páramo en el sur cuenta con la suerte de habitar en un área protegida y a su vez en un cerro aislado donde no hay intervención humana. Sin embargo, los científicos aseguran que tiene un radio de distribución que no supera los 5 km2. “Es probable que su población sea relativamente pequeña pero no descartamos que dentro del Parque Nacional pueda haber más poblaciones”, dice Yañez.
Para él, lo importante es estimular que investigadores locales de la universidad de Loja puedan hacer más censos pues en la parte alta del Parque Podocarpus hay una gran probabilidad de encontrar más especies nuevas.
Una de las conclusiones a la que llegan los biólogos ecuatorianos es que el país todavía tiene muchas zonas que no se han explorado y hacen falta más estudios. “Conocemos muy poco sobre la ecología. Estamos dando los primeros pasos en la sistemática taxonómica de los anfibios del sur de los Andes pero es muy poco lo que se conoce sobre el estado poblacional de muchas especies”, concluye Mario Yañez.
*Imagen principal:Rhaebo colomai. Foto: cortesía Carolina Reyes-Puig.
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