- Se trata de una iniciativa de conservación que cambia más de un siglo de desaparición de la iguana terrestre (Conolophus subcristatus) en la isla Santiago del archipiélago de Galápagos en Ecuador.
- El único rastro que quedaba y permitía presumir que esta especie existió en la isla es un esqueleto hallado en 1910, es decir, 75 años después de que el científico y naturalista inglés Charles Darwin las reportara vivas en 1835.
En las islas Galápagos, en Ecuador, habita una especie de iguana terrestre que no se encuentra en ningún otro lugar del mundo y su situación según la Lista Roja de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN) se encuentra en categoría Vulnerable.
Es más, en algunas islas del archipiélago como Santiago, no existían registros de la iguana (Conolophus subcristatus) desde 1910. Pensando en esta situación, la Dirección del Parque Nacional Galápagos (DPNG), la Universidad Massey de Nueva Zelanda y la organización Island Conservation ejecutaron un plan de restauración en el que lograron reintroducirlas en la isla para mantener el equilibrio ecosistémico en el archipiélago.
El reto para los investigadores era doble. A pesar de la situación de peligro de la especie, la iguana estaba extinta de Santiago, pero en otras islas de Galápagos como Seymour Norte, se tiene una sobrepoblación de estos animales. Lo que se hizo es catalogado por muchos como una proeza científica, ya que las iguanas reintroducidas en Santiago provenían en su totalidad de Seymour Norte.
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Una tarea titánica
En 2019 se liberaron 2136 iguanas en la isla Santiago. El número es tan grande que pocos ejercicios de conservación en el mundo se le pueden comparar. La preocupación de los investigadores era que las iguanas sobrevivieran y que empezaran a reproducirse. Lo primero se logró con un éxito rotundo del 100 % y lo segundo parece ir por buen camino pues los machos ya empezaron a preparar las madrigueras.
Sin embargo, obtener estos resultados no fue algo sencillo o que se lograra de la noche a la mañana. Jorge Carrión, director del Parque Nacional Galápagos, señala que la restauración ecológica de Santiago tiene un historial que empezó con la erradicación de las cabras, cerdos y asnos introducidos en la isla. Después de eso decidieron devolver aquellas especies que cumplen un rol ecológico importante. “Todavía tenemos a las tortugas pero no teníamos a las iguanas terrestres. No teníamos la trama ecológica original completa”, dice.
Tanto tortugas como iguanas son conocidas como las ingenieras de los ecosistemas, pues los diseñan a través de la dispersión de semillas. “Por un lado, si no existen las tortugas o las iguanas, las poblaciones de cactus y de opuntias se disparan porque no hay un depredador, así que empiezan a cubrir totalmente terrenos que son utilizados por otras plantas o animales para realizar sus funciones vitales. Finalmente, el ecosistema se desequilibra”, explica Carrión.
Por otro lado, en Seymour Norte, la sobrepoblación de iguanas las tenía enfrentadas unas con otras pues el alimento empezaba a escasear. Los científicos tenían temor de que su comportamiento cambiara cuando estuvieran en el cautiverio previo a su liberación en la isla Santiago y finalmente no se adaptaran. Víctor Carrión, especialista en restauración de islas de Island Conservation, asegura que esto no ocurrió quizás por la falta de alimento que estaban enfrentando en su anterior hábitat. “Se comportaron diferente y empezaron a comer desde el momento en que llegaron. De inmediato hubo una reacción positiva”, comenta.
Sumado a esto, el tamaño de la isla Santiago era otro factor importante a tener en cuenta. “Santiago es enorme, tiene un área de 57 000 hectáreas. Para que las iguanas contribuyan al restauramiento ecológico se necesita un número bastante significativo. No estábamos hablando de cinco o diez individuos”, dice Luis Ortiz-Catedral, profesor investigador de la Universidad Massey y asesor de la DPNG en este programa científico, en el que preside la etapa actual: el monitoreo post liberación de los individuos.
El número, tras debates y recomendaciones, se fijó en no menos de 2000 para poder formar dos subpoblaciones que fueron liberadas en dos sitios distintos aunque ambos cerca de la costa: Puerto Nuevo y Bucanero.
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Un monitoreo intensivo
“La idea es que, con base en los resultados que obtengamos este año, revisemos si hace falta llevar otras 2000 iguana más a Santiago y así reducir a 50 % la población en Seymour Norte. Tampoco es recomendable cambiar muy rápido las condiciones de ninguna de las islas”, afirma Ortiz-Catedral. Por ejemplo, la presencia de iguanas en Seymur facilita la anidación de aves que mantienen la vegetación baja, señala el biólogo. Si las características de las plantas cambian muy rápido, debido a la intervención de los científicos, se podrían generar efectos adversos.
En marzo de este año se desarrolló el primer monitoreo para determinar si las iguanas se estaban comportando de manera similar a como lo hacían en Seymour Norte. La idea era introducirlas en sitios con la mayor similitud a la zona de origen para no aumentarles el estrés a la hora de establecerse.
El director del PNG, Jorge Carrión, asegura que hubo “una adaptación total”, precisamente por estas semejanzas con el ecosistema. La diferencia es que en Santiago hay suficiente alimento para albergar una población “totalmente saludable” de iguanas terrestres, lo cual no sucedía en Seymour.
El microchip que tiene cada animal permitirá que, cuando se recapturen en años venideros, se sepa si están creciendo a la frecuencia natural o de manera irregular, así como evaluar el número de individuos que sobreviven. Otra variable que se medirá a mediano plazo son los cambios en la vegetación, directamente relacionada al rol ecológico de las iguanas y su densidad poblacional.
Otro aspecto importante para los investigadores es conocer si las iguanas se han reproducido. Eso lo sabrán cuando encuentren animales sin microchip. “Considerando la biología de las iguanas, esto puede suceder dentro de los próximos tres años”, indica Víctor Carrión de Island Conservation.
Las expectativas son grandes y positivas pues las iguanas se están dispersando de los sitios de liberación en la costa y han avanzado unos dos kilómetros hacia el interior de la isla Santiago y las han visto alimentándose de cactus como lo hacían en Seymour Norte. Además, ya se ha visto a los machos excavando madrigueras en zonas de tierra suelta; esto es un indicio de que desean cuando llegue el tiempo de reproducción. Este podría consolidarse como uno de los modelos de conservación más exitosos del mundo.
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*Imagen principal: Las iguanas macho ya han empezado a construir madrigueras. Foto: Parque Nacional Galápagos.