- La fiebre comercial por la maca hace seis años desapareció. La biopiratería le quitó mercado a comunidades que la protegen hace cientos de años.
(Esta es una colaboración periodística entre Mongabay Latam y Diálogo Chino)
En la meseta del Bombón ubicada en el centro de la Cordillera de los Andes, te sientes en una gran congeladora, pero si te descuidas, el sol del mediodía te achicharra el rostro como si estuvieras dentro de un horno.
Ha sido catalogada por el Estado peruano como Reserva Nacional de Junín, donde se encuentra el lago con el mismo nombre o también llamado Chinchaycocha (en quechua) desde la época de los incas. Es una de las fuentes de agua de Lima, la capital de Perú, pero también ha sido contaminada por la actividad minera de las últimas décadas.
Y en estas tierras áridas nació un ‘superalimento’ con la fortaleza necesaria para atraer la atención del mundo entero: la fértil maca (Lepidium meyenii) que vivió un boom económico y luego se desvaneció por culpa de que su material genético salió del país sin permiso. O, para usar el término que usan los científicos, por culpa de la biopiratería.
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Directo a la raíz
Las calles están vacías y las manos no se calientan con nada. Son las 7 de la mañana y el termómetro marca -2 grados centígrados. En la plaza del centro poblado de Huayre (4113 metros sobre el nivel del mar), en el distrito de Junín, se eleva un extravagante monumento de vidrio morado en honor a la maca.
En Huayre viven apenas 1200 personas, según el Instituto Nacional de Estadística e Informática peruano. Y, según los pobladores de Junín, en este rincón de los Andes nació la maca, que atrajo una efímera bonanza que volvió locos a muchos hace un poco más de seis años.
Desde épocas de los incas, la maca tenía mucho valor y distintos usos, desde promover la fertilidad hasta combatir el insomnio. Pero poco a poco fue dejándose de lado. En la década de los ochenta fue declarada un especie en peligro de extinción. Según Iván Manrique, investigador del Centro Internacional de la Papa (CIP), se calcula que por aquellos años solo había sembradas unas 50 hectáreas, que abastecían a los agricultores y ganaderos en la meseta del Bombón.
Fue a fines de los años 90 que se volvió a promover su consumo, no solo en Perú, sino en Asia. El gobierno del entonces presidente Alberto Fujimori vendió la idea en Japón que la maca era un alimento capaz de combatir la impotencia sexual: una especie de viagra andino. Y ese fue el inicio de una desinformación que continúa veinte años después.
En el 2004, el Gobierno de Perú declaró a la maca —conocida en otros países como ginseng o jengibre peruano— como producto bandera del país. Sin embargo, lo invertido en investigación por el Estado no equiparó esa ambición. En Perú son pocas las instituciones que se dedican a estudiar este alimento, entre las que destacan la Universidad Peruana Cayetano Heredia, la Universidad Nacional Agraria La Molina y el Centro Internacional de la Papa.
Se conoce que su consumo ayuda a la memoria, al aprendizaje, a la fertilidad (que no es lo mismo que la impotencia). También eleva la resistencia al estrés, ataca problemas de la próstata, mantiene la energía y brinda más vitalidad. Existen más de diez variedades reconocidas por sus colores: negra, roja, amarilla, blanca, rosada, ploma y más matices. Y cada una aporta distintos beneficios a la salud.
Sin embargo, sus supuestas propiedades afrodisiacas eran lo que llamaba la atención en Asia, especialmente en China.
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El boom de la maca
“Todos se volvieron locos. ¿Y cómo no? Si llegaron los chinos y comenzaron a llevarse todo. Hasta a los agricultores se llevaron para intentar replicar nuestras técnicas en China”, recuerda don Teo Quispe. “Yo nunca había hecho agricultura, pero también me animé. Luego cuando quise vender, los chinos no volvieron más y perdí todo”, se ríe este chofer que ya no quiere saber nada con la maca y anda feliz movilizando gente entre los pueblos de Junín.
“No supimos cuidar la materia prima y el mercado. No lo hicimos sostenible. Los chinos han venido y robaron información. Hoy manejan la maca como si fuera de ellos, pero en ningún lugar crecerá maca con la calidad que tenemos en Junín”, comenta Moisés Alderete, productor de maca de Junín, dedicado a la investigación de este alimento en los Andes peruanos. Divide su tiempo entre su ganado y la maca, así como casi todos los pobladores de Junín, un lugar del Perú en donde las actividades económicas giran alrededor de vacas, unas cuantas ovejas, y cultivos de papa y maca.
Así como cuenta Alderete y otros productores, en el año 2013 negociantes chinos empezaron a llegar en camionetas a Junín en busca de maca. Y como comprando caramelos, se llevaron toda la cosecha. Si la maca en esa época costaba 3 dólares el kilo, ellos ofrecían 100, 150 y hasta 200 dólares.
“Pagaban en cash (efectivo). Llegaban con mochilas llenas de dinero”, cuenta don Teo, quien fue contratado en tres ocasiones para manejar 10 horas hasta Lima solo para recoger maletas llenas de dólares. “Llegábamos, abrían la maletera y echaban todo ahí. Ni contaban la plata, y nos veníamos de vuelta. Me sentía en una película de la mafia”, añade. A raíz de ello, Junín se llenó de camionetas 4×4, bares y negocios, que fueron tan fugaces como el boom de esta raíz.
“A los agricultores no les importó nada. Vendieron su alma al diablo y ahora estamos viendo las consecuencias. En esa época se creó toda una mafia. Empezaron a sacar ilegalmente del país el bulbo de la maca, por la frontera con Bolivia y por el puerto del Callao. Declaraban que se llevaban harina de maca, pero dentro estaba lleno de los bulbos. Eso es totalmente ilegal”, comenta Alejandra Velazco. Ella es la gerente de exportaciones de Hersil, una empresa peruana con más de cincuenta años fabricando medicamentos y productos naturales, y también la presidenta del Comité de Productos Naturales de la Asociación de Exportadores del Perú (Adex).
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Maca china
Los empresarios chinos no solo se llevaron la maca: se llevaron semillas y hasta la tierra de la meseta del Bombón.
“Cuando empecé a hacer mi investigación, quería comprar semillas de maca. Y de estar 30 o 40 soles (10-13 dólares) el kilo, nadie te quería vender por menos de 3000 soles (900 dólares). El ambiente en Junín se puso tenso. La gente no se sentía segura. Había mafias que presionaban para que vendan su maca solo a los chinos”, cuenta Claudia Janampa, bióloga y emprendedora que ha creado su propia marca de derivados de maca.
Por su lado, Iván Manrique del CIP grafica lo fácil que es llevarse un poco de maca y reproducirla por el mundo. “Dentro de un lapicero vacío puedes poner 4 gramos de semillas de maca. En cada gramo, te pueden entrar 2 mil semillas. Es decir, te puedes llevar 8 mil semillas, así de fácil. Con eso te alcanza para sembrar media hectárea. Si cada planta te produce en promedio unas dos mil semillas, podrías sembrar miles de hectáreas después de un año”, explica.
Es tan fácil que en China empezaron a sembrar maca en la zona montañosa de la provincia sureña de Yunnan, cuyos fértiles campos alcanzan los 4000 metros sobre el nivel del mar —igual que en Perú.
“Calculamos que la maca empezó a salir del Perú de forma ilegal alrededor del 2002 y 2003. Y en la actualidad, China produce más maca que Perú”, afirma Andrés Valladolid, presidente de la Comisión Nacional contra la Biopiratería del Instituto Nacional de Defensa de la Competencia y de la Protección de la Propiedad Intelectual (Indecopi) del Gobierno peruano.
En 2011, la Comisión Nacional de Planeación de Salud del gobierno chino declaró la maca como un recurso alimenticio. Las cifras no coinciden, pero sí indican un alza evidente de los cultivos chinos: la empresaria Alejandra Velazco habla de que en 2014, China tenía 12 000 hectáreas de maca sembradas, mientras que Perú —cuna de la maca— solo tenía 5000. Xinhua, la agencia de prensa estatal y órgano del Gobierno chino, habla de que en 2012 había 1660 hectáreas en Yunnan, que crecerían hasta los 13 000 en 2020.
En cualquier caso, en 2015 se sintió el golpe. “De exportar unos 5 millones de dólares en 2014, pasamos a cero al siguiente año y nunca más exportamos a China. También se perdieron los clientes de Europa y Estados Unidos, que empezaron a comprar a China. Inclusive a nosotros nos quisieron vender, ¿puedes creerlo?”, pregunta Velazco. “Su maca tiene otro color, otro olor, no tiene las mismas propiedades, tienen otra forma, se parece al jengibre. No les resultó bien, pero igual nos quitaron mucho mercado”, sentenció.
“De Perú no puede salir ningún tipo de material genético sin permiso. Además, las compras que se hicieron por aquellos años fueron ilegales. En Perú todas las transacciones se bancarizan. Y los empresarios chinos pagaron en efectivo, sin dejar huella, ni pagar impuestos”, cuenta Valladolid, que en estos momentos viene armando y fortaleciendo la estrategia para que estas situaciones ilegales no vuelvan a suceder con la maca ni con otros alimentos peruanos.
La efímera bonanza no duró más de tres años. Los productores quedaron endeudados. Remataron sus camionetas, cerraron los bares y los precios de la maca bajaron inclusive más de lo que valía antes de la llegada de los empresarios chinos.
Por otra parte, según la agencia Xinhua, en China los agricultores de maca denuncian estar sintiendo el golpe de la especulación de sus empresarios. De vender a casi 3000 dólares el kilo, lo están rematando a 3 dólares, catalogándolo como la farsa de la maca.
Asimismo, se cree que al ritmo en que va creciendo la producción de maca en Yunnan, se pueden quedar sin tierra de cultivo. Las cifras oficiales que se manejan, aseguran que para el próximo año este alimento de origen peruano se apoderará de más de 13 000 hectáreas de suelo chino.
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Piratería biológica
“Cuando un tercero accede a un recurso genético peruano sin contar con el consentimiento del Estado, que se da a través de un contrato de acceso, es considerado biopiratería”, reafirma Valladolid, que está concentrado en encontrar las distintas patentes en el extranjero que estén utilizando la maca como recurso. “Tenemos identificadas 1700 solicitudes de patentes relacionadas a la maca en el mundo. Y 75 % son de China”, confirmó.
China exporta maca en el mundo y está creando confusiones. En junio de 2019, un cargamento de la marca china de nombre Maca Perú fue en Estados Unidos porque detectaron sildenafil, el componente del viagra, motivo por el cual la Administración Estadounidense de Medicamentos (FDA) recomendó evitar su uso.
¿Cómo una marca china puede llevar el nombre Perú y también de uno de sus productos bandera? Eso es algo que Valladolid y compañía están investigando. “Los chinos siguen vendiendo la idea de maca como potenciador sexual, y entiendo que le agregan esa base del viagra. Es una manera muy irresponsable de vender y engañar”, afirmó Valladolid.
Los empresarios chinos se aprovecharon de un Estado peruano indiferente. De la corrupción en todos sus niveles, de la ausencia de normas técnicas, de la desorganización, y principalmente, de la pobreza de los productores. ¿Qué hacer entonces?
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Protección de la maca peruana
Por el momento, el gremio exportador Adex y la entidad de protección de la propiedad intelectual Indecopi vienen trabajando en distintas estrategias para proteger el patrimonio del país y que este no se vaya tan fácilmente.
“Queremos que no existan ventanas legales para sacar el germoplasma, por ello estamos avocados en modelos de contratos con Adex e Indecopi. Sin embargo, todas las organizaciones estatales deben de poner de su parte. Lo que ha sucedido con la maca no es culpa de China, es culpa de Perú que está dejando que se lleven sus cosas, sin protegerse”, sentenció Velazco.
Desde los Andes, los reclamos al Estado también se hacen sentir. “No hay proyectos que apoyen a la agroindustria, que impulsen al crecimiento de los productores. Yo nací en Junín y me siento hijo de la maca. Este producto tiene un alto valor nutritivo, económico y social. El Estado tiene que apoyar a los productores, promover la investigación y generar mayor inversión. Hay que trabajar la maca desde el suelo hasta el producto final”, dice el campesino Moisés Alderete.
“Nosotros como consorcio queremos buscar el desarrollo integral del cultivo. Estamos queriendo desarrollar normas técnicas que protejan y ordenen toda la industria alrededor de la maca. Por eso es muy importante que el Estado apoye de una vez a los productores y destine presupuesto para mejorar la producción. Como país hemos dado al mundo la papa. ¿Y acaso recibimos regalías por eso? Al contrario, nosotros que producimos papa, no vendemos papa, compramos. Y ni nos dicen gracias”, dice Johnny Vílchez, gerente general de la Asociación de Productores de Maca (Apromaca) Perú, que integran nueve asociaciones de las regiones Junín y Pasco.
Según investigadores y productores, la maca está en vías de revolucionar, no solo la alimentación en el mundo, sino también la salud.
En este contexto, el Consejo Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación Tecnológica (Concytec) de Perú, en convenio con el Banco Mundial, está financiando un proyecto del doctorado en ciencias de la salud en la Universidad Católica de Santa María (UCSM) de Arequipa, que está analizando las propiedades de este superalimento para retrasar los síntomas del Alzheimer. El Perú espera que esta sea una buena oportunidad para generar conocimiento y proteger su patrimonio.
“Una vez que el recurso ha salido, ya no hay manera de traerlo de vuelta. Puedes reclamar, iniciar alguna acción diplomática o legal, pero lo cierto es que una vez que los recursos salieron, ya no hay vuelta atrás”, señala Manuel Ruiz, asesor de la Sociedad Peruana de Derecho Ambiental (SPDA) con estudios e investigaciones en comercio internacional y biodiversidad.
“En el caso de la maca, ahora hay que ver la mejor manera de relacionarnos con China. Y desde ahora es nuestra responsabilidad verificar mejor que nuestro patrimonio no salga tan fácil. Y esto no solo está sucediendo con la maca, sino también con el sacha inchi, el yacón y otros productos originarios de Perú”, añade.
Ese nuevo camino quizás logre evitar que la maca no quede como un simple recuerdo de lo que pudo ser, sino que se pueda compartir sus beneficios al mundo de una manera que incluya a los agricultores andinos a quienes el mundo le debe haber preservado el alimento.
Imagen central: Biopiratería. A inicios de los años 2000, empresarios chinos se llevaron sin permiso las semillas de maca y ahora la cultivan en Yunnan. Foto: Jack Lo Lau.
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