- El III Congreso de Áreas Protegidas de Latinoamérica y El Caribe se realizó en Lima con la participación de más de 2700 personas de 33 países.
- Pueblos indígenas reclaman el respeto de sus territorios y la autodeterminación para el manejo de las áreas protegidas superpuestas sobre ellos.
“La próxima década es crucial, es la última oportunidad que tiene la humanidad para frenar el cambio irreversible de este modelo de producción, consumo y expansión”, dijo Julia Miranda Londoño, presidente global adjunta de la Comisión Mundial de Áreas Protegidas de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN).
Este llamado lo hizo durante el cierre del III Congreso de Áreas Protegidas de Latinoamérica y El Caribe (CAPLAC) realizado hace una semana en Lima, Perú. Las palabras de Miranda, con las que coinciden muchos de los representantes de los países, están expresadas en la Declaración de Lima, un documento que reúne los compromisos de diversos sectores —mujeres, jóvenes, pueblos indígenas, guardaparques y gobiernos locales— para fortalecer el manejo efectivo de las áreas naturales protegidas, así como dar una especial atención a las áreas marinas y los océanos en la región.
Miranda Londoño saludó que el cumplimento de la meta 11 de Aichi del Convenio sobre Diversidad Biológica, pues hasta el momento se ha alcanzado la protección del 23.6 % de la superficie terrestre y el 18.1 % del área marina y marina costera en Latinoamérica.
Este documento, además, recoge las demandas de los pueblos indígenas, quienes exigieron su participación como socios plenos y efectivos, y no solo como beneficiarios para garantizar la sostenibilidad financiera de las áreas protegidas.
La propuesta para establecer el 17 de octubre como el Día de las Áreas Protegidas de Latinoamérica y El Caribe, selló estos cuatro días de reuniones de más de 2700 personas de 33 países que llegaron a Lima para participar de este encuentro.
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La importancia de las áreas protegidas marinas
La necesidad de ampliar las áreas protegidas en el mar y las zonas costeras ha sido una constante en el III Congreso de Áreas Protegidas de Latinoamérica y El Caribe. Desde la inauguración, el compromiso de que se incrementen estos espacios para la conservación marcó la pauta, sobre todo, de la representación peruana.
La ministra del Ambiente, Fabiola Muñoz, manifestó su compromiso de que en Perú se concreten la Reserva Nacional Mar Tropical de Grau y la Reserva Nacional Dorsal de Nazca para el 2021.
En su discurso de clausura, la titular del sector aseguró que para el bicentenario de la independencia de Perú se contará con la declaración de ambas áreas en el mar peruano. “Mi compromiso es que se concrete la creación de estas áreas protegidas para el 2021”, aseguró.
Pedro Solano, director ejecutivo de la Sociedad Peruana de Derecho Ambiental (SPDA), reconoció que es importante que la ministra del Ambiente “haya asumido de un modo potente y enérgico” la necesidad de cerrar la brecha de las áreas naturales protegidas en el mar peruano. “La brecha es enorme. Ojalá que lo logremos”.
Para Alicia Kuroiwa, directora de Hábitats y Especies Amenazadas de Oceana, con la designación de estas dos áreas protegidas el Perú pasaría de tener un 0.5 % de mar protegido a más del 7 %. “Esperamos con ansias que el proceso de la Reserva Nacional Dorsal de Nazca culmine este año, ya que una de las metas es llegar a la COP 25 en Chile con esta área establecida”.
La ampliación de las áreas naturales protegidas en mares y océanos ha sido una de las urgencias mencionadas en la Declaración de Lima. “Existe un esfuerzo regional por fortalecer las áreas marinas protegidas en la región, pero requiere mayor financiamiento para consolidarse”, dijo Claudio Maretti, coordinador Ejecutivo del II CAPLAC en la clausura del congreso.
“Una tarea pendiente es devolver la mirada a mares océanos y cuerpos de agua vitales para lograr las metas de conservación y bienestar”, señaló Tania Ammour, representante de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN).
Amour también destacó la urgencia de actuar con soluciones innovadoras para atender la pérdida de la biodiversidad agravada por la crisis climática, los patrones de consumo y la desigualdad. “Amenazas que afectan hasta nuestra sobrevivencia como especie”.
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Las propuestas de los pueblos indígenas
Ser actores y no solo espectadores fue uno de los puntos clave dentro del discurso de los líderes indígenas. Ellos demandaron una participación activa en el manejo de las áreas protegidas que se superponen a sus territorios, y lo dejaron en claro en cada una de sus intervenciones durante el Congreso que culminó el 17 de octubre.
Para Jorge Nahuel, autoridad de la Confederación Mapuche de Neuquén y director de la Región Cono Sur del Consorcio Ticca, los pueblos indígenas han tenido un protagonismo mínimo en la elección de las áreas a ser protegidas que coinciden con sus territorios y en el plan de manejo de estas,puesto que sus territorios han sido solo objeto de conservación por parte de los Estados y las organizaciones civiles. Por eso, el líder indígena exige que se respete la autodeterminación de los pueblos originarios para el manejo de las áreas protegidas que se superponen a sus territorios.
“No necesitamos que los estados y las organizaciones civiles creen tutelajes para el manejo de nuestros territorios”, comenta Nahuel a Mongabay Latam. Por el contrario, el líder indígena reclama que el establecimiento de muchas áreas protegidas se hizo sin la autorización de los pueblos indígenas en cuyos territorios se superponen estas zonas protegidas.
“Si bien algunos estados muestran mayores avances normativos y de políticas públicas, con respecto a los derechos de los pueblos indígenas, constatamos que el principal problema sigue siendo la falta de implementación efectiva de estos derechos y de las resoluciones y decisiones en materia de conservación”, dice la declaración de la Red Ticca (territorios y áreas conservados por pueblos indígenas y comunidades locales) que se presentó durante el cierre del congreso.
En ese mismo documento se critica el modelo de desarrollo promovido por los estados de la región, que se basa en “las industrias extractivas, la agroindustria, el turismo masivo y los proyectos de infraestructura, junto con los nuevos mecanismos de mercantilización de la naturaleza”.
Para los pueblos indígenas, el 50 % del planeta necesita estar protegido formalmente, y el otro 50 % debe ser manejado sosteniblemente para el año 2030, solo así —aseguran— se podrá cumplir con las metas del Acuerdo de París y con los Objetivos de Desarrollo Sostenible. “Todo lo que sea debajo de esa meta será puro maquillaje verde”, dice Felipe Gómez, miembro del directorio del Consorcio Ticca.
Durante los cuatros días del congreso, las organizaciones indígenas presentes en Lima realizaron debates, diálogos y pronunciamientos en la maloca indígena, un lugar que semejaba el espacio comunal ancestral de las comunidades amazónicas.
Las exigencias de los pueblos indígenas también contemplan un nuevo acuerdo mundial que convierta a la crisis climática en una prioridad global, así como la titulación total de los territorios indígenas y la aplicación del convenio 169 de la Organización Internacional del Trabajo sobre la consulta previa. Esta última enfocada, para este caso, en considerar la opinión de los pueblos indígenas en la definición de las áreas protegidas, sobre todo en aquellas que se superponen con sus territorios.
Wrays Pérez, presidente del Gobierno Territorial Autónomo Wampis, comenta que el aporte de los pueblos indígenas a la conservación ha sido reconocida en los estudios presentados por el Panel Intergubernamental del Cambio Climático (IPCC) y la Plataforma Intergubernamental de Biodiversidad y Servicios Ecosistémicos (IPBES). “Los pueblos indígenas deben autodefinir el manejo de sus territorios”.
Para la líder indígena brasileña Sonia Bone de Souza Silva Santos, conocida como Sonia Guajajara, el reclamo principal de los pueblos indígenas es la demarcación de sus territorios. “Necesitamos el compromiso de parte de los gobernantes para la titulación, pues actualmente interesa al mundo entero liberar nuestras áreas para que sean utilizadas por la industria maderera, se construyan grandes carreteras e hidroeléctricas. Estas actividades son agresivas con el medio ambiente”.
Imagen principal: Ballena jorobada. Foto: Gudkov Andrey
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