- Los pescadores de Santa Cruz, en las islas Galápagos, se han aliado con las autoridades y organizaciones para conservar a largo plazo la población de langosta espinosa.
- La clave para conservar las langostas está en capturarlas vivas, de tal manera que si estuvieran ovadas o fueran demasiado pequeñas, se las podría liberar nuevamente al mar.
En la isla de Santa Cruz, en el archipiélago de Galápagos, los pescadores han adoptado una nueva forma de pescar para asegurarse de que la población de langosta espinosa no desaparezca de este paraíso del mundo.
Esta práctica desarrollada desde 2011 con la ayuda de expertos de Conservación Internacional Ecuador (CI-Ecuador) y del Parque Nacional Galápagos (PNG) se enfoca en el manejo exhaustivo de dos especies de langosta espinosa: la langosta verde (Panulirus penicillatus) y la roja (Panulirus gracilis).
La historia en 1 minuto. Video: Mongabay Latam.
La Universidad de Santa Bárbara, CI-Ecuador, el PNG y los pescadores de la zona trabajan para establecer parámetros que adviertan cuándo y dónde la población de langosta se encuentra en riesgo, y así prohibir su captura durante un tiempo determinado. Una de las recomendaciones más importantes que han sido adoptadas es que las langostas sean capturadas y comercializadas vivas, para que una hembra en plena reproducción pueda ser devuelta al mar e incentivar el aprovechamiento completo del recurso.
Desde el 2010 hasta el 2014, las toneladas de langostas desembarcadas en los puertos principales de las islas Santa Cruz, San Cristóbal e Isabela aumentaron de 17 a 62 toneladas para la langosta roja y de 9 a 16 toneladas para la langosta verde, según datos del PNG. A partir de 2014, los niveles de desembarque se han mantenido muy por encima de los datos históricos, y esto evidencia un aumento de la población de ambas especies.
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Cambio de comportamiento
En el 2012, cuando Mariana Vera y Jerson Moreno decidieron implementar la campaña Cuidamos lo nuestro para los nuestros, en la isla Santa Cruz como parte de su maestría de Artes y Comunicación, los pescadores de la zona utilizaban una vara hawaiana —un tridente con dientes de hasta 40 cm de longitud— para matar y pescar las langostas de la reserva, sin distinguir las hembras que tenían huevos. En los restaurantes y hoteles locales solo se servía la cola de la langosta, pues no veían ningún valor agregado al cuerpo de este crustáceo. Muy poco de lo que se pescaba terminaba en los platos de la gente local y la venta de langosta siempre pasaba por un intermediario quien vendía la mercancía en el continente.
Ahora, cuando se camina por las calles de Puerto Ayora, en Santa Cruz, en los quioscos se exhiben langostas vivas. Los turistas se toman fotos, para capturar en una imagen el tamaño y los colores del crustáceo. En los restaurantes y hoteles la langosta se sirve entera. “El 80 % de los pescadores captura la langosta viva y un 90 % de la captura que se hizo en Puerto Ayora se quedó y se consumió localmente”, precisó Moreno, quien es actualmente experto en pesquería de Conservación Internacional en Ecuador. Además, explicó que los pescadores pueden establecer un precio a su producto sin necesidad de pasar por ningún intermediario.
Según Dionisio Zapata, presidente de la Cooperativa de Pescadores de Santa Cruz (Copropag), se estableció un precio de 6 dólares por libra de langosta viva, mientras que muerta tiene un valor de 5. “El dólar de diferencia es un incentivo para que más pescadores capturen a la langosta viva”, explicó Zapata. Los expertos de CI-Ecuador estiman que la comercialización exclusiva de la langosta entera podría aumentar en un 30 % las ganancias de los pescadores, pasando de 1,23 millones de dólares a 1,6 millones anuales.
“El objetivo de la campaña fue justamente promover la pesca de la langosta viva y entera para comercializarla de esta manera”, explicó Vera, actual gerente del programa Galápagos de Conservación Internacional en Ecuador. Esta campaña se basó en los principios de una campaña de orgullo, la cual está basada en la metodología de la organización Rare, que utiliza las estrategias de mercadeo social para promover un cambio de comportamiento en las comunidades para proteger y conservar el medio ambiente.
En el caso de la campaña Cuidamos lo nuestro para los nuestros, se promovió la venta local de la langosta entera y viva, pues esta práctica facilita la liberación de las hembras con huevos o individuos de un tamaño menor a 26 cm, en caso que hayan sido capturados por los pescadores. Según Jerson Moreno, tanto las hembras ovadas como las langostas más pequeñas —que aún no han alcanzado la edad para reproducirse— no deben ser capturadas, pues son las sucesoras de nuevas generaciones. Por ejemplo, una sola langosta verde puede poner hasta 2 millones de huevos, de los cuales solo un 40 % sobrevive.
Pero capturar langostas vivas no es tarea fácil. Dionisio Zapata cuenta que los pescadores salen del puerto al atardecer solo si el mar está tranquilo. Con una manguera de 100 metros y un compresor de aire para poder respirar bajo el agua, se sumergen hasta 30 metros de profundidad para capturarlas. Estos crustáceos se suelen esconder en las cuevas naturales durante el día y salen por la noche, por lo que el pescador utiliza una linterna para encontrarlas.
En la temporada de pesca, el agua suele estar fría y la vida de los buzos corre peligro cuando el mar está movido pues las olas pueden arrebatarles su equipo de pesca. En ocasiones, cuenta Zapata, las morenas —una especie de pez—, que se encuentran escondidas en la oscuridad de las cuevas, pueden morder la mano del pescador cuando este se dispone a capturar una langosta.
Para que las langostas permanezcan con vida, el pescador mete a los individuos capturados en un tanque sumergido en el agua. Cuando regresan al puerto, una parte de lo que han pescado lo venden y otra parte la entregan a la cooperativa de pescadores. “La cooperativa luego se encarga de acopiar las langostas capturadas en un tanque, donde se mantiene la temperatura entre los 20 y 25 grados, para que se sientan en su ambiente”, explica Jerson Moreno. Luego son distribuidas vivas en el Ecuador continental para comercialización local y exportación.
Después del primer año de campaña, CI-Ecuador junto con el PNG y otras organizaciones han apoyado a los pescadores con proyectos científicos y de mercadeo complementarios para mejorar el manejo de la pesquería de langosta. Por ejemplo, CI-Ecuador, WWF, el PNG y el sector pesquero crearon el ‘Sello Galápagos’ para certificar aquellas langostas que son capturadas con prácticas sostenibles.
Además, esta iniciativa se complementa con el “Festival de la Langosta de Galápagos”, que se celebra desde el 2015, con el apoyo de la municipalidad de Santa Cruz, el Ministerio de Agricultura y Pesca, el Ministerio de Educación, CI-Ecuador y la escuela local de gastronomía. Este año el festival se realizó la última semana de setiembre, y se llevaron a cabo concursos gastronómicos en hoteles y restaurantes, entre otras actividades.
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Un semáforo que regula la pesca de la langosta
La pesquería de langosta espinosa es una de las actividades más antiguas en la Reserva Marina de Galápagos (RMG) y es una de las más lucrativas. Desde 1997 hasta la fecha, se ha monitoreado la actividad pesquera de las dos especies de langosta espinosa con la ayuda de los pescadores de la RMG.
Ellos trabajan de la mano con universidades, organizaciones y el PNG para establecer parámetros biológicos y poblacionales que les permitan elaborar un mejor manejo de la langosta espinosa verde y roja —como mortalidad, reproducción, movimiento—. Con estos datos se elabora un semáforo donde se decide si la langosta se encuentra en verde, naranja o rojo. El verde indica buen estado de la especie, por lo que se puede pescar, y el rojo significa problemas, prohibiendo así su captura.
Por eso, todos los años se realiza un censo poblacional previo a la apertura de la temporada de pesca, donde los pescadores tienen una hora para capturar todas las langostas que quieran en diferentes puntos de la RMG. Cada año se compara cuántos individuos se pescaron durante esa hora. Según Harry Reyes, biólogo responsable del proceso de conservación y uso de ecosistemas marinos en el PNG, la captura de langosta se ha mantenido estable durante los últimos años y la población se encuentra saludable. “En el 2015 cada pescador capturaba un promedio de 18 kg de langosta roja por hora, después comenzó a bajar y ahora la captura se estabilizó en alrededor de 10.7 kg, alrededor de 5 langostas por hora”, explicó el biólogo.
De manera complementaria, durante los meses de pesca de langosta, el PNG se encarga de contar y registrar los crustáceos que llegan al muelle para mantener un monitoreo de la población que se extrae. Aunque los datos muestran que durante una jornada los pescadores capturan cada vez menos langostas rojas, según Jerson Moreno, estudios sobre la reproducción y mortalidad de esta especie muestran que la población se encuentra saludable.
Mariana Vera, por otro lado, explica que “considerando que la población se encuentra saludable, la disminución en la captura se podría deber a que las condiciones de pesca durante la temporada de langosta se han tornado más difíciles, debido a la temperatura, visibilidad, entre otros factores. Además, debido al cambio en la modalidad de pesca, el pescador está pescando menor cantidad o invirtiendo menor esfuerzo que antes. Sin embargo, mantienen sus ingresos”.
Este año el PNG autorizó la pesca de langosta durante cinco meses en lugar de los seis meses que se autorizaron el año pasado. “En mayo de cada año se decide la temporada de captura del siguiente año”, afirmó Reyes. La temporada de pesca suele ser desde junio hasta diciembre.
En este caso el semáforo “está cerrando en verde”, según Dionisio Zapata, presidente de la cooperativa de pescadores. Si el semáforo estuviera en rojo para ambas especies, entonces la población de langosta verde y roja se encontraría en Peligro Crítico y se vedaría su captura, y si estuviera en naranja, posiblemente se reducirían los meses de captura y se restringiría el número de individuos que podrían ser extraídos por el pescador.
La sobreexplotación de la langosta es la principal amenaza para este crustáceo. Sin embargo, Moreno explica que los eventos de La Niña pueden afectar las poblaciones de estos animales. Por ejemplo, normalmente, a mayor temperatura hay más abundancia de langosta roja, si el evento de La Niña llega a enfriar mucho el agua, la población podría verse afectada.
Las langostas espinosas son también propensas a las enfermedades. Dada su tendencia de trasladarse juntas en grandes grupos, una enfermedad que afecta inicialmente a un individuo puede contagiarse a muchos más.
El cambio climático es otro factor de importancia al que los investigadores le están prestando atención, pues afecta a los ecosistemas del arrecife debido a las tormentas extremas y al aumento de la temperatura del agua. Estos eventos pueden afectar la cadena alimentaria de la que dependen las langostas.
“El involucramiento del sector pesquero en el monitoreo de la población de langostas espinosas y la adopción de una pesca más sostenible se ven reflejados en la recuperación de la langosta”, dice Moreno. Y de acuerdo con Mariana Vera de CI-Ecuador, los próximos pasos son seguir mejorando las medidas de manejo y trabajar aún más fuerte con el sector pesquero para promover la pesca sostenible.
En otras islas de Galápagos, como Isabela, los pescadores siguen matando a las langostas y comercializan solo la cola. Si se captura una hembra ovada o un individuo más pequeño de 26 cm, el pescador es sancionado y se le confisca toda su pesca del día por no cumplir con la reglamentación del PNG. Aun así, lo crítico es que la población de langostas ya perdió un individuo clave para su reproducción futura.
En la isla San Cristóbal, la segunda más poblada después de Santa Cruz, los pescadores están empezando a implementar prácticas más sostenibles en la captura de langostas. Por eso, a futuro, Vera y el equipo de CI-Ecuador y demás instituciones pretenden trabajar con todas las cooperativas de pescadores de las islas que conforman Galápagos para que sigan los pasos de los pescadores de Santa Cruz. La labor está teniendo eco y los pescadores ayudarán a llevar el mensaje: “Lo que importa para nosotros es conservar el recurso, cuidar que no se deprede de manera indiscriminada e inconsciente a las langostas ovadas”, dice Dionisio Zapata en nombre de los pescadores de su cooperativa en Santa Cruz.
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