- La exministra del ambiente de Brasil considera que existe un grave problema de retrocesos en la agenda socioambiental de América Latina.
- En conversación con Mongabay Latam habló de la política antiambiental de Brasil, del sector de los agronegocios y del movimiento evangélico, entre otros temas.
Marina Silva es enérgica en sus respuestas. En una época en que Brasil ha enfrentado un desastre ambiental por los incendios forestales y un reciente derrame de petróleo que ha afectado más de 200 playas, la exministra del ambiente de Brasil se enfrenta a las medidas ‘antiambientalistas’ —como las ha definido— de Jair Bolsonaro.
Pero también critica a los gobiernos de Evo Morales y de Nicolás Maduro. Para Silva, tanto la izquierda como la derecha pueden llegar a tener políticas muy parecidas, y ambas van en contra del medio ambiente y del desarrollo sostenible. “Necesitamos que América Latina acabe con la política del péndulo, porque la derecha va a un lado y la izquierda para otro”.
Silva inició su carrera política al lado del legendario Chico Mendes, pero también estuvo al lado de Ignacio Lula da Silva y ha sido tres veces candidata a la presidencia de Brasil. En su paso por Lima para hablar sobre gestión socioambiental se dio tiempo de conversar con Mongabay Latam.
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El gobierno de Jair Bolsonaro está por cumplir un año, como exministra del Ambiente, ¿cuál es su balance de las políticas y decisiones ambientales que ha tomado el gobierno durante este período?
El gobierno de Bolsonaro es negacionista con una política antiambiental. Su ministro del Medio Ambiente [Ricardo Salles] no es ambientalista, pero es el brazo derecho de Bolsonaro para desactivar la gobernanza ambiental que se había construido en Brasil durante más de tres décadas. Todo el esfuerzo de estos nueve meses ha sido para reducir presupuestos, debilitar instituciones de monitoreo y de gestión, reducir la capacidad de gobernanza y aprobar leyes en el Congreso que socaven la fiscalización y que legalicen áreas que fueron ilegalmente ocupadas y deforestadas. Esto se ha evidenciado en la incapacidad del gobierno para atender los incendios y ahora el derrame de petróleo. El gobierno ha desarticulado la estructura ambiental del país.
Ha habido una reducción importante en el presupuesto del Ministerio del Ambiente y varias instituciones ambientales han sido debilitadas. ¿Cuál es la situación actual de estas instituciones y quienes las dirigen?
Durante mi gestión fortalecimos la gobernanza ambiental, aumentamos los presupuestos y la eficiencia en los organismos de lucha contra la deforestación y contra los ilegales, además que fortalecimos el trabajo de inteligencia. Tuvimos un plan contra la deforestación y creamos más de 20 millones de hectáreas de unidades de conservación. Este gobierno desmontó todo eso y colocó en las secretarías a personas que están para hacer lo que el presidente y el ministro quieren. El gobierno demoró seis meses para nombrar al responsable del monitoreo de la calidad ambiental, además, esperó 50 días para atender los incendios forestales y ahora 41 días para los derrames de petróleo. Las consecuencias son muy graves, porque en todos los gobiernos hubo dificultades, pero nunca se tuvo en puestos de mando a personas con acciones contrarias a las atribuciones del Ministerio del Medio Ambiente. Que instigan la violencia contra ambientalistas y organizaciones locales, aprueban leyes que transforman lo ilegal en legal y debilitan la gobernanza. Al mismo tiempo fueron desmontando las instituciones. Primero fue el Ministerio del Medio Ambiente, luego la Agencia Nacional de Aguas y la Secretaría dedicada al cambio climático, después llegó la dimisión del presidente de Instituto Nacional de Investigaciones Espaciales.
¿Cómo pueden lidiar los científicos y las organizaciones ambientalistas con Bolsonaro?
Hoy es muy difícil, pero se ha hecho un trabajo muy fuerte de resistencia, tanto para el movimiento ambientalista como para la comunidad científica. Ahora mismo, durante la reunión de la Organización de las Naciones Unidas, cuando Bolsonaro estaba minimizando el problema de los incendios se creó una organización de científicos latinoamericanos y un panel científico para la Amazonía, compuesto mayoritariamente por investigadores de América Latina, con apoyo de otras regiones del mundo. Se trata de la propuesta llamada Amazonia 4.0 que nace para complementar la iniciativa que se creó en mi gestión y que tiene como base la tecnología, los aportes de la biotecnología y la biociencia. La comunidad científica es muy fuerte, pero los ambientalistas son calumniados y agredidos constantemente. La violencia aumentó mucho en Brasil contra activistas que son amenazados de muerte.
¿Quiénes son los grandes beneficiados de las políticas ambientales de Bolsonaro?
No es política ambiental, es más bien una política antiambiental. Y se están beneficiando a los mineros ilegales, a madereros ilegales, porque se sienten empoderados por el gobierno y por las iniciativas legislativas del Congreso.
Su partido (Red de Sostenibilidad) ha pedido la renuncia del ministro del Medio Ambiente. ¿Es esto suficiente?
La verdad no pedimos la renuncia. Nos centramos en la justicia para que sea sancionado, porque es el brazo derecho de Bolsonaro. Opera todas las políticas socioambientales contrarias a los indígenas, a las políticas socioambientales, a las unidades de conservación, al cambio climático y a favor de una agricultura depredadora. Él no renunciará.
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La presión del sector de agronegocios en Brasil
Los incendios forestales no son nuevos en Brasil. ¿Durante su gestión se tomaron medidas para frenar el problema?
Estamos en esa situación no por falta de conocimiento ni de capacidad técnica, sino por una decisión política, por falta de compromiso y de responsabilidad ética con lo que está sucediendo en Brasil. Durante mi gestión tuvimos planes de lucha contra la deforestación que funcionaron muy bien, durante diez años se redujo en 33 % la pérdida de bosque. Brasil fue el país que más redujo la emisión de CO2 durante la vigencia del protocolo de Kyoto y que más protegió su biodiversidad, además fortalecimos los órganos de fiscalización y recuperamos el presupuesto del ministerio del Medio Ambiente. Pero ahora, por primera vez en la historia de Brasil, tenemos un ministro antiambientalista.
¿Cuáles son sus recomendaciones?
Considero que se deben tomar medidas de corto plazo para el control, fiscalización, ordenamiento territorial, combate a las prácticas ilegales. Otras deben ser a largo plazo como la transición a un nuevo modelo de agricultura baja en carbono, la diversificación de la economía, implementación de la bioindustria, el establecimiento del turismo. También están las que llamamos medidas de soporte como el grupo de científicos de América Latina. El mismo reto que tuvo Europa para recuperarse luego de la segunda guerra mundial, ahora lo tenemos para no permitir que la Amazonía sea destruida. Todo esto requiere una visión que surja de la propia América Latina, de los países que son parte de la Amazonía, para que definan cuál será el nuevo modelo de desarrollo.
El debilitamiento de las políticas ambientales que se está dando en Brasil también ocurre en otros países de América Latina. ¿Qué está pasando en la región?
Es muy interesante lo que dices, porque antiguamente las personas de derecha eran contrarias a las políticas socioambientales, pero ahora vemos que lo mismo sucede tanto en los gobiernos de derecha como de izquierda. En Brasil tenemos un gobierno de extrema derecha, pero en Bolivia está Evo Morales, que también afectó millones de hectáreas de bosque para dedicarlos a la soya. En Venezuela hay un verdadero desastre ambiental con problemas graves de la Amazonía por explotación de petróleo y una política de tierra arrasada contra los indígenas que están migrando en masa por toda la violencia que hay en contra de ellos y sus territorios. Tenemos un grave problema de retrocesos en la agenda socioambiental de América Latina. Por otro lado, tenemos una proactividad enorme de la sociedad y de la comunidad científica. Es una situación muy delicada en el contexto de América Latina y solo hay un camino: cambiar de modelo de desarrollo. Necesitamos que América Latina acabe con la política del péndulo, porque la derecha va a un lado y la izquierda para otro, pero algunas cosas son muy parecidas. Ambos no enfrentan el problema del desarrollo sustentable como eje estratégico en relación al cambio climático, a la pérdida de biodiversidad, a las poblaciones originarias. Ambos son gobiernos populistas, porque existe populismo de izquierda y de derecha.
¿Quiénes pueden ejercer presión sobre Bolsonaro para evitar que siga tomando decisiones que afectan a Brasil?
El sector de los agronegocios ejerce una gran presión, pues tiene el 40 % del Congreso Nacional. Con certeza Bolsonaro acabó con el Ministerio del Medio Ambiente por presión de ellos. Si como dicen los científicos, el 75 % de las personas que viven en América del sur dependen de la Amazonía, es una locura destruirla. ¿Que empresa destroza el 75 % de su capacidad productiva? Ninguna.
Usted ha comentado que existe una fuerte presión y amenazas contra ambientalistas y pueblos indígenas ¿Cuál es el panorama en Brasil y en la región?
El aumento de la violencia contra los activistas ambientales de Brasil es una realidad. Existen denuncias en los foros internacionales sobre la amenaza que se hace contra activistas y contra los pueblos indígenas. Incluso los propios agentes públicos están siendo amenazados. Los activistas, los fiscales y la policía federal en determinadas situaciones se enfrentan directamente con los mineros y madereros ilegales, poniendo en riesgo su propia vida. El gobierno ha dicho que legalizará tierras que fueron ocupadas por una simple autodeclaración. Eso están haciendo en la Amazonía.
¿Legalizar a los invasores?
Sí, convertir en legales a los invasores. Es una bomba ecológica la que está ocurriendo en Brasil.
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Una mirada al movimiento evangélico
¿Para usted que significó trabajar con Chico Mendes?
Mi compromiso político, ético y la visión de hacer las cosas en base a una cultura de paz lo aprendí con Chico Mendes, quien empezó con pocos recursos. Para mí, es muy triste ver lo que sucede ahora en Brasil, que se ha convertido en un pésimo ejemplo para el mundo y para América Latina. Parte de las políticas que implementamos cuando fui ministra sirvieron para demostrar que se puede crecer económicamente y controlar la deforestación. Siempre he aplicado los valores e ideales que aprendí con Chico Mendes.
Usted mencionó que en el Congreso el sector de agronegocios era muy fuerte defendiendo la política ‘antiambiental’ del gobierno de Bolsonaro. ¿El movimiento evangélico, que fue clave para que Bolsonaro llegue al poder, está apoyando estas políticas?
Tal vez es la prueba de que no se puede generalizar a los evangélicos, no todos aprueban la política de Bolsonaro, pero una parte significativa sí. Como Bolsonaro tiene un discurso moralista en términos de valores de la familia, de la religión, parece que concuerda con su punto de vista político, social, ambiental y espiritual. Pero es una incoherencia decir que amas al creador y no proteger la creación, que estamos aquí porque amamos al prójimo y tener una política contraria a aquellos que piensan diferente y estar contra los derechos humanos de los indígenas, los negros, los gays. Diría que en estos momentos se vive una contradicción muy grande, los valores del cristianismo no tienen nada que ver con discriminar minorías y publicar fake news.
Ser político de oposición en Brasil es complicado. ¿Qué es lo más difícil que usted tiene que enfrentar?
Para los ambientalistas nunca fue fácil. Pero por primera vez tenemos un gobierno que públicamente opera para desmontar la agenda ambiental.
¿El movimiento evangélico que apoyó a Bolsonaro se ha pronunciado sobre el tema?
Hay que hacer una diferencia entre la cúpula y líderes y las bases sociales. Brasil tiene una cantidad grande de evangélicos. Los líderes que apoyan a Bolsonaro y la propia bancada evangélica en el Congreso hacen quorum políticamente con él, pero no se puede confundir con el resto de la sociedad.
¿Piensa postular nuevamente a la presidencia de Brasil?
En este momento estoy muy enfocada en la lucha contra los retrocesos que tenemos en Brasil y en América Latina. He trabajado mucho en la Fundación Futuro Latinoamericano para fortalecer la agenda de la democracia y del movimiento sustentable en América Latina, con el fin de crear una cultura sustentable en el continente y particularmente en Brasil. No estoy tratando de capitalizar políticamente este liderazgo. La sociedad brasilera está decepcionada con los casos graves de corrupción y de los fraudes que se hicieron en las elecciones, sobre todo desde el 2014. Es preciso recuperar la confianza de la sociedad y mucho más de los líderes que quieren estar al frente. Estoy haciendo lo que tengo que hacer. Estoy enfocada completamente a una agenda socioambiental. Es preciso que América Latina deje de estar en políticas de péndulo en que la izquierda va para un lado y la derecha va para el otro. Se necesita que sea innegociable la responsabilidad y el movimiento económico en base a la sostenibilidad, al medio ambiente, la justica social, educación, seguridad, vida digna. Es preciso hacer una política en Latinoamérica independiente de la izquierda y la derecha, que esté comprometida con la protección ambiental, la estabilidad económica y la justicia social.
*Imagen principal: Marina Silva. Foto: SPDA
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