- En México, donde se estima que hay alrededor de 20 mil diferentes tipos de polillas, se acaba de describir una nueva especie que habita en la región de los Tuxtlas, Veracruz.
- Las polillas nocturnas son importantes polinizadoras, aunque poco valoradas. En el mundo se estima que existen, por lo menos, 140 mil especies.
Durante casi cuarenta años permaneció en una gaveta de la Colección Nacional de Insectos del Instituto de Biología de la UNAM. En todo ese tiempo, ningún investigador se interesó en conocer más sobre ella. Eso suele ocurrir con las polillas nocturnas, pese a ser importantes polinizadoras: se les ignora. Y cuando llaman la atención no siempre les va muy bien; se les mata o ahuyenta porque cargan con varios prejuicios, uno de ellos es que se les mira como portadoras de “malas noticias”.
La polilla que estuvo guardada en una gaveta de la UNAM tuvo una historia diferente. No se le condenó a la indiferencia.
Cuando Ivonne Garzón Orduña, doctora en biología de la conservación, se incorporó como curadora de lepidópteros de la Colección Nacional de Insectos, en 2019, se dio a la tarea de comenzar a revisar los ejemplares que ahí se resguardan. Una pequeña polilla, de no más de cinco centímetros de tamaño y de color pardo brillante, llamó su atención.
Rastreó en varias colecciones de insectos para saber si ya se había descrito a ejemplares similares. En la colección de Costa Rica encontró algunos muy parecidos, pero no iguales. Unos días después, su sospecha se transformó en una certeza: esa polilla pertenecía a una especie que, hasta ese momento, no se había descrito.
En diciembre de 2019, la revista científica Zootaxa publicó el artículo de la doctora Garzón, investigadora asociada del Instituto de Biología de la UNAM, en donde se confirma que esa pequeña polilla es nueva especie descrita para México.
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Revalorizar a las polillas
La doctora Garzón bautizó a la nueva especie con el nombre científico de Ophthalmoblysis ibarrai. Como otras del género Ophthalmoblysis, tiene en su ala posterior una mancha que da la impresión de ser un ojo. En el caso de la nueva especie el patrón de esa figura es diferente: tiene un disco negro interno que le da una apariencia de un “ojo somnoliento”.
Esta polilla pertenece a una de las familias más grandes de lepidópteros, los Geometridae; con más de 20 mil especies en el mundo y que se caracteriza, entre otras cosas, porque sus orugas son medidoras.
Los ejemplares que la doctora Garzón estudió, y que le permitieron realizar la descripción de la nueva especie, fueron recolectados en 1980 y en 2019, en los Tuxtlas, Veracruz, donde el Instituto de Biología de la UNAM tiene una estación de investigación.
Hasta ahora no existen registros de que esta nueva especie se encuentre en otras regiones del país. En parte, esa falta de información es porque en México —como en otras naciones— las polillas nocturnas no son tan estudiadas. Y eso se debe a que las mariposas acaparan los estudios científicos y la atención de la gente.
Lo irónico es que tanto mariposas como polillas pertenecen al mismo orden de las Lepidóptera, el cual agrupa a insectos con alas cubiertas por escamas. Incluso, hoy se sabe que las mariposas evolucionaron de un ancestro común, una polilla, hace aproximadamente 250 millones de años.
Entre las principales diferencias que existen entre mariposas y polillas están la forma de sus antenas, así como su mecanismo de vuelo; además, las mariposas son diurnas y la mayoría de las polillas son nocturnas, aunque también hay algunas que se pueden encontrar durante el día.
Como muchos de los científicos dedicados a los lepidópteros, Ivonne Garzón se enfocó durante varios años a las mariposas. Decidió mirar a las polillas —en algunas regiones también llamadas palomillas— cuando se dio cuenta de que ahí había un campo mucho más grande de estudio: en el mundo hay 20 mil especies de mariposas, pero existen 140 mil diferentes tipos de polillas. “Estamos ignorando cerca del 90 % de la diversidad de lepidópteros, cuando solo nos enfocamos en mariposas”, resalta la investigadora.
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Cargar con prejuicios
El aprecio por las polillas se instaló en el interés científico de Ivonne Garzón cuando tuvo a su cargo una pequeña colección en la Universidad Estatal de Tennessee, Estados Unidos. “Fue —dice— como descubrir una ventana a un universo nuevo”.
La científica no exagera. Quien se adentre al mundo de las polillas podrá enterarse de que no todas son de color café, que también las hay tan coloridas como las mariposas; y que en algunos casos tienen dietas muy diversas, existen, por ejemplo, especies que se alimentan de las lágrimas de aves, cocodrilos y algunos mamíferos. Otras tienen alas que podrían confundirse con plumas. Y hay unas más que son grandes viajeras, como la Urania fulgens, que realiza una migración masiva desde México hasta el norte de Sudamérica.
Como ha sucedido con otros polinizadores —por ejemplo, los murciélagos—, las polillas han tenido que cargar y padecer varios prejuicios que existen sobre ellas. Por ejemplo, la Ascalapha odorata —una polilla grande, de color oscuro y que se puede encontrar desde México hasta el norte de Argentina—, se asocia como portadora de malas noticias, entre ellas la muerte.
La realidad no tiene nada que ver con esas ideas equivocadas sobre las polillas. Todo lo contrario. Estos insectos, al igual que mariposas, colibrís y abejas, son importantes polinizadores.
“La polinización es una relación ecológica en donde las dos especies involucradas obtienen beneficio. En este caso, la polilla obtiene nectar y polen de las flores, y la planta es polinizada (fertilizada). Es una interacción muy antigua”, explica la doctora Ivonne Garzón.
Las polillas —resalta la investigadora— que pertenecen a la familia Sphingidae están entre los mejores polinizadores, y tienen relaciones muy estrechas con las orquídeas y otros grupos de plantas con flores tubulares muy profundas. Un ejemplo es el caso de la yuca y sus únicos polinizadores: las polillas del género Tegeticula.
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Termómetro de un ecosistema
Las polillas pueden ocupar cualquier tipo de hábitat. Se las puede encontrar en desiertos o en bosques. En el único lugar del planeta en donde no se han visto es en la Antártida.
México se distingue por la gran biodiversidad de polillas que tiene en su territorio: se han registrado alrededor de 13 mil especies, pero se estima que hay hasta 20 mil.
La nueva especie descrita para México, la Ophthalmoblysis ibarrai, solo se ha colectado en el bosque tropical húmedo de los Tuxtlas, en el estado de Veracruz, al sur de México.
En 1980, Adolfo Barra, técnico que ha trabajado durante 40 años en la Colección Nacional de Insectos de la UNAM, colectó cerca de 15 ejemplares de Ophthalmoblysis ibarrai. Estas polillas se guardaron en gavetas y ahí estuvieron durante cerca de 40 años sin que se estudiaran.
Cuando la investigadora Ivonne Garzón comenzó a sospechar de que esos ejemplares pertenecían a una nueva especie, le propuso a Adolfo Ibarra ir a la estación biológica que la UNAM tiene en los Tuxtlas, Veracruz, para realizar una nueva colecta.
Pasaron cuatro noches sin encontrar a la polilla. Fue hasta la quinta cuando lograron tener un ejemplar de Ophthalmoblysis ibarrai. “Si hace cuarenta años se logró colectar a cerca de 15 individuos y ahora, después de cinco noches, solo colectamos uno, entonces algo pasa. Se enciende una alerta”, explica la doctora Garzón, quien dedicó la descripción de la nueva especie al técnico Adolfo Ibarra.
La polillas, como todos los insectos, son bioindicadores de la salud de un ecosistema; ellos dan señales de los cambios que alteran las condiciones que permiten la biodiversidad en un ecosistema. Por ejemplo, si disminuye su población, una causa podría ser que la planta que la hospeda ya no tiene una presencia importante en un área.
Como otros polinizadores, entre las principales amenazas que enfrenta la biodiversidad de polillas están la fragmentación de los ecosistemas, la deforestación, el reemplazo de bosques por zonas agrícolas, la destrucción de las fuentes de agua y el uso de agroquímicos. Los lepidópteros nocturnos enfrentan un riesgo particular y adicional: la proliferación de luz artificial blanca. “La luz atrae a las polillas; cuando se acercan a las lámparas, mueren”, explica la doctora Ivonne Garzón.
¿Por qué las atrae la luz artificial? La investigadora explica que existen varias hipótesis. Una de ellas es que esa atracción podría estar relacionada con que las polillas utilizan la luz de la luna y de las estrellas para navegar.
Una colección que promete hallazgos
En el caso de la Ophthalmoblysis ibarrai, la nueva especie descrita para México, aún no se sabe cómo es su oruga ni de qué planta se alimenta cuando está en esa etapa, explica la doctora Garzón, científica colombiana que después de realizar estudios de postgrado en Estados Unidos, llegó a México para incorporarse como investigadora asociada en el Instituto de Biología de la UNAM y ser, a partir de marzo de 2019, la curadora de Lepidóptera de la Colección Nacional de Insectos.
Cuando la doctora en biología de la conservación llegó a la UNAM, la colección llevaba cerca de 25 años sin tener a un curador de lepidópteros. Así que, durante mucho tiempo, no se realizó un estudio a profundidad de la mayoría de los 200 mil ejemplares —más de la mitad son polillas— que tiene esa colección.
A raíz de esto, entre los objetivos que tiene la investigadora está el formar a científicos que se dediquen a estudiar a las polillas. “A mis estudiantes les digo: por cada especie de mariposa es posible que hayan seis científicos estudiándolas; así que, si usted quiere que su carrera tenga un impacto, estudie polillas”.
Por el tiempo en que la colección permaneció sin curador, la doctora Garzón sospecha que en sus gavetas existen aún “muchas especies por descubrir”, polillas que, así como sucedió con la Ophthalmoblysis ibarrai, es necesario rescatar de la indiferencia y otorgarles el reconocimiento que se les ha negado.
* Imagen principal: la nueva especie Ophthalmoblysis ibarrai se colectó en los Tuxtlas, Veracruz, en México. Foto: Cortesía Adolfo Ibarra.
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