- El término “carne de animales salvajes acuáticos” o “carne marina silvestre” se refiere a la captura de aves, mamíferos y reptiles marinos y, ahora también, de algunos tiburones y rayas.
- Si bien esta caza se lleva a cabo en todo el mundo, en los últimos años, ha aumentado.
Desde hace tiempo, científicos y conservacionistas por igual expresan su preocupación por el consumo de carne de caza, conscientes de su impacto sobre la vida silvestre y la salud humana. Con todo, su par marino recibe poca atención, aun cuando la disponibilidad de recursos cada vez más escasa en lugares como África occidental ha llevado a los pescadores a pequeña escala a capturar delfines, tortugas marinas y otros mamíferos, reptiles y aves consideradas “carne de caza acuática”.
En este contexto, los delegados de más de 80 países tomaron medidas para abordar el problema durante la Convención sobre la Conservación de las Especies Migratorias de Animales Silvestres (CMS) de Gandhinagar, India, concluida el pasado 22 de febrero. Durante el evento, los asistentes acordaron desarrollar un plan de acción sobre la carne de caza acuática en África occidental y coordinar los esfuerzos de protección mundiales de las especies identificadas que por primera vez incluyen ciertos tiburones y rayas.
“La carne de caza acuática está en auge y la CMS reconoce que es una amenaza que emerge rápidamente a una escala similar a la que enfrentan los animales terrestres”, indicó en un correo electrónico a Mongabay Fabienne McLellan, participante de la conferencia y codirectora de relaciones internacionales de OceanCare, una ONG de conservación marina con sede en Suiza. “La dependencia de las personas a la carne de animales salvajes acuáticos va en aumento en las regiones tropicales, templadas, subárticas y árticas. Es por eso que ballenas, delfines, manatíes, tortugas, cocodrilos y aves marinas se ven cada vez más afectados como consecuencia de la disminución de las reservas pesqueras”.
Por su parte, algunos participantes de las ONG mostraron su insatisfacción con las medidas adoptadas por las partes de la CMS, dada la urgencia por proteger estas especies, muchas de las cuales tienen una vida longeva y reproducción lenta. Sin embargo, albergan la esperanza de que este sea el principio de una presión mayor para proteger las especies de carne de caza acuática sobreexplotadas.
¿Carne acuática de… qué?
Los científicos comenzaron a hablar acerca de la carne de caza acuática entre 1990 y 2000, especialmente refiriéndose a ella como “carne marina silvestre”. Desde entonces, las amenazas a las especies de interés se han multiplicado. De acuerdo con un infome de 2019 elaborado por diversos grupos conservacionistas, a nivel mundial, cada año se matan intencionalmente alrededor de 100 000 pequeñas ballenas, delfines y marsopas de 56 especies. Recientes estudios muestran que la cantidad de pequeños cetáceos cazados va en aumento, incluso en lugares como la cuenca del Amazonas y las aguas cercanas a Ghana.
La pesca no siempre está motivada por una necesidad inmediata de proteínas. En América Latina y Asia, las personas utilizan la carne y la grasa de los pequeños cetáceos como carnada debido a su durabilidad en los anzuelos y el nivel de atracción que generan en las especies de peces objetivo. En África occidental, las personas utilizan aceite de delfín como crema medicinal para los niños.
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Algunos tipos de pesquería son ilegales, como por ejemplo la caza furtiva de tortugas marinas en la región del Triángulo de Coral del Sudeste Asiático. Sin embargo, buena parte de esta actividad sí que es legal en muchos países que no cuentan con una legislación que proteja a las especies de carne de caza acuática (en este sentido, la Ley de Protección de los Mamíferos Marinos de Estados Unidos constituye una gran excepción).
Por ejemplo, muchas islas del Caribe no cuentan con leyes de protección de pequeñas ballenas y delfines. Según indica Russell Fielding, profesor de estudios ambientales invitado de la Universidad de las Indias Occidentales en Barbados, los habitantes de la isla principal de San Vicente y las Granadinas capturan cientos de pequeños cetáceos cada año. Esta pesca recibe menos atención, ya que se lleva a cabo en una pequeña isla de las Granadinas, Bequia, en la cual se utiliza una licencia aborigen especial de la Comisión Ballenera Internacional, el organismo que regula la caza de grandes ballenas que establece la captura de 4 ballenas jorobadas (Megaptera novaengliae) al año. Sin embargo, de acuerdo con Fielding, la pesca de bajo perfil en San Vicente suma mucha más biomasa.
Según el académico, la ingesta de carne de caza acuática supone graves riesgos para la salud pública. Los pequeños cetáceos de la región son superpredadores que concentran contaminantes que han conseguido ascender en la cadena alimentaria gracias a sus tejidos.
“Cuando las personas los consumen, se vuelven superpredadoras e ingieren todos esos contaminantes”, sostuvo Fielding a Mongabay. Su investigación indica que los músculos de los mamíferos, la grasa y los órganos internos están llenos de microplásticos y contaminantes industriales, como el mercurio. En este sentido, todas las muestras de tejido de pequeños cetáceos analizadas por sus equipos mostraron niveles de mercurio por encima del umbral considerado seguro por la Organización Mundial de la Salud; en promedio, entre tres y 48 veces por encima del límite recomendado.
Fielding sostiene que lo que comenzó como mera investigación ahora se ha tornado en una especie de activismo. Y es por eso que intenta correr la voz acerca de los peligros. Sin embargo, según el académico, los gobiernos de la región del Caribe oriental hasta el momento no han adoptado medidas para restringir su consumo.
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Movidos por la pesca
El colapso climático también ha influido, por ejemplo, generando un cambio de ubicación de las pesquerías nacionales hacia mar adentro, donde los pequeños pescadores no tienen acceso. Los científicos han descubierto que la reducción de la disponibilidad puede generar una mayor captura de carne de caza terrestre en zonas costeras como también la misma tendencia en el mar.
Los esfuerzos por detener las capturas locales han sido ineficaces y, en muchos casos, se ha logrado el efecto contrario, al generar resistencia local a los valores externos. Algunos conservacionistas ahora presionan para que se adopte un enfoque que aborde las causas principales del fenómeno de la caza y la sobrepesca industrial. Según Maximin Djondo, especialista en carne de caza acuática de OceanCare, en África occidental este constituye el mayor problema. En esa región, los buques pesqueros industriales superan a los pescadores locales en más de 20 veces, según un informe de 2016 elaborado por esa ONG.
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“Los pescadores obtienen cada vez menos pescado por causa de los buques internacionales, en su mayoría chinos, que vienen a las aguas de África occidental y se lo llevan todo”, confió a Mongabay Djondo, quien se encuentra establecido en Benin. “Las personas no consiguen tanto pescado, por eso están tan interesadas en la carne de caza acuática”.
OceanCare manifestó su decepción por la falta de acciones concretas propuestas durante la CMS para abordar la cuestión de la sobrepesca realizada por los buques internacionales. “Las cosas siguen igual que siempre”, indicaron en un comunicado de prensa sus delegados.
El impacto de la convención
La legalidad de la caza de muchas especies marinas es difícil de determinar. La CMS prohíbe estrictamente la captura de las especies migratorias en peligro incluidas en el Apéndice I, que constituye el máximo nivel de protección. En teoría, las 130 partes signatarias adoptan automáticamente como ley las resoluciones del tratado de la CMS o, caso contrario, deben promulgar leyes en consonancia con estas resoluciones. En la práctica, sin embargo, algunos países no cuentan con tales leyes.
Y en el caso de los países que sí cuentan con las leyes adecuadas, su aplicación resulta difícil. En este sentido, la secretaría de la CMS ha demostrado poca capacidad de hacer cumplir sus resoluciones que la secretaría de una convención complementaria, la Convención sobre el Comercio Internacional de Especies Amenazadas de Fauna y Flora Silvestre (CITES), que tiene la autoridad para imponer sanciones comerciales por incumplimiento. Sin embargo, según afirma Brett Sommermeyer, director legal de la firma de Seattle Sea Shepherd Legal afiliada a la ONG Sea Shepherd Conservation Society, algunos países con grandes flotas pesqueras, como China y Japón, no son signatarias de la CMS, por lo cual sus buques de bandera no se encuentran obligados a cumplir con las disposiciones de la Convención.
Las especies migratorias enfrentan numerosas presiones además de la caza y los resultados son graves. Según un comunicado de prensa emitido por la CMS, el primer informe de situación de las especies catalogadas por la CMS publicado a comienzos de este mes en preparación para la reciente conferencia, muestra que las poblaciones de la mayoría de esas especies está disminuyendo.
Con todo, los esfuerzos por fortalecer la CMS tuvieron tropiezos durante la conferencia: no se logró la aprobación de la resolución propuesta que hubiese ampliado la competencia de la Convención, ya que incluía restricciones comerciales sobre especies amenazadas de extinción. Por el contrario, se decidió que era necesario realizar más investigación sobre este asunto. De acuerdo con Sommermeyer, las delegaciones de Australia y de la Unión Europea se opusieron a la propuesta. Según lo confiado a Mongabay por un miembro de OceanCare que participó de la conferencia, eso mismo fue lo que generó su fracaso.
Un delegado de la comisión australiana no respondió las solicitudes de comentarios de Mongabay, mientras que otro delegado de la UE directamente se negó a responder.
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A pesar de esto, los observadores señalaron avances positivos como, por ejemplo, la incorporación por parte de la CMS de 10 nuevas especies en la lista de especies protegidas, incluidas las siete del Apéndice I: el jaguar (Panthera onca), el elefante asiático (Elephas maximus indicus), la avutarda india (Ardeotis nigriceps), el albatros de las Antípodas (Diomedea antipodensis), el sisón bengalí (Houbaropsis bengalensis), el sisón común (Tetrax tetrax) y el tiburón oceánico de puntas blancas (Carcharhinus longimanus).
Las partes además reconocieron la cultura de los animales salvajes, incluidas las variaciones en las estructuras sociales, los comportamientos y los dialectos que pueden ocurrir en una misma especie. Además, instaron a considerar a las especies migratorias en las políticas climáticas y energéticas nacionales; en especial, cuando se desarrolla la infraestructura y a reducir las capturas accidentales de mamíferos marinos en las pesquerías comerciales.
Durante el día final de la Conferencia, las partes de la CMS publicaron la Declaración de Gandhinagar que llama a incluir a las especies migratorias y al concepto de “conectividad ecológica” en el marco que se adopte en la próxima Conferencia sobre Biodiversidad de la ONU de octubre.
*Imagen principal: carne de pequeños cetáceos cuelga secándose bajo el sol de Barrouallie, San Vicente y las Granadinas. Foto: Andy Fielding.
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Referencias:
da Silva, V. M., Freitas, C. E. C., Dias, R. L., & Martin, A. R. (2018). Both cetaceans in the Brazilian Amazon show sustained, profound population declines over two decades. PLOS ONE, 13(5), e0191304. doi:10.1371/journal.pone.0191304
Brashares, J. S., Arcese, P., Sam, M. K., Coppolillo, P. B., Sinclair, A. R. E., Balmford, A. (2004). Bushmeat hunting, wildlife declines, and fish supply in West Africa. Science, 306(5699), 1180-1183. doi:10.1126/science.1102425
Van Waerebeek, K., Debrah, J. S., & Ofori-Danson, P. K. (2014). Cetacean landings at the fisheries port of Dixcove, Ghana in 2013-14: a preliminary appraisal. International Whaling Commission SC/65b/SM17 (Bled), 4. doi:10.13140/RG.2.1.4079.2401
El artículo original fue publicado en Mongabay News. Puedes leerlo aquí.