- La Reserva Nacional Las Chinchillas es el único lugar en el mundo destinado a la protección de la chinchilla chilena, una especie considerada extinta a principios del Siglo XX y que se mantiene En Peligro.
- En 2002 la construcción de una carretera dividió la reserva en dos amenazando la supervivencia de estos animales. A modo de compensación, el Ministerio de Obras Públicas prometió ampliar el área protegida, sin embargo, hasta la fecha la medida no se ha concretado y un nuevo proyecto minero busca instalarse a solo 10 kilómetros de la reserva.
Para llegar a la Reserva Nacional Las Chinchillas hay que adentrarse en los cerros de la región de Coquimbo, específicamente en la provincia de Choapa, en donde la larga sequía lleva más de una década y ha vuelto la tierra amarilla. Ahí sobreviven espinos, cactus, tímidos arroyos que antaño fueron caudalosos ríos. Pese a este contexto, el área natural protegida mantiene viva la biodiversidad de este territorio que, al ser el límite del desierto de Atacama y las regiones centrales de Chile, posee características únicas.
Zorros, yacas, quiques, cururos, iguanas chilenas, güiñas, gatos colocolo y pumas son algunos de los animales, todos bajo algún grado de amenaza, que protege esta área. Pero su especie bandera y que le da el nombre a la reserva es la chinchilla chilena (Chinchilla lanigera), roedor nocturno que durante años fue cazado por su piel y que a inicios del siglo XX fue incluso considerado extinto.
La reserva es el único lugar del mundo en donde se protege a la chinchilla chilena. Aun así, en 2002 esta área fue seriamente intervenida cuando se construyó, en medio de ella, una carretera. A modo de compensación, el Ministerio de Obras Públicas se comprometió a ampliar la zona protegida. Hasta hoy esa medida no se ha cumplido, mientras las amenazas aumentan: un proyecto minero que busca extraer cobre a solo 10 kilómetros de la reserva ya tiene un permiso ambiental aprobado.
Una especie que se creía extinta
La chinchilla chilena, descrita por Gabriela Mistral como la chilena más linda, “no bebe agua de manera directa, sino que la obtienen principalmente de hierbas, raíces y frutos del ambiente”, explica la veterinaria de la Universidad de Chile, Siboney Pérez. Además, “no tiene glándulas sudoríparas, por lo que es susceptible a golpes de calor”, característica que cobra especial relevancia en el contexto actual de Chile: el 2021 fue el cuarto año más cálido y el segundo más seco desde 1961.
El peculiar roedor tiene una historia de resistencia contra grandes adversidades. De hecho, la especie fue considerada como extinta como consecuencia de la cacería ligada a la industria de las pieles; actualmente, la chinchilla chilena se encuentra En Peligro, según la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza.
Mario Ortiz, administrador de la reserva, asegura que la cantidad de ejemplares cazados y exportados fueron muy altos. “Entre 1880 y 1920, se llegó a un promedio de 500 000 pieles al año que se exportaban a Estados Unidos y Europa. Estamos hablando de que en 10 años son 5 millones de ejemplares, y si lo extrapolamos a las cuatro décadas son 20 millones de ejemplares que fueron cazados”, dice el experto. Esos números, sin embargo, corresponden únicamente a los registros de exportación de los puertos de Coquimbo y Valparaíso, explica Ortiz, y “no están consideradas las pieles que salieron por tierra, ni tampoco las pieles que fueron rechazadas para la exportación”.
El uso principal que se le daba a las pieles de chinchillas era la creación de ropa debido a que, según explica Pérez, su pelaje es muy denso “con 50 pelos en un folículo”. Para tener una comparación, los humanos tienen un pelo por folículo.
En la década de los setenta, posterior a la caza excesiva y mientras aún se pensaba que la especie estaba extinta, la bióloga estadounidense Connie Mohlis viajó a la provincia de Choapa motivada por la información de que, en ese lugar, todavía había chinchillas chilenas.
Sus primeras expediciones, realizadas a mediados de los años setenta, fueron infructuosas. Finalmente, y casi sin esperanzas, la bióloga conoció a un habitante de la provincia que cazaba chinchillas y mantenía algunas en su casa. La noticia no tardó en expandirse gracias a un informe difundido en 1977 y diferentes organizaciones internacionales presionaron para que se construyera un sitio de protección para esta especie que se consideraba extinta.
De esta forma, el 30 de noviembre de 1983 se creó la Reserva Nacional Las Chinchillas que es administrada por la Corporación Nacional Forestal (Conaf). Este hecho ponía fin a los más de 50 años de desfase entre la protección por ley de la chinchilla chilena (1929) y la construcción de un sitio en donde efectivamente se dan las condiciones para su estudio y conservación. Posteriormente, en el año 2006, la chinchilla chilena fue declarada monumento natural, lo que castiga su caza independientemente del nivel de protección del terreno en donde se encuentre.
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Un área protegida partida en dos
Cerca de 20 años habían pasado desde la creación del área protegida cuando una carretera se construyó en medio de ella, partiendo a la reserva en dos. Se trata de la ruta D-705 que une los sectores rurales de Auco con los Pozos. La ubicación de la vía provocó el rechazo de organizaciones ambientales y también de Conaf, asegura Mario Ortiz.
Las razones para oponerse a esta construcción eran que, según explica Siboney Pérez, las consecuencias podían ser “gravísimas” para las chinchillas y los demás animales de la reserva. En concreto, una carretera generaría “una fragmentación del hábitat disminuyendo la conectividad, generando aislamiento entre pares, dificultad de conseguir alimento y aumento de muertes por atropellamiento”. Los temores no fueron en vano puesto que, según la veterinaria, existen registros de que estos hechos ya ocurren. Además, todos esos impactos podrían verse agudizados con el avance de grandes proyectos mineros, asegura la experta, ya que con ellos aumenta la afluencia de transporte.
Para compensar el daño, se acordó que la construcción de la carretera se haría a cambio de integrar 1000 hectáreas a la reserva. Sin embargo, “con el tiempo y debido al sobreprecio de los terrenos aledaños se determinó que solo serían 100 hectáreas”, cuenta Ortiz.
Aunque los terrenos debían ser entregados a la Conaf para incluirlos como parte de la reserva en el año 2002, esto aún no ocurre incluso cuando estudios científicos han comprobado la existencia de grandes poblaciones de chinchillas en quebradas cercanas a la reserva que no están protegidas. De hecho, algunas investigaciones describen sitios aledaños con una abundancia de chinchillas mayor a la existente dentro del área protegida: entre 900 y 5000 individuos. Esos estudios demuestran la necesidad de ampliar la reserva.
Uno de esos sitios es la quebrada Curicó. Una prospección de chinchillas realizada por la Conaf en 2011, concluyó que dicha quebrada tiene una importante presencia de estos animales, por lo que el organismo recomendó gestionar su incorporación a la reserva.
En 2015, la Superintendencia de Medio Ambiente sancionó con 440 Unidades Tributarias Anuales al Ministerio de Obras Públicas (unos 400 000 dólares de la época) por no haber realizado la medida de compensación a tiempo. Sin embargo, siete años después, la ampliación del área protegida sigue sin concretarse, mientras una segunda amenaza pone una vez más en riesgo a la reserva.
Mongabay Latam envió preguntas al Ministerio de Obras Públicas, pero hasta la publicación de esta nota el organismo no entregó respuestas.
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La amenaza de la minería
Pese a las dificultades, la Reserva Nacional Las Chinchillas ha logrado sortear de manera exitosa las amenazas que acechan al amenazado roedor. De hecho, “la creación del área silvestre, más otras medidas (mayor valorización de la especie, prohibición de caza, legislación ambiental y definición de especie como Monumento Natural, entre otras), han permitido que las poblaciones de chinchillas se regeneren”, asegura Jorge Luis Silva, jefe provincial de Conaf Choapa.
Sin embargo, la reserva enfrenta hoy una nueva amenaza. Se trata del proyecto El Espino que, ubicado a tan solo 10 kilómetros de la reserva, busca extraer hasta 51 millones de toneladas de cobre al año. Este proyecto de la empresa Pucobre, que ya cuenta con un permiso ambiental y que según su página web está a la espera de los permisos sectoriales para comenzar a operar, “tendrá un efecto directo sobre la especie”, explica Silva.
A pesar de que la ciencia ha demostrado ampliamente la importancia de que las áreas protegidas cuenten con una zona de amortiguamiento, es decir, con un área circundante que funciona como cinturón de protección, ya que reduce las influencias negativas de las actividades humanas, las áreas protegidas en Chile no cuentan con esta figura de protección.
Una de las amenazas del proyecto El Espino, aseguran los expertos consultados, es que intensificará los impactos que ya habían sido reconocidos con la construcción de la carretera, puesto que el tránsito aumentará en forma considerable. Según lo publicado en el Servicio de Evaluación Ambiental, se considera un aumento máximo de 103 viajes al día, correspondientes a camiones, buses y vehículos livianos, entre los que se incluyen siete viajes al día con sustancias peligrosas.
Además, según reconoce el estudio de impacto ambiental, la construcción del proyecto afectará una superficie de 49,66 hectáreas de Bosque Nativo de Preservación siendo las especies endémicas Monttea chilensis y Porlieria chilensis (guayacán) las más afectadas.
Para compensar este daño, la empresa propuso un programa de repoblamiento vegetal y para mitigar los impactos sobre la fauna aseguró que se llevará a cabo un plan de rescate y relocalización de especies en estado de conservación.
Todas esas medidas de mitigación fueron aprobadas finalmente por la Conaf, sin embargo, cabe señalar que la dirección regional de dicho organismo precisó en el estudio de impacto ambiental que “no queda claro la ganancia ecosistémica que producirá la propuesta de compensación presentada por el titular”.
Hasta la publicación de este reportaje y a pesar de diferentes intentos de contacto, representantes de la empresa Pucobre no respondieron a Mongabay Latam.
* Imagen principal: Chinchilla chilena. Foto: Conaf.
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