- El 2023 inició en Colombia con un deslizamiento en Rosas, Cauca, que dejó afectadas al menos a 164 familias que debieron ser reubicadas tras la tragedia.
- Aunque en este derrumbe no hubo muertos, en abril de 2019 hubo un evento en la misma población en el que fallecieron 14 personas. Mongabay Latam habló con el geólogo Jader Muñoz, quien explicó que el fenómeno de la Niña, la intervención humana y una situación geológica estructural pudieron generar la emergencia.
Colombia, como en muchas otras partes del mundo, ya puede ver los efectos del cambio climático con las recurrentes sequías e inundaciones que terminan por impactar la vida de las personas. Eso, unido a la falta de prevención, la deforestación y habitar zonas con terrenos inestables detonan un escenario perfecto para el desastre. Eso es lo que ha venido ocurriendo en diferentes zonas del país durante los primeros días del 2023.
Aunque históricamente enero ha sido una época de pocas lluvias en la región Andina colombiana, en los primeros días del año el invierno ha dejado un saldo de 22 viviendas dañadas y una destruida, además de 32 vías y tres puentes vehiculares afectados, de acuerdo con cifras de la Unidad Nacional para la Gestión del Riesgo de Desastres (UNGRD) compartidas por el diario El Tiempo. En las dos primeras semanas de 2023 se presentaron 27 eventos de emergencia, con un total de dos heridos y 850 personas damnificadas, según la entidad.
El evento más grave ocurrió el 9 de enero en Rosas, Cauca. Ese día se deslizaron entre ocho y nueve millones de metros cúbicos de tierra. El derrumbe dejó afectadas a más de 700 personas que debieron ser reubicadas tras la emergencia. Además, el suroccidente del país quedó incomunicado con el resto de Colombia ya que la Vía Panamericana está cerrada. Ciudades como Pasto, capital del departamento de Nariño, se quedaron aisladas del resto del país por vía terrestre.
El Invías, la entidad oficial encargada del manejo de la carretera, prometió abrir una ruta alterna en un lapso de 30 a 120 días, ya que actualmente los conductores deben transitar un angosto camino que conecta a Pasto con Mocoa, en el departamento de Putumayo, y que es conocido como el Trampolín de la muerte debido a sus abismos, curvas y trochas. También pueden transitar por la vía alterna Rosas-La Sierra y los vehículos de carga pesada han tenido que transitar por vías en el país vecino de Ecuador.
Entre los objetivos para reconstruir las vía está la obra de un puente metálico de 80 metros de longitud que permita conectar la zona del derrumbe, que se presentó a la altura del kilómetro 75 en la vía que lleva de Mojarras, en el municipio de Mercaderes, Cauca, a Popayán, capital de este departamento.
Por su parte, el presidente Gustavo Petro regresó de urgencia de una gira en Chile para atender la emergencia. El mandatario prometió que el Estado garantizará la vivienda y mejores condiciones para la población damnificada.
“La montaña tiene una falla grande que hace que toda la zona sea totalmente inestable”, dijo el director del Invías, Juan Alfonso Latorre, sobre una de las causas del deslave y como argumento para explicar que no pueden simplemente restaurar la vía afectada en su antigua ruta.
Mongabay Latam habló con el geólogo, investigador de la Universidad del Tolima y doctor en Ciencias Agrícolas de la Universidad Agraria de La Habana, Jader Muñoz, quien explicó que un conjunto de múltiples factores pudo generar el deslave. La temporada de lluvias extendida en el país pudo ser el factor que terminó por desencadenar la emergencia.
En particular, Colombia vive una temporada de invierno que se ha extendido debido a los efectos del fenómeno de La Niña. En términos de víctimas mortales, el 2022 fue el año con el invierno más letal (205 muertos) desde la intensa ola invernal 2010-2011, cuando fallecieron más de 300 personas.
De acuerdo con el profesor Muñoz, el país no tiene una política de prevención de desastres fuerte, ni siquiera frente a un fenómeno de la Niña acentuado y a los efectos que ya deja ver el cambio climático. “Los periodos largos de la Niña se están haciendo más frecuentes, también por el cambio climático. Cae la lluvia que debía caer en varios meses en un corto periodo. La cuenca o el suelo se queda sin soporte”, dice el geólogo.
—¿Qué ocasionó el derrumbe en Rosas, Cauca?
—Confluyen múltiples factores. No es posible culpar a una sola variable. La gente ya vivía ahí, la vía también ya estaba al igual que la situación geológica. El exceso de agua del fenómeno La Niña, no tan común por esta época del año, parece haber sido el factor nuevo que completó el cuadro. Parece que terminó por debilitar un sistema [geológico montañoso] que ya estaba debilitado estructuralmente.
—¿Qué sucede en materia geológica en esta zona?
—Hay fallas como el sistema de Cauca Romeral, donde está ubicado Rosas. Es un sistema de fallas inmenso bastante antiguo que afecta desde el departamento del Cauca hasta Romeral en Antioquia. Allí sucesivamente hay una cantidad de fallas que han marcado la historia geológica de Colombia. Es decir, se han presentado una gran cantidad de movimientos en dicha falla que generan muchas debilidades o fracturas en la roca, que es la capa profunda. Una roca fracturada puede facilitar el paso del agua y el suelo, que es la capa superficial, se mueve. En estas situaciones hay un alto riesgo de derrumbe. Todo el occidente colombiano es un mosaico de fragmentos de terrenos geológicos que hace que cuando las placas tectónicas —como la de Nazca o la de Sudamérica— se muevan, dichos fragmentos también lo hagan.
—¿La falla geológica Cauca Romeral ocasionó el deslave?
—La falla existe desde hace mucho tiempo y sus movimientos han debilitado estructuralmente la roca. Todo el occidente de nuestro país es un mosaico de bloques que se mueven cada vez que se ajustan las placas, lo que es un factor antiguo. No se puede decir que eso ocasionó el derrumbe, se habría dado sismicidad y no la hubo. Pero la roca ya estaba probablemente fracturada. Los funcionarios que atienden la emergencia tendrán que analizar con estudios detallados la situación en terreno y determinar qué la causó. Hay que estar en el terreno para determinar con certeza las causas.
—¿Qué factores humanos pudieron influir en la tragedia?
—Tenemos unas condiciones de relieve con lugares que son muy empinados. Se combina una situación natural, pero a eso se suma que la gente empieza a ubicarse en esas áreas. Muchas veces cuando los humanos nos ubicamos en esas zonas, lo hacemos de forma inadecuada. Si la gente se ubica en la parte alta, cuando esta se fisura, se afecta todo de ahí para abajo. En estas zonas los terrenos no son gruesos. Las poblaciones comienzan a hacer obras que no son necesariamente las mejores, comienzan a deforestar, a quitarle el soporte al suelo.
Tenemos una acción combinada de una situación natural con otra que es de orden humano y eso genera que en algún momento se rompa el equilibrio. Eso es lo que puede estar pasando en la parte de Rosas, Cauca. Pero no solamente ahí, también en todas las zonas de deslizamientos que se están presentando actualmente como, por ejemplo, en Chocó y en Betulia, Antioquia. Si ves las imágenes, en general los derrumbes se dieron en zonas bastante deforestadas y en zonas empinadas.
—¿Por qué mucha gente termina por habitar las partes superiores de las montañas?
—Muchos lo hacen por estricta necesidad. No tienen dónde más vivir. Buscan hacer sus casas donde hay menos pendientes y eso tiende a ser en la cima, donde hacen una excavación sin conocimiento técnico. Lo que hacen es permitir que le entre agua al sistema montañoso por encima. Cuando se fisura, se mueve el suelo de ahí para abajo y ya no hay nada qué hacer. Eso es lo que está pasando en Rosas.
—¿El agua entonces fue un factor determinante en lo que pasó?
—En Rosas se fisuró [la montaña] por encima, con una fisura inmensa. Y lo que dijo el Invías es muy cierto, es muy difícil reconstruir una vía en ese mismo lugar. En las imágenes se ve que es puro barro, es decir que ahí hay nacimientos [de agua]. Ese es uno de los peores escenarios. Lo primero que habría que realizar para tratar de solucionarlo es hacer una cuneta por encima de la zona del descarpe principal, por arriba, para quitar el agua que fluye por la fisura. Se cayó todo porque hay un chorro de agua permanente lubricando y eso mueve el terreno.
—¿El hecho de que haya una vía atravesando la zona influye en que se presenten eventos como este?
—Hacer una vía como la Panamericana, que necesita una infraestructura bastante grande y en la que se hacen alteraciones grandes a la morfología en terreno, también genera debilidad en la parte estructural de las rocas. De hecho, hay propuestas para modificar el trazado de la vía Panamericana.
Tenemos debilidades estructurales que vienen de la roca, sumadas a las que causan las vías y la deforestación. También está el mal manejo de las partes altas, porque la gente se ubica allí y ese es el talón de Aquiles de este tipo de pendientes. Ese tipo de situaciones se van a repetir.
Además, el impacto ambiental indirecto que genera una vía es alto. Cuando se hace una carretera la gente empieza a llegar para habitar la zona. La gente comienza a hacer cosas que no se deben hacer. Ahí se genera una bola de nieve y el resultado lo estamos viendo ahora.
—¿El Fenómeno de la Niña pudo agravar la situación?
—En Colombia tenemos los eventos o fenómenos climáticos del Niño y la Niña. Los Niños son secos, las Niñas son temporadas húmedas donde tenemos picos de agua que en condiciones normales serían relativamente cortos. Pero hay ocasiones, como la actual, cuando los eventos se acentúan. El año anterior llovió prácticamente en todo el país. Esas fuertes lluvias en una zona bastante empinada, se junta con la construcción de vías y el mal manejo en los relieves, y se genera una bomba de tiempo. Si sigue lloviendo, este tipo de eventos se van a repetir.
—¿De qué depende que un fenómeno de la Niña sea más suave o más acentuado?
—En Colombia es difícil predecir el clima porque estamos en la zona de confluencia intertropical. Eso quiere decir que la situación climática cambia de un momento a otro de forma intempestiva y sin dar aviso. En cambio, en las zonas de latidudes medias y altas, el clima es muy estable. En dichas zonas pueden decir que van a caer 10 centímetros cúbicos de nieve y eso es lo que cae.
Además, los periodos largos de la Niña se están haciendo más frecuentes por el cambio climático. Cae la lluvia que debía caer en varios meses en un corto periodo. La cuenca se queda sin soporte. Nuestras acciones son catalizadoras del cambio climático y con nuestras acciones aceleramos los procesos de cambio climático. Si lo que hacemos es deforestar, se va a acelerar el proceso.
—¿Cuál es el escenario geológico actual de Colombia?
—Nuestro país está conformado por una colisión sucesiva de bloques, fragmentos de placas tectónicas que se han pegado al continente durante mucho tiempo. Eso hace que tengamos un zona estable que es la más antigua: el oriente colombiano que hace parte de lo que se conoce como el macizo guyanés.
En general, hay movimientos de tres bloques grandes. Del lado derecho, el macizo guyanés. Del lado norte, la placa del Caribe y del lado occidental, la llamada placa de nazca. Tenemos tres placas empujándose mutuamente y eso hace que todo el occidente de Colombia tenga un mosaico de pedacitos, de fisuras, de pequeños bloques que se mueven sucesivamente. Hay fallas geológicas desde el borde oriental de la cordillera oriental, que se conoce como falla de Guaicaramo. Hacia el occidente lo que se presenta es un mosaico de bloquecitos de roca o fragmentos de placa tectónica fracturados. Allí encontramos, por ejemplo, la falla de Bucaramanga, que es una de las zonas más sísmicas del mundo. Esa región se mueve todos los días, específicamente en la Mesa de los Santos, Santander.
—¿Qué podría mejorar en Colombia para mitigar el riesgo de este tipo de desastres?
—El tema de cultura ciudadana. La gestión del riesgo tiene tres momentos: antes, durante y después. En este momento en Rosas, Cauca, estamos en el durante. Para prevenir hay que trabajar en el antes como hacen los japoneses. Allá, desde niños les enseñan a salir con un casco, con botas y con una mochila de supervivencia. En la escuela cada niño sabe en qué punto está su equipo personal. Cuando ocurre una emergencia todo el mundo sabe qué hacer. A Colombia le falta trabajar en esa cultura.
—¿Los políticos le están cumpliendo a los colombianos en materia de prevención del riesgo?
—Esa prevención del antes lo único que genera es gasto. Así lo ven los políticos, no les da votos. Ofrecer un simulacro para desastres, por ejemplo, no da votos. Aquí no hay prevención, el presupuesto para esto es bajo. Lo que necesitamos es educar y se necesitan varias generaciones para cambiar la cultura ciudadana.
—¿Qué problemas se pueden presentar con los recursos públicos destinados a la atención de un derrumbe?
—Durante la emergencia, los organismos de control no revisan a profundidad el gasto público, así se incurra en sobrecostos en las obras, a veces se presenta corrupción. En la emergencia lo importante es abrir vías y garantizar la atención humanitaria pronto. Para los políticos es más lógico atender la emergencia con obras y kits de urgencia, que financiar la prevención de desastres. Esta problemática no es nueva ni única en Colombia, es un problema que se presenta a nivel latinoamericano, con sistemas corruptos en la atención de emergencias, así como baja financiación para la prevención, un asunto que no presenta un alto interés para los gobiernos.
*Imagen principal: Fotografía de la zona del derrumbe de Rosas, Cauca. Crédito de fotografía: Ministerio de Transporte de Colombia.
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