- En el bosque tropical seco más grande del mundo se extienden plantaciones de eucalipto que generan controversia entre quienes resaltan su valor económico en la industria maderable y quienes piden tener en cuenta las consecuencias aún inciertas que generarían para el medio ambiente.
- Los gobiernos de Argentina, Bolivia y Paraguay promueven el cultivo de eucalipto como alternativa para “disminuir la presión sobre los bosques nativos”.
- En casi toda América del sur, el eucalipto es considerado como una especie exótica, mientras que en España es clasificado como “especie muy peligrosa para los ecosistemas naturales y seminaturales” .
Una tarde de agosto de 2020, un grupo de indígenas Qom se atrincheró en la entrada de la comunidad Cerrito, en la región Chaco de Paraguay, para evitar que se plantaran eucaliptos en su territorio. Otro grupo de indígenas del mismo pueblo reclamaba para que se permitiera el avance del “proyecto de microforestación para leña (biomasa)” que incluye la siembra de estos árboles y es financiado y acompañado para los próximos diez años por la organización sin ánimo de lucro Fundación Paraguaya.
Tres meses después del conflicto, la lideresa Qom y dirigente de la Organización de Mujeres Rurales e Indígenas (CONAMURI), Bernarda Pesoa Torres, denunció haber sido agredida por su oposición a la siembra del árbol originario de Australia y Nueva Guinea que es conocido por su alta absorción de agua. “El proyecto fue aprobado solo con la participación de tres líderes, pero en la comunidad somos ocho aldeas […] La oposición al eucalipto fue porque se estaba destruyendo bosque de la comunidad para plantarlo”, le contó la lideresa a Mongabay Latam.
Los hostigamientos contra la comunidad donde vive Pesoa continuaron. Uno de los más graves ocurrió el 16 de abril de 2021, cuando hombres armados llegaron al lugar, en el distrito de Benjamín Aceval, departamento de Presidente Hayes, y dispararon de manera intimidatoria, según lo denunció el Comité de América Latina y el Caribe para la Defensa de los Derechos de las Mujeres (CLADEM), que pidió a las autoridades paraguayas investigar a fondo.
Veinte hectáreas que van creciendo
El proyecto, entre tanto, siguió en marcha. Los eucaliptos cultivados en 2020 hoy ocupan 20 hectáreas de las 35 dedicadas a cultivos que tiene la comunidad y han alcanzado una altura de al menos tres metros. Pesoa asegura que “los árboles de mango, mandarina y otros cítricos se han secado desde la llegada de los eucaliptos”. Ella teme que la tierra se vuelva infértil para otro tipo de plantaciones.
Las especies Eucalyptus globulus, Eucalyptus citriodorus y Eucalyptus urograndis son las más sembradas en Chaco paraguayo por su uso maderable.
En 2020, en un comunicado, la Fundación Paraguaya señaló “que el proyecto fue a solicitud de la misma comunidad y se eligieron esas tierras porque antes eran un cañaveral”.
El Gran Chaco es el bosque seco tropical más grande del mundo con 110 millones de hectáreas en Paraguay, Argentina, Bolivia y Brasil, con una deforestación de 9,5 millones de hectáreas, en el período entre 2020 y 2021. Al mismo tiempo, la superficie agropecuaria aumentó en un 89 % en 22 años, según explicó a Mongabay Latam, Santiago Banchero, coordinador de la iniciativa de monitoreo anual de la cobertura y uso del suelo MapBiomas Chaco.
LEE MÁS| América del Sur perdió 55 millones de hectáreas de bosques en dos décadas | INFORME
Las discusiones entre los pobladores de la comunidad de Cerrito se deben a las dudas de algunos de ellos, por las consecuencias negativas que puede traer el eucalipto para el ecosistema Gran Chaco. La gran deforestación de este bioma ha conducido a una disminución en la población de mamíferos grandes, según una investigación de científicos de Bolivia, España y Alemania y liderada por investigadores de la Universidad Humboldt, en Berlín, Alemania.
En el comunicado publicado en 2020 la Fundación Paraguaya aseguró que “no está reforestando ni deforestando tierras indígenas”, pero admitió que “apoyan financiera y técnicamente” el cultivo de especies de eucalipto permitidas por la ley cuya ganancia irá exclusivamente para la comunidad.
El único proyecto relacionado con reforestación que aparece en la página web de la organización sin ánimo de lucro hace parte de la iniciativa “El semáforo de eliminación de pobreza”, que “reforestó con especies nativas y comerciales para el aprovechamiento, 200 hectáreas de la comunidad”.
En sus memorias institucionales y estados contables auditados para 2020 y 2021, y publicados en su web, no aparece referencia alguna sobre proyectos de reforestación ni acompañamiento a comunidades Qom en siembra de eucalipto.
Mongabay Latam solicitó una entrevista con la Fundación Paraguaya, pero hasta el cierre de esta edición no se logró fijar la fecha.
Eucaliptos que sustituyen al bosque natural
Santiago Banchero, coordinador de MapBiomas Chaco, también advierte que en el Gran Chaco hay incremento de leñosas —plantas perennes con tallos que contienen madera, principalmente compuesto por estructuras de celulosa y de lignina— cultivadas de 108 000 hectáreas al 2021.
En esta clasificación se encuentran plantas como eucaliptos, pinos y álamos, que en los últimos 22 años reemplazan a árboles nativos del Gran Chaco como quebrachos (Schinopsis balansae), algarrobos (Ceratonia siliqua) y palo santo (Bursera graveolens). “No podemos determinar la cantidad exacta de eucaliptos. Sin embargo, los datos nos muestran un aumento de áreas con cultivo de árboles, principalmente en el Chaco argentino”, dijo.
El ingeniero forestal Fernando Ruiz Orozco, del Instituto de Estudios Ecuatorianos y con amplia experiencia en Paraguay, cuenta que el eucalipto llegó primero al territorio chaqueño de Argentina, aproximadamente en 1880, durante la economía agroexportadora. “Los europeos trajeron las vacas al Chaco y ellas se enfermaban por la humedad. Es ahí que llegan los eucaliptos para secar los pantanos”, comentó.
El especialista explicó que la presencia de estos árboles ha generado cambios en el bioma, como la reducción de la humedad en el territorio y, desde hace cinco décadas, son usados en la industria maderera y papel.
En la actualidad, los árboles de eucaliptos están llegando a los territorios indígenas con la promesa de generar economía a las familias, como es el caso de la comunidad Cerrito en Paraguay. Para la lideresa Qom Bernarda Pesoa, esta no sería la solución porque las plantaciones deben esperar unos ocho años para ser aprovechadas como madera o celulosa para la elaboración de papel. Además, porque hay muchas dudas sobre los efectos que causa en la tierra y el bosque.
¿Especie exótica o invasora?
Si hoy plantamos un árbol de eucalipto, en unos ocho años llegará a su vida adulta con una altura aproximada de entre 30 a 60 metros, dependiendo de la variedad, listo para ser usado por la industria maderera; mientras que un árbol de algarrobo, nativo del Chaco, demorará unos 25 años en alcanzar su vida adulta con una altura entre 5 a 10 metros, según explicaron varios expertos.
Las característica del eucalipto, de rápido crecimiento y de regeneración luego de ser cortado, lo vuelve uno de los árboles con más de 700 especies viables para la industria de la madera, señala el ingeniero forestal y docente de la Universidad Nacional Agraria La Molina de Perú, Juan Carlos Ocaña Canales.
El eucalipto es una especie que fue introducida en América Latina hace más de tres siglos. En Argentina está considerado como especie exótica de uso controlado (que depende de los humanos para su desarrollo) y de la misma manera ocurre en Bolivia y Paraguay. En Colombia, es considerada como una especie exótica y una de las 35 que representan una amenaza para la biodiversidad endémica del país. En España, el asunto escala un peldaño más, ahí está calificada como especie invasora.
El biólogo y divulgador científico Álvaro Bayón recuerda en un artículo que desde 2021 el eucalipto está calificado como “especie muy peligrosa para los ecosistemas naturales y seminaturales” y capaz de invadir lugares dominados por la actividad humana.
“Entre los impactos que el eucalipto causa al medio ambiente se incluyen una elevada capacidad de competencia (con otras especies), el desplazamiento de especies nativas, la inhibición del crecimiento de otras plantas —por ciertas sustancias químicas que libera al suelo— y la desestabilización de los ecosistemas, ya sea por el cambio en los regímenes de incendios o por la desecación”, señala.
Los investigadores paraguayos Inés Franceschelli y Miguel Lovera señalan, en un artículo escrito para el Centro de Estudios y Promoción de la Democracia, los Derechos Humanos y la Sostenibilidad Socio-ambiental, que el árbol originario de Oceanía tiene “propiedades físico-químicas que desfavorecen la formación de humus (abono orgánico) a sus pies, alterando las condiciones de vida para los microorganismos que habitan los suelos y, en consecuencia, para insectos y herbívoros, y para los niveles tróficos —conjuntos de especies o de organismos de un ecosistema— superiores”.
Además, advierten que las plantaciones de eucalipto a gran escala para madera o papel acelerarán la destrucción ambiental de El Chaco en Paraguay, ya que el eucalipto “ocasiona problemas de sequía y fertilidad en los territorios donde se cultiva”.
Una opinión distinta tiene el agrónomo Gonzalo Robledo, de la Asociación Cultural para el Desarrollo Integral de Argentina, quien señaló a Mongabay Latam que las plantaciones de eucalipto pueden devolver rápidamente la biomasa que El Chaco ha perdido a causa de la agricultura a gran escala. Además, este tipo de plantaciones forestales generan una opción económica a las comunidades que lo trabajan, porque actualmente su madera tiene demanda en el mercado.
“Las plantaciones de eucalipto tienen un ciclo mayor al de la soya, de entre seis a ocho años, por lo que no dañan altamente la tierra como los monocultivos de granos que son cosechados cada tres meses. Los eucaliptos, además, pueden volver a crecer sin necesidad de cortar la raíz como sucede con los cultivos de alimentos”, comentó.
El ingeniero forestal peruano Juan Carlos Ocaña Canales también señala que tener plantaciones de eucalipto permite reducir la presión a los árboles nativos de regiones afectadas por la industria de la madera, al ser una especie de rápido crecimiento y no como el tornillo o cedro que tardan más de 25 años en crecer.
Tanto Robledo como Ocaña señalan que los eucaliptos no pueden ser considerados invasores, porque no se reproducen con facilidad, sino que necesitan la intervención de los humanos para llegar a otros territorios.
Para la Bernarda Pesoa, lideresa de la comunidad Cerrito en Paraguay, la prioridad debe ser el cuidado de los bosques, y que la industria maderable apueste por proyectos de más largo aliento plantando árboles de especies nativas.
El negocio maderable del eucalipto
Los gobiernos de Paraguay, Argentina y Bolivia, que forman parte de El Gran Chaco junto con un pequeño territorio de Brasil, promueven desde sus entidades estatales los cultivos de eucalipto como alternativa económica por el potencial maderable del árbol.
Por ejemplo, en 2015 el gobierno de Paraguay creó el programa Pobreza, Reforestación, Energía y Cambio Climático (Proeza) que promocionaba el cultivo de eucalipto en tierras campesinas e indígenas “para ayudarlos a salir de la pobreza”. El mecanismo era entregar créditos para cultivos de eucalipto en las áreas cultivables de las comunidades. Bernarda Pesoa Torres considera que esta no es una estrategia viable: los indígenas terminan endeudándose, porque la rentabilidad no es inmediata.
En el 2017, la Federación Paraguaya de Madereros (Fepama) estimaba que un 80 % de las industrias locales ya utilizan materia prima de plantaciones forestales, que en su mayor parte son de eucalipto, por lo que consideraban que se reducía “la presión a los bosques nativos”.
Estos productos creados con madera de eucalipto tenían como destino al Mercado Común del Sur (Mercosur), Estados Unidos y también Europa. Mongabay Latam solicitó una entrevista con Fepama, pero hasta el cierre de esta edición no tuvo respuesta.
En el caso de Argentina, de acuerdo con información de la Dirección Nacional de Desarrollo Foresto Industrial, en el 2019, el país contaba con 1,37 millones de hectáreas de plantaciones forestales, de las cuales el eucalipto representaba 356 000 hectáreas, es decir, el 26 %. Eso lo colocaba como el segundo cultivo en el país, después de los pinos con un 62 %. Según su Plan Estratégico Forestal Industrial al 2030, estas cifras incrementarán en los próximos años hasta superar las 1.4 millones de hectáreas.
En Bolivia se generó controversia en 2020 ante el anuncio del Ministerio del Medio Ambiente y Agua sobre el uso del eucalipto transgénico, en plantaciones forestales comerciales, porque es un “material genético con características inmunológicas más fuertes”, según el comunicado estatal.
El ingeniero forestal Fernando Ruiz Orozco cuestionó que se promueva el uso de clones maderables de eucaliptos, a los que consideró el “peor daño ambiental” porque son especies genéticamente modificadas para ser aprovechados por la industria maderera, ya que pueden crecer con facilidad y resistir.
LEE MÁS|Eucalipto: una especie exótica que causa controversia en el Perú
Ruiz Orozco asegura que estas acciones no serían viables para el bioma El Chaco porque se corre el riesgo de generar daño a la gran biodiversidad que tiene el territorio. “Los monocultivos de plantaciones forestales son sumideros de carbono pobres en comparación con los ecosistemas naturales, lo ideal es mantener la diversidad de los bosques, que son un conjunto diverso de especies en un mismo territorio”, señaló a Mongabay Latam.
Además, los peligros ecológicos son mayores porque se corre el riesgo de una pérdida masiva si alguno de los árboles clonados se enferma. “Lo ideal, cuando se habla de productos forestales, es trabajar con árboles nativos que son propios del bioma y no generan daños a otras especies, sino que conviven armónicamente”, anotó.
LEE MÁS|Pobladores indígenas ayoreos del Chaco paraguayo usan la tecnología para proteger sus territorios
En los tres países los cultivos de eucaliptos siguen extendiéndose entre la dicotomía del cuidado ambiental y el desarrollo económico.
“El alquiler de tierras indígenas en Paraguay se ha incrementado en los últimos 10 años, inicialmente por la soya y ahora por los cultivos de eucalipto. Tememos que nuestras tierras se sequen y que perdamos territorio por el ingreso de las empresas madereras”, dice la lideresa del pueblo Qom Bernarda Pesoa.
Ella, ante las dudas que hay sobre estas plantaciones prefiere ser cauta y seguir firme en su oposición a los cultivos de eucalipto en El Gran Chaco.
* Imagen principal: Los eucaliptos cultivados en 2020 hoy ocupan 20 hectáreas de las 35 dedicadas a cultivos que tiene la comunidad de Cerrito, en el chaco paraguayo. Foto: Bernarda Pesoa.
———
Videos |Mapas del delito: narcotraficantes, grupos armados y menonitas detrás de deforestación
Si quieres conocer más sobre la situación ambiental en Latinoamérica, puedes revisar nuestra colección de artículos aquí.
Si quieres estar al tanto de las mejores historias de Mongabay Latam, puedes suscribirte al boletín aquí o seguirnos en Facebook, Twitter, Instagram, YouTube, LinkedIn, WhatsApp, Telegram, Spotify, TikTok y Flipboard