- Una carta publicada a principios de mayo y firmada por un grupo de organizaciones indígenas apoya el mecanismo conocido como REDD+, siglas de “reducción de las emisiones debidas a la deforestación y degradación de los bosques”.
- La carta argumenta que REDD+, a pesar de sus defectos, es uno de los pocos flujos de fondos directos que reciben las comunidades por labores relacionadas con el clima, y piden una mayor inclusión en la conversación más amplia sobre REDD+.
Un grupo de organizaciones indígenas publicó, a principios de mayo, una carta de apoyo a las labores de protección forestal conocidas en conjunto como REDD+, en donde argumentan que estos proyectos proporcionan fondos muy necesarios para el desarrollo económico y el trabajo relacionado con el clima.
En la misiva también observaron que en el mecanismo REDD+, siglas de “reducción de las emisiones debidas a la deforestación y degradación de los bosques”, han estado bastantes ausentes las perspectivas indígenas y de la comunidad, en especial en el debate actual sobre acción climática y los pagos por resultados relacionados con el cambio climático.
Los proyectos REDD buscan animar a las comunidades a que mantengan los bosques en pie, proporcionándoles pagos a cambio del cumplimiento de métricas específicas. Es importante señalar que el signo más (+) se agregó tras la adopción de REDD por parte de las Naciones Unidas, en 2005, para incrementar el foco en la conservación, el manejo sostenible de los bosques y las reservas de carbono.
El objetivo es que los bonos del carbono adicional que se mantiene fuera de la atmósfera como resultado de este trabajo se vendan a empresas y particulares, a menudo para compensar las emisiones de actividades como la fabricación de materias primas o los viajes. Eso, a su vez, proporciona un flujo de recursos económicos para organizaciones y comunidades.
Sin embargo, los procesos mediante los cuales se calculan las cantidades de carbono se han sometido a escrutinio recientemente. A principios de 2023, el periódico The Guardian en el Reino Unido, en el periódico semanal alemán Die Zeit y la organización periodística sin ánimo de lucro Source Material publicaron una serie de artículos en los que plantearon el interrogante de si estos bonos realmente ayudan a combatir el cambio climático. El propio análisis de los periodistas, junto con investigaciones científicas, apuntan a que muchos bonos de carbono podrían estar basados en cálculos dudosos.
Sus informes también revelaron que, en Perú, se ha obligado a ciertas comunidades a abandonar las tierras que ocupaban desde hacía mucho tiempo, lo cual aparentemente se relaciona con proyectos REDD+ promocionados por la reducción de la deforestación que han causado. A estos problemas se suman que organizaciones no gubernamentales han solicitado requisitos más rigurosos para incorporar la opinión de las comunidades cuyas tierras ancestrales probablemente se vean afectadas por los proyectos REDD+, en consonancia con el principio de consentimiento libre, previo e informado reconocido en la Declaración de las Naciones Unidas sobre los Derechos de los Pueblos Indígenas.
Esas críticas también han provocado un debate en el sector de las comunidades de conservación y derechos indígenas sobre la venta de bonos de carbono que, en ocasiones, han llegado a plantear si los mercados del carbono y las estructuras como REDD+ deberían continuar.
Muchos observadores celebran la oportunidad de mejorar la contabilidad del carbono y aumentar la integridad de los bonos disponibles para la compra.
“La conversación constructiva sólo puede ser positiva para el sector, dado que hay una exigencia enorme y una necesidad de conservación comunitaria”, afirmó Sandeep Roy Choudhury, cofundador de VNV Advisory Services, que trabaja con organizaciones en Asia y África para acceder a financiación climática, en una rueda de prensa previa a la publicación de la carta.
Choudhury agregó: “Lo que falta son las voces del Sur Global, de los profesionales o de las personas que han formado parte de este recorrido, que han visto los altibajos de este trayecto y que realmente se enfrentaron a la peor parte de lo que sucede dentro de los círculos de deforestación y degradación”.
Cuatro grupos indígenas firmaron la carta: la fundación FSC Indigenous Foundation, el Comité Coordinador de los Pueblos Indígenas de África, la asociación Peoples Forest Partnership y la Alianza Mesoamericana de Pueblos y Bosques, conocida por su sigla AMPB. Otras organizaciones, entre ellas VNV Advisory Services, firmaron conjuntamente la misiva en apoyo a su mensaje.
Sus autores afirman que la conversación actual entre los expertos en conservación, los consultores y las organizaciones no gubernamentales de derechos indígenas está incompleta sin las voces de los miembros de las comunidades que tienen experiencia directa con los proyectos REDD+. Sus perspectivas resultan particularmente relevantes, agregan, porque muchas de sus comunidades ya enfrentan los peligrosos efectos del cambio climático a pesar de, paradójicamente, haber tenido muy poco que ver con las causas de estos cambios globales.
“Quienes tienen interés en conocer el impacto de los proyectos REDD+ deberían contemplar nuestro conocimiento y observaciones en sus análisis si quieren tener un panorama preciso”, escribieron.
Las comunidades indígenas y locales son responsables de gestionar, al menos, la mitad de los bosques reservados para labores relacionadas con el clima, tales como restauración, según un informe de 2020 de la Rights and Resources Initiative (RRI), una coalición global de organizaciones. Las investigaciones científicas han demostrado una y otra vez que los bosques y otros paisajes son más prósperos cuando se reconocen los derechos de estas comunidades. Además, un estudio reciente en la Amazonía halló que la deforestación fue más baja en los territorios indígenas que incluso en las áreas protegidas, y que las áreas protegidas y los territorios indígenas perdieron solamente cerca de un tercio de sus bosques primarios en comparación con las disminuciones fuera de ellos entre 2017 y 2021.
“Los pueblos indígenas han conservado la tierra durante mucho, mucho tiempo”, dijo Choudhury, “y creo que ya es hora de que lo reconozcamos”.
Otra investigación reveló que una parte muy reducida de los fondos destinados a ayudar a las comunidades indígenas y locales con el trabajo climático y de protección de la tierra llega a ellas. Eso fue confirmado por los líderes de las comunidades.
Al excluir los aportes de estos grupos sobre los proyectos REDD+ y aquellos relacionados con el clima, “vamos a reducir (…) una de las soluciones que podríamos tener para valorar la contribución de los pueblos indígenas”, expresó Francisco Souza, director general de FSC Indigenous Foundation, durante la rueda de prensa. Souza es también integrante del pueblo indígena apurinã de la Amazonía brasileña.
La carta observa que REDD+ es uno de los pocos canales para dirigir dinero a estos grupos. Sin embargo, esa financiación puede ser lenta y difícil de conseguir, según un reciente artículo de opinión de Robert Nasi, director general en funciones de CIFOR-ICRAF, y Pham Thu Thuy, científico sénior de CIFOR-ICRAF. El Centro para la Investigación Forestal Internacional y Agroforestería Mundial o CIFOR-ICRAF es un grupo científico sin ánimo de lucro con sede en Bogor, Indonesia, y Nairobi, Kenia.
“Los países y comunidades de REDD+ han asumido gran parte del costo de implementar REDD+, pero sus contribuciones no se reconocen”, escribieron Nasi y Thuy en el artículo de opinión publicado en Mongabay, citando un estudio de CIFOR de 2016.
Las preocupaciones sobre la obtención de financiación directa para las comunidades indígenas y locales son importantes. Aun así, REDD+ también ha proporcionado “un espacio para el diálogo entre los gobiernos y los pueblos indígenas”, manifestó Levi Sucre Romero, coordinador de la AMPB en un mensaje a Mongabay. Sucre también es líder de la comunidad bribri de Costa Rica.
Los proyectos han proporcionado beneficios tangibles, junto con “un efecto demostrable en la reducción de la deforestación”, escribieron quienes redactaron la carta.
El aumento del flujo de fondos, como resultado del proyecto REDD+ de Kasigau en el sur de Kenia, ha mejorado el acceso al agua salubre y a cientos de becas, comentó durante la rueda de prensa Joseph Mwakima, funcionario de relaciones comunitarias del proyecto Kasigau de la fundación Wildlife Works.
Ahora, las comunidades están comenzando a recoger los frutos de aquellas inversiones realizadas desde el inicio del proyecto, hace más de una década, dijo Mwakima. Algunas personas jóvenes que se habían marchado a estudiar han comenzado a regresar “como docentes, médicos, enfermeros y empresarios”.
Si elimináramos este tipo de proyectos, la deforestación aumentaría, según afirman quienes redactaron la carta.
“Si se quitaran los proyectos REDD+ de la ecuación de la conservación de ecosistemas forestales, quedaría un enorme agujero en los flujos financieros”, dijo Choudhury.
Esa pérdida supondría un menoscabo del trabajo que estas comunidades están llevando adelante para hacer frente al cambio climático, declaró en la rueda de prensa Deborah Sanchez, coordinadora de bosques, clima y biodiversidad del AMPB. “No creo que sea justo”, agregó.
De acuerdo con Mwakima, un aspecto clave de la inclusión de estas comunidades consiste en escuchar y respetar sus deseos. Además, respecto de las decisiones en el proyecto REDD+ de Kasigau, agregó: “Si ellos dicen que sí, es sí. Si ellos dicen que no, es no”.
En un debate reciente, organizado por la fundación Skoll sobre los mercados del carbono, Sucre agregó que “toda acción climática debe ser en torno a la justicia”.
Señaló que, en la búsqueda de bonos de carbono de mayor integridad, se convoca a consultores, que suelen ser del Norte Global, para que evalúen el trabajo de las comunidades y “decirnos cómo tenemos que cuidar de un bosque, ¡cuando ellos nunca vivieron en uno!”.
“En este planeta, no podemos permitirnos que algunas personas vivan a costa de la muerte de otras”, manifestó Sucre. “Intentemos hacer frente [al cambio climático] juntos y no diciendo: ‘Te doy dinero, y [tú] solucióname la vida’”.
* Imagen principal: Grupo de mujeres bungules, donde ellas participan en actividades emprendedoras, como la producción de manualidades que se venden en Estados Unidos, con el auspicio del gestor del proyecto REDD+ Wildlife Works. Foto: Geoff Livingston, a través de Flickr (CC BY-NC-SA 2.0).
* Artículo original: https://news-mongabay-com.mongabay.com/2023/05/indigenous-groups-voice-support-for-redd-despite-flaws/
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