- En el 2017, un estudio realizado por el gobierno de Bolivia y la Unión Europea reconoció que en el Parque Nacional Aguaragüe se registraban cinco pasivos ambientales de alto riesgo para la población.
- Según información del gobierno boliviano, en el país hay 101 pasivos ambientales dejados por la actividad petrolera.
La explotación de hidrocarburos en Bolivia lleva más de 100 años. En todo ese tiempo ha dejado suelos y fuentes de agua contaminados. Uno de los lugares que muestra la huella dejada por la contaminación petrolera es el Parque Nacional Aguaragüe, donde existen por lo menos 60 pozos petroleros abandonados —principalmente en las zonas Caigua, Los Monos y Sanandita— que quedaron de la primera etapa extractiva en esta área protegida, asegura Jorge Campanini, investigador del Centro de Documentación e Información de Bolivia (Cedib).
Cinco de estos pozos han sido declarados pasivos ambientales de alto riesgo para la población, según un estudio realizado por el gobierno de Bolivia en 2017. Estos sitios contaminados han sido motivo de denuncias y quejas por parte de pobladores indígenas guaraníes debido a los daños que, aseguran, han causado a sus fuentes de agua.
No son los únicos problemas ha dejado la actividad petrolera en Bolivia. Según información del propio gobierno, en el país hay 101 pasivos ambientales relacionados con la actividad petrolera, es decir lugares en donde hay desechos abandonados en el territorio tras el cierre de operaciones de un proyecto extractivo.
Contaminación por petróleo en el Parque Nacional Aguaragüe
En 2010, la Asamblea del Pueblo Guaraní (APG) lideró una gran marcha desde Yacuiba hasta Villa Montes para pedir la remediación ambiental. La protesta tuvo como resultado el compromiso del gobierno para atender la contaminación. Sin embargo, tras el acuerdo se inició una segunda era de exploración en la serranía de Aguaragüe.
“A uno de nuestros dirigentes se le ocurrió llevarle al gobierno una botella de petróleo que recogió de la quebrada Caigua, como muestra de la contaminación y del riesgo que corríamos. Solo sirvió para abrirles los ojos y que sigan explotando”, lamenta Isabel Borda, lideresa indígena que entre 2018 y 2019 fue la Mburuvicha Cuña (capitana grande, en guaraní) de la comunidad Caigua.
Más de una década después de esa gran protesta, la contaminación continúa. Un equipo de El Deber y Mongabay Latam llegó hasta la serranía de Aguaragüe, por el sector de la quebrada de Caigua, donde encontró un pozo de agua de color oscuro y aceitoso y constató que en ese lugar aún existen emanaciones de petróleo.
La falta de agua
La actividad petrolera y de gas ha causado también la pérdida del nivel del agua de la quebrada de Caigua y, a 29 kilómetros de ese lugar, la quebrada Los Monos prácticamente ha desaparecido. Felipe Moza, exdirigente de la comunidad San Antonio, señala que la explotación de hidrocarburos ha dinamitado las capas de vegetación de esta área protegida y ha destruido los cursos subterráneos y superficiales del agua.
Moza recuerda las cristalinas aguas que fluían por el riachuelo y que ahora es un camino pavimentado; esa quebrada, dice, tenía animales silvestres, aves y pozas hermosas donde habían lagartos de distintos colores.
“Hay denuncias de infecciones, enfermedades e incluso la inaccesibilidad de este recurso (agua) por parte de algunas poblaciones, justamente porque es agua que está contaminada. El caso de Caigua es el más ejemplificador al respecto”, detalla Jorge Campanini, investigador del Centro de Documentación e Información de Bolivia (Cedib).
Los pozos abandonados
El estudio Gestión de Pasivos Ambientales en Áreas Protegidas y su influencia en el recurso hídrico, realizado en 2017 por el gobierno de Bolivia y la Unión Europea, presentó un inventario de 101 puntos de contaminación como resultado de la actividad hidrocarburífera en Bolivia. De ellos, siete fueron considerados pasivos y cinco representan un nivel de riesgo alto. Estos últimos se encuentran en la serranía del Aguaragüe.
Este estudio incluyó a diez áreas protegidas afectadas por la explotación petrolera. Además, se establece que el parque Aguaragüe es el más afectado, con un total de 22 pozos, de los cuales cinco representan un nivel de riesgo alto, por lo que se recomienda su cierre a corto plazo y que se realice una acción inmediata de contención de la contaminación.
Campanini asegura que las concentraciones de hidrocarburos van más allá de lo que permite la norma. “Luego de la intervención de pozos hubo un sector que bajó sus niveles, principalmente en Sanandita. Pero en zonas como Caigua e Itavicua eran elevados”, añade el investigador, quien se refiere a un trabajo de remediación que realizó Yacimientos Petrolíferos Fiscales Bolivianos (YPFB) en la zona del Aguaragüe, pero que según los comuneros no selló por completo el daño al medio ambiente.
En Villa Montes, Yacuiba y Caraparí, los tres municipios que conforman la provincia Gran Chaco, todos saben que su “fábrica” de agua agoniza, pero las voces de sus defensores son débiles y el Estado, a través del gobierno de turno, está concentrado en ver cuánto más gas puede explotar.
Lee la investigación aquí
* Imagen principal: Imagen área del campo Los Monos, en el Parque Nacional Aguarague, departamento de Tarija. Foto: Miguel Surubi.
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