- Killeen continúa describiendo cómo la minería de oro en Brasil reconfigura diferentes ciudades que nacieron de esta actividad económica. Entre ellos se encuentran Mato Grosso, surgido en el siglo XVIII, además de Rondônia, Amazonas, Roraima y Amapá.
- También informa sobre las vicisitudes de los pueblos indígenas Kayapó, Murunduku y Yanomami, quienes sufrieron persistentes invasiones de sus tierras ancestrales por parte de los llamados garimpeiros, mientras varios ríos eran contaminados por mercurio y cianuro provenientes de la industria extractiva.
El oro ha sido un elemento fundamental para la colonización del estado de Mato Grosso, donde su capital, Cuiabá, fuera fundada por bandeirantes paulistas que descubrieron el oro en 1719. Al explorar la región, encontraron el metal en el curso superior del río Guaporé, lo que llevó a la fundación de la primera capital de Mato Grosso en Vila Bela da Santíssima Trindade en 1731. Los depósitos aluviales de fácil explotación se agotaron pronto, pero la sed de oro se reavivó durante la década del 70, cuando los garimpeiros se apresuraron a explotar una región con depósitos aluviales y de saprolita en cuatro grandes garimpos: Baixada Cuiabá, Serra de Aguapei, Novo Xavantina y Alta Floresta – Juruena.
La fiebre del oro de los años 70 y 80 atrajo a decenas de miles de garimpeiros a regiones antes remotas. No hay estimaciones fiables de la cantidad de oro extraído, pero se cree que el aumento demográfico y el capital derivado del oro aceleraron el desarrollo de la economía agrícola del estado. Con el tiempo, muchos garimpeiros se convirtieron en pequeños agricultores y ganaderos, particularmente en los municipios del norte donde el INCRA patrocinó media docena de proyectos de asentamiento. Al igual que en Pará, han conservado tanto su conocimiento como su propensión a la explotación aluvial del oro, lo que ha mostrado un resurgimiento de la actividad en los antiguos garimpos ubicados cerca de Alta Floresta y Pontes de Lacerda.
En la Baixada Cuiabá, una docena de minas aluviales moderadamente grandes se han convertido en explotaciones a cielo abierto en depósitos de mineral primario utilizando cianuro para separar y concentrar el oro elemental. Hay tres minas a cielo abierto operando en el cinturón de Aguapei, cerca de la frontera con Bolivia, y se está desarrollando una mina de oro a escala industrial en el cinturón de Alta Floresta-Juruena. Es probable que en el futuro muy cercano haya más explotaciones, ya que varias empresas tienen permisos de exploración en la región. Al igual que en el este de Pará, muchas de estas empresas pretenderán explotar tanto el cobre como el oro.
Rondonia y Amazonas
Las formaciones geológicas que son fuente de oro ubicadas en el noroeste de Mato Grosso se extienden hasta los municipios fronterizos de Rondônia, donde varias minas ilegales han invadido las tierras indígenas de la Cinta. Larga (TI Roosevelt y TI Aripuanã). En este rincón de la amazonia no hubo fiebre del oro masiva en la década de los 80, sin embargo, la parte occidental del estado se encuentra plagada de cientos de minas aluviales abandonadas establecidas en las décadas del 60 y 70 durante el auge de la casiterita. Estos sitios mineros abandonados no son distintos de las minas de oro aluvial, por lo que es difícil documentar el impacto histórico de la pequeña minería de oro.
El distrito garimpeiro continuo más largo de Rondônia es el cauce del río Madeira, donde las dragas de aluvión explotan oro desde principios de los años 80. Este “garimpo aquático”, único es su especie, es consecuencia de las fuerzas deposicionales de un enorme “río de aguas blancas”, cargado de sedimentos y de la extraordinaria cantidad de oro liberada por los procesos erosivos desencadenados durante el Pleistoceno que dieron origen a los yacimientos auríferos en Madre de Dios y los Yungas en el departamento boliviano de La Paz. Antes de la construcción de las represas de Santo Antonio y Jirau (ver Capítulo 2), las dragas explotaban el río aguas arriba de Porto Velho, produciendo aproximadamente 38,5 toneladas de oro entre los años 1980 y 2010. En la actualidad, esta área se encuentra esencialmente fuera de los límites de explotación y la mayor parte de las dragas operan aguas abajo de Porto Velho.
Las actividades de las dragas son más notorias en Humaitá, que es la base de operaciones de cientos de estas barcazas fluviales especializadas. Prácticamente todas operan al margen de la ley, sin pagar regalías ni cumplir con las regulaciones medioambientales. Una serie de investigaciones policiales en 2017 provocaron una reacción violenta de los garimpeiros, que acabaron quemando las oficinas del IBAMA y del ICMBio. Este hecho centró la atención de las autoridades electas en las demandas de las familias garimpeiros que residen en más de 170 aldeas ribereñas. Por orden del gobernador, las autoridades ambientales de Amazonas (SEMA–Amazonas) concedieron licencias provisionales permitiendo que las dragas amplíen sus operaciones hasta la desembocadura del río. En 2021, había más de 400 barcazas operando en una serie de “cadenas” en el cauce del río en el municipio de Autazes. Otra acción policial (Operación Uiara) confiscó y destruyó 130 barcazas en noviembre de 2021. Los garimpeiros respondieron protestando ante las autoridades locales y sus representantes en el Congreso y, una vez más, se les permitió reagruparse y regresar al río.
En marzo de 2022, el gobierno de Jair Bolsonaro lanzó el “Programa de Apoio ao Desenvolvimento da Mineração Artesanal e em Pequena Escala” (PROMAPE) para apoyar específicamente a los garimpeiros. En un comunicado de prensa, la administración afirmó “que la minería artesanal y de pequeña escala es una fuente de riqueza e ingresos para cientos de miles de personas, y es fundamental que el gobierno emprenda acciones para reconocer las condiciones en las que vive el pequeño minero, el ámbito de su actividad y las necesidades primarias de la sociedad circundante”. En julio de 2022, decenas de barcazas volvían a explotar el oro aluvial en el río Madeira con el apoyo público de destacados políticos de todos los grandes partidos políticos.
Los garimpos terrestres no son comunes en el estado de Amazonas debido a su historia geológica. Sin embargo, hay algunos activos. en municipios fronterizos que comparten una provincia geológica con un estado o país adyacente. El más destacado es el garimpo. de Juma ubicado cerca del pueblo de Apuí, donde un descubrimiento de aluviones desencadenó una fiebre del oro en 2007. Se trata de un yacimiento relativamente pequeño que finalizó sus actividades luego de una acción policial en 2017, cuando SEMA-Amazonas intervino en un intento de obligar a la asociación de garimpeiros a cumplir con la normativa pertinente.
Se han reportado dragas montadas en barcazas en varios ríos del sector occidental del estado de Amazonas. Aquellas ubicadas al sur del río Solimões (Purus, Jurau y Javari) tienen pocas probabilidades de generar una fiebre del oro ya que ninguna de ellas se encuentra drenando un área con formaciones geológicas auríferas. Por el contrario, los Solimões, Japaru (Caquetá) y Putumayo drenan zonas de los Andes con yacimientos de oro conocidos o probables. Algunos datos reportan que se ha dragado en estos ríos, pero no a niveles suficientes para calificarlos como una fiebre del oro. La cuenca alta del Río Negro drena áreas con importantes reservas de oro, particularmente en Roriama y a lo largo de la frontera con Colombia. Los garimpeiros no han conseguido aún instalarse exitosamente de manera fluvial o terrestre en el curso medio y alto del Río Negro, presumiblemente porque las autoridades locales están estrechamente vinculadas a los pueblos indígenas.
La Calha Norte: Roraima y Amapá
Roraima ha experimentado fiebre del oro periódicas a lo largo de varias décadas, comenzando en el 70 después de su descubrimiento en las zonas fronterizas entre Venezuela, Guyana y Brasil. El régimen militar de entonces facilitó la migración hacia la región como estrategia deliberada para ocupar su frontera norte (Calha Norte) y miles de garimpeiros. fluyeron hacia la región. Desafortunadamente, las tierras fronterizas eran el hogar de varios pueblos indígenas, en particular los Yanomami al oeste y los Macuxi al este. Los Yanomami vivían aislados en los bosques, mientras que los Macuxi tenían una experiencia limitada en la interacción con militares y ganaderos. Ninguno de estos dos pueblos se encontraba preparado para la embestida de los garimpeiros.
A medida que la fiebre del oro aumentaba en intensidad, su impacto en los pueblos indígenas se intensificó por las acciones de Romero Jucá, un político influyente que emigró a Roraima siendo un joven y ambicioso servidor público. Fue nombrado jefe de la FUNAI en 1986, donde intentó fragmentar y reducir la extensión del territorio Yanomami. En 1989, fue nombrado como el primer gobernador del estado recientemente creado y adoptó políticas para facilitar la migración de miles de garimpeiros a las zonas fronterizas. Como en el Tapajós, los mineros organizaron un sistema logístico que utilizaba aviones pequeños para abastecer sus operaciones en más de ochenta pistas de aterrizaje remotas que abarcaban más de ocho millones de hectáreas.
Los Yanomami se resistieron, pero los intrusos respondieron brutalmente llegando a asesinar a dieciséis hombres, mujeres y niños en una masacre que se llegó a considerar como un acto de genocidio. Juca perdió las elecciones para gobernador en 1990, y los nuevos dirigentes de la FUNAI reconstruyeron el Territorio Indígena Yanomami a sus 9,6 millones de hectáreas originales.
Poco después, una campaña pública desalojó a unos 5.000 garimpeiros del territorio Yanomami. Conocida como Operação Selva Libre, la acción policial fue organizada por la FUNAI en coordinación con el Ministerio Público (MPF) y unidades especializadas del ejército y la policía federal. Se llevaron a cabo operaciones similares en 1997, 1998, 1999 y periódicamente durante la siguiente década. A pesar de estos esfuerzos, los garimpeiros continúan invadiendo el Territorio Indígena Yanomami, principalmente en cuatro afluentes del río Branco (Uraricoera, Mucajaí, Apiaú y Catrimani) cuyos tramos inferiores son fácilmente accesibles por carretera desde las zonas pobladas de Roraima.
Los yacimientos auríferos de Roraima son diferentes de los garimpos de Tapajós, el este de Pará y Mato Grosso, donde la minería aluvial dejó cicatrices llamativas en la zona, visibles en imágenes satelitales décadas después de que hayan sido hechas. No está claro por qué ocurre eso, tal vez estén explotando yacimientos de roca dura con vetas localizadas o estén trabajando en yacimientos aluviales muy pequeños bajo la cubierta forestal. La incapacidad de monitorear las actividades ilegales utilizando tecnología de detección remota requiere un esfuerzo de monitoreo in situ más intensivo que resulta peligroso y más costoso. La disponibilidad de imágenes de alta resolución facilita enormemente los esfuerzos de seguimiento. Esta imposibilidad de monitoreo de la región facilitó efectivamente una nueva invasión de garimpeiros durante el gobierno de Bolsonaro, que quitó financiamiento a los esfuerzos para controlar las minas ilegales y el apoyo la salud y bienestar de las comunidades indígenas yanomami.
La minería de oro en Amapá data de la segunda mitad del siglo XIX, con una fiebre del oro en lo que hoy son los municipios norteños de Oiapoque y Calçoene. Los garimpeiros se sintieron atraídos por los ricos yacimientos de oro asociados a la formación del cinturón verde que se extiende a lo largo de las colinas de la costa de Guayana. Han tenido una presencia continua en el garimpo São Lourenço, que también fue el sitio de la primera mina de oro subterránea del estado (Salamagnone), y que extrajo unas 20 toneladas de oro (aproximadamente 250 millones de dólares) entre 1984 y 1995.
El siguiente gran desarrollo fue la mina a cielo abierto de Gaivota en 1991, aunque la empresa perdió parte de su inversión cuando la concesión fue invadida por garimpeiros en 1997. El siguiente esfuerzo empresarial fue en la mina Tucano, que se benefició de las extensas exploraciones geológicas de su vecina, la mina de manganeso Serra de Navio. La instalación de Tucano ha abierto ocho minas a cielo abierto y una subterránea desde 2012, y hasta el 2021, había producido más de 44 toneladas de oro con un valor nominal de aproximadamente 2.500 millones de dólares.
Situada justo al este de las dos minas industriales mencionadas se encuentra la reserva mineral RENCA, que se cree tiene uno o más depósitos de oro, cobre y otros minerales estratégicos de categoría mundial. La RENCA está clausurada a la minería, pero los garimpeiros han explotado yacimientos superficiales en varias localidades, sobre todo en la Serra de Ipatinga, una cresta baja ubicada al oeste del río Jari, en el norte de Pará. Se estima la presencia de unos 5.000 garimpeiros que operan usando entre treinta y cuarenta pistas de aterrizaje clandestinas.
Belo Sun y Volta Grande
El proyecto empresarial más polémico de la amazonia brasileña se encuentra cerca de Volta Grande en el río Xingu, a pocos kilómetros de la represa hidroeléctrica de Belo Monte. La mina propuesta explotaría un yacimiento de oro de categoría mundial en un depósito de piedra verde que fue explotado por primera vez por garimpeiro. en los años 60 (Garimpo Itatá). El promotor del proyecto, la empresa canadiense Belo Sun, adquirió la concesión en 2013, donde la mina a cielo abierto propuesta tiene reservas “probadas o probables” de 3,8 millones de onzas de oro, y se estima que genere beneficios de entre 2.000 y 5.000 millones de dólares en 17 años de vida útil. El rechazo al proyecto se ha centrado en el peligro de la posibilidad de una falla catastrófica de sus estanques de cianuro y de las instalaciones de almacenamiento de relaves que contaminarían los tramos inferiores del río Xingu. La preocupación por el posible impacto se ve magnificada por la reducción del caudal de agua causada por la presa Pimentel, que desvía cerca del 75% del caudal del río hacia la central hidroeléctrica de Belo Monte.
El rechazo a la mina es liderado por comunidades indígenas cuyos medios de vida dependen de la pesca natural en el río Xingu. El análisis de impacto ambiental (EIA) fue aceptado por la agencia estatal de medioambiente (SEMAS), pero la licencia de operación fue rechazada por un tribunal federal debido a que la empresa no obtuvo el consentimiento libre, previo e informado (CLPI) de las comunidades indígenas cercanas. La empresa sostiene haber llegado a un acuerdo con las comunidades, posición validada por los funcionarios de la FUNAI durante el gobierno de Bolsonaro y la Corte Suprema del estado. Sin embargo, el proyecto permanece en suspenso hasta que se resuelva otro caso judicial que cuestiona el proceso de concesión de licencias, argumentando que la agencia federal (IBAMA) tiene jurisdicción y no la agencia estatal (SEMAS). Si se permite que siga adelante, Belo Sun será la mina de oro más grande de Brasil.
Imagen de cabecera: El frenesí por el oro llevó a la proliferación de dragas de placer organizadas en cooperativas formales e informales que trabajan en el río Madeira, entre Porto Velho y el cauce principal del río Amazonas. © Bruno Kelly, Greenpeace.
“Una tormenta perfecta en la Amazonía” es un libro de Timothy Killeen que contiene los puntos de vista y análisis del autor. La segunda edición estuvo a cargo de la editorial británica The White Horse en el año 2021, bajo los términos de una licencia Creative Commons -licencia CC BY 4.0).