- La clínica veterinaria Mansión Mascota, en la ciudad de Guayaquil, recibe cada año cientos de animales silvestres provenientes del tráfico ilegal y de rescates.
- Un estudio realizado en base a las incautaciones y rescates estableció que la mayoría de tortugas y primates admitidos fueron de origen amazónico.
- Gran parte de las aves y los carnívoros son de origen costero: el periquito del Pacífico (Forpus coelestis) fue uno de los más traficados.
- Muchas especies, incluyendo los ocelotes (Leopardus pardalis), llegaron con heridas y quemaduras por las quemas agrícolas.
La mayoría de tortugas y primates que llegaron a una clínica veterinaria especializada en fauna silvestre en Guayaquil –el principal puerto de Ecuador y capital de la provincia de Guayas–, entre enero de 2018 y septiembre de 2022, fueron de origen amazónico. “Esto revela que existe un tráfico establecido desde la Amazonía hasta Guayaquil”, dice Ricardo Villalba, doctor en biología y el autor principal del estudio Synergistic Threats to Wild Fauna in Ecuador: Using a Novel Data Source to Estimate the Impacts of trafficking and Human-Wildlife Conflict, publicado en MPDI Diversity.
Los autores utilizaron los registros de la clínica veterinaria Mansión Mascota, que recibe animales silvestres provenientes de confiscaciones de la tenencia o el tráfico ilegal, entregas voluntarias y rescates. En el periodo estudiado, el establecimiento recibió 3212 individuos pertenecientes a al menos 171 especies diferentes. La mayoría de tortugas (73.9 %) y primates (63.6 %) fueron amazónicos, mientras que la mayor parte de psitaciformes –loros, pericos y papagayos– (92.3 %) y carnívoros fueron de origen costero.
Hasta la clínica llegaron individuos que fueron rescatados o confiscados en 12 de las 24 provincias de Ecuador, siendo Guayas la fuente más común, con el 66 %. Por eso, Villalba señala que los datos obtenidos por el estudio apuntan a que Guayaquil es un punto crítico para observar amenazas a la fauna silvestre. Es importante destacar, agrega, que el hecho de que la clínica esté en esa ciudad influye en los datos.
Los autores elaboraron mapas con los puntos en los que cada grupo fue rescatado o confiscado y encontraron que, antes de su recuperación, los primates amazónicos provenían principalmente de Guayaquil, mientras que las tortugas amazónicas provenían de toda la provincia de Guayas y de las provincias vecinas de Manabí, Los Ríos y Santa Elena. Los primates y tortugas costeras, los carnívoros y los psitácidos fueron rescatados o retenidos en las provincias de Manabí, Santo Domingo, Los Ríos, Guayas, Santa Elena, El Oro, Bolívar y Tungurahua.

De acuerdo con el artículo, el tráfico ilegal de fauna y los conflictos entre humanos y animales “actúan de manera sinérgica sobre la diversidad silvestre en Ecuador, especialmente en entornos urbanos como Guayaquil”. Mientras el tráfico de vida silvestre es la mayor amenaza para reptiles y aves, los conflictos con infraestructura humana, por electrocuciones, atropellos y ataques por perros, afectan principalmente a los mamíferos.
Se estima que el tráfico de vida silvestre alcanza un valor de hasta 23 000 mil millones de dólares anuales, cita el artículo. Esto lo convierte en uno de los negocios ilícitos más lucrativos, detrás del tráfico ilegal de armas y el tráfico de drogas. Su combate se enfrenta a la falta de información, en parte debido a registros poco confiables, incluyendo la identificación incorrecta de especies, los datos incompletos sobre el origen, las condiciones de llegada y el destino final de cada individuo.

Cientos de vidas en juego
A Mansión Mascota llegan animales silvestres todos los días. Eliana Molineros, directora de la institución, cuenta que desde el último trimestre de 2024 tuvieron que parar la recepción de animales debido a la falta de fondos. Sin embargo, en el primer semestre de 2025 atendieron a 360 animales. Aunque es un número sorprendente, es la mitad de lo que se registró el mismo periodo del año anterior.
Desde 2018, la clínica tiene los permisos del Ministerio de Ambiente, Agua y Transición Ecológica (MAATE) para atender a los ejemplares resultantes de operativos o de rescates, pero no cuenta con fondos de ninguna institución pública. “Nuestros recursos están muy limitados, podríamos hacer un trabajo mucho mejor si los tuviéramos”, asegura la veterinaria zootecnista.
La clínica, que funciona como un centro de conservación ex situ, cuenta con el apoyo de la organización no gubernamental Proyecto Sacha, a través del que recibe fauna silvestre para examinación médica, tratamiento, reubicación y liberación. Las donaciones sostienen la compra de insumos y el pago de servicios, mientras que la atención especializada es posible gracias a que veterinarios y otros expertos donan su tiempo. “El Ministerio del Ambiente dice que no tiene dinero”, señala Molineros.

En una provincia como Guayas, donde está normalizada la tenencia de fauna silvestre, el trabajo no para, de acuerdo con el sargento Frank Huilca, encargado del Departamento de Operaciones de la Zona 8 –que incluye los cantones Guayas, Durán y Samborondón– de la Unidad de Protección del Medio Ambiente (UPMA) de la Policía Nacional.
Fue justamente el gran volumen de animales que recibe Mansión Mascota, incluidas especies amenazadas, lo que motivó el estudio. En el periodo analizado, la clínica recibió unos 46 animales cada mes. El 75 % llegó en manos de funcionarios gubernamentales –UPMA, Municipalidad de Guayaquil y MAATE–; mientras que el 25 % restante fue entregado por civiles.

Aunque todas las admisiones se registran, quien entrega al o a los ejemplares no siempre entrega la información referente a los motivos del ingreso. Por eso, la causa de admisión fue registrada solo en el 74 % de los casos y la más común fue hallazgo o abandono, con el 21 %. Le siguieron examinación médica antes de una liberación, con el 18 %; entrega de los propietarios, 16 %; heridas, 13 %, y confiscación por tráfico, 5 %.
Sin embargo, los casos de tráfico y tenencia ilegal aumentaron al revisar los registros clínicos durante el estudio: 7.6 % incluían información específica sobre estos delitos. Se incrementaron aún más al revisar la distribución natural de cada especie y el estado en el que ciertos ejemplares llegaron, por ejemplo, con marcas de correas. El porcentaje subió: 35 % de todos los individuos recibidos fueron víctimas de tráfico o tenencia ilegal.

Sorpresas amazónicas en fiestas infantiles
Hace unos años, una fiesta infantil ayudó a revelar un caso de tráfico. Todo empezó cuando una mujer entregó en Mansión Mascota una pequeña tortuga que cabía en la palma de una mano. Su hija y otros niños recibieron estos animales en una fiesta infantil. Los anfitriones del cumpleaños habían comprado varias tortugas en una zona comercial de Guayaquil, donde las vendía en paquetes de 20 y las promocionaban como el artículo ideal para incluirlo en las sorpresas, bolsas con juguetes y dulces que se regalan a los invitados de los cumpleaños.
Esto hizo que julio de 2021 sea un mes atípico. Exactamente 467 individuos fueron admitidos y de ellos, 410 eran tortugas de río, de las especies Podocnemis expansa, Podocnemis unifilis y Kinosternon scorpioides, originarias de la Amazonía; y Chelydra acutirostris, de la costa. Debido en buena parte a este hallazgo, la P. expansa se convirtió en la especie con más individuos admitidos en la clínica, con 449. Esta tortuga de río está enlistada en la categoría En Peligro Crítico bajo la legislación ecuatoriana.

No se conoce en detalle cómo se extraen estas y otras especies de la Amazonía. Sin embargo, tras trabajar en esa región, el sargento Huilca conoció que la demanda motiva a sus habitantes a cazar animales como el mono ardilla (Saimiri cassiquiarensis), Vulnerable, o incluso el mono lanudo (Lagothrix lagotricha), En Peligro. El estudio reportó que estas especies están entre los mamíferos más traficados, con 26 y cerca de 10 individuos, respectivamente. La tortuga P. unifilis y el loro Amazona amazónica también estuvieron entre las especies amazónicas más traficadas.
“Son los mismos habitantes de la zona quienes extraen a las especies de su hábitat porque ven una oportunidad de generar dinero”, asegura el policía. Las especies, de acuerdo con el sargento Huilca, serían vendidas en los mercados de las principales ciudades amazónicas y comerciantes o personas que conocen de su manejo los transportarían hasta Guayaquil. En un par de ocasiones, relata, ha aprehendido a personas en el terminal de la ciudad porteña con loros o serpientes.
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Cuando la frontera humana crece
El estudio plantea que el crecimiento de las poblaciones humanas presiona a la naturaleza, especialmente en las regiones tropicales donde los conflictos entre humanos y fauna silvestre, junto con el tráfico ilegal, amenazan críticamente a la biodiversidad. Al menos 955 ejemplares de 106 especies llegaron a la clínica tras interacciones dañinas con humanos, infraestructura o animales domésticos. Estos incluyeron neonatos y animales con heridas físicas. La tasa de mortalidad para estos animales fue del 47 %.
Eliana Molineros ha identificado dos tendencias en Guayas. La primera se observa de enero a junio, cuando llegan bebés de nutrias (Lontra longicaudis), mapaches (Procyon lotor) u ocelotes (Leopardus pardalis). Personas que trabajan o que están haciendo ejercicio en zonas campestres encuentran madrigueras y asumen que las crías están abandonadas, las toman y las entregan a centros de rescate.

Los pequeños animales requieren de atención de enfermería, de alimentación con leche especializada y de incubadora. “Son los peores casos para reintroducir”, asegura, pues sin la ayuda de su madre tendrán que aprender a buscar alimentación, huir de depredadores y esconderse del ser humano.
La segunda tendencia se observa de junio a diciembre, cuando llegan animales quemados y heridos por la quema agrícola y la zafra de la caña. Le impresionó el caso de Ernesto, un ocelote que tenía quemaduras de segundo y tercer grado en el 30 % de su cuerpo. Tras seis días de hospitalización, falleció debido a un fallo multiorgánico. Según el estudio, la especie fue uno de los mamíferos más admitidos en la clínica. Unos cinco individuos llegaron por tráfico y 45 por “otros registros”.
Excluyendo la llegada masiva de tortugas en 2021, la especie más traficada según el estudio fue el periquito del Pacífico (Forpus coelestis), con 42 individuos. Esta ave se distribuye en la costa de Ecuador y Perú.

El mono capuchino de frente blanca (Cebus aequatorialis) es una de las especies que más preocupa a Villalba, pues está En Riesgo Crítico. “Su distribución se limita a los escasos bosques que quedan en la costa de Ecuador, lo que demuestra que los captores deben hacer un esfuerzo importante para capturarlos vivos y ese esfuerzo seguro es bien recompensado”, dice. Este primate y el mono aullador de manto dorado (Alouatta palliata ssp. aequatorialis), asimismo En Riesgo Crítico, están entre los mamíferos que más fueron admitidos en la clínica, con unos 12 y unos 15 individuos, respectivamente, por tráfico y “otros registros”.
Al autor principal del estudio también le impresionó la frecuencia con la que llegan los perezosos (Bradypus variegatus), que también constaron entre los mamíferos que más ingresaron a Mansión Mascota, con cinco individuos que habrían llegado debido a conflictos fauna-humano.

El fatal destino de las especies afectadas
“Muy pocos animales logran ser liberados”, dice Molineros. Solo el 56 % regresó a su hábitat, el 29 % no sobrevivió y el 15 % fue transferido a centros de rescate para rehabilitación o cautiverio permanente. La liberación depende de que los animales desarrollen las habilidades necesarias para sobrevivir en la naturaleza, pero muchos llegan con heridas, enfermedades o comportamientos aprendidos de los humanos que no son compatibles con la vida en libertad.
Los psitácidos, por ejemplo, desarrollan enfermedades en los huesos por la mala alimentación que tuvieron en cautiverio, tras años de encierro son incapaces de volar aunque sus alas estén completas y vocalizan palabras que los volverían irreconocibles para otros individuos de su propia especie.

“Personalmente y como conservacionista, estos casos me influyen emocionalmente”, dice Villalba. Sin embargo, como científico le motiva saber que este tipo de estudios pueden ayudar a que las autoridades tengan más información para tomar decisiones prácticas que contribuyan a la conservación de la fauna silvestre.
Referencia
Villalba-Briones, R., Mendoza, P., Garcés D., Molineros E.B., Monros, J.S., y Shanee, S. (2024). Synergistic Threats to Wild Fauna in Ecuador: Using a Novel Data Source to Estimate the Impacts of trafficking and Human-Wildlife Conflict. MPDI Diversity.
Imagen principal: Sofía, una mona chorongo de la Amazonía, fue rescatada del tráfico ilegal. Foto: cortesía Mansión Mascota y Proyecto Sacha