La caza comercial podría ser la peor amenaza para los bosques tropicales
La caza comercial podría ser la peor amenaza para los bosques tropicales
Rhett A. Butler
Traducción por Genoveva Trejo Macías
mongabay.com
18/2/2008
La caza comercial está diezmando a las poblaciones de animales silvestres en los trópicos, y podría ser una de las amenazas más graves a la que se enfrentan los bosques lluviosos.
Durante mucho tiempo, el hombre ha cazado animales silvestres, pero en los últimos 50 años la comercialización de los mismos ha desencadenado un aumento en su desaparición. El hombre ha cazado en los bosques asiáticos durante por los menos 40,000 años, y hasta la fecha se ha documentado una sola extinción global—el pangolín gigante del sureste asiático.
La evidencia que existe de las presiones provocadas por la caza, data de hace 2,000-3,000 años, cuando los elefantes, rinocerontes y algunas otras especies fueron eliminadas progresivamente de grandes extensiones. Durante los últimos 50 años, la caza de subsistencia ha sido superada por la caza comercial.
La venta de las especies comerciales se realiza principalmente dentro de la comunidad local, aunque muchas especies han sido introducidas al mercado regional en forma de alimento, medicina, materia prima y mascotas.
En África, alrededor de tres quintas partes de los grandes mamíferos que son extraídos de la cuenca del Congo son extirpados a velocidades que amenazan su existencia.
La situación en el Amazonas es menos alarmante que en Asia y África, aunque la presión en esta región ha sido subestimada, y la densidad de las poblaciones de animales ha disminuido rápidamente, incluso en las áreas protegidas.
Algunos factores que favorecen la sobreexplotación de la fauna silvestre son el desempleo, el cambio de uso de suelo, el avance en la infraestructura, el surgimiento de un mercado regional e internacional y la nueva tecnología. La fragmentación es un fenómeno que también ha favorecido la caza, y el aumento poblacional ha incrementado la demanda de animales. En la década de 1990, en Asia tropical sobrevivían menos ecosistemas boscosos naturales que en cualquier otro sitio de los trópicos, y muchos países de la región (China, India, Laos, Vietnam y Filipinas) habían perdido del 98-100 por ciento de estos hábitats.
La defaunación es un problema que afecta a la depredación y dispersión de semillas, lo que altera la composición de especies de plantas y la dinámica en el bosque. En el oriente, muchas especies de dispersores de semillas han desaparecido de la mayor parte de su hábitat natural. Los únicos mamíferos frugívoros que han logrado sobrevivir en paisajes dominados por el hombre son los murciélagos. Las aves no pueden sustituir la pérdida de mamíferos en este tipo de paisajes, ya que las únicas sobrevivientes son especies pequeñas de claros.
Una de las claves para detener la caza desmedida, es reconocer que el fenómeno es un problema real. En Asia tropical, por ejemplo, la atención se ha centrado en la alarmante tasa de deforestación. Sin embargo, gran parte del bosque remanente también ha perdido a la mayoría de los grandes mamíferos. En lugar de aumentar el número de “parques sobre papel”, es necesario resolver el problema de la cacería en las áreas protegidas. Para solucionar esta situación, es necesario reforzar la vigilancia dentro del bosque y controlar el comercio local y regional de los animales silvestres.
Por otra parte, la educación y las campañas para crear conciencia podrían disminuir la demanda de productos provenientes de la fauna silvestre. Los zoológicos podrían sumarse al esfuerzo, contratando a los cazadores como guardabosques, guías y asistentes de investigación. Esto ayudaría a que la gente local considerara a los animales silvestres una fuente de ingresos, y a consolidar el soporte de las iniciativas de conservación, que protegen a los animales y al ecosistema.
El control de la cacería y el comercio de los animales silvestres deberían de ser prioritarios para los gobiernos, las ONGs y los ecologistas de Asia tropical y subtropical. La disminución de la deforestación y el establecimiento de áreas naturales protegidas son medidas necesarias urgentes, pero sin una reducción drástica de la cacería, estas medidas no serán suficientes para evitar la extinción de los grandes mamíferos de la región.