La deforestación en el Amazonas brasileño registró la tasa más baja, poniendo a Brasil en el camino correcto para lograr sus objetivos en reducir la destrucción de selva tropical.
El análisis de imágenes satelitales realizado por el Instituto Nacional de Investigaciones Espaciales (INPE) muestra que 6.450 kilómetros cuadrados de selva tropical fueron despejados en el Amazonas en los 12 meses terminando el 31 de julio de 2010, cayó un 14 por ciento desde el período del año anterior.
Hablando en Brasilia, el presidente saliente Luis Ignacio Lula da Silva dijo que Brasil está cumpliendo su promesa para reducir emisiones de gas de invernadero.
“Estamos cumpliendo el compromiso que hicimos en Brasil. Vamos a cumplirlo porque es nuestra obligación hacerlo.”
En 2009 Brasil promulgó una ley comprometiendo al país a reducir las emisiones de gas de invernadero entre 36-39 por ciento sobre una base proyectada a partir de 2020. La mayor parte de las reducciones de las emisiones provendría de reducir la tasa de desforestación del país, la cual hasta hace muy poco, era la más alta del mundo. Indonesia ahora pierde más selva tropical sobre una base anual que Brasil.
En octubre el presidente Lula anunció que el objetivo de Brasil para reducir en un 80 por ciento la deforestación en el Amazonas sería cumplido hacia el año 2016, cuatro años antes de lo programado.
El Ministerio de Medio Ambiente de Brasil atribuye la caída en la deforestación del Amazonas al Plan de Acción para Prevención y Control de la Deforestación en la Amazonia Legal (PPCDAM), que incluye el monitoreo en tiempo real de la deforestación, aumento de las fuerza de seguridad, “la regularización” de los títulos de tierra, y nuevas iniciativas de desarrollo sustentables. El esfuerzo ha sido apoyado por gobiernos estatales, la sociedad civil y el sector privado. Por ejemplo, los municipios con alta deforestación han sido puestos en la “lista negra”, haciendo más difícil que reciban el apoyo del gobierno hasta que estos implementen mejores controles. Mientras tanto grandes vendedores, incluyendo al Walmart-Brasil y Pao d’Azucar, con la ayuda de organizaciones no gubernamentales (ONG) ambientales, han puesto en práctica sistemas de rastreo para el ganado del Amazonas y han firmado pactos de deforestación cero con proveedores. Grandes productores de soja también han estado de acuerdo con una moratoria sobre la nueva deforestación, mientras el gobierno dice que un plan de ampliar la producción de aceite de palma exigirá fuertes normas medioambientales para plantaciones. Las tendencias macroeconómicas también han ayudado al progreso de Brasil para reducir la deforestación, incluyendo el fortalecimiento del real brasileño (moneda de Brasil), que hace que los productos agrícolas sean menos atractivos en mercados extranjeros.
El Mato Grosso ha experimentado la mayor deforestación en el Amazonas Brasileño en los últimos 30 años. Cifras de deforestación del INPE. |
Pero mientras las tendencias son positivas, las preocupaciones permanecen. El Banco Nacional de Desarrollo de Brasil (BNDES), asigna diez mil millones de dólares al año a nuevos proyectos de infraestructura del Amazonas —incluyendo represas y caminos—que podría aumentar la presión sobre bosques, tanto dentro como fuera de Brasil. Al mismo tiempo, un movimiento político liderado por agricultores y rancheros presiona para flexibilizar algunas protecciones sobre el medio ambiente establecidas durante los últimos 15 años, incluyendo una revisión del código forestal, que exige que terratenientes del Amazonas mantengan el 80 por ciento de su propiedad cubierta con selva.
El Amazonas brasileño también siente los efectos del cambio climático. Este año vio la peor sequía registrada, que ayudó a estimular un gran aumento de incendios arrasadores y un pico en la degradación forestal en meses recientes. Los modelos de clima dicen que la sequía en el Amazonas del sur probablemente empeore mientras las temperaturas en la superficie del mar tropical Atlántico suban. Paradójicamente, en las zonas occidentales y del norte del Amazonas puede verse un aumento en la precipitación debido a cambios de clima.
Algunos ecologistas están aun más preocupados que los esfuerzos para proteger la selva tropical del Amazona están a cargo del Cerrado, el prado boscoso donde tiene lugar la mayor parte de la extensión agrícola de Brasil. Hoy el Cerrado está desapareciendo casi dos veces tan rápido como la selva tropical de Amazonas.