Residentes de El Edén, una de las 28 comunidades de Pico Bonito que se han unido para proteger su suministro de agua. Crédito de la foto: Pat Goudvis.
No ha habido muchas buenas noticias de Honduras recientemente. Una de las naciones más pobres de América Latina, ha sido afectada por una serie de calamidades naturales y políticas. En 1998, el huracán Mitch mató a más de 14.000 personas, afectó a un tercio de la población y causó $3,8 billones de dólares en daños – tres cuartos del PIB nacional. Le siguieron sequías que redujeron la producción de maíz y frijol en 50 y 40% en algunos años. En 209, un presidente electo fue depuesto por los militares, y en 2014, la difícil situación en Honduras llegó a las noticias de Estados Unidos, mientras una corriente de niños sin compañía emigraba a ese país.
A pesar de eso, hay otra Honduras, un lugar donde, a pesar de la adversidad, pequeñas comunidades rurales están involucrándose en el negocio de vivir de forma sostenible, y enfrentándose de forma efectiva a los caprichos del clima extremo, todo con un presupuesto reducido.
Como pasa con frecuencia, los problemas alimentan las oportunidades. Esta noticia positiva emergió del vórtice del huracán Mitch, en las laderas empinadas al Sur del parque nacional Pico Bonito; gira en torno a los esfuerzos de comunidades organizadas y al liderazgo de una persona. Carlos Cruz Estrada es el presidente de la Asociación de juntas de aguas del sector Sur del Parque Nacional Pico Bonito (que se abrevia AJASSPIB). Este finquero alto, de edad media, que recuerda a una estrella de películas del Oeste de Hollywood, está liderando a 28 comunidades en 14 cuencas, en la creación de un sistema de suministro de agua local más resistente, como protección ante el clima peligrosamente errático que trae el cambio climático.
Carlos Cruz Estrada. Crédido de la foto: Pat Goudvis.
Carlos Cruz Estrada y Daniel Escobar, un promotor del “EcoLogic Development Fund”, durante una reforestación ecológica. Crédido de la foto: Nick Shufro.
Recuperándose del Huracán Mitch
Las comunidades de Patio bonito tenían sistemas de acueductos construidos hace varias décadas, pobremente mantenidos y con infraestructura básica que lograba el objetivo: traía el agua desde el parque nacional Pico Bonito a las casas y al ganado. Las juntas de agua locales, aunque en su mayoría estaban inactivas, habían sido las encargadas del sistema designadas por el gobierno hondureño, entonces llegó Mitch.
“Después de Mitch, no quedó casi nada. Toda la infraestructura del acueducto fue destruida”, afirmó Cruz Estrada mientras caminaba alrededor de la Reserva Colibrí Esmeralda, cerca del parque nacional Pico Bonito, donde estaba recibiendo una delegación del “EcoLogic Development Fund” de Cambridge, Massachusetts. Después de la tormenta, el gobierno hondureño estaba en una profunda crisis. “La ayuda internacional empezó a llegar, y entonces surgió la idea de que las juntas de aguas podían realmente administrar los sistemas de acueductos”, dice Cruz Estrada. “Antes de Mitch, las juntas fueron creadas por ley, pero realmente no funcionaban, no recolectaban las cuotas, los sistemas no recibían mantenimiento, y se deterioraron mucho. Entonces, Mitch acabó con ellos. Después de Mitch, empezamos nuevamente, desde cero”.
Las 28 comunidades están localizadas en la frontera Sur del parque nacional Pico Bonito, en una zona de amortiguación mal definida, por debajo de las cumbres protegidas. Pico Bonito es una de las joyas de la corona del pobremente financiado sistema de áreas protegidas de Honduras. Con 117.000 hectáreas (290.000 acres) es el segundo parque más grande del país.
Muchos usos del suelo, en el paisaje de Pico Bonito. Crédito de la foto: Pat Goudvis.
Cuzumbo de nariz blanca, en Pico Bonito, Honduras. Crédito de la foto: Pat Goudvis.
Coronando la cordillera de Nombre de Dios, Pico Bonito cobija exuberantes bosques latifoliados de caoba y cedro, con centenares de raras plantas medicinales y ornamentales. Mamíferos amenazados recorren sus laderas, incluyendo osos hormigueros, cerdos silvestres, micos y jaguares. Sus 350 especies de aves lo convierten en un destino principal para los observadores de aves de Estados Unidos y de Europa. Pico Bonito forma la piedra angular de un paisaje protegido más grande, que incluye el refugio de vida silvestre Cuero y Salado, con sus manglares, el refugio de vida silvestre Texiguat, con su bosque de niebla, el parque nacional Nombre de Dios, y el área semidesértica Santuario colibrí esmeralda, donde Carlos Cruz Estrada estaba recibiendo a sus visitantes.
Agua potable sostenible en una tierra semiárida
El flanco Caribe del Pico Bonito recibe mucha lluvia y está protegido por laderas muy empinadas e inaccesibles, y paradójicamente, por plantaciones de banano y piña, que lo rodean. La cara Sur del parque, donde trabaja la AJASSPIB, tiene una situación diferente. Aquí las altas montañas de la cordillera de Nombre de Dios generan una “sombra de lluvia”, en la cual las nubes cargadas de humedad que vienen del Caribe, no pasan; esta vertiente de sotavento recibe solo una pequeña fracción de la lluvia que cae del lado de barlovento.
Aquí, las 28 comunidades con dificultades de agua se han agrupado en la asociación de juntas de agua. “Con ayuda de la fundación parque nacional Pico Bonito y de EcoLogic, desarrollamos estatutos y reglas – sistemas administrativos para las necesidades de cada comunidad” explica Cruz Estrada. Las comunidades estuvieron de acuerdo, “por ejemplo, en que el agua debe ser compartida de forma justa. Debe ser para uso humano y no para los animales. Debe haber una cuota estandarizada para todos. Todo está soportado en el voluntariado, es un honor servir a la comunidad”, dice él. Una gran cantidad de atención se centró en la eficiencia de la organización. La AJASSPIB impulsó a todas las juntas de agua locales y trabajó con las comunidades pequeñas que no tenían su propia junta de agua.
Fito Steiner, un conocido ambientalista hondureño, y uno de los fundadores de la fundación parque nacional Pico Bonito, menciona: “Después del huracán necesitábamos reconstruir los sistemas de acueductos y las juntas de aguas. Mientras las comunidades establecían sus propias áreas protegidas en la parte alta de las cuencas, nosotros ayudamos a lograr el reconocimiento oficial de esas áreas como “zonas protegidas de bosques y agua”.
Nilia Zumilda Duarte Sandoval, profesora jubilada y tesorera de AJASSPIB (izquierda), con un miembro de la comunidad de Pico Bonito. Crédito de la foto: Pat Goudvis.
El reto de la comunidad iba más allá de organizar y construir la infraestructura. En muchos casos, la parte alta de las vertientes había sido fuertemente deforestada por la ganadería y la tala. Los acuíferos no estaban recargándose y los cauces no corrían de forma permanente.
Un obstáculo más grande, las cuencas estaban en tierras privadas. Así que las comunidades se propusieron hacer algo realmente extraordinario. Trabajaron unidas para reestablecer la parte alta de las vertientes como propiedad común para proteger el recurso hídrico para todas las familias locales.
Revertir la tragedia de los comunes
Uno de los artículos de ecología más famosos e influyentes del siglo 20 fue publicado en la revista Science en 1968. El artículo del biólogo Garret Herdin titulado “La tragedia de los comunes” argumentaba que las propiedades mantenidas en común por las comunidades, usualmente para pasturas, resultaban inevitablemente degradadas. El usó el modelo económico del “actor racional persiguiendo la maximización”, para mostrar que los individuos se esforzarían en utilizar los recursos comunes antes de que los utilizara alguien más. El modelo de Hardin ha sido extendido a los “comunes globales”, como el océano y la atmósfera, y a las cuencas.
Panorama de Pico Bonito. Crédito de la foto: Nick Shufro.
Elinor Oström, premio Nobel de Economía en 2008 especializada en ciencias políticas, encontró un esperanzador resquicio en la “tragedia de los comunes”. Ella demostró que las comunidades locales, que trabajan unidas, pueden revertir el proceso. En pequeñas comunidades, las personas se conocen las unas a las otras, saben quién es de confiar y cooperan. Pueden involucrarse en acciones colectivas y crear reglas para asegurar un manejo sostenible de los recursos.
Nilia Zumilda Duarte Sandoval, una maestra de escuela retirada, y tesorera de AJASSPIB, explica cómo funcionan las reglas en las comunidades de Pico Bonito: “Si las personas no pagan su cuota, el servicio se les corta y deben pagar una multa. Es una multa de $10 con un periodo de gracia de un mes, pero si no en pagan dos meses, el servicio es suspendido. El contador tiene su libro de registro y anota los pagos de todos”.
Vida rural en una comunidad de AJASSPIB. Crédito de la foto: Pat Goudvis..
Colibríes en vuelo sostenido, en la resrva Pico Bonito. Crédito de la foto: Pat Goudvis.
Pero las comunidades de Pico Bonito aún se enfrentan al mayor problema de cómo manejar que las cuencas hídricas sean de propiedad privada. Lo resolvieron convirtiendo las empinadas laderas del Sur de Pico Bonito, en bienes comunes.
Las personas de cada comunidad “están comprando tierras de sus vecinos en la parte alta de las laderas. Los vecinos saben que es para el beneficio de todos, y hay una buena conciencia. Tienen que negociar con ellos, decidir un precio. Algunas personas piden más, algunas piden menos. Siempre hay pago a plazos porque las personas son pobres”, explica Carlos Duarte Euraque, uno de los empleados hondureños de EcoLogic.
Estas comunidades muy pobres se involucran en delicadas negociaciones con sus vecinos y cuidadosamente ensamblan trozos de tierras para proteger su valioso suministro de agua. Actualmente, ellos son agentes de bienes raíces con una misión comunitaria: Organizar una propiedad suficientemente grande para asegurar un suministro confiable de agua para ellos y para las generaciones futuras.
Las propiedades privadas fragmentadas han sido ensambladas en una propiedad común perteneciente a toda la comunidad. Hasta el momento, AJASSPIB ha extendido su alcance a 14 microcuencas y 28 comunidades. Nueve áreas protegidas comunitarias con áreas entre 21 y 482 hectáreas, han sido reconocidas por el gobierno de Honduras. En total las áreas de cuencas protegidas alcanzan la impresionante cifra de 2.206 hectáreas. Los bosques restaurados están desarrollándose ahora en las que eran tierras degradadas, extendiendo el hábitat para especies que habitan el parque nacional. Las comunidades han establecido patrullajes regulares de las cuencas, hechos por los residentes, para prevenir la tala de árboles, para limpiar las bocatomas y para revisar los tanques de almacenamiento.
Administrando las cuencas, fortaleciendo las comunidades, dando ejemplo
El proceso cooperativo iniciado por AJASSPIB ha unido a las comunidades a las que beneficia. Diversidad de hogares con lazos tradicionales están convirtiéndose en una organización unida con un propósito común. Este éxito no ha pasado desapercibido en las comunidades vecinas.
“El que una junta de agua este activa, que este cuidando el sistema, que esté lidiando con los problemas de la comunidad, que fortalece la comunidad”, dice Duarte Euraque. “Esto puede también afectar a otras comunidades. Cuando una comunidad ve lo que hace la otra, ella también quiere que obtener la ayuda”.
Fito Steiner, un muy conocido ambientalista hondureño y cofundador de la fundación parque nacional Pico Bonito (extremo derecho), con el autor (al centro, de camiseta verde), el grupo de Ecologic de Honduras. Crédito de la foto: Pat Goudvis.
El establecimiento de la asociación de agua entre las comunidades ha sido un proceso lento. Empezó después del huracán Mitch, pero la AJASSPIB fue fundada en 2006, y solo ahora está buscando formalizarse legalmente. Pero los resultados son claros, una serie de áreas protegidas comunitarias existe ahora a lo largo de la zona de amortiguación del parque nacional Pico Bonito, con procesos de reforestación y monitoreo por parte de las comunidades, que adicionalmente apoyan el monitoreo del parque.
Los logros de la AJASSPIB han llegado a las noticias internacionales. En 2011, Swiss Re (una compañía Suiza de reaseguramiento), nombró a la asociación AJASSPIB-Ecologic, finalista para su premio “ReSource” por manejo sostenible de cuencas. En 2012, ganó uno de los premios Ecuador que ofrece el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD). En 2013, fue una de las diez finalistas de la convocatoria “Búsqueda de soluciones: Adaptación al cambio climático”, patrocinada por Nature Conservancy y por RARE. En 2014 ganó el primer premio a la innovación, dado por el capítulo de Yale de la “Society of Tropical Foresters”. Duarte Sandoval, la profesora jubilada viajó a New Heave, Connecticut para recibir el premio.
Las lecciones aprendidas por las comunidades de Pico Bonito están siendo aplicadas en un paisaje más grande. Actualmente, la asociación de municipalidades de Atlántida Central (MAMUCA) – localizada entre Pico Bonito y el refugio de vida silvestre Texiguat, en lo que se conoce como el corredor PIBOTEX, está fortaleciendo las juntas locales de aguas para manejar sus propias cuencas.
EcoLogic y la AJASSPIB también han suscrito un acuerdo con la municipalidad y el pueblo de Olanchito, con aproximadamente 80.000 habitantes, para ayudarles a proteger la cuenca de la ciudad, de 7,102 hectáreas, conocida como Uchuapa-Pimienta. El primer paso, como en Pico Bonito, fue organizar las juntas vecinales de aguas en la ciudad.