- En el mes de febrero, Armand Marozafy le escribió un correo electrónico a un asesor extranjero en el que afirmaba que dos empresarios locales estaban involucrados en varias actividades ilegales cerca del Parque Nacional de Masoala, un inmenso bosque tropical amenazado por la caza y la deforestación ilegales.
- Luego de que el mensaje se hiciera público, Marozafy fue arrestado bajo los cargos de difamación en el mes de abril.
- Se encuentra cumpliendo una sentencia de seis meses y se le ordenó pagar una multa de un equivalente tres veces superior al salario anual de un maestro de escuela malgache.
Se ha convertido en un ritual político: en febrero del 2014, poco tiempo después de su elección, Hery Rajaonarimampianina, el nuevo presidente de Madagascar, condenó públicamente la “plaga” que es la explotación forestal ilegal y el saqueo de los recursos naturales de la isla. En una reunión de gabinete especial en el palacio presidencial, prometió frenar el “mal” de las exportaciones ilícitas de palo rosa y ébano, se comprometió a reforzar la ejecución de operativos y, se supone, de arrestos.
Sin embargo, más de un año después, el único arresto que se llevó a cabo en la reciente lucha contra la tala ilegal en Madagascar es el de Armand Marozafy, un activista ecologista y guía de ecoturismo de 49 años de edad que fue condenado por difamación tras mencionar a dos empresarios locales que creía involucrados en el tráfico de palo rosa.
El pasado febrero, Marozafy le escribió un correo electrónico a David Negus, quien, de acuerdo a su sitio web, es un asesor radicado en Washington D.C. que se especializa en auditoría e investigaciones de fraude. Marozafy hizo una serie de alegatos sobre el nuevo desarrollo de la periferia del Parque Nacional de Masoala, un inmenso bosque tropical junto al mar en el norte de Madagascar que se ve amenazado cada vez más por la caza y la tala ilegales.
“El problema y la amenaza del Parque Nacional de Masoala todavía continúan”, expresó en un mensaje claramente redactado con la ayuda de un diccionario. “El gran jefe de la explotación ilegal de palo rosa se ha convertido en el dueño del pabellón que se encuentra a 15 metros de la entrada principal del […] Parque Nacional”.
Marozafy continuó describiendo la construcción ilegal y las amenazas de violencia contra los turistas que se bajan de un crucero y en la playa pública errónea, y señaló a dos empresarios de la región relacionados con la industria de palo rosa. En pocas semanas, su correo electrónico circulaba en Facebook y llamó la atención de fiscales en la ciudad de Maroantsetra.
El 27 de abril, Marozafy fue arrestado. A pesar de que sus abogados sostuvieron que él no estaba involucrado en la reproducción del mensaje públicamente, fue condenado por difamación bajo la ley que gobierna los medios, mientras compañeros activistas protestaban fuera del juzgado. Ahora Marozafy se encuentra cumpliendo una sentencia de seis meses y se le ha ordenado pagar multas de cerca de $4000 ̶ tres veces más de lo que un maestro de escuela malgache gana en un año. Marozafy apeló contra su condena y se espera un veredicto el 23 de septiembre.
Alexander von Bismarck es director de la organización sin fines de lucro Agencia de Investigación Ambiental (EIA, por sus siglas en inglés) radicada en Washington D.C., que ha llevado a cabo investigaciones extensas del tráfico de palo rosa en Madagascar. Von Bismarck le expresó a Mongabay que el caso de Marozafy deja al descubierto la doble moral en el sistema legal malgache en lo que respecta al palo rosa. También declaró que el juez que sentenció a Marozafy ha aceptado un soborno por intereses de palo rosa a cambio de hacerlo. “Que la corrupción en el sector forestal es un problema terrible e intratable no es noticia, pero ha sido claro desde un principio que se alimenta de la exportación de palo rosa y de los beneficios extraordinarios que retrotraen y con los que pueden sobornar a los jueces para generar situaciones como estas”, manifestó von Bismarck.
El palo rosa (Dalbergia chapelieri) es una madera dura de crecimiento moderado estimado por los fabricantes de muebles chinos y su nombre se debe al característico color púrpura oscuro que cubre el centro del árbol. Al haber sido abundante a lo largo de los bosques de Madagascar, el valor elevado del árbol generó su desaparición. Hoy, una tonelada métrica se vende a $25.000 en China, según investigaciones de la EIA.
La mayoría del palo rosa restante que tiene valor de mercado se encuentra entre las profundidades de bosques protegidos como el Parque Nacional de Masoala, en donde se adhiere un efecto multiplicador a la deforestación: la madera es tan pesada que se deben talar y atar cuatro árboles adicionales a un solo tronco de palo rosa para poder hacerlo flotar a través del río.
La tala y la exportación de palo rosa han sido restringidas en Madagascar por mucho tiempo, pero los esfuerzos para controlar el contrabando han sido obstaculizados en reiteradas ocasiones por el débil cumplimiento de las normas. Una moratoria sobre la tala y la exportación de palo rosa rige desde el año 2010. Sin embargo, en 2014, aún cuando 40.000 troncos de palo rosa que valen $100 millones fueron incautados en el puerto, otros 70.000 fueron exportados con el consentimiento del ministro de ecología, medioambiente y bosques, según informes de la prensa malgache.
La esperanza de terminar con el comercio en Madagascar, manifestó von Bismarck, viene de ejemplos de gobiernos extranjeros que procesan a importadores ilegales de palo rosa malgache. Por ejemplo, en 2011 el Departamento de Justicia de Estados Unidos allanó la empresa de guitarras Gibson Guitar Corporation radicada en Memphis, que utilizó el palo rosa malgache en al menos diez de sus guitarras. El fabricante de guitarras eludió básicamente la acusación por violar la ley Lacey (Lacey Act), que prohíbe el comercio de especies de plantas o animales ilegales, con un acuerdo de $350.000. No obstante, von Bismarck expresó que el ejemplo de Gibson ha finalizado eficazmente con el uso de palo rosa en toda la industria de guitarras estadounidense.
“El problema es que esa era solo una parte mínima del comercio, ya que la mayoría de la madera va a China”, explicó von Bismarck.
Los activistas obtuvieron éxitos limitados en todo el mundo: presionaron para que haya un mejor cumplimiento de las normas de transporte en los puertos o para que haya una legislación similar a la de la ley Lacey de Estados Unidos. Mientras que el contrabando de palo rosa puede ser procesado bajo una ley internacional como la ley de Convención sobre el Comercio Internacional de Especies Amenazadas de Fauna y Flora Silvestres (CITES, por su siglas en inglés), hasta ahora, China – la fuente con más demanda –, ha demostrado poco interés en cumplir con la misma.
En Madagascar, el comercio se ha intensificado en gran medida en los últimos años debido a una prolongada crisis política que provocó el colapso de la economía en el año 2009. El golpe de estado en ese año condujo a que contribuyentes internacionales suspendieran su ayuda al país. Al mismo tiempo, la reducción del turismo y el descenso drástico de los precios de varios de los productos más importantes de Madagascar, como la vainilla y el café, conllevaron a la caída del 50 por ciento de las exportaciones en solo dos años.
En la revista Madagascar Conservation and Development, los investigadores Hery Randriamalala y Zhou Liu expresan que el comercio del palo rosa ha llegado a convertirse en un ciclo predecible. Primero, los contribuyentes internacionales presionan al gobierno para adoptar fuertes políticas forestales de las cuales se encuentra incapacitado o reticente a imponer. Luego, mientras la explotación forestal clandestina continúa, un pequeño pero poderoso grupo de comerciantes de palo rosa acumulan reservas pero no las exportan, temerosos de que les incauten el cargamento en los puertos. Finalmente, los interesados en la explotación ilegal se aprovechan de los períodos inestables en la política ̶ “un ciclón, una elección o una transición política difícil”, Randriamalala y Liu agregan – para obtener licencias de exportación “extraordinarias” y colman a sus aliados en el gobierno con parte de las ganancias. Entonces, el ciclo comienza de nuevo.
Los permisos “por única vez” que consienten la exportación de reservas existentes han sido concedidos al menos siete veces desde el año 2000. Los conflictos en las políticas malgaches abundan de intereses moldeados por el comercio de palo rosa: uno de los partidarios destacados del presidente actual en el camino de campaña es Jean Pierre Laisoa, un miembro del parlamento y exportador que figura como el propietario de docenas de contenedores de explotación ilegal de palo rosa retenidos en el puerto en el año 2010.
Clovis Razafimalala, cofundador de Lampogno (la organización no gubernamental para la que Marozafy trabaja), le refirió a Mongabay que los políticos de Sava, provincia en la que el Parque Nacional de Masoala está ubicado, “carecen de autoridad o son cómplices” en el comercio del palo rosa.
Otro activista ecologista malgache que habló bajo la condición de anonimidad le comentó a Mongabay que el dinero del comercio de palo rosa efectivamente “anega” al gobierno local en algunas partes del noreste el país, donde los políticos son muy dependientes del comercio ilegal para las contribuciones de campaña. Los equipos de ecoturismo regionales han sido blancos en el escrutinio injustificado por parte de funcionarios que pretenden “disminuir la industria” con auditorías financieras, control sanitario, amenazas en contra de los empleados y acceso restringido a las áreas protegidas, manifestó el activista. “El ecoturismo es una complicación” para los comerciantes de palo rosa, agregó.
Para los partidarios de Marozafy en el extranjero, la razón de su acusación es simple: él es un defensor vocal del bosque, y el mensaje a los potenciales activistas es claro. Otro activista local, August Sarovy, que huyó de Madagascar luego de haber recibido amenazas de muerte por denunciar el contrabando de palo rosa, permanece, en sus palabras, en “exilio ecológico” en Europa.
Citations
- Randriamalala, H. and Liu, Z. (2010). Rosewood of Madagascar: Between democracy and conservation. Madagascar Conservation and Development 5(1): 11-22.