- Casi dos terceras partes de la pluviselva amazónica están ubicadas en Brasil, lo que lo convierte en el mayor componente de la tasa de deforestación de la región.
- Nuevos datos de Imazon indican que, en junio de 2016, la deforestación llegó a su máximo nivel en casi ocho años.
- Las condiciones de sequía y la moneda débil de Brasil podrían ser factores en la creciente tasa de deforestación después de años de una pérdida decreciente de bosques.
Los datos preliminares sugieren que la deforestación en la Amazonía brasileña podría estar en aumento después de años de permanecer en niveles históricos bajos.
Según información divulgada la semana pasada por Imazon, un grupo que controla la tendencia de bosques en Brasil, la deforestación de la Amazonía brasileña llegó a 972 km2 (240 000 acres) durante el mes de junio. Es el nivel más alto registrado en un solo mes desde noviembre de 2007 cuando se habían despejado 1067 km2. En relación con junio de 2015, la destrucción de bosques casi se duplicó. La degradación del bosque —que suele preceder a la deforestación total— también aumentó bruscamente.
El Gobierno brasileño aún no ha confirmado el aumento de la pérdida de bosque. El Instituto Nacional de Investigación Espacial del Brasil (INPE, por sus siglas en portugués), que brinda los datos oficiales sobre deforestación, dejó de hacer el informe mensual el año pasado. En la actualidad, el INPE hace el informe con los datos mensuales cada tres meses, lo que dificulta discernir las tendencias a corto plazo en la cobertura de la pluviselva.
De todas formas, el aumento en la pérdida de bosques sería consistente con las tendencias históricas. La deforestación en Brasil suele aumentar en los años de sequía y cuando la moneda local se debilita, lo que hace que las exportaciones agrícolas sean más rentables. Ambas condiciones están presentes en Brasil en la actualidad.
Apenas dos semanas atrás, la NASA advirtió que la Amazonía está enfrentando la temporada temprana de sequía más seca desde 2002, lo que aumenta el riesgo de incendios forestales catastróficos. Entretanto, el real brasileño permanece históricamente bajo respecto del dólar, una bendición para los productores de soja y para los ganaderos, cuyos costos se toman en reales y las ganancias por las exportaciones, en dólares.
Los ambientalistas también han advertido sobre sucesos políticos más generales, como el debilitamiento del Código Forestal de la Nación en 2012 y una puja reciente por parte del Congreso para reducir aún más la protección de los bosques. La crisis política y económica de Brasil aumentó los temores de que los esfuerzos de conservación queden fuera de la agenda doméstica.
Las cifras mensuales de la deforestación en Brasil pueden variar ampliamente, pero los datos tanto del INPE como de Imazon muestran un aumento parejo en la pérdida mensual de bosque desde mediados de 2014, lo que le da más credibilidad a las preocupaciones de que el progreso de Brasil en reducir la deforestación en la pluviselva amazónica puede estar menguando. La confirmación llegará con los datos que tanto el INPE como Imazon deberían divulgar el próximo mes.
