En algunos tramos, la carretera tiene hasta 25 metros de ancho, la misma amplitud de una avenida principal en Lima, incluyendo veredas y berma central.El trazo proyectado pasa a cinco kilómetros de la Reserva Territorial de Madre de Dios, donde viven indígenas mashco piro, una de las etnias en aislamiento voluntario más grandes del Perú.Si la carretera continúa avanzando, al 2040 se habrá perdido 43 mil has de bosques, una extensión igual a las líneas de Nazca.“Por la forma como se está construyendo esta nueva carretera, solo se alienta una economía ilegal que se acentuará con llegada de más migrantes”, según Luis Felipe Torres del Ministerio de Cultura. El fiscal se abrió paso entre la húmeda vegetación de la selva mientras un drone se elevaba despacio, hasta los 250 metros de altura, como una abeja gigante sobre los árboles. La autoridad llevaba 11 horas en una agitada caminata, en compañía de dos policías, un guardaparques, dos vigilantes comunales y un funcionario del Ministerio del Ambiente de Perú. La comitiva buscaba el rastro de un posible crimen ambiental. En el trayecto había tenido que evadir el seguimiento de un convoy de pobladores azuzados por funcionarios regionales para entorpecer la diligencia. Cuando parecía que el grupo había perdido la esperanza de hallar algo, las imágenes captadas por el drone mostraron la evidencia: una larga trocha abierta con machetes se dibujaba como una herida de 21 kilómetros de largo en el frondoso bosque de la Reserva Comunal Amarakaeri. El robot acababa de encontrar el segundo tramo de una vía ilegal que amenaza el último refugio de las comunidades nativas del Alto Madre de Dios, el bosque amazónico más biodiverso del mundo.