- En abril, se multó al consorcio Norte Energia —constructor de la ya operativa presa de Belo Monte— con 10,8 millones de dólares por la muerte de 16,2 toneladas de peces. Otra oleada de muertes de peces ha tenido lugar desde entonces, y los pescadores temen que haya más.
- Sus detractores afirman que la construcción ha afectado negativamente al Tabuleiro do Embaubal, uno de los lugares de reproducción más importantes de las tortugas de la cuenca del Amazonas; 20 000 tortugas gigantes del Amazonas (Podocnemis expansa) ponen huevos allí anualmente.
- Tanto el constructor de la presa como los científicos están de acuerdo en que Belo Monte reducirá drásticamente las crecidas anuales que provocan que el río Xingú inunde sus riberas y la selva, dañando la conectividad acuática y seguramente afectando la diversidad genética y la salud del ecosistema. A este riesgo hay que sumar la extrema sequía causada por el cambio climático.
- La pesca tradicional e indígena sufrió un agudo declive durante la construcción de la presa, cuando los pescadores y los científicos notaron que estaban desapareciendo especies de peces de importancia comercial, como el piraíba. Estas pérdidas podrían continuar en el futuro.
Ya antes de que la controvertida central hidroeléctrica Belo Monte —la tercera más grande del mundo— empezara a operar en abril de este año, había empezado a quedar claro el daño que el proyecto estaba causando a la vida acuática y a los pueblos tradicionales e indígenas.
Según contó la bióloga Cristiane Costa a Mongabay, aunque se habían arrasado algunas zonas de desove durante los años de su construcción, el impacto se agravó seriamente en noviembre de 2015.
Fue entonces cuando Norte Energia, el consorcio público-privado que supervisa el proyecto, cerró la presa Pimental y desvió el 80 por ciento del flujo del río Xingú del Volta Grande do Xingú —un enorme meandro de 100 kilómetros (62 millas) en el río— para llenar el embalse de la estación hidroeléctrica (ver el mapa abajo).
A finales de noviembre de 2015, empezaron a morir peces atrapados en el Volta Grande. «No podían sobrevivir a una temperatura tan alta con el poco oxígeno que quedaba en el agua», afirmó Costa.
Muchos de los peces estaban a punto de desovar, pero no pudieron completar su ciclo reproductivo y no tenían a dónde huir.
«Fue un error muy grave por parte de Ibama, la agencia medioambiental de Brasil, conceder la licencia a Belo Monte durante el verano sudamericano, entre noviembre y marzo, en un año de El Niño», dijo Costa. «Una sequía histórica ya estaba afectando a los ríos de la Amazonía y la decisión de desviar agua del río Xingú para llenar el embalse de la presa hizo que el impacto ecológico fuera mucho más grave en el Volta Grande do Xingú».
En abril de 2016, Ibama le puso una multa a Norte Energia de 35,3 millones de reales brasileños (10,8 millones de dólares) por la muerte de 16,2 toneladas de peces. Pero, según Costa, quien está estudiando un doctorado en la Universidad Federal de Pará, la situación solo ha empeorado desde entonces.
«Después de que la central eléctrica empezara a operar el 20 de abril de 2016 ocurrió otra oleada de muertes de peces. No sabemos a cuántos peces afectó, pero sí que muchos murieron por falta de oxígeno», afirmó. «Todo esto significa que la población de peces ha sufrido un daño irreparable».
Hace años, los biólogos advirtieron a Norte Energia, el consorcio de empresas públicas y privadas a cargo del proyecto, que Belo Monte iba a dañar seriamente la vida y los medios de vida del río si no se tomaban medidas urgentemente. Pero los científicos dicen que el consorcio no los escuchó entonces, y no parece que estén escuchando mucho más ahora.
¿Un riesgo para las poblaciones de tortugas?
Belo Monte no ha afectado solo a los peces. Las playas de arena del Tabuleiro do Embaubal, tan solo a unos kilómetros de Belo Monte, también podrían estar en peligro. Los biólogos han identificado estas riberas como uno de los lugares de reproducción más importantes de las tortugas de la cuenca del Amazonas.
Cada año unas 20 000 tortugas gigantes del Amazonas (Podocnemis expansa) migran hasta 400 kilómetros (cerca de 250 millas) desde el estuario del río Amazonas, corriente arriba por el Xingú, para desovar en el Tabuleiro do Embaubal, según los descubrimientos del estudio de Costa y Juarez Pezzuti.
Los animales llegan a las playas del Xingú para poner huevos, creando uno de los espectáculos naturales más asombrosos en el mundo de la Amazonía. Las P. expansa pueden pesar hasta 65 kilos, por lo que es digno de ver a estas enormes tortugas arrastrarse fuera del agua para asegurar su próxima generación.
Existe una considerable controversia sobre cuánto ha afectado ya Belo Monte al Tabuleiro y cuánto le afectará en el futuro.
Una de las condiciones en las que insistió Ibama antes de dar el visto bueno a la presa era que el consorcio Norte Energia gestionara adecuadamente las playas de cría para asegurar que las tortugas estuvieran protegidas.
Esta condición no se ha cumplido, según el Instituto Socioambiental (ISA), una gran ONG dedicada a vigilar los impactos de Belo Monte.
Costa está de acuerdo con que el daño ya está hecho: «Durante tres años, no se ha protegido adecuadamente a las tortugas en su fase reproductiva».
«No se han vallado las zonas de desove», explicó. La falta de protección conllevó que se cazara ilegalmente un gran número de tortugas en 2015. «La situación fue aún peor en 2016», continuó, «cuando el caudal del río no subió lo suficiente para inundar las islas, haciendo imposible que las tortugas se escondieran en los igapós (la vegetación inundada) y tuvieran que quedar al descubierto, convirtiéndose en presas fáciles».
De acuerdo con Costa, hay otros factores agravantes ligados a la construcción de Belo Monte: el incremento de la población, tanto en las ciudades como en las riberas, ha supuesto que haya más gente intentando vivir del río; y la reducción de la población de peces ha supuesto que más gente recurra a la caza furtiva de tortugas.
La diferencia de precio es un incentivo añadido: este invierno, a los pescadores se les pagó alrededor de 2,5 reales brasileños (0,75 $) por kilo de pescado, mientras que obtuvieron 150 reales (46 $) por cada tortuga adulta que cazaron. En la ciudad cercana de Altamira, un mercado inmediato para el pescado, existen carne y huevos de tortuga. La población de la ciudad ha aumentado a cerca de cien mil personas por la afluencia de obreros no cualificados de todo Brasil, ansiosos de encontrar trabajo en la presa Belo Monte.
Mongabay ha intentado repetidas veces contactar por e-mail y teléfono con Norte Energia a propósito de estos hechos, pero el consorcio de construcción no ha respondido. Sin embargo, sí publicó un comunicado de prensa después de que las acusaciones del ISA aparecieran en varias páginas web: «No hay registros de que Belo Monte haya causado muertes de tortugas, ya sean adultas o crías», declaraban. «La presa no ha afectado al Embaubal, pues está situado a 60 kilómetros [37 millas] por debajo de Belo Monte».
El ISA no está de acuerdo. La ONG afirma que el drástico aumento de tráfico de barcos y barcazas por el río ha perturbado el ciclo reproductivo de las tortugas. También sostiene que el número de animales muertos o mutilados tras colisionar con dicho tráfico, en especial con las canoas motorizadas que circulan a gran velocidad, ha aumentado considerablemente.
Muchas barcazas grandes, cargadas con maquinaria pesada, cemento y otros productos, que van hacia y desde el lugar de construcción de la presa, han circulado arriba y abajo por el río, a pesar de que algunas son demasiado grandes y aparatosas para el río. Muchas barcazas grandes encallaron cada año durante la fase de construcción —a veces en el mismo Tabuleiro do Embaubal.
«Esto tiene consecuencias trágicas, ya que estas barcazas asustan a las tortugas y retrasan su desove», informó Costa. «Y cuanto más tarde desoven, más posibilidades hay de que sus nidos se inunden al crecer las aguas con las primeras lluvias al final del verano».
Norte Energia niega estas acusaciones. En su comunicado, el consorcio dijo que ninguna tortuga había muerto por culpa de estas barcazas: «Estas navegan despacio y no suponen ningún peligro para los animales». El consorcio añadió: «Norte Energia lamenta el hecho de que la gente y las instituciones que se oponen a la construcción Belo Monte, sin argumentos ni información científica para apoyar sus posturas, esparzan mentiras constantemente».
¿Más problemas para las tortugas?
La situación en el Tabuleiro do Embaubal podría mejorar pronto, ya que las playas de las tortugas ya están protegidas oficialmente. En junio, el gobierno del estado de Pará creó cuatro reservas, incluyendo la Reserva Natural para el Desarrollo Sostenible del Tabuleiro do Embaubal.
Biviany Rojas, abogado del ISA, celebró la medida: «Estas unidades son importantes para proteger las áreas de la intensificación de la presión por la tierra en la región, después de que se llenaran los embalses y se terminaran las obras. Sin embargo, deben implementarse y no quedar solo en papel mojado».
No obstante, aunque el impacto de la presa río abajo se gestione mejor gracias a las reservas naturales, hay otro problema preocupante a largo plazo. «Las playas [de anidación de las tortugas del Xingú] se han formado y reformado durante décadas, incluso siglos. Necesitan las inundaciones naturales y la arena que arrastra el río Xingú corriente abajo», explicó André Sawakuchi a Mongabay.
El investigador del Instituto de Geociencia de la Universidad de São Paulo teme que la presa de Pimental —construida para desviar agua hacia el embalse— pueda reducir de cantidad de arena que llega al meandro Volta Grande, impidiendo la renovación anual de las playas del río Xingú, incluyendo la del Tabuleiro do Embaubal.
Si estas playas se erosionan durante años, las tortugas no tendrán dónde poner los huevos y su futuro podría estar en peligro.
Las perspectivas tampoco pintan bien por otro motivo, según explicó: «Los modelos climáticos [incluyendo los usados por el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático] predicen una reducción de la cantidad de agua de la cuenca del río Xingú». Un reciente estudio encargado por el gobierno de Brasil estableció que el caudal del Xingú podría disminuir entre un 25 y un 55 por ciento en 2040, convirtiendo probablemente la enorme presa de Belo Monte en un elefante blanco de 18 mil millones de dólares, a la vez que produciendo un grave daño a las tortugas y los peces.
Si el nivel de agua baja por las sequías, como está previsto, «podemos esperar una lucha encarnizada por el uso del agua río arriba desde la presa de Pimental, entre aquellos que quieren usarla para generar más energía y los que quieren preservar los ecosistemas», afirmó Sawakuchi.
Los pueblos indígenas y tradicionales, afectados
Según el ISA, los impactos en la vida acuática provocados por la presa Belo Monte también han hecho tambalearse la economía de las comunidades indígenas y tradicionales beiradeiro, en las que miles de personas dependen de la pesca en el río Xingú para sobrevivir.
La ONG afirma que Norte Energia llevó a cabo sus planes y sus estudios de impacto medioambiental como si estos pueblos no existieran. Fueron «excluidos del mapa», dice, explicando que «su existencia como pueblo tradicional no está reconocida oficialmente por el estado: los errores en los procesos administrativos de la licencia medioambiental de la presa Belo Monte fueron eliminando progresivamente a los pescadores de su rol como poblaciones afectadas».
Si las acusaciones del ISA son acertadas, violan el acuerdo vinculante de Norte Energia con el gobierno federal. Cuando Ibama dio el visto bueno inicial para la presa, una de sus condiciones fue que Norte Energia generara un registro socioeconómico de todas las personas usuarias del río que se pudieran ver afectadas por el proyecto. Pero parece que Norte Energia ignoró este requisito legal.
Ibama se ha quejado en varias ocasiones de que no se estaban cumpliendo sus condiciones, pero el consorcio no realizó ninguna acción. Y, como la misma existencia de los pueblos que viven del río nunca se reconoció, no se tomaron medidas para mitigar los impactos de la presa en sus vidas, o compensarlos por ellos.
El ISA redacta: «Durante los cuatro años que tardó en construirse la presa hidroeléctrica, los impactos negativos se agravaron severamente por la falta de intervención de las autoridades competentes. No se tomaron medidas compensatorias efectivas».
En su acuerdo vinculante de 2011 con el gobierno federal de Brasil, el consorcio Norte Energia accedió a pagar mil millones de dólares a los residentes de Altamira, incluyendo nueve grupos indígenas, en compensación por la presa Belo Monte. Hasta ahora, poco se ha pagado de esa suma. Según el ISA, por ejemplo, solo se ha distribuido el 15 por ciento de la compensación necesaria para proteger las tierras de los grupos indígenas.
Teniendo en cuenta que Norte Energia no cumplió con sus obligaciones legales para con los residentes locales, se podría pensar que Ibama denegaría al consorcio la licencia para operar. Pero no lo hizo.
Una razón para este lapso podría ser la poderosa alianza de fuerzas políticas y económicas que han apoyado Belo Monte desde el principio. Otra podría ser el posible papel que jugó la corrupción para avanzar el proyecto. Se afirma que el consorcio ha pagado sobornos multimillonarios al Partido de los Trabajadores (PT) de la Presidenta Dilma Rousseff, la administración gobernante durante la construcción de la presa. Hay informes de que la operación anticorrupción Lava Jato de Brasil está investigando la posible corrupción relacionada con Belo Monte.
En un esfuerzo por evitar que las autoridades siguieran ignorando su compromiso con las comunidades locales, el ISA condujo y publicó un estudio en 2015 que relaciona meticulosamente todas las comunidades pesqueras del río y detalla los impactos que ya han sufrido estos pueblos.
El ISA registró los siguientes trastornos importantes en las vidas de los pescadores: explosiones, excesiva luz, aguas turbias, el dragado del lecho del río y el constante tráfico de barcos por él, todas cosas que afectaron negativamente sus capturas.
La ONG también descubrió alarmantes niveles de inseguridad alimentaria en la región, que han tenido como consecuencia disputas entre las familias por los escasos recursos. El ISA concluyó que «el modo de vida tradicional de estas familias pescadoras está abocado a la extinción».
Cuando desaparezcan los peces
Rodolfo Salm, otro biólogo de la Universidad Federal de Pará, contó a Mongabay que algunos de los peces más valiosos para las comunidades locales «simplemente han desaparecido».
Costa ofreció más detalles sobre esta observación: «El pez piraíba ya no se encuentra. Como otros, solía migrar desde el río Amazonas al Xingú durante el invierno y se ha esfumado». Añadió: «Los pescadores creen que las explosiones y las luces brillantes han espantado a estos peces». Aunque no se ha llevado a cabo ningún estudio científico riguroso para confirmar la desaparición o su causa.
Las vidas de familias locales se han vuelto muy difíciles como resultado del declive de la pesca. Costa afirmó: «Muchos pescadores han tenido que migrar a otras zonas. Sus costes han aumentado y sus capturas han disminuido».
Algunos pescadores locales están intentando pescar en el recién creado embalse Belo Monte, pero los métodos de pesca tradicionales no funcionan bien aquí. «Las redes se enganchan en la vegetación del fondo del embalse», explicó Costa. Y la morfología del río ha cambiado. «Con la eliminación de las islas, los banzeiros [un tipo de ola fluvial] se han vuelto más fuertes. Sus barcos no pueden aguantarlos».
Costa admitió que algunos impactos pueden suavizarse con el tiempo, cuando los efectos de la construcción queden en el pasado y las personas y las especies acuáticas se adapten a la presa. «Algunos impactos pueden ser temporales o reversibles», dijo. Pero «necesitamos monitorizar cuidadosamente la cantidad de arena que llega a las riberas, lo que afectará enormemente las opciones de vida de las tortugas. Y estamos seguros de que algunos peces no serán capaces de adaptarse».
Le preocupa especialmente un estrecho del río Xingú que se extiende 100 kilómetros (62 millas) río arriba desde la barrera de Pimental, un área con densa ocupación de comunidades indígenas y beiradeiro tradicionales.
En el pasado, esta parte del río crecía extensamente, especialmente en invierno, cuando una media de 93 432 metros cúbicos (3,3 millones de pies cúbicos) se desbordaba cada año, desde 1931 a 2008. En abril, el mes más húmedo, se desbordaba una media de 19 985 metros cúbicos (700 000 pies cúbicos).
Si se cumple la predicción más optimista de las dos de Norte Energia, esta inundación anual caerá drásticamente a 26 049 metros cúbicos (919 911 pies cúbicos); menos de un tercio de la media histórica. En el vital mes de abril, se espera que el volumen de la crecida caiga a 8000 metros cúbicos (282 517 pies cúbicos).
Las grandes inundaciones que se daban en esta parte del río reponían completamente la fertilidad del suelo, permitían a los peces reproducirse y atiborrarse de las bayas que se encontraban en la inundada selva Amazónica. También proveía a las crías de tortuga con abundante comida.
Un estudio de 2016 estableció que las especies de peces de la cuenca del Amazonas que viven en lagos, bosques aluviales y redes fluviales necesitan un alto nivel de conectividad para mantener su genética diversa y saludable, pero su conectividad se ve amenazada por proyectos hidroeléctricos, como la presa de Belo Monte, así como por las agudas sequías provocadas por el cambio climático —todo lo cual amenaza los ciclos de las inundaciones de la época de lluvias.
Incluso en el mejor de los casos en Belo Monte, uno de los fenómenos más famosos y apreciados de la Amazonia —la inundación anual de la selva— se reducirá enormemente.
Una mina de oro en proyecto
Puede que aún haya más cambios aguardando a los ecosistemas de la región y a los pueblos tradicionales e indígenas que dependen de su biodiversidad y abundancia. Belo Sun, una compañía aurífera propiedad del banco de inversiones canadiense Forbes & Manhattan, lleva cuatro años intentando conseguir permiso para una mina de oro a gran escala situada solo a 11 kilómetros (6,8 millas) de Belo Monte. El proyecto sin duda se beneficiaría de la electricidad generada por la presa.
Si se construyera la mina de oro de 1500 millones de reales brasileños (457 millones de dólares), extraería 600 toneladas de oro a lo largo de 12 años. La empresa confirma que usaría cianuro tóxico para extraer el metal precioso y que dejaría atrás dos enormes montones de materiales, que contendrían 504 millones de toneladas de residuos químicos activos y se extenderían por 346 hectáreas (855 acres).
Thais Santi, el Fiscal Público Federal del Ministerio en Altamira, la ciudad en la que se encuentra Belo Monte, ha dicho que duda de que la región pueda soportar los dos golpes de la presa y la mina. Pero la mayoría espera que Belo Sun consiga el permiso en algún momento.
Aunque el debate y la controversia seguramente rodearán a Belo Monte durante años, incluso décadas, no cabe duda de que el proyecto ha traído un desarrollo significativo —junto con los consiguientes problemas medioambientales y sociales— a una zona antaño remota y salvaje de la Amazonía.