- Privados de su principal fuente de ingresos después de que una prohibición de tala entrara en vigor, los residentes del valle de Guanba que dependían de la venta de madera se dedicaron a la caza ilegal, la tala y la recolección, a menudo a expensas del hábitat del panda gigante.
- Desde el 2009, los residentes han estado trabajando para desarrollar medios de vida menos destructivos, los cuales incluyen apicultura y piscicultura. También formaron patrullas para combatir actividades de caza y tala ilegal.
- Ahora están añadiendo nuevos proyectos con la esperanza de ganarse la vida de forma financiera –y ambientalmente – sustentable.
Para los apicultores, la primavera es una estación importante. Las abejas se reproducen y pueden empezar un enjambre. En un día húmedo de abril, Li Xinrui camina hacia el profundo valle donde él y otros apicultores locales tienen colmenas. Flores silvestres de varios colores tapizan el camino, mientras que más arriba en la montaña rododendros de flores púrpura y blanco tapizan las laderas de las montañas.
Al pasar por un establo de madera abandonado, Li Xinrui le dijo a Mongabay que este se usaba como corral de ovejas, que era propiedad de su familia y podía albergar hasta cien ovejas.
“Había un total de cincuenta vacas y quinientas ovejas repartidas por este valle, pero desde el 2009 cuando hemos comenzado con la apicultura como alternativa de ingreso entre los aldeanos para conservar la naturaleza en el valle, el total de vacas y ovejas ha disminuido hasta menos de diez y cien respectivamente”, explica.
Se necesitan nuevos emprendedores
El valle de Guanba no es exactamente un lugar salvaje e inexplorado, pero sus bosques secundarios son de un verde radiante y están bien protegidos. El valle está localizado en el condado de Pingwu, en el noroeste de Sichuan, cerca de 300 km (186 millas) de la ciudad de Chengdu.
Es parte de una importante ruta migratoria de los amenazados pandas gigantes (Ailuropoda melanoleuca) que viajan entre varias reservas naturales, las cuales son hábitat de varias docenas de ellos. Según el último censo de pandas gigantes del área en 2012, seis o siete pandas viven en el valle mismo. El valle de Guanba también provee de agua potable a los más o menos 900 aldeanos que viven en la región.
El valle, al igual que varias áreas montañosas de China, ha sufrido intensa tala, caza ilegal, y sobrepesca desde los años ochenta hasta bien entrados los noventa. Las amenazas a la conservación continúan a pesar de la amplia prohibición de la tala de bosques en China, promulgada en 1998, y la confiscación, por parte del gobierno, de rifles de caza para intentar poner fin a la caza ilegal durante el mismo período.
Privados de su principal fuente de ingresos y al recibir solo exiguos subsidios del gobierno para compensar lo perdido, los residentes del valle de Guanba que dependían de la venta de productos forestales fueron presionados para encontrar formas alternativas de ganar dinero. Muchos aldeanos comenzaron a cazar de forma ilegal, a talar madera de forma secreta, y a recolectar hongos y hierbas, a menudo a expensas del hábitat del panda.
Los cambios verdaderos comenzaron en el 2009 cuando el centro de conservación Shanshui, ONG medioambiental local, llegó a la villa Guanba. El lugar alberga a más o menos 100 familias, donde la mayoría vive en casas de ladrillo de una planta con huertos y gallinas en los patios traseros.
La meta de Shanshui era ayudar a los residentes a desarrollar medios de subsistencia menos destructivos y disminuir la presión en el ecosistema del valle. Con la orientación científica de Shanshui, los pobladores revivieron una cooperativa apícola moribunda patrocinada por el gobierno y formaron una patrulla para combatir la caza ilegal y tala ilegal en el valle.
Parece que sus esfuerzos han inspirado un resurgir en las especies silvestres, de acuerdo con lo que los aldeanos relatan y los resultados del monitoreo científico. Además de los pandas, en el valle viven el langur dorado de nariz chata (Rhinopithecus roxellana), el jabalí (Sus scrofa), el takín (Budorcas taxicolor), el ciervo de copete (Elaphodus cephalophus), y el faisán dorado (Chrysolophus pictus).
Apicultura
Al comienzo de la iniciativa apícola, Shanshui invitó a la compañía Bee Panda, o Xiong Mao Feng Mi, establecida en Beijing, a colaborar con la marca y comercializar la miel orgánica de la villa Guanba. Según los requerimientos estrictos de la iniciativa, las colmenas que albergaban abejas indígenas deberían ser localizadas al menos a tres kilómetros de distancia de comunidades residentes para evitar que las flores sean contaminadas con fertilizantes. Además, para asegurar la calidad de la miel Bee Panda da seguimiento y supervisa toda la producción. Chen Yuanming, experto en marketing de Bee Panda, le dijo a Mongabay que la empresa compra miel de la cooperativa local por un valor de 100 yuanes (cerca de 15 dólares americanos) por kilo, lo cual es 20 por ciento más que el valor medio de mercado por un producto similar.
“Con un ingreso estable proveniente de la extracción de miel, algunos pobladores locales no necesitan ir de caza o extraer hierbas de las montañas, y la cría de animales también ha parado, lo cual puede causar contaminación en los cuerpos de agua”, dijo Chen.
“Cada año, el 10 por ciento de las ventas de miel de Bee Panda retorna a la comunidad local con fines varios, tales como mejora de la tecnología en la apicultura, mejora de los equipos para evaluar la fauna salvaje, actividades de patrullaje, o simplemente para la construcción de infraestructura en la aldea”, dijo ella.
Bee Panda, aunque sigue siendo una marca que explota un nicho, está planificando explorar mercados en el extranjero.
En los últimos siete años, las colmenas de Guanba se han multiplicado de unas pocas a más de 500. En el 2013, la aldea se hizo cargo de la propiedad y el manejo de la cooperativa apícola. Esta había compartido la responsabilidad con ShanshuiLi Xinrui, quien fue electo presidente por 10 miembros y 34 accionistas, los cuales son todos residentes de Guanba. La nueva cooperativa ha establecido el consejo administrativo, las reglas y reglamentos, y se reúne de manera habitual con sus miembros una vez por estación.
Li Xinrui dijo que además de proveer de miel a Bee Panda, la cooperativa ha lanzado su propia marca local llamada Tibetan Fragrant Indigenous Honey, o Zangxiang Tumi, de manera de explorar mercados tradicionales y en línea. “Un gran problema es que normalmente cuando los fondos de las ONG, como Shanshui, se acaban las cosas se desmoronan. Entonces de manera de lograr efectos de largo plazo, hemos creado nuestra propia marca, y estamos tratando de utilizar mecanismos de mercadeo que nos ayuden a mantener el progreso”, dijo Li Xinrui.
“Por ahora, la cooperativa es capaz de abastecernos, y los dividendos para los accionistas fueron 40 por ciento del precio de mercado en 2013 y 2014, y 80 por ciento en 2015”, dijo.
Li Xinrui, quien tiene treinta años, cree que la producción de miel puede ayudar con el desarrollo de la aldea y la conservación de la naturaleza.
Revitalizando la pesca local
Con la ayuda de Shanshui, los aldeanos de Guanba también empezaron a trabajar en la protección del río local, el Guanba, con éxitos similares. Según Qiao Liang, líder de la aldea de aproximadamente treinta y cinco años, en el río abundaba el pez bagre nativo llamado shipazi(Euchiloglanis sp.). Sin embargo, shipazi es considerado una delicadeza en Sichuan, y en años recientes el precio se disparó y llegó a 1400 yuan (214 dólares americanos) por kilo. Qiao Liang le dijo a Mongabay que durante la última década, el pez ha sido visto muy pocas veces en el Rio Guanba.
“Hubo personas de afuera y dentro de la aldea que fueron al río y utilizaron veneno o electricidad para pescar a shipazi, especie que integra la lista de especies protegidas por nuestra Provincia local de Sichuan”, dijo Qiao Liang.
“Desde que establecimos un equipo patrulla en el 2009 e instalamos unas cámaras trampa para supervisar a los animales salvajes y las actividades humanas, hemos capturado a un gran número de personas pescando de manera ilegal”, dijo Qiao Liang.
Desde el 2013, la aldea de Guanba ha estado liberando cada primavera shipazi juveniles, y la población ha aumentado significativamente.
“De manera de inspirar a otros aldeanos a querer proteger el ambiente, estamos considerando como próximo paso pescar y vender un pequeño número de la población luego de que termine la época de apareamiento, y luego de distribuir la ganancia entre los aldeanos para que todos vean el efecto y el beneficio de la protección”, dijo Qiao Liang.
Añadió que la aldea de Guanba tiene planes con otros proyectos, incluyendo el cultivo de nueces indígenas y algunas hierbas apreciadas, y en el largo plazo el ecoturismo.
“El invertir alrededor de 10 000 yuan (1500 dólares americanos) en pececillos nos deja una ganancia de más de 500 000 – 600 000 yuan (76 300 – 91 600 dólares americanos). De manera más importante aún, el efecto invisible de los esfuerzos de conservación es que la presencia de peces en nuestros ríos es un signo de un ambiente natural, y esto atrae turistas” dijo Qiao Liang, con ojos chispeantes de esperanza.
La comunidad patrulla
Las palabras y el destello en los ojos de Qiao Liang me recuerdan algo que Stuart Pimm, ecologista en temas de conservación de la Universidad de Duke, le dijo a otro reportero de Mongabay: “Si las personas locales no ven el beneficio de la conservación a nivel local, entonces, cualesquiera que sean las leyes, estas serán inefectivas”. Proyectos fuera y dentro de China han demostrado que el desplazar a las comunidades locales de sus tierras tradicionales, el restringir el acceso a los recursos de un área protegida y proveerles de poca o inadecuada compensación, los puede volver hostiles hacia grupos y proyectos de conservación. A menudo, estas situaciones han llevado a que se desaten conflictos, lo cual obliga a las comunidades a burlar las reglas y recolectar o cazar de manera ilegal. Este fue, y sigue siendo pero en menor grado, el caso de Guanba.
“La población local tiene derecho a decidir las actividades en su tierra, sus vidas no son sustituibles, y cualquier solución de manejo también debe tener en cuenta sus intereses, conocimiento, cultura, y cooperación… en un mundo ideal, las comunidades deben tomar la iniciativa en la protección y manejo de sus propios recursos: la conservación, en el fondo, depende de sus esfuerzos y participación”, escribe el ecologista Anthony Sinclair el biólogo conservacionista George Schaller en el prólogo del libro Wild Rangelands, 2010.
En el valle de Guanba, los bosques cubren una superficie de 133 kilómetros cuadrados (51 millas cuadradas), y la tenencia de la tierra es complicada. Debido a que la oficina forestal de Pingwu no tiene suficiente número de empleados para patrullar la región entera, la villa Guanba estableció su propia patrulla comunal en el 2009. Le paga a los patrulleros con el dinero de los subsidios anuales que recibe de los gobiernos central y provincial que compensan por las pérdidas causadas dada la protección de los bosques locales. (La mayoría de otras comunidades simplemente dividen los subsidios entre los residentes.) El incremento en la supervisión ha disminuido las actividades ilegales dentro de las áreas protegidas.
En China, hay un total de 60 000 comunidades que tienen programas de protección y emplean diversos métodos, alrededor de 300 en la provincia de Sichuan. Guanba es un modelo exitoso particular; la mayoría de los otros programas a nivel nacional siguen en estado de existencia nominal, habiendo sido establecidos por los gobiernos locales pero sin mecanismos exitosos o fuentes de financiación.
Feng Jie, el encargado del centro de conservación Shanshui a cargo del proyecto de Guanba, dijo a Mongabay, en sus oficinas de Chengdu, que la automotivación es la clave que hace que la comunidad de Guaba proteja su ambiente.
“Los subsidios que provee el gobierno por la protección forestal cada año son muy limitados y difícilmente compensen las pérdidas reales que incurren los aldeanos al ser privados de sus medios de subsistencia. Entonces, al permitir que la comunidad se beneficie directamente de la protección puede aumentar su motivación”, dijo Feng.
“En el caso de Guanba, la miel, la pesca, y la industria de la nuez están íntimamente ligadas al agua y al bosque”, dijo él.
Para las comunidades algunas veces el desarrollo económico y la protección de los recursos naturales puede beneficiar más que perjudicar; el truco es encontrar el balance entre los dos con un modelo sustentable que sea estable y financieramente viable. La villa de Guanba se acerca mucho a ese modelo, pero la cooperativa de la miel no genera suficiente ingreso como para sostener a todos los aldeanos. Li Xinrui, Qiao Liang y otros residentes locales esperan que al incluir el cultivo de la nuez, la pesca, y otras iniciativas logren mantenerse a sí mismos mientras que al mismo tiempo preservan su ambiente.