- Un estudio satelital de las represas de Santo Antônio y Jirau en el Amazonas descubrió que el área inundada por los depósitos es mucho más grande de lo previsto por la Evaluación de impacto ambiental (EIA), realizada como parte de un procedimiento de autorización de las represas brasileñas.
- Las imágenes satelitales del 2006 al 2015 fueron analizadas en un período de tiempo inmediatamente antes, durante y después de la construcción de la represa y, luego, estas imágenes se compararon con las predicciones de inundación halladas en la EIA.
- Se detectó que el área total inundada aguas arriba de la represas era un 69.8 por ciento mayor que lo previsto por la EIA. El área de bosque natural inundado excedió las predicciones en un 52 por ciento.
- Las consideraciones políticas probablemente influenciaron la imprecisión total de la EIA con respecto a los resultados reales. En 2014, las crecidas río arriba del río Madeira desde las represas impactaron a 75 000 personas, acabaron con un cuarto de millón de ganado y provocaron un daño de $180 millones de dólares.
El río Madeira, uno de los afluentes más importantes del Amazonas, es el centro del intenso desarrollo de represas hidroeléctricas, parte de una ola masiva de construcción de infraestructuras a lo largo de la cuenca del Amazonas.
Según se prevé, el Complejo Hidroeléctrico del río Madeira, ubicado en el estado brasileño de Rondônia, consistirá en cuatro represas y una vía industrial navegable construida a lo largo del cauce del río, con graves consecuencias para la excepcional biodiversidad del agua dulce y el ecosistema forestal, al igual que para los pueblos indígenas y las comunidades ribereñas tradicionales.
Un nuevo estudio, que examinó dos de las megarrepresas finalizadas del complejo —las represas de Santo Antônio y Jirau—, descubrió que el área inundada como resultado de sus construcciones fue significantemente mayor a lo previsto por la Evaluación de impacto ambiental (EIA), llevada a cabo previamente en un procedimiento de autorización de las represas brasileñas.
El estudio publicado en Remote Sensing Applications: Society and Environment (la revista “Aplicaciones de teledetección: sociedad y medioambiente”), fue dirigido por Sheila Cochrane, una analista geoespacial en la Universidad Estatal de Dakota del Sur. Cochrane, que era una estudiante de secundaria al momento de realizar el estudio, se inspiró en la búsqueda del alcance de los impactos de las represas luego de visitar la represa de Santo Antônio, ubicada cerca del límite brasileño, durante una excursión. Allí fue testigo de una “inundación sustancial y la muerte del bosque” provocada por la represa, extendiéndose todo el camino a contracorriente hacia las proximidades con Bolivia.
Para investigar la extensión de la inundación, Cochrane utilizó imágenes satelitales Landsat para trazar y medir el área bajo el agua en las proximidades de las represas de Santo Antônio y Jirau, río arriba de Porto Velho en el estado de Rondônia.
Observó las imágenes de un período de diez años (2006-2015) en un curso de tiempo inmediatamente anterior, durante y posterior a la construcción de las represas; los reservorios de ambas represas se llenaron entre 2013 y 2015. Luego, comparó las medidas con las predicciones obtenidas dentro de la Evaluación de impacto ambiental (EIA), llevada a cabo previamente en un procedimiento de autorización de las represas brasileñas.
Para el 2015, los reservorios combinados medían 870 kilómetros cuadrados (336 millas cuadradas), que son 341 kilómetros cuadrados (132 millas cuadradas) más de lo previsto por la EIA. Es más, la EIA solo anticipó los impactos en Brasil, pero las inundaciones también ocurrieron sobre el límite con Bolivia. Cuando esto se tiene en cuenta, el total del área inundada aguas arriba de las represas aumenta a 898 kilómetros cuadrados (347 millas cuadradas); un área de un 69.8 por ciento más grande que lo previsto por la EIA.
La mayor parte (78 por ciento) de la tierra que ahora se encuentra bajo agua previamente era un bosque intacto y el área del bosque natural que se perdió (468 kilómetros cuadrados, 181 millas cuadradas) excedió las predicciones de la EIA en un 52 por ciento (160 kilómetros cuadrados, 62 millas cuadradas).
Cochrane no se sorprendió al ver las cifras finales, citando otros estudios que habían predicho correctamente las extensas áreas de inundaciones antes de la construcción de las represas. Sin embargo, lo que sí le sorprendió fue cuán errónea fue la EIA.
También enfatizó que los impactos incrementarían con el tiempo. “Las cifras provistas son definitivamente reservadas. Nuestras imágenes se tomaron durante la estación seca luego de que las áreas de reserva hubieran alcanzado su punto máximo”, explicó, con más inundaciones —no visibles en las imágenes satelitales— bajo el follaje. “Además, la capa freática circundante aumentará con la crecida del área de las reservas y exterminará casi todo el bosque. La cuestión aquí es que el área de impacto solo crecerá en unos pocos años y no estamos seguros de cuál será alcance de la crecida”.
¿Qué significa esto para el ecosistema? Cochrane señala dos consecuencias especialmente importantes: la irrupción del flujo de sedimentos desde los Andes hacia la cuenca del Amazonas y la inundación permanente del ecosistema de várzea de la llanura fluvial, un bosque de llanura que se inunda estacionalmente por los ríos de aguas blancas que se encuentran en el bioma del Amazonas.
La mitad de los sedimentos del río Amazonas fluye hasta el río Madeira desde los nacimientos andinos y es una contribución fundamental a los nutrientes y hábitats que yacen río abajo. Cuando los sedimentos aumentan detrás de una represa, este proceso vital no solo es interrumpido, sino que la vida útil de la represa y su eficacia se ven comprometidas.
“El índice de los sedimentos que se acumularán en la base de la represa es de gran importancia, ya que la sedimentación es la causa principal de la falla de las represas y con Porto Vehlo, una ciudad de más de 500 000 habitantes, justo bajo la represa de Santo Antônio, la falla de cualquier represa podría ser catastrófica”, agregó Cochrane.
La pérdida de várzea, el bosque de inundación estacional, tiene “grandes consecuencias económicas y de biodiversidad, ya que cumple un rol esencial tanto en la esfera terrestre como la acuática”, explicó Cochrane. La ubicación del ecosistema en la ladera de los canales del río significa que es la primera en sentir el impacto de las reservas tapadas.
“Ni siquiera las especies de árboles de várzea (que se adaptan por la inundación estacional) sobrevivirán una inundación permanente”, explicó Isabel Jones, de la Universidad Stirling en el Reino Unido. “La pérdida del bosque adicional provocada por el 65 por ciento de inundación de más descubierto [en este estudio] podría llevar a la pérdida de especies de árboles endémicas, al igual que a emisiones de carbono significativas, a medida que los árboles muertos se biodegraden”, agregó Jones, que estudia las consecuencias ecológicas que surgen cuando las islas forestales se forman una vez que las reservas se llenan.
A la luz de sus descubrimientos, Cochrane cree que las evaluaciones de la EIA necesitan ser más exhaustivas y que además deberían incorporar mayor incerteza en sus estimaciones. La comprensión de los efectos interrelacionados y cumulativos de múltiples represas a lo largo de la cuenca del Amazonas también debería ser la prioridad. “Si nuestro entendimiento de la forma en que cada represa individual impactará en los ecosistemas circundantes es un tanto escaso, entonces obviamente tenemos muy poco conocimiento del impacto que provocarán cientos de represas combinadas a lo largo del Amazonas”.
Camila Ritter, de la Universidad de Gotemburgo, es partidaria de la incorporación de avances tecnológicos, como las imágenes por satélite, en la EIA en Brasil. Este estudio “muestra cómo la teledetección puede utilizarse para medir con exactitud y predecir el impacto medioambiental de las actividades antropogénicas propuestas”, expresó. “Las imágenes utilizadas en el estudio están disponibles gratuitamente, lo que significa que estos tipos análisis son baratos y sencillos de llevar a cabo”, algo que, según ella, sugiere “que son, de hecho, más las cuestiones políticas que las tecnológicas las que impiden una evaluación del impacto medioambiental precisa en la actualidad”.
Un rápido vistazo a los procedimientos de autorización de las dos represas del río Madeira demuestra que el gobierno brasileño eliminó todas las barreras legales para que los proyectos fueran aprobados. Esto provocó reclamos de Bolivia luego de la construcción de las represas y contribuyó con las inundaciones devastadoras en 2014 donde 75 000 personas sufrieron el impacto y murió un cuarto de millón de ganado, con pérdidas económicas de al menos $180 millones de dólares.
La reducción de la influencia política en las evaluaciones de EIA será fundamental para una mejor eficacia en la protección medioambiental. Cochrane concluye: “Mientras que es importante que se hagan evaluaciones más precisas y exhaustivas de la EIA en el futuro, se debe evitar que semejante presión política controle el procedimiento de autorización medioambiental, ya que puede debilitarlo completamente”.
Citas:
Cochrane, S. M. V., Matricardi, E. A. T., Numata, I., and Lefebvre, P. A. (2017) Landsat-based analysis of mega dam flooding impacts in the Amazon compared to associated environmental impact assessments: Upper Madeira River example 2006-2015. Remote Sensing Application: Society and Environment 7: 1-8