- Espacio de conservación cuenta con 17 hectáreas de Área de Conservación Privada (ACP) y surgió como un proyecto familiar en los bosques estacionalmente secos de la región Amazonas.
- Dos variedades de felinos, 16 especies de mamíferos y cerca de 80 aves, entre ellas, cinco endémicas han sido identificadas en el ACP Milpuj La Heredad.
La historia de María Dolores Arce de Heredia, Lola, y su hijo Pedro Heredia, Perico, parece salida de la ficción. A inicios de la década pasada, Lola decidió dejar Lima y regresar a sus raíces. “Reencontrarme con mi tierra, mi querido Amazonas”, es lo que suele responder cuando le preguntan por qué después de tantos años de vivir en la capital de Perú, decidió volver a la selva peruana para instalarse en los terrenos que le dejó su padre.
Poco después de haber tomado esa decisión, su hijo también dejó su vida citadina y se mudó con ella para empezar un proyecto de conservación en el territorio que heredaron.
Así nació Milpuj La Heredad, un área de bosques estacionalmente secos que cuenta con 70 hectáreas de extensión y que está situada entre los 1800 y 2500 metros sobre el nivel del mar, en el distrito de Magdalena, en el valle del río Utcubamba, Amazonas.
Su nombre —cuenta María Dolores— es una palabra quechua que significa tragadero y la llaman así “en referencia a una quebrada mágica que secó una pequeña laguna en las alturas”.
Diez años después,tras varios contratiempos y mucho trabajo, Milpuj La Heredad se ha transformado en un espacio para la conservación del bosque estacionalmente seco de la selva peruana.
Este tipo de ecosistemas se caracterizan por tener dos periodos muy marcados y diferenciados de precipitaciones. En la zona de Milpuj La Heredad, los meses de lluvia intensa van de octubre a marzo, mientras que el resto del año la precipitación es escasa y el calor intenso tiende a secar las quebradas.
Para Pedro mudarse a la selva fue una gran decisión. “Me desprendí de las cosas materiales y con ese capital me mudé para apoyar a mi madre”, explica sobre cómo empezaron esa nueva vida, distinta a la urbe, en medio de una gran variedad de flora y fauna, y donde tuvieron que aprender a sembrar y recolectar sus alimentos.
Recuerda que también estaban presentes los riesgos de instalarse en un lugar alejado, con amenazas de invasiones y de incendios forestales. Sin ir muy lejos, hace menos de una semana, una alerta en redes sociales advertía sobre el peligro de una nueva invasión en este territorio. Sin embargo, el ingreso ilegal de desconocidos no se concretó, asegura Pedro. Por ahora, esta familia de conservacionistas respira tranquila.
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Espacio para la vida silvestre
En el año 2007, los Heredia iniciaron el proceso de creación del Área de Conservación Privada (ACP) Milpuj La Heredad. Cuatro años después, el 27 de julio de 2011, lograron que 17 de sus 70 hectáreas sean reconocidas como ACP. Actualmente madre e hijo continúan con el proceso para llegar a ampliar la zona protegida al total de su extensión.
Pero en este camino ya no están solos. A este proyecto se ha unido Wagner Guzmán Castillo, ingeniero agrícola especializado en ecología e investigador y profesor de la Universidad Nacional Toribio Rodríguez de Mendoza, de Chachapoyas.
En el año 2014, Pedro, Wagner y su hijo Giovanni iniciaron un proyecto de investigación para conservar la fauna del lugar, y realizaron por primera vez un reconocimiento del bosque.
Así fueron descubriendo huellas y sonidos de animales, y una gran variedad de especies de flora. Pero también constataron los riesgos a los que está expuesta la fauna silvestre, debido a que la ACP se encuentra cerca de una carretera. En esta vía suelen encontrar con frecuencia animales atropellados, que pierden la vida cuando tratan de cruzar la pista para llegar al río a beber agua.
“Luego del primer reconocimiento decidimos instalar cámaras trampa para determinar y detectar qué animales existían en el ACP”, explica Pedro. De esta forma, a finales de noviembre de 2014, se instalaron las dos primeras cámaras trampa gracias a que Giovanni Guzmán, el hijo de Wagner, decidió donar su premio de 1000 dólares obtenido en el concurso de Google Science Fair.
Los resultados han sido sorprendentes —dice Wagner— hemos identificado dos variedades de felinos: Leopardus wiedii y Leopardus colocolo conviviendo en el mismo territorio. También 16 variedades de mamíferos y cerca de 80 aves, entre ellas, cinco endémicas —Colibrí de Taczanowski (Leucippus taczanowskii), Carpintero Cuellinegro (Colaptes atricollis), Colaespina de Baron (Cranioleuca baroni), Tangara Ventrianteado (Thlypopsis inornata) y Lechuza de Koepcke (Megascops koepckeae)— así como una ranita de bromelia nueva para la ciencia, aún no identificada.
La ACP Milpuj La Heredad alberga también especies únicas de flora como el Cedro de Kuelap (Cedrela kuelapensis), en peligro de extinción, identificado en el año 2010 en un inventario del Jardín Botánico de Edimburgo. También se registraron cactáceas en situación vulnerable y variedades de algodón nativo de la cuenca media del río Utcubamba, así como especies botánicas poco estudiadas.
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El camino de la conservación
Para reducir las muertes por atropello en las carreteras, se han creado ambientes artificiales donde los animales pueden encontrar agua y sal, y de esta forma evitan que acudan a los lugares donde el riesgo es alto. “Estamos seguros de que ha disminuido la mortalidad de los animales, pues luego de haber instalado los bebederos en diferentes partes de ACP, hemos tenido un incremento de más de 300 % de avistamientos o apariciones de animales en dichas zonas”, asegura Guzmán Castillo.
“Imágenes captadas por las cámaras trampa permitieron descubrir videos sorprendentes de aves que iban a los bebederos para comer lombrices con sal natural luego de tomar agua; palomas y conejos que ya no bajan al valle y utilizan los bebederos, disminuyendo así su riesgo de muerte; añujes que disfrutan junto a su familia de agua y sal; entre otras cosas sorprendentes que, como parte de la biodiversidad de un bosque estacionalmente seco, nadie podría creer”, manifiesta el investigador de la Universidad de Chachapoyas.
Pedro Heredia comenta que estos resultados los alientan a continuar con sus investigaciones de flora y fauna, así como del contexto histórico-cultural que surgió en este territorio, principalmente del periodo prehispánico del grupo étnico denominado ‘Los Chillaos’. Menciona que además cuentan con la participación de investigadores, tesistas de universidades y voluntarios.
“Estos bosques deben tener entre 15 y 20 años. Antes estaban deforestados, pues la tara que crece aquí es una especie muy cotizada para leña al igual que el guarango, también de la zona. Ahora hay un rebrote del bosque nativo porque en los últimos cinco años hemos sembrado cinco hectáreas de tara”, señala Pedro.
Sobre este tema, Wagner Guzmán comenta que los programas anuales de restauración ecológica con la siembra de especies nativas propias del ecosistema —como la tara— apoyado con su proyecto de cosecha de agua, garantizarán el crecimiento de los plantones y acelerarán su desarrollo en beneficio de la biodiversidad, consolidando al ACP Milpuj La Heredad, como un refugio de vida silvestre.
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El futuro del bosque
“La importancia del ACP Milpuj La Heredad se sustenta en su particular ecosistema, el bosque estacionalmente seco, de poca representatividad en Perú. Actualmente, solo el 0.1 % de esta ecorregión se encuentra protegida por el Sistema Nacional de Áreas Naturales Protegidas por el Estado (Sinanpe). En Amazonas, este tipo de bosque representa el 3 % de la región y alberga una biodiversidad que debe ser protegida debido a su rareza y endemismo”, señala el ingeniero agrícola.
Guzmán Castillo explica que los estudios realizados como parte del proceso de Zonificación Ecológica y Económica (ZEE) en Amazonas, y que se terminaron en el año 2007, dan cuenta que esta región posee un 65 % de su superficie como zonas aptas para protección y conservación ecológica, donde destacan los bosques tropicales, entre ellos, los bosques estacionalmente secos.
“Que el ACP Milpuj La Heredad sea uno de los pocos lugares con bosques estacionalmente secos es un reto y un compromiso muy grande por preservar un ecosistema altamente amenazado por actividades antrópicas. Por ello, a partir del 2021 se tramitará su reconocimiento a perpetuidad, con el fin de garantizar su continuidad en el tiempo”, precisa Guzmán.
La Casa de Doña Lola es el albergue que la familia Heredia ha acondicionado en el ACP Milpuj La Heredad. “La casa es el reflejo del alma y nosotros hemos construido una que no rompa con el entorno, que se camufle con el lugar”, dice doña Lola sobre su albergue en el que recibe a cualquiera que se anime a descubrir este paraíso.
Milpuj La Heredad cuenta, además, con un sendero etnobotánico en el bosque y una ruta de avistamiento de aves. Existe también un proyecto para un centro de interpretación donde se tiene planificado proyectar las imágenes de las cámaras trampa en tiempo real.
Entre los proyectos también figura la generación de valor agregado para los productos del bosque como la apicultura, artesanía, vivero, hierbas aromáticas y medicinales, y autosostenibilidad con alimentos orgánicos. “Tenemos mercado para miel de abeja, que además nos ayuda con la polinización. Nuestra producción de tara se ha incrementado notablemente desde que criamos abejas”, menciona Pedro.
“Hay retos muy grandes —señala Wagner Guzmán— el cambio climático es una de las mayores amenazas para los bosques estacionalmente secos, también las altas y extremas temperaturas en época de estiaje o la escasez de lluvia, que podría ocasionar el desplazamiento de la fauna hacia otros lugares y, con ello, la disminución de sus probabilidades de sobrevivencia. Sumado a ello están los incendios forestales que constituyen una seria amenaza para la biodiversidad de los bosques estacionalmente secos de Amazonas”.
Pese a todos los riesgos, sin embargo, los avances logrados en la recuperación de especies y el esfuerzo que ha puesto este grupo de conservacionistas emprendedores para mantener los bosques y la vida silvestre en el ACP Milpuj La Heredad es un ejemplo de compromiso que despierta esperanzas.