- Solo se contabilizaron 350 individuos de esta especie en el último censo realizado por Serfor en 2016.
- La especie está expuesta a riesgos como la caza furtiva, la degradación de su hábitat y la recolección de sus huevos con fines alimenticios y comerciales.
Son aves rápidas, aunque su desplazamiento no es aéreo, sino por tierra. El suri es una especie que habita en el Altiplano peruano y actualmente se encuentra en peligro de extinción, debido a múltiples factores que están acabando con la escasa población que aún vive en las alturas de las regiones Puno, Tacna y Moquegua.
Si bien el suri (Rhea pennata) no solo habita en Perú, sino que es un animal endémico de Sudamérica que vive en otros tres países del continente —Bolivia, Chile y Argentina—, la población presente en el Altiplano peruano está en peligro de extinción según la Convención sobre el Comercio Internacional de Especies Amenazadas de Fauna y Flora Silvestres (CITES).
- El suri es una especie que habita en el Altiplano peruano. Foto: Serfor.
De acuerdo al último censo realizado en el año 2016 por el Servicio Nacional Forestal y de Fauna Silvestre (Serfor), solo quedan 350 individuos de suri en todo el Perú, casi 100 individuos menos que en el último conteo efectuado en el año 2008. La mayor cantidad se encuentra en Tacna con 166 individuos, le sigue Puno con 112 y en tercer lugar está Moquegua con 72 animales, todos en estado silvestre, pues existe población en cautiverio que no ha sido considerada en el censo.
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Las amenazas al suri
De acuerdo con el Plan nacional para la conservación del suri 2015-2020, la caza furtiva es una de las principales amenazas para la supervivencia de la especie. Esta actividad ilegal se realiza con la intención de comercializar sus plumas para trajes típicos, principalmente para la danza de los Ayarachis, en la provincia de Lampa, en Puno; y los Suri Sikuris, del departamento de La Paz, Bolivia.
El suri también está amenazado por actividades antrópicas como la explotación minera y proyectos hidroenergéticos que perturban su hábitat natural debido a la presencia de vehículos, maquinaria pesada y trabajadores que transitan cerca de los lugares por donde se desplaza la especie, agrega Jessica Gálvez-Durand, directora de Gestión Sostenible del Patrimonio de Fauna Silvestre del Serfor.
En efecto, de acuerdo a Irma Franke Jahncke, investigadora del departamento de ornitología del Museo de Historia Natural de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, las actividades extractivas, como la minería, que utiliza transporte pesado, perturba la tranquilidad del paraje alto andino causando un fuerte impacto en el hábitat de la especie, que requiere de extensos territorios para desplazarse y sobrevivir. Lo mismo sucede con los problemas ocasionadas por el desplazamiento de vehículos y personas en las zonas donde habitualmente vive esta especie. “El suri necesita espacios grandes, son animales enormes que corren grandes distancias y se alimentan de frutos que se encuentran en bofedales. Si su hábitat es afectado, como está ocurriendo, es más difícil su conservación”, señala.
Además, la especie, conocida también como ñandú andino, compite por alimentos con otros animales domésticos y con el ganado de los campesinos que los desplaza hacia zonas más altas.
Por otro lado, se consume su carne, y algunas partes de su cuerpo, como la grasa, tienen un uso medicinal. En otros casos, los atrapan para mantenerlos en cautiverio en colecciones privadas o como mascota en las comunidades campesinas.
Otro peligro permanente es la recolección de sus huevos, que son sacados de los nidos para consumo personal o para utilizarlos en artesanía, situación que afecta seriamente la supervivencia de la especie. Lo más grave, es que esta amenaza se acentúa, de acuerdo con la Jahncke, por las características de la reproducción misma del suri, ya que son los machos los que cuidan los huevos de varias hembras, por tanto, cuando se ubica un nido, se encuentran —y se destruyen— una gran cantidad de huevos.
- La especie Rhea pennata es endémica de Sudamérica y se encuentra en Chile, Argentina, Bolivia y Perú. Foto: Andina
“Nuestro objetivo es ubicar y proteger los lugares de anidación bajo una modalidad de conservación que ha funcionado en Tacna. En esa región, había 104 individuos en el año 2008, pero ahora, según el último censo, hay más de 160 animales. Un incremento importante gracias al Área de Conservación Regional Vilacota Maure, creada en la región específicamente para proteger esta especie”, agrega Gálvez-Durand, quien también es directora de la Oficina de Autoridad Administrativa CITES-Perú.
De acuerdo con la normatividad vigente y su estatus de especie en peligro crítico, se prohíbe su caza, captura, tenencia, transporte o exportación con fines comerciales en todo el Perú.
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Ausencia de investigación científica
Irma Franke explica que el suri es una especie de la que se tiene conocimientos muy generales y de la que aún falta mucho por investigar. Explicó que se trata de un ave muy rápida, que no es fácil de ubicar y que, además, corre largas distancias en medio de la difícil geografía de la puna y se mimetiza con el pajonal debido al color de su plumaje.
“Se debería hacer estudios de telemetría para conocer su desplazamiento. Además, realizar investigaciones a largo plazo, de varios años, para constatar cuántas veces se reproduce, porque es un ave longeva. Hasta ahora no conozco un estudio profundo de esta especie puesto que son investigaciones difíciles de hacer ya que se debe contar con un presupuesto grande, un equipo de personas y plazos largos”, explica la científica.
Franke señala que es importante contar con un plan nacional para su conservación —aprobado en noviembre de 2015 y que tiene vigencia hasta el 2020— pero que también se debería realizar investigaciones científicas para conocer a profundidad esta especie. “Solo puede manejar una especie cuando se conocen todos sus requerimientos. El suri es una especie que requiere un esfuerzo especial y que además está en peligro en Perú, por ello, en paralelo al plan de conservación, se deberían realizar estudios científicos”.
- Solo se han contabilizado 350 individuos en el último censo realizado en Perú. Foto: Serfor.
Al respecto, Gálvez-Durand señala que el plan de conservación contempla la realización de estudios científicos de genética y morfología, así como de los hábitos y requerimientos nutricionales de la especie. También se incluyen análisis de viabilidad poblacional con la finalidad de predecir el incremento o declive de la población de la especie.
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¿Esperanza para el suri?
Actualmente existen tres áreas naturales protegidas dedicadas a su conservación. El Área de Conservación Regional (ACR) Vilacota Maure, en Tacna, y las área de conservación privada Taypipiña y Checca, en Puno.
Adicionalmente, se cuenta con centros de rescate para la especie. El centro de rescate del Proyecto Especial Binacional Lago Titicaca (PEBLT), ubicado en Puno, cuenta con 90 individuos y su objetivo es lograr la reintroducción de la especie. Un informe de diciembre de 2017 del PEBLT da cuenta de los avances del plan de conservación, entre los que se mencionan investigaciones científicas y técnicas de la especie relacionadas con la nutrición, reproducción y otros aspectos del ñandú andino.
Otro centro de rescate es Sumac Kantati, también ubicado en Puno y manejado por el Instituto Mallku para el Desarrollo Sostenible, que cuenta con 40 individuos criados con fines de reproducción.
- En Perú hay tres centros de rescate para el ñandú andino dedicados a la investigación y reproducción asistida. Foto: Serfor.
Un tercer centro está ubicado en Lambayeque, un territorio lejano a su hábitat natural. “Se trata de un centro especializado en reproducción de rápidos, es decir, el grupo de aves gigantes no voladoras que engloba al suri, avestruz de África, el emú de Australia y la casuaria de Nueva Zelanda”, explica Jessica Gálvez-Durand, del Serfor.
Este centro denominado Suri-Sicán alberga apenas a cuatro individuos y está dedicado al rescate e investigación en aspectos fisiológicos y reproductivos mediante incubación artificial de esta especie.
Gálvez-Durand mantiene la esperanza de que la especie logre recuperarse y aumente la cantidad de animales que habitan en el altiplano peruano, pese a todos las amenazas que enfrenta esta ave que no sabe volar.
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